Paula Porta y otros




Narratividades, sabidurías, invenciones*



“Los dos chicos americanos que, en contra del sentido común, estaban descargando en su garaje toda la red, su objetivo: hacer accesible toda la sabiduría del mundo: accesible a cualquiera de una manera fácil, rápida y gratuita. Lo bonito es que lo lograron, su criatura, Google, es de hecho lo más parecido a la invención de la imprenta que nos ha tocado vivir”

Los Bárbaros: ensayo sobre la mutación, Alessandro Baricco

Contenido
Para ponernos en situación. Una contextualización del problema
Narrar(se) en la web
La web y los otros modos de acceso al conocimiento
Un anclaje áulico (a modo de cierre, el micro relato de una experiencia)
Bibliografía
Notas
  
Palabras clave 
Comunicación. Socialización. Tecnologías de información. Estudiantes. Usos y apropiaciones.


El presente artículo surge del trabajo de investigación “Modos de socialización de los estudiantes de comunicación social: uso y apropiaciones de las tics” enmarcado en el Programa de Incentivos que llevamos adelante entre 2008 y 2010.
En este artículo retomaremos algunos de los puntos nodales que fueron surgiendo a lo largo del proceso de investigación. Especialmente haremos hincapié en las nuevas narratividades que los jóvenes generan a partir de sus usos de la web, sus nuevos modos de estar y representarse en el mundo mediados por las nuevas tecnologías y sus vínculos con los saberes a partir de las apropiaciones que hacen de Internet. Sobre el final daremos cuenta de una experiencia de cátedra, de trabajo con los alumnos, que surgió, justamente, a partir de indagar en sus inquietudes y narratividades.

Para ponernos en situación. Una contextualización del problema

Internet y las llamadas nuevas tecnologías (o nuevos medios) de la comunicación están cada vez más presentes en la vida cotidiana, constituyen nuevas formas de sociabilidad y de construcción del espacio público. Esta transformación radica en el proceso de mediatización de la cultura, donde los medios de comunicación reconfiguran los modos de producción y circulación de los bienes simbólicos.

Hace 500 años, la imprenta produjo profundas modificaciones en las formas de entender la producción y distribución del conocimiento y provocó una revolución que, en términos de John B. Thompson, fue irreversible (Thompson, 1998). En el contexto del surgimiento del capitalismo, la sociedad burguesa y sus modos de organización, el conocimiento se transformó en una mercancía que se vendía y compraba, y, adquirió un valor que no tenía en sociedades anteriores.

Actualmente, 500 años después, Internet y las nuevas tecnologías han producido una transformación que viene a profundizar esos cambios, que viene a facilitar los modos de organización capitalistas digitalizando datos bancarios (digitalizando y transfiriendo por red el dinero), posibilitando el trabajo a distancia y, por lo tanto, la relocalización de ciertos sectores de las industrias en países con mano de obra más barata, lo que lleva a una profundización de las diferencias entre los distintos sectores del globo. Internet es parte de ese proceso del capital, no podemos negarlo, ni ignorarlo; pero en todo proceso se engendran las posibilidades de ruptura con ese modelo.

También sería ingenuo pensar esta relación desde una idea lineal de causa-efecto y colocar a las nuevas tecnologías como causantes y responsables. La mirada que este trabajo sostiene sobre las tecnologías es más compleja: las tecnologías surgen en un contexto al que modifican y por el que son modificadas. Como diría Roger Silverstone: “Son son habilitantes e inhabilitantes, más que determinantes. El mundo no es del todo obra suya.” (Silverstone, 2004).

Los medios de comunicación son parte de la vida cotidiana y, como tales, atraviesan las prácticas y las representaciones sociales. Resulta imposible pensar en nuestra sociedad sin los medios. Estos son actores hegemónicos que ordenan el mundo con sus relatos, son preponderantes en la construcción de sentidos. “Vivimos con los medios y junto a los medios.” (Castells, 1998). Los medios son parte del hogar, desdibujando la clásica separación entre lo público y lo privado.
Y esta mediatización de la cultura se encuentra en una nueva fase. Las tecnologías de la información y la comunicación, la hiperconectividad, las redes sociales, lo que se conoce como la web 2.0, están cada vez más presentes en la vida cotidiana, constituyen nuevas formas de sociabilidad, de configuración de la subjetividad y de construcción del espacio público. “Los nuevos lenguajes, géneros y formatos, aún aquellos que se presentan como modelos transitorios, híbridos y mestizos transforman en profundidad las formas conocidas de producir y consumir cultura” (Pisan y Piotet, 2009).

Las redes sociales generan nuevos espacios de participación en la medida en que las personas se tornan protagonistas: prosumidores o webactores para denominar a quienes son parte de la web, sin caer en reduccionismos. “Lejos quedan aquellos internautas un tanto pasivos que consumían sin reaccionar la información que les proponían en los sitios elaborados por especialistas. Los usuarios actuales de la web proponen servicios, intercambian información, hacen comentarios, se implican, participan. Ellos y ellas generan la mayor parte del contenido de la web” (Pisan y Piotet, 2009).

Este nuevo espacio de intercambio y relación que se abre debe ser pensado y analizado a la luz del contexto que lo atraviesa y teniendo en cuenta, además, que, si bien la web 2.0 propone una transformación más profunda en los modos de producir, distribuir y consumir los llamados bienes simbólicos, una nueva etapa en el proceso de mediatización de la cultura, no agota otros espacios de participación, ni tampoco puede ser pensada como la panacea de la era digital. Entendemos las tecnologías y sus usos desde un pensamiento complejo; desde este marco de comprensión es que reconocemos que existen diferentes usos, apropiaciones y distintos accesos a estas nuevas tecnologías. “Es a ese desafío al que van dirigidos los esfuerzos por pensar la técnica como entorno tecnológico y ecosistema comunicativo, hoy socialmente tan estratégico como el ecosistema verde (...) es el entorno técnico el que se nos vuelve aceleradamente natural pues cada vez se hace más parte de nuestra corporeidad, de nuestra movilidad y de nuestra cognitividad” (Martín Barbero, 2008).

Las transformaciones nunca se dan de manera uniforme y es esa diversidad, el intento de comprenderla (y también las desigualdades que a partir de los diferentes usos se producen), lo que movilizó nuestra investigación: pensar los distintos modos en que los jóvenes (especialmente aquellos que se están formando para ser comunicadores) usan y dan sentido a estos nuevos espacios que les proponen Internet y las tecnologías.

Narrar(se) en la web

Entendemos que los medios narran, nos narran. Narran la realidad, cuentan la historia. Ahora bien, ¿cuál es la dinámica de las narraciones en el formato 2.0? ¿Qué y cómo se narra? ¿Qué dinámicas de interacción se generan? Omar Rincón describe las funciones de narrar: para impactar o sorprender, ironizar; para mostrar lo incomprensible, lo imprevisto y paradójico de la naturaleza humana; para explicar el origen y los hábitos de los hombres y las características de las cosas; para transmitir enseñanzas sobre este o el “otro” mundo; para jugar o entretenerse; para explorar con la imaginación los mundos posibles, los misterios del universo o los fantasmas del inconsciente; para alabar, para criticar, para burlarse de los demás; para explorarse a sí mismos; para mostrar estados o acciones elementales, emotivas o éticas; para mostrar situaciones arquetípicas (símbolos recurrentes, estructuras rituales o míticas): pasajes, aprendizajes, pruebas, conquistas (Rincón, 2006).

Esta herencia de explicarnos desde la experiencia narrada es celebrada en extremo por las culturas mediáticas. En nuestra sociedad asistimos a un “crecimiento de lo narrativo frente a lo argumentativo o informativo y de lo individual o microsocial frente a lo macro o lo estructural de la cultura contemporánea” (Ford, 2001).

La narrativa se ha constituido en “saber, oficio y práctica” que comparten los productores y las audiencias: saber que posibilita la inteligibilidad de lo comunicado; experiencia que permite generar comunidad de sentido sobre la comunicación.

La narrativa es una perspectiva que capta el significado o el funcionamiento de los fenómenos comunicativos; es una matriz de comprensión y explicación de las obras de la comunicación.

Entonces, nos planteamos qué pasa cuando la narración que circula, que se distribuye, que se cuela en los imaginarios no viene exclusivamente de los grandes medios, sino que estalla, se multiplica, se fragmenta y se vuelve más porosa. ¿Qué pasa cuando la web 2.0 permite a otros que narren? ¿Qué pasa con esos relatos?

Se narra desde distintos sitios, con intenciones y motivos diversos; coinciden en el mismo soporte, en la inmensa cantidad de relatos multimediales que circulan en el ciberespacio.

Internet ha dado visibilidad a cientos de narrativas personales, ha exaltado lo que Paula Sibila llama el “show del yo”: relatos de historias mínimas, de personajes comunes, de nosotros mismos, que elegimos el espacio de Internet para mostrarnos, para contarnos, para relatarnos. Las redes sociales, los blog y fotologs que se multiplican en Internet le dan espacio a otras narrativas, narrativas de la intimidad que borran la sutil frontera entre lo público y lo privado. Estas nuevas narraciones son retomadas por los medios que las incorporan a sus propias narrativas; así el periodismo se nutre de la información que circula en Twitter, de las imágenes que las personas comunes suben a Youtube. La misma lógica y los tiempos de la narración mediática se transforman por el atravesamiento de las narrativas de Internet.

Una de las principales marcas de época se constituye, así, en estos nuevos modos de narrar que dinamizan las tecnologías. Éstas, insertas en nuestra cotidianeidad, contribuyen a configurar nuevas construcciones de la identidad de los jóvenes. En este sentido, Sibila se refiere a extimidad como exhibición de la intimidad, un mostrar lo cotidiano estetizado, ficcionalizado; pero haciéndolo ver como real. Desde este lugar en el que se hace público lo privado, en el que se expone lo íntimo, es desde donde los jóvenes se relatan y se construyen frente a los otros.

El blog, el Facebook, el Fotolog se corren del lugar introspectivo del diario íntimo para circular en la web, disponible para todos aquellos que se sientan interesados o interpelados por las historias comunes de los otros. Lo cotidiano se vuelve consumible y no sólo Internet propicia esta nueva tendencia, también la televisión se sube a la ola de mostrar la vida tal cual es con los cientos de reality shows que presenta, realities guionados y preparados, pero que se promocionan y se consumen como reales, como la vida misma.

En este contexto, los jóvenes se convierten en guionistas de su propia vida, en narradores y personajes de su cotidianeidad. Construyen un mundo (o varios mundos) para compartir con los otros; historias que, a su vez, los van construyendo y los van modelando. Lo que ocurre en Internet, lo que allí se relata, no es simulación: son miradas sobre uno mismo y sobre el mundo. Cuando los jóvenes chatean o escriben en sus muros del facebook es como si hablaran y en ese diálogo aparecen marcas identitarias: qué dicen de ellos, cómo se definen, cómo se narran ante los otros da cuenta de cómo se perciben y cómo quieren ser percibidos. “La subjetividad se constituye en el vértigo de ese torrente discursivo, es allí donde el yo de hecho se realiza. Por lo tanto, usar palabras o imágenes es actuar: gracias a ellas podemos crear universos y con ellas construimos nuestras subjetividades, nutriendo el mundo con un rico acervo de significaciones” (Sibila, 2008).

Estos modos simultáneos, fragmentados, discontinuos como los jóvenes leen y cuentan el mundo se están transformando, quizás, en los estilos narrativos del siglo XXI.

La web y los otros modos de acceso al conocimiento

En este contexto cambian también los modos en que los alumnos acceden al conocimiento, a los textos; se transforman los modos en que se organizan para producir sus trabajos y presentaciones. Ante esto, es importante pensar cómo la universidad interpela a esta nueva generación de alumnos para la que las narrativas de las pantallas (televisión, video juegos y, especialmente, la web 2.0) son una cotidianeidad, parte de su rutina.

Una generación que se ve atravesada por las modificaciones en los modos de lectura: el hipertexto, por ejemplo, ha revolucionado los sentidos de la linealidad y ha contribuido a esta experiencia tan extraña de la simultaneidad de lecturas, de la lectura en capas o transversal: empiezan a leer una página, linkean un hipervínculo sin haber llegado al final del primer texto, luego linkean otro y recién vuelven. Muchas veces, esos saltos no son al interior del mismo texto, sino a otros múltiples textos. Esto, sin duda, transforma las capacidades de relacionar, de hipervincular también en ese mundo offline que no puede pensarse separado de esos otros múltiples espacios a los que abre la experiencia online.

El criterio de autoridad y las fuentes son otros de los aspectos que han sufrido transformaciones. De una serie de entrevistas semiestructuradas realizadas a alumnos de la carrera de Comunicación Social de la UNLP durante 2008 y 2009 se desprende que los estudiantes consultan más la web que las bibliotecas y reconocen en Internet un espacio donde pueden encontrar información sobre todos los temas.

En primer lugar, en las entrevistas los alumnos manifestaron que utilizan Internet para "bajar" información. Internet se ha convertido, en cierta forma, en una especie de mega biblioteca, en una suerte de “meca del conocimiento” donde todo podría y debería encontrarse. Parafraseando a una vieja cita que se preguntaba acerca de si un árbol que se había caído en medio del bosque se había caído realmente si no había medios para registrarlo; nuestros alumnos parecen considerar que en Internet está todo y lo que no está es porque no existe.

Acostumbrados a la vieja cultura de que la verdad está en los libros, los adultos desconfían de la legitimidad de la información de Internet (como si los libros no fueran escritos desde alguna perspectiva, como si ellos no estuvieran atravesados de ideología) y los jóvenes, por el contrario, confían demasiado y a veces olvidan que los textos tienen autores y que esos autores escriben desde determinadas posturas, desde distintas miradas. Se corre el riesgo, así, de la descontextualización, del negar las condiciones de producción y pensar a los textos como transparentes, como verdaderos.

Internet permite el acceso discontinuo y simultáneo a muchos textos, a muchos discursos y, lo que es más revolucionario aún, en algunos casos borra la figura del autor. Los textos son colectivos, son de todos, no son de nadie... Esta situación coloca a la educación académica en una encrucijada para la que aún no tenemos respuestas.

Fragmentación, simultaneidad, descolección, re-colección son categorías en las que las nuevas tecnologías nos obligan a pensar; pero no son procesos que solamente le corresponden a estas nuevas tecnologías; empezaron mucho antes con las fotocopias y los casetes grabados de la radio, sólo que ahora es otra la manera de acceder y es otro, también, el volumen de acceso.

En este sentido resulta interesante recuperar lo que García Canclini decía en relación con la fotocopiadora:

La agonía de las colecciones es el síntoma más claro de cómo se desvanecen las clasificaciones que distinguían lo culto de lo popular y a ambos de lo masivo. […] Ahora esas colecciones renuevan su composición y su jerarquía con las modas, se cruzan todo el tiempo y, para colmo, cada usuario puede hacer su propia colección (García Canclini, 1990).

Colecciones de autor, colecciones sin autor, colecciones de autor desconocido, colección de autores múltiples. Descoleccionar significa coleccionar de otras maneras, separar y volver a unir, rescatar algunas cosas, descartar otras... o simplemente usar aquello que encontramos. Para esto Internet nos provee de buscadores, programas para bajar música o películas; nos permite guardar en el MP3 música de estilos diversos, de procedencias distintas, de cantantes que no se juntarían a tocar. Cada colección se vuelve así única, privada, íntimamente unida a los gustos, las aspiraciones, los vínculos y las identificaciones de cada des-coleccionador.

Las entrevistas dan cuenta de que los alumnos son des-coleccionadores: la mayoría dijo que baja música y películas de Internet, que no tienen su propia biblioteca, en términos tradicionales; pero sí leen mucho en la pantalla de Internet: se bajan comics, acceden a blogs, a páginas sobre temas que les interesan. Las categorías de lectura, sin duda, se están redefiniendo. Sin embargo, esto no parece conllevar a la desaparición de los libros, tan anunciada por algunos autores que ante cada nueva tecnología que surge (pasó antes con la televisión) se horrorizan y se lamentan porque los libros van a desaparecer. Para contradecir esta postura no hace falta más que citar el ejemplo de Harry Potter y la devoción que causa en millones de adolescentes.

Otra transformación importante vinculada con los modos de relacionarse con el conocimiento, o con los espacios tradicionales e instituidos de acceso a los saberes, se da en el plano de la organización de las tareas y de los vínculos con el docente. A lo largo de nuestra experiencia como alumnos primero y como docentes después hemos visto cómo se transforman las relaciones entre docentes y alumnos y cómo en esas transformaciones están presentes las nuevas tecnologías. En este último tiempo, el mail, el MSN e incluso el Facebook se han constituido en espacios de vinculación y muchas veces se convierten en extensiones del aula: se responden dudas en conferencias por chat, se transmiten consignas por mail, los alumnos envían sus trabajos también por correo electrónico y hasta reclaman el envío de los textos digitalizados para acceder en forma más rápida a los materiales de lectura.

Pero qué pasa cuando un espacio que tiene usos vinculados a lo privado, con registros y códigos informales, se transforma en una extensión de lo académico. Entendemos que muchas universidades, institutos y centros de enseñanza trabajan en educación a distancia con softwares específicos para tal fin: foros, salas virtuales, campus online; a lo que nos referimos en este artículo —y que surge de la experiencia concreta— es cuando se usan softwares comunes, generales como el MSN o el correo abierto, como extensiones del aula.

Estos espacios tienen sus reglas, sus códigos que, muchas veces, no coinciden con los registros que se manejan en los ámbitos “académicos”. ¿Qué ocurre entonces cuando esos espacios son resignificados, reutilizados? En nuestra experiencia, los alumnos mantienen los registros del chat que usan con sus pares y conocidos; se produce así un quiebre, una ruptura de las maneras de relacionarse en el aula y en el espacio del chat, incluso cuando la relación en el chat se da por cuestiones académicas. Es significativo reflexionar cómo el mismo alumno que en el aula nos llama “profesor”, en el chat nos escribe con símbolos, apócopes y nos manda “zumbidos” cuando no le contestamos. La pregunta que surge al observar estas prácticas es si este borramiento de las “jerarquías”, de los roles, de ciertos códigos, tiene que ver con la ausencia del cuerpo en un sentido físico, con el desdibujamiento del interlocutor y, principalmente, de las investiduras de ese interlocutor.
El espacio del chat se perfila así como un espacio de la liberación del cuerpo, como un espacio con sus propios códigos: los alumnos no cambian sus nicks para chatear con el docente, se siguen mostrando como “yo, la más sexy” o “el “matador”, y esto lleva a generar otros vínculos con ese alumno, a descubrir facetas o preferencias que quizás no se evidencian en el aula de clase.

Algo similar ocurre con las cuentas de correo electrónico. Los alumnos, en su mayoría, no tienen cuentas “serias” o “formales” para dar a los docentes: cuando tienen que apuntar su mail anotan el mismo que le dan al amigo, a la chica o chico que conocen en el boliche, el mismo mail con el que se suscriben a los foros y a las comunidades virtuales y, quizás, el mismo también que anotan en sus curriculums y hojas de vida. Y, por lo general, les escriben a todos con la misma desconexión, en textos cargados de colores, sin encabezados, muchas veces sin firma (o con firmas de sobrenombres acompañadas por iconos gestuales o imágenes).

Son los nuevos registros, los nuevos códigos del mundo online que cada vez se atraviesa más con ese mundo de lo offline que ya no puede pensarse por separado. Esos códigos y registros aparecen también en los mensajes de texto de los celulares, esas tecnologías que también han borrado muchos de los antiguos límites entre docentes y alumnos.

Las relaciones entre estudiantes de comunicación, nuevas tecnologías y modos de socialización se transforman. Definitivamente cambia el modo de producción de sentido, cómo se vinculan y comunican con los otros; construyen o retoman imaginarios sobre el mundo.

Un anclaje áulico (a modo de cierre, el micro relato de una experiencia)

A partir de esta investigación, de los interrogantes que surgieron a medida que investigamos cómo se dan las transformaciones en esta nueva etapa de Internet marcada por la interacción y los distintos accesos a espacios de producción, nos hemos propuesto como equipo de cátedra nuevos modos de interpelar a los alumnos.

En los dos últimos años (2010 y 2011) les hemos pedido a los alumnos, a modo de trabajo final de la instancia práctica, realizar blogs en los que analizaran diferentes materiales a partir del marco teórico propuesto por la materia. Se les brindó una consigna, dividida en ejes temáticos, en la que se establecía un número de posteos mínimos y se apelaba al uso de diversos lenguajes. La respuesta que dieron los alumnos a esta actividad fue sumamente interesante, convirtiéndola en una experiencia riquísima y heterogénea. La diversidad de estilos, de materiales que utilizaron y las articulaciones que lograron con los planteos conceptuales de la materia superaron nuestras expectativas iniciales. Quizás, lo más interesante de la experiencia haya sido que se sintieron interpelados porque se les permitió utilizar un lenguaje (el multimedial) que ellos manejan de forma casi natural; desde ese lugar produjeron y se involucraron con el trabajo, lo sintieron propio y no una simple instancia de acreditación de conocimientos. El blog se convirtió en un espacio para publicar, para conectarse con otros compañeros (siguiéndose en los blogs, por ejemplo) y para poner en juego, desde su propio lugar, lo trabajado en el cuatrimestre.

Por esto, tenemos la intención de continuar este proceso de comprensión de las nuevas narratividades, de los nuevos modos de acceder a la cultura y los nuevos espacios de participación que la web 2.0 propone.

Bibliografía

Baricco, Alessandro. Los bárbaros: ensayo sobre la mutación, Anagrama, Colección Argumentos, 254 pp, Barcelona, 2008.
Castells, Manuel. La era de la información. Economía, sociedad y Cultura, Alianza, Volumen I: La sociedad red, 592 pp, Madrid, 1998.
Ford, Aníbal. La marca de la Bestia: identificación, desigualdades e infoentretenimiento en la sociedad contemporánea, Norma, 322 pp, Buenos Aires, 2001.
García Canclini, Néstor. Culturas Híbridas. Estrategias para entrar y salir de la Modernidad, Grijalbo/Conaculta, 363 pp, México, 1990.
Klein, Naomi. No Logo. El poder de las marcas, Paidós, Barcelona, 675 pp, 2001.
Martín Barbero, Jesús. “El cambio en la percepción de los jóvenes. Socialidades, tecnicidades y subjetividades” en Morduchowicz, Roxana (coord.), Los jóvenes y las pantallas, Gedisa, Barcelona, 2008.
Pisan, Francis y Piotet, Dominique. La alquimia de las multitudes. Cómo la web está cambiando al mundo, Paidós, Barcelona, 2009.
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Sibilia, Paula. “El show del yo”, en La intimidad como espectáculo, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2008.
Silverstone, Roger. ¿Por qué estudiar los medios?, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2004.
Thompson, John B. Los media y la modernidad. Una teoría de los medios de comunicación, Paidós, Barcelona, 1998.
Williams, Raymond. “Tecnologías de la comunicación e instituciones sociales”, en Historia de la Comunicación, Bosch Casa Editorial, S.A, Volumen II: De la imprenta a nuestros días, Barcelona, 1992.


Notas

* Modos de socialización de los estudiantes de comunicación social: uso y apropiaciones de las tics, Proyecto 11/P155, enmarcado en el Programa de Incentivos del Ministerio de Educación de la Nación en el período 2008/2010. Directora: Paula Porta. Co-director: Carlos Milito. Integrantes: Diego Díaz, Claudia Rotouno, Yanina Di Chiara, Bianca Racioppe, María Julia Poiré, Natalia Zapata, Luciana Aón, María Soledad Vampa y Carla Tous. Colaboradores en la redacción del artículo: Claudia Rotouno y Natalia Zapata.