Cecilia Garibay y Genoveva Surraco |
El rol de la comunicación ante la transformación
de los sistemas económicos*
de los sistemas económicos*
Forma de citar | GARIBAY, Cecilia y SURRACO, Genoveva: “El rol de la comunicación ante la transformación de los sistemas económicos”, en Anuario de investigaciones 2012, La Plata, Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP, 2013. |
El escenario económico ante la emergenciaa de nuevas formas productivas
Genoveva Surraco
La situación socio económica argentina de la última década se caracteriza por un crecimiento y desarrollo notables en contraste con lo ocurrido en los años anteriores al 2003. Esta realidad, sustentada por unas políticas públicas basadas en un Estado presente y promotor del desarrollo y destinadas a los sectores históricamente olvidados, ha impulsado la creación de innumerables experiencias de la economía social tradicionales como cooperativas, pequeñas y medianas empresas, empresas familiares; como así también aquellas nuevas estrategias populares emergentes como los microemprendimientos y las empresas recuperadas por sus trabajadores.
Hacemos referencia a iniciativas individuales, de familia, asociativas o comunitarias que surgen en el campo de las acciones económicas y societarias populares, promoviendo así verdaderos movimientos regidos por una profunda lógica de acción social.
Estas empresas se constituyen como actores fundamentales no sólo para el desarrollo económico de los países de la región, sino también en la integración y la inclusión social a partir de la generación de empleo y el compromiso con los intereses nacionales y populares.
La transformación de los sistemas económicos tradicionales y la emergencia de nuevas formas productivas hacen necesario repensar la mirada comunicacional desde la cual se aborda el campo de la producción de bienes y servicios. Esta nueva perspectiva implica atender no sólo las cuestiones económicas, sino fundamentalmente entender a la comunicación como constitutiva de las instituciones.
Mi pymes
Actualmente, la clasificación oficial que se utiliza para definir a una empresa como micro, pequeña o mediana depende de las ventas anuales promedio de los últimos tres ejercicios, siendo diferente el corte de acuerdo al sector al que pertenezca la firma.
Las tres categorías, hoy en día, están reglamentadas por la resolución N° 21/10 de
Resolución 21/10 de la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y Desarrollo Regional:
ARTICULO 1º.- A los efectos de lo dispuesto por el Artículo 1º del Título I de la Ley N º 25.300, serán consideradas Micro, Pequeñas y Medianas Empresas aquellas cuyas ventas totales expresadas en Pesos ($) no superen los valores establecidos en el cuadro que se detalla a continuación:
Se entenderá por ventas totales anuales, el valor de las ventas que surja del promedio de los últimos TRES (3) balances o información contable equivalente adecuadamente documentada, excluidos el impuesto al Valor Agregado, el impuesto interno que pudiera corresponder y deducidas las exportaciones que surjan de los mencionados balances o información contable hasta un máximo del TREINTA Y CINCO POR CIENTO (35%) de dichas ventas.[1]
Dependiendo del país, el término de micro, pequeña y mediana empresa ha adquirido un significado diferente. Sin embargo, aún no existe una definición general al respecto. En la mayoría de los casos, estas empresas son clasificadas de acuerdo a sus ingresos y monto de facturación anual, como en el caso nacional; pero también se toman en cuenta otros factores como el tamaño, volumen de negocios, número de empleados y balance general.
Más allá de la clasificación oficial existen otras variantes para categorizar a las mipymes, como la que separa las categorías de acuerdo a la cantidad de personas ocupadas, dividiendo a los sectores en dos: comercio y servicios por un lado, e industria y transporte por el otro.
En el Cuadro se detalla la clasificación de categorías de empresas de acuerdo al personal ocupado:
Empresas familiares
A nivel mundial, alrededor de dos tercios de las empresas son de propiedad familiar. En la Argentina, se estima que el 80% de las compañías son de carácter familiar y que este tipo de firmas genera cerca del 70% del empleo del país.
Si bien se las suele asociar con empresas pequeñas y poco profesionalizadas, lo que las define no es su tamaño ni su capacidad de gestión, sino el simple hecho de que la propiedad y la dirección están en manos de uno o más miembros de una o más familias.
Vale aclarar la diferencia entre las empresas familiares y las de capital familiar: estas últimas están dirigidas por profesionales externos, no obstante la mayor parte del capital, o su totalidad, pertenece a una familia.
Empresas de gran trayectoria y reconocidas mundialmente hoy como Ford, IBM y Microsoft surgieron como familiares. Bimbo, nacida en 1945 en el DF mexicano, es un gran exponente de una empresa familiar que crece a nivel mundial. La local Cabrales, oriunda de Mar del Plata, fabrica café y té hace 68 años y actualmente es dirigida por la tercera generación.
Pero no todas corren con la misma suerte: las empresas familiares presentan tasas de mortalidad muy altas. Sólo el 30% de las empresas sobrevive a la segunda generación y apenas el 7% a la tercera. Las investigaciones fijan la esperanza de vida de una empresa familiar en 25 años y la de una no familiar, en 50.
La incorporación de las nuevas generaciones, el traspaso del liderazgo y la sucesión suelen ser los aspectos más difíciles de enfrentar para la mayoría de las empresas familiares.
Empresas recuperadas
Se denomina empresa recuperada a aquella de gestión colectiva de los trabajadores que conforman su plantel, con origen en una empresa anterior de gestión privada.
Estas empresas irrumpen como fenómeno emergente en Argentina en 2001, cuando distintos grupos de trabajadores comienzan a poner a funcionar por sus propios medios las fábricas que cerraban casi a diario.
La mayoría de las veces no era la recuperación el objetivo inicial, sino que se comenzaba a luchar para poder cobrar las indemnizaciones o sueldos adeudados y se llegaba a tomar la fábrica ante situaciones extremas.
Si bien en los comienzos del fenómeno de las empresas recuperadas muchos las consideraban como una utopía y no apostaban a que trabajadores sin capital ni conocimientos previos pudieran mantener una fábrica que los dueños anteriores no pudieron; en general han sido experiencias exitosas y alrededor del 70% de los intentos ha prosperado. Se estima que hoy, en la Argentina , funcionan más de 200 emprendimientos productivos que sostienen sus trabajadores.
Para constituirse como sujeto de continuidad laboral estos trabajadores adoptan la forma legal de cooperativas, lo que les permite eventualmente el acceso a las leyes de expropiación, recibir subsidios u otro tipo de apoyo público, y realizar operaciones comerciales.
Según el Informe del Tercer Relevamiento de Empresas Recuperadas por sus Trabajadores del Programa Facultad Abierta de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en marzo del año 2010 ya se contaban 205 empresas funcionando bajo esta organización autogestionaria en el país. Y a pesar de que la mayoría de ellas se encuentre actualmente en una incertidumbre legal de compleja resolución, nadie duda de que constituyen una herramienta de lucha firmemente incorporada a las posibilidades de acción de los trabajadores frente a conflictos que anteriormente no tenían solución.
Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentina (IMPA) es la segunda empresa de aluminio del país procesando y comercializando aluminio en sus diversas fases de producción. Es una referente en cuanto a recuperadas porteñas y tuvo un papel trascendente en la conformación y desarrollo del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas.
El otro grupo importante que nuclea a estas empresas es el Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas por los trabajadores (MNFRT), que nace a mediados de 2000.
El 22 de agosto del año 2000 cada uno de los trabajadores de Gip-Metal S.R.L., fábrica ubicada en Avellaneda, recibió un telegrama de despido porque se había decretado la quiebra por pedido de sus propios dueños. Como habían trabajado normalmente hasta el día anterior, tomaron la decisión de ingresar a la planta para permanecer en forma pacífica en resguardo de los bienes y hasta tanto se aclare la situación.
A esto le siguió un intento de desalojo, la resistencia, la formación de la Cooperativa de Trabajo Unión y Fuerza Limitada, el alquiler de las maquinarias y la primera ley de expropiación de una planta fabril el 16 de diciembre de 2000.
En la actualidad, a casi 13 años del auge de estos emprendimientos, existen distintos programas y áreas gubernamentales de apoyo y fomento a estas organizaciones productivas. Tanto desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación , como desde el Ministerio de la Producción , Ciencia y Tecnología de la provincia de Buenos Aires se desarrollan acciones destinadas al sector.
El proyecto nacional “Manos a la obra” contempla dos posibilidades: por una parte, la financiación de maquinaria, herramientas e insumos para emprendimientos productivos, de servicios o comerciales y, por otra, la asistencia técnica permanente (capacitación, organización y seguimiento) para fortalecer y optimizar el funcionamiento de los proyectos.
Desde la cartera bonaerense se considera que todos los emprendimientos de la economía social, entre ellos las empresas recuperadas, son parte integrante de la estructura productiva y como tales precisan ser acompañarlos y fortalecidos. Para tal fin brindan herramientas de apoyo, al tiempo que tienen la autoridad de aplicación en las expropiaciones con destino a dichos emprendimientos, brindando asistencia y seguimiento. El objetivo primordial es apoyar todas las iniciativas genuinas de recuperación de fábricas que buscan preservar las fuentes laborales y satisfacen las condiciones de sustentabilidad socio-económica.
El régimen de protección de las fábricas recuperadas en la ciudad de Buenos Aires fue creado en 1999 durante la gestión de Aníbal Ibarra, a través de la ley 238 y fue prorrogado y ampliado en los años sucesivos por las leyes 1529 y 2970. En 2004 se aprobó la ley que terminaba de formalizar este funcionamiento como fábricas recuperadas porque lo que hacía era expropiar los inmuebles, y traspasarlos a las cooperativas.
Sin embargo, al caer la última prórroga en 2011 el Jefe de Gobierno Mauricio Macri dejó a las fábricas recuperadas sin la protección estatal necesaria para seguir funcionando.
Cooperativas
Según
Una cooperativa es una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controladas.
El INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) define a la cooperativa como una empresa que se posee en conjunto y se controla democráticamente.
Estas dos características de propiedad y control democrático son las que las diferencian de otros tipos de organizaciones como las empresas controladas por el capital o por el gobierno. Cada cooperativa es una empresa, en el sentido que es una entidad organizada que funciona en el mercado; no obstante es una asociación voluntaria de personas que se unen para trabajar con el fin de buscar beneficios para todos y no de capitales. El principal objetivo es el servicio y no el lucro o la ganancia fácil.
Las cooperativas se rigen por estatutos y por la ley de asociaciones cooperativas. La consigna es el espíritu de hermandad e igualdad entre sus miembros, donde todos tienen los mismos deberes y derechos. Sólo puede llamarse cooperativista a aquel que permanentemente piensa, razona y actúa de acuerdo con la filosofía y los principios cooperativos.
Los siete principios cooperativos son:
1. Adhesión voluntaria y abierta.
2. Gestión democrática por parte de los socios.
3. Participación económica de los socios.
4. Autonomía e independencia.
5. Educación, formación e información.
6. Cooperación entre cooperativas.
7. Interés por la comunidad.
Existen diversos tipos de cooperativas que se pueden clasificar de acuerdo al objeto social por el cual fueron creadas. De esta manera encontramos, según el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES):
Cooperativas Agropecuarias: Son organizadas por productores agropecuarios para abaratar sus costos y tener mejor inserción en el mercado. Compran insumos, comparten la asistencia técnica y profesional y comercializan la producción en conjunto.
Cooperativas de Trabajo: Compuestas por trabajadores que asocian su fuerza laboral para llevar adelante una empresa de producción tanto de bienes como de servicios.
Cooperativas de Provisión: La integran asociados que pertenecen a una profesión u oficio determinado (médicos, taxistas, comerciantes, transportistas, farmacéuticos, etc.).
Cooperativas de Provisión de Servicios Públicos: Formada por los usuarios de los servicios que prestará la cooperativa, como por ej. energía eléctrica, agua potable, teléfono, gas, etc.
Cooperativas de Vivienda: Los asociados serán aquellos que necesitan una vivienda, a la cual pueden acceder en forma asociada, tanto por autoconstrucción, como por administración.
Cooperativas de Consumo: Consumidores asociados para conseguir mejores precios en los bienes y artículos de consumo masivo.
Cooperativas de Crédito: Otorgan préstamos a sus asociados con capital propio.
Cooperativas de Seguros: Prestan a sus asociados servicios de seguros de todo tipo.
Bancos Cooperativos: Operan financieramente con todos los servicios propios de un Banco.
Un camino que se abre en el campo de las organizaciones
Cecilia Garibay
El espacio disciplinar del Comunicador Social es un ámbito dentro de las ciencias sociales de difícil definición. Es sabido por los profesionales del campo, que “lo comunicacional” atraviesa la cotidianeidad y constituye las interacciones tanto a nivel institucional como grupal, lo que convierte al objeto de estudio, muchas veces, en algo intangible. Resulta aún más complejo si nos detenemos a pensar que diariamente son incorporados nuevos saberes en torno a la comunicación, provenientes de las distintas prácticas sociales, y hasta nuevas herramientas metodológicas que modifican las maneras en que se pueden abordar las diversas problemáticas.
Y, en base al contexto del campo económico planteado anteriormente, reflexionaremos sobre la profesión del comunicador y el rol del planificador dentro de dicho campo y en su relación con las organizaciones.
Según el Plan de Estudio vigente en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la U.N .L.P., el Licenciado en Comunicación Social con orientación en Planificación Comunicacional, “está capacitado para elaborar prácticas comunicacionales en diferentes dimensiones y a través de distintos espacios sociales, culturales, políticos, institucionales, tecnológicos e interdisciplinarios”.
Ante esta definición, es necesario mirar a la comunicación desde una perspectiva interdisciplinaria que permita entender la existencia de variados modos de interrelacionarse al interior de cada práctica. Allí el profesional debe permitirse atravesar estos espacios y al mismo tiempo cruzar los límites de la información para constituirse como parte misma de la cultura organizacional. Este hábitus (Bourdieu P. 1930-2002) interdisciplinario, conlleva una capacidad articuladora entre los contenidos teóricos y la experiencia. La mirada del planificador comunicacional debe ser abarcativa para poder permitirle no solo describir desde las distintas disciplinas la problemática en la que trabaja, sino también para comprenderla y poder construir las redes desde esa interdisciplinariedad en pos de una solución estratégica.
Lo hasta aquí mencionado va configurando un profesional que debe estar preparado para el cambio constante, sin por supuesto perder de vista su especificidad. El rol del comunicador trasciende la puesta en marcha de un proceso técnico y sistemático, proponiendo el camino de la interpretación de los por qué entorno a los comportamientos individuales y colectivos de los sujetos, que apunta a la búsqueda de las causas de los conflictos y de los espacios propicios para las nuevas propuestas de cambio.
La planificación desde las organizaciones
Si bien toda institución existe por su propia praxis (entendida como las acciones mismas que dan vida a la institución) y –siguiendo con lo planteado por Joan Costa (Costa Joan-1999)- toda acción implica a su vez una comunicación (consciente o no), debe comprenderse que la comunicación por sí sola no resuelve la totalidad de las problemáticas. Por ello, el planificador tiene que partir de concebir el poder de la comunicación incluso por sobre la acción, pero a la vez saber hacer partícipe a las demás disciplinas concernientes.
El concepto de transdisciplinariedad se presenta aquí como la síntesis que enmarca a este tipo de profesionales de la comunicación. El planificador debe tener la capacidad de desarrollar un estilo transdisciplinar de investigación, desde el cual se dé la participación de los distintos actores, interactuando en forma de discusión abierta y de diálogo, aceptando cada perspectiva y relacionándolas a partir de respetar sus diferencias. Pero el trabajo de manera transdisciplinar resulta complejo porque los actores que participan están a menudo sobresaturados por la cantidad de información de la práctica cotidiana y por la inconmensurabilidad de los lenguajes especializados en cada uno de los campos de experiencia. Se hacen necesarias, entonces, personas con capacidades de mediación, que puedan moderar, asociar y transferir las diversas prácticas simbólicas, para iniciar y promover un diálogo constructivo y crítico, y que pase a ser parte constitutiva de la cultura organizacional. Para un comunicador es primordial tener un conocimiento propio y profundo que se relacione con la totalidad de las disciplinas involucradas. Estos cientistas que trabajan el campo simbólico deben por ello, tener un amplio desarrollo de su capital cultural.
El concepto de transdisciplinariedad es intrínseco al planificador en comunicación colocándolo en un lugar de coordinador, desde donde debe poner en juego la totalidad de los factores sociales, económicos, culturales y de poder que constituyen toda práctica social, a partir del diálogo.
No basta realizar una lectura de lenguajes al interior de una institución. Porque toda organización se encuentra inmersa en un contexto que la determina pero que a la vez la convierte en constituyente de las demás instituciones, organizaciones y actores con los que interviene directa o indirectamente. Poner el acento en el intercambio social y buscar desde allí los espacios de conexión/quiebre es la tarea del planificador.
Por ello, a la hora de llevar adelante una práctica específica en una organización, debe realizarse un análisis integral que debiera contener –más allá de la metodología y el paradigma de intervención seleccionado- los siguientes momentos:
1. La etapa del prediagnóstico, donde a partir de un primer encuentro construimos una mirada situacional general
2. La etapa del diagnóstico en profundidad, donde una vez establecidos los propios marcos de trabajo (teórico y metodológico), se hace explícita una hipótesis sobre el acontecer de la organización y sus causas determinantes. En este punto el planificador selecciona los significantes que le permitirán dar sentido a su campo de trabajo y manifiesta su preferencia paradigmática, y al mismo tiempo establece el modo más conveniente para actuar en la identificación y posterior desarrollo del/los problema/s detectado/s. El desarrollo llevado adelante deberá incluir no solo la identificación de la problemática sino un pronóstico prospectivo que de cuerpo a sus futuras propuestas.
3. La etapa de la Intervención-gestión , desde la cual se actúa en función del cambio que se desea lograr. Toda intervención debe basarse en la hipótesis subyacente en el diagnóstico y elegir las técnicas de intervención más adecuadas para el logro de los objetivos propuestos.
4. La etapa de evaluación en la cual se deben tener en cuenta los aspectos cualitativos y cuantitativos relacionados con los cambios propuestos por la intervención. Esta etapa no necesariamente debe realizarse al final, sino que atraviesa la totalidad del proceso.
Retomando, la elección de constituirse en planificador comunicacional implica una manera de posicionarse ante el análisis pero también ante la vida en general. Cada acción realizada desde la profesión conlleva el significado del cambio, una acción que busca perseguir un fin en sí misma pero que a la vez generará nuevos espacios de intervención por ser transformadora de la realidad social en la que se desarrollan las organizaciones y cada uno de sus actores. Planificar las acciones implica poner en juego las estrategias adecuadas para llevar a cabo una gestión consciente, en la que se pongan en juego la utopía y la realidad. Y el contexto al que asistimos, donde nuevas formas de asociativismo emergen en el sistema productivo, nos lleva a pensar en un campo que requiere ser explorado por la mano del planificador en comunicación.
Bibliografía
Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loic J.D. (1995). Respuestas por una antropología reflexiva, México, Grijalbo, INCA, 229 pp.
Costa Joan. (1999). La comunicación en Acción, Informe sobre la nueva cultura de la gestión. Paidós, Barcelona, 161 pp.
Fuentes:
www.aciamericas.coop
Notas
[1] http://www.sepyme.gob.ar/sepyme/clasificacion-pyme/
[2] Organización no gubernamental independiente fundada en Londres en 1895, que reúne y representa a organizaciones cooperativas en todo el mundo. Sus miembros son cooperativas nacionales e internacionales de todos los sectores de actividad: agrícolas, bancarias, de crédito y ahorro, industriales, de seguros, pesca, vivienda, salud, servicios públicos, servicios sociales, turismo y consumo. Cuenta entre sus miembros con 277 organizaciones de 98 países que representan a casi 1.000 millones de personas de todo el mundo.
*La INSERCION DE LOS DISTRITOS PRODUCTIVOS EN EL PROCESO DE REGIONALIZACION DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES: SU DIMENSION COMUNICATIVA, Cátedra: Taller de Planificación Comunicacional en el Sistema Productivo, Dir. Lic. Nathalie Iñiguez Rímoli, Integrantes del proyecto: Hugo Alejandro Gariglio, Cecilia Garibay, María Laura Gómez, Genoveva Surraco y Gonzalo Permuy Vidal.