Natalia Ferrante |
Michel de Certeau: claves para pensar lo cotidiano*
Michel de Certeau fue un investigador al cual resulta difícil asociar a una disciplina en particular, ya que si bien se desempeñó desde la historia, “para él hacer obra de historia era, al mismo tiempo, someter a la experimentación crítica los modelos forjados en otros campos, ya fueran sociológicos, económicos, psicológicos o culturales, y movilizar, para entender el sentido de los signos encerrados por el archivo, las competencias de semiótico, etnólogo y psicoanalista que le eran propias”(1).
Al comienzo del libro La Invención de lo Cotidiano(2), Michel de Certeau establece dos categorías conceptuales que sostienen luego todo un sugestivo análisis de la cultura de lo cotidiano: estrategias y tácticas.
La distinción entre estrategias y tácticas presenta un esquema inicial. Estrategia es el cálculo de las relaciones de fuerza que se hace posible desde que un sujeto de voluntad y de poder resulta aislable. La estrategia postula un lugar susceptible de ser circunscrito como algo propio y de ser la base desde donde administrar las relaciones con una exterioridad de metas o de amenazas. La racionalización “estratégica” se ocupa primero de distinguir lo que es propio, es decir, el lugar del poder y de la voluntad propios.
Efectos considerables surgen de inmediato:
1. Lo propio constituye una victoria del lugar sobre el tiempo. Permite capitalizar las ventajas adquiridas, preparar las expansiones futuras y darse así una independencia con relación a la variabilidad de circunstancias. Es un dominio del tiempo por medio de la fundación de un lugar autónomo.
2. Es también un dominio de los lugares mediante la vista. La partición de espacio permite una práctica panóptica a partir de un lugar desde donde la mirada transforma las fuerzas extrañas en objetos que se pueden observar y medir, controlar por tanto e “incluir” en su visión. Ver (de lejos) será también prever, adelantar el tiempo mediante la lectura de un espacio.
3. Sería legítimo definir el poder del conocimiento por medio de esta capacidad de transformar las incertidumbres de la historia en espacios legibles. Pero es más exacto reconocer en esas estrategias un tipo específico de conocimiento, el que sustenta y determina el poder de darse un lugar propio. Dicho de otra forma, un poder es la condición previa del conocimiento, y no sólo su efecto o su atributo. Permite e impone sus características.(3)
En cuanto a la táctica, es la acción calculada que determina la ausencia de un lugar propio. Por tanto ninguna delimitación de la exterioridad le proporciona una condición de autonomía. La táctica no tiene más lugar que el del otro. Actuar en el terreno que le impone y organiza la ley de una fuerza extraña. No tiene el medio de mantenerse en sí misma, a distancia, en una posición de retirada de previsión y de recogimiento de sí: es movimiento “en el interior del campo de visión del enemigo”. Obra poco a poco. Aprovecha las ocasiones y depende de ellas, sin base donde acumular los beneficios, aumentar lo propio y prever las salidas. No guarda lo que gana. Este no lugar le permite, sin duda, la movilidad pero con una docilidad respecto de los azares del tiempo, para tomar al vuelo las posibilidades que ofrece el instante. Necesita utilizar, vigilante, las fallas que las coyunturas particulares abren en la vigilancia del poder propietario. En suma, la táctica es el arte del débil.(4)
Los trabajos de Michel de Certeau siempre tienden hacia la concreción de un eje de prácticas cotidianas que resumen la experiencia de todos los días, vistos desde la óptica más cercana al día a día de la gente común y corriente. En este sentido, las prácticas cotidianas conforman el hacer que de Certeau elige como modelo.(5)
La concepción del hacer para de Certeau es inseparable de la referencia tanto a un arte como a un estilo, ambos le sirven para comprender las prácticas en una cultura ordinaria bajo el supuesto de que el orden es puesto en juego por un arte, por ello, en las determinaciones de toda institución insinúa un estilo en tres variantes: de intercambios sociales, de invenciones técnicas y de resistencia moral. En tal sentido deben encontrarse medios para distinguir las maneras de hacer, pensar estilos de acción: elaborar las teorías de las prácticas.
De Certeau propone algunas maneras de pensar las prácticas cotidianas tomando a los consumidores y suponiendo que tales prácticas son de tipo táctico, vistas en relación con las determinaciones estratégicas más afines a las instituciones. Las artes de hacer representan la capacidad de resistencia del hombre ordinario.
Hacen valer su agencia en las determinaciones más inmediatas de su vida diaria. No quiere decir esto que su libre arbitrio consiga enmudecer las evidentes determinaciones históricas, sociales y del contexto más cercano. No se trata de una formulación ingenua de la omnipotencia del hombre cotidiano y ni mucho menos de una engañosa operación de confianza de las culturas de la calle. Lo que se pone en juego es un hacer popular, una manera de pensar investida de una manera de actuar y un arte de combinar opciones cotidianas indisociables de un arte para utilizarlas de manera resolutiva. Se trata de esbozar una teoría de las prácticas cotidianas para extraer de su rumor unas maneras de hacer que no figuran sino como resistencias o como inercias en relación con el desarrollo de la producción sociocultural. Estos procedimientos y estratagemas de los consumidores componen la red de una antidisciplina materializada en trayectorias. Entendiendo como trayectoria a un movimiento temporal en el espacio, la unidad de una sucesión diacrónica de puntos recorridos y no la figura que estos puntos forman en un lugar supuestamente sincrónico.(6)
Es por eso que de Certeau trabaja sobre la formalidad de las prácticas, sobre su movimiento, es decir sobre la actividad misma, las maneras de “valerse de”.
El examen de estas prácticas no implica un regreso a los individuos, puesto que el análisis muestra más bien que la relación, siempre social, determina a sus términos y no a la inversa: las relaciones crean a sus elementos y las prácticas a sus autores en una operación ante todo conectiva de globalidades localizadas. Es decir, una localización del espacio de la vida diaria.
La investigación que desde mediados de la década de 1970 y hasta principios de la siguiente condujo Michel de Certeau sobre distintos aspectos de la cultura contemporánea y popular en Francia y en vista a la formulación de directrices políticas hizo que éste incorporara al bagaje de sus preocupaciones la cuestión de la comunicación, con sus fundamentos y componentes, sus operadores, las tecnologías de que se sirve en sus formas masivas y las prácticas de sus usuarios. En buena medida, esa labor fue la prosecución de aquella otra que inauguró cuando ocurrió la “impugnación simbólica del poder”(7) en mayo de 1968, durante el movimiento universitario y obrero que se propuso, sin finalmente poder lograrlo, desconocer el sistema y transformarlo, y estuvo alentada por la posibilidad cierta de incidir en los tomadores de decisiones para impulsar una deseada democratización de la palabra.
Con la clara conciencia de que los consumidores no son pasivos ni sus conductas están masificadas, de Certaeu diseñó y desplegó un abordaje innovador de la cotidianidad como espacio de operaciones anti-disciplinamiento y, en consecuencia, de otra “producción”, de otro “registro”, interpretables en términos de acción política con inteligibilidad propia.
Entendiendo que las “maneras de hacer” –operaciones fragmentarias y multiformes que implican “un arte de combinar indisociable de una arte de utilizar”- deben responder a una lógica, de Certeau plantea que “ya no se trata de precisar cómo la violencia del orden se transforma en tecnología disciplinaria, sino de exhumar las formas subrepticias que adquiere la creatividad dispersa, táctica y artesanal de grupos o individuos atrapados en lo sucesivo dentro de las redes de vigilancia”.(8)
Así, el punto de vista metodológico sugerido por el autor es el de un “análisis polemológico de la cultura” que reconozca las “tácticas de consumo” que representan las prácticas cotidianas en medio de los campos de fuerzas donde el conflicto se da entre practicantes con ingenio y dispositivos de producción sostenidos por estrategias. Para ello, toma como categoría central a la lectura, como actividad, como “producción silenciosa”, como ocupación por el receptor del espacio del emisor, como “construcción de frases propias con un vocabulario y una sintaxis recibidos”.
La pregunta investigativa clave es, por ende, la relativa a lo que “fabrica” el “consumidor”, a sus operaciones de empleo del repertorio masivo, a lo que le convierte, con las limitaciones del caso, en “autor”.
La intención de de Certeau no es llegar a constituir una semiótica general de las prácticas sino sugerir algunas maneras de pensar las prácticas cotidianas de los consumidores, al suponer de entrada que son de tipo táctico. Habitar, circular, hablar, leer, caminar o cocinar, todas esas actividades parecen corresponder a las características de astucias y sorpresas tácticas: buenas pasadas del débil en el orden construido por el fuerte, arte de hacer jugadas en el campo del otro, astucias de cazadores, capacidades maniobreras y poliformismos, hallazgos jubilosos, poéticos, guerreros”.
La originalidad de Michel de Certeau radica tanto en hablar de uso y no de consumo como, principalmente, en dirigir la mirada analítica hacia los procedimientos de los practicantes, sus astucias, su sofística; en otras palabras, hacia las artes del hacer con que inventan lo cotidiano y con las cuales, por lo tanto, se exponen a los medios y mensajes de la comunicación masiva.
Notas
* Este articulo forma parte de la investigación de cátedra que lleva a cabo la materia “Comunicación y Recepción” de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP y de la cual la autora es docente.
1 CHARTIER, Roger. Escribir las Prácticas, Editorial Manantial, Buenos Aires, 1996.
2 DE CERTEAU, Michel. La invención de lo cotidiano, I. Artes de Hacer, Uia-Departamento de Historia/ ITESO, México, 1995.
3 Idem.
4 Idem.
5 Cabe destacar en tal sentido sus trabajos sobre comunidades aborígenes americanas en: DE CERTEAU, Michel. La toma de la palabra y otros escritos teóricos, Uia-Departamento de Historia/ ITESO, México, 1995.
6 Idem.
7 Idem.
8 DE CERTEAU, Michel. La invención de lo cotidiano, I. Artes de Hacer, Op. Cit.