María Elena Sanucci




Configuraciones y representaciones de lo popular en la prensa gráfica


Contenido
Prolegómenos
La cuestión de la cultura popular
Lo popular en lo masivo: un proceso
Clarín y Crítica: dos formas de inscripción en lo popular
Prensa sensacionalista versus prensa blanca
Perduración de las matrices originarias en el periodismo sensacionalista
Los modos de lectura: una clave de los usos
Lo residual, lo dominante y lo emergente como formas culturales por considerar
-Objetivo General
-Objetivos específicos 
Consideraciones finales
Notas
Bibliografía


Prolegómenos

Esta propuesta de investigación de la cátedra tuvo su germen en un proyecto anterior ya concluido, centrado en la prensa gráfica, y más específicamente en el diario Clarín y su caracterización en el marco de la cultura audiovisual, lo que permitió, como siempre ocurre, arribar a conclusiones que abrieron nuevos interrogantes para el estudio textual y contextual del diario.

Entre otras problemáticas, surgió con fuerza el planteo vinculado con la relación existente entre lo popular y el diario, y qué se quería decir cuando afirmaban varios autores que Clarín había nacido como un diario popular; es más, en su autopresentación del primer número, el propio medio se autocalificaba de ese modo. Aparecieron así algunos interrogantes. En el caso de que se aceptara esta categorización, implicaba la existencia de diarios no populares y la consecuente polarización o confrontación con ellos, por un lado; por el otro, cuál era la base de sustentación que posibilitaba tal caracterización y cuáles las matizaciones posibles en una supuesta escala. Dicho de otro modo ¿qué se quiere significar cuando se habla de un diario popular? Las respuestas sobre el sentido de “popular” abarcan un amplio espectro, que tiene que ver con las diversas acepciones del término. Ya en la lengua común designa en los más variados contextos desde la prensa dirigida a sectores urbanos marginados, hasta lo más extendido y divulgado, lo masivo y poco elaborado, lo que implica una cierta identidad, lo propio de la cultura de masas... También como categoría académica compromete sentidos e invita a la polémica.

La cuestión de la cultura popular

La cultura popular como expresión acuñada que designa una categoría académica es un ámbito en permanente debate y con múltiples abordajes desde disciplinas diversas. Por eso exige plantear aproximaciones y elecciones, a partir de autores europeos y latinoamericanos. Dadas las características de nuestra indagación resultan fundamentales los autores latinoamericanos y argentinos.

Para la conceptualización de la cultura popular, es útil la definición de Néstor García Canclini: “Las culturas populares se configuran por un proceso de apropiación desigual de los bienes económicos y culturales de una nación o de un grupo social por parte de sus sectores subalternos, y por la comprensión, reproducción y transformación de las condiciones generales y propias de trabajo y vida.”(1)

Tres serían los rasgos que la configurarían: la apropiación desigual –pero, además, siempre menor- de los bienes culturales y su dificultad de acceso que en algunos casos resulta imposibilidad; la elaboración propia del capital cultural a través de prácticas que le son peculiares; y, por último, la interacción conflictiva con los sectores hegemónicos.

El primer rasgo, la desigualdad o la apropiación desigual de un capital cultural poseído por una sociedad, se vincula con la existencia de sectores hegemónicos y subalternos, estos últimos, los populares, con mayores dificultades de acceso a los bienes económicos y culturales. Lo que poseen es menos y por lo tanto es diferente respecto de la clase dominante.

Esa apropiación cultural desigual, no obstante, es moldeada por una elaboración y relaboración a través de las diversas prácticas sociales. Al respecto, García Canclini explica que, en este proceso de elaboración propia, las culturas populares se constituyen en dos espacios, sean complementarios o separados. “Por una parte, en las prácticas laborales, familiares, comunicacionales con que el sistema capitalista organiza la vida en todos los sectores y, por otra, en las prácticas y formas de pensamiento que los sectores populares crean para sí mismos, para concebir y manifestar su realidad, su lugar subordinado en la producción, la circulación y el consumo. En un sentido, se podría decir que el patrón y el obrero tienen en común el participar del mismo trabajo, en la misma fábrica, ver los mismos canales de televisión, etc., aunque por supuesto desde posiciones diversas que generan decodificaciones distintas. Pero, a la vez, existen opciones económicas y culturales que los diferencian; jergas separadas, canales de comunicación propios de cada clase.”(2) En consecuencia, y como tercer rasgo, estos dos polos (hegemonía/ subalternidad) se encuentran en permanente tensión y, en la medida en que se toma conciencia de esta situación desde los sectores subalternos, se crea una situación de conflicto, de enfrentamiento con los sectores hegemónicos.

La otra cuestión central para el estudio de lo popular se vincula con las determinaciones, segmentaciones o limitaciones que se pretendan plantear. A partir de las anteriores conceptualizaciones del autor, queda claro que la delimitación de rasgos caracterizadores de lo popular no implicará “congelamiento”: será simplemente un corte sincrónico arbitrario, centrado en nuestro caso, en dos épocas pero partiendo de la idea de proceso, de cambio, de las hibridaciones y de la necesidad de ver esos elementos que se reiteran en un devenir transformador, de insertar esos rasgos en confrontación con otros, en un doble movimiento de reproducción/ transformación. Es un intento, un desafío de señalar lo popular en el contexto de su lucha con lo hegemónico. Está claro, además, que en esa conflictividad las clases subalternas de alguna manera toman y procesan elementos de la cultura oficial. Los términos que usa en general la crítica para plantear tales acercamientos e interacciones dan cuenta de lo dificultoso del emprendimiento: mezcla, hibridación, ambigüedad, variabilidad, mestizaje, mediación.

Por otra parte, la naturaleza inestable y mutable de estas categorías –lo popular, lo masivo, y también lo culto- proviene de su condición de construcciones culturales y no estructuras naturales. El mismo García Canclini señala, siguiendo a Cirese, la imposibilidad de definir a las culturas populares por rasgos intrínsecos, internos, sin una puesta en relación con las culturas hegemónicas. “La popularidad de cualquier fenómeno será definida por su uso y no por su origen, como hecho y no como esencia, como posición relacional y no como sustancia.”(3)

Lo popular en lo masivo: un proceso

Desde la década del ochenta, estudiar la cultura popular en América Latina es pensar fundamentalmente en lo popular urbano, es ingresar en una zona difusa donde lo masivo incide en la dificultad para visualizar lo popular, que debe ser develado. Y tal reconceptualización cultural supone, para Jesús Martin-Barbero, atender a una puesta en valor de diversas mediaciones dadas por múltiples matrices culturales, por temporalidades sociales diferentes y por nuevos actores. “Desde esa reconceptualización de la cultura, lo popular apunta no sólo a la reivindicación de la vigencia de las culturas populares sino a la afirmación de diferentes modos de existencia de lo popular, y entre ellos el masivo, evidenciando la inserción de las clases populares en las condiciones de existencia de la SOCIEDAD DE MASAS.”(4)

De todo ello se desprende la idea de que lo popular en la actualidad refiere a otras configuraciones, a nuevas representaciones y temáticas y también a nuevos sujetos. Es decir, la develación y la búsqueda requieren más que un recorte, una mirada diferente, incluso respecto de estereotipos y clichés, para no insistir en simplificaciones excesivas y poder delimitar las diversas formas o modos de apropiación que naturalmente se vinculan con sus usos, con el consumo, con “las maneras de hacer” que tienen su singularidad y creatividad, y que remiten a una conflictividad y a un campo de lucha en las prácticas cotidianas(5). Al decir de Ana María Amar Sánchez, “el término apropiación parece entonces esencial, apunta a atender a los usos de esa cultura que nunca son neutros, por el contrario, producen siempre tensiones que tienen por objeto jerarquizar, consagrar o descalificar.”(6)

Clarín y Crítica: dos formas de inscripción en lo popular

En el marco de la Argentina de los cuarenta, más precisamente en 1945, se funda el diario Clarín, que ingresa de esta manera en el sistema de los medios gráficos de la época integrado también, entre otros medios populares (El Mundo, Noticias Gráficas), por Crítica, un diario nacional de neto corte sensacionalista. A la postre, contaba con treinta y dos años de trayectoria y había iniciado en 1932 su segunda época –luego de su cierre en 1931 por el gobierno uriburista-, sustancialmente diferente de la primera. En ésta había revolucionado el periodismo gráfico nacional a través de nuevas formas de presentación de la información. Tales formas eran en gran parte herederas de la “prensa amarilla” estadounidense creada, hacia fines del siglo XIX, por Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst. Pero, más allá de las nuevas modalidades de diagramación y diseño de los titulares impactantes y de una nueva funcionalidad de lo gráfico, se diferenció por un modo de narrar, un estilo menos solemne, más llano y cercano a la gente y, en consecuencia, por intentar reflejar los intereses de los sectores populares. Así, se destacaba, como uno de los rasgos más característicos, una llamativa y original presentación de la página policial, heredera de la tradición folletinesca y una de las causales del éxito del periódico.

Clarín, nuevo emprendimiento gráfico, se presenta en 1945, se autodefine como medio popular urbano y seguramente toma algunas de las innovaciones que ya había instalado Crítica. No debe olvidarse que varios periodistas de este medio pasaron a formar parte del staff iniciador. La caracterización de Jesús Martín-Barbero, al revisar la evolución de la prensa popular(7), marca procedimientos y estrategias que institucionalizan lo popular y de alguna manera, paulatinamente, lo incluyen luego en lo masivo apelando, entre otros rasgos, a hibridaciones genéricas, a códigos de la oralidad integrados por hablas diversas, al énfasis emocional, aun para temáticas tradicionalmente inscriptas en la “seriedad” y la “objetividad” informativa. En este cambio de registros y modalidades, el discurso periodístico permite encontrar las marcas o huellas de una matriz cultural conectada con la oralidad y el melodrama, más precisamente a través de la mediación del folletín, forma narrativa episódica –novela por entregas- de la industria cultural propiamente periodística del siglo XIX, tanto por su escritura como por su inscripción en los periódicos.

De esta manera, lo popular –entendido como las representaciones de los intereses y valores populares- se plasma en lo periodístico masivo que, simultáneamente, contribuye a conformarlo. En consecuencia, la gente del pueblo encuentra en el diario un ámbito propio de su sensorium, de su mundo, de sus prácticas, sentimientos y creencias. El medio, pues, refleja y constituye ese imaginario popular. En tal negociación, el diario, en tanto institución cultural mediadora entre los acontecimientos y la sociedad, elabora estrategias productoras de sentido -de popularización- y una retórica peculiar, marcada desde su enunciación, que persiguen, intencionalmente, captar esta franja de público.

Prensa sensacionalista versus prensa blanca

En este proceso, Clarín se relacionaría con la tensión polarizada por dos géneros arbitrariamente marcados por el juego cromático: la prensa sensacionalista o “amarilla” y la prensa seria o “blanca”, su interacción y sus negociaciones, tal como lo plantea Oscar Steimberg.(8)

La matriz originaria: el melodrama y el folletín. Según este autor, la prensa sensacionalista se identifica con “un modo de titular y de contar”. Atravesados por ese “modo”, hay también una serie de rasgos(9) que caracterizan el discurso y lo conectan con las narrativas populares orales, tanto en su vertiente ficcional como en la presentación de sucesos o acontecimientos, que aparecen hibridados; por otra parte, lo que se hereda de la oralidad es una determinada relación con el lector que implica un “contar a”, un mayor contacto y acercamiento. Otros recursos que caracterizan este estilo conectan, por otro lado, con el melodrama en su entronque periodístico con la novela de folletín. Una narración esquemática y simplificada, muy codificada y lineal del “y entonces”, esto es, de estructura aditiva, por oposición a la causalidad de la narración más compleja del “por lo tanto”. De esta manera, la escritura periodística permite mostrar la transformación de elementos folletinescos fuertemente codificados como:

- la hibridación entre la comunicación de lo real (sucesos) informativo y lo ficcional;

- la retórica del desborde y del exceso y la apelación constante a las emociones;

- la simplificación y la estereotipia y el cliché, lo que posibilita el reconocimiento en la redundancia;

- vinculado con el rasgo anterior, la polarización y el esquematismo;

- una ideología reaccionaria y hegemónica, donde interaccionan el orden sentimental, el moral y el social, siempre vinculados con la presencia de obstáculos, y el enfrentamiento y la lucha entre el amor y la moral donde siempre triunfa esta última;

- un tratamiento particular de la temporalidad; de lo cíclico a lo lineal;

- uso del suspenso, vinculado con la serialización y la infinitud;

- a presencia de lo humorístico;

- la preponderancia de lo visual;

- la conexión con lo directo sin ulterioridad, lo inmediato, y, en el modo de contacto, con lo fáctico.

Perduración de las matrices originarias en el periodismo sensacionalista

En el periodismo, se constituyen estos elementos en un estilo, un modo de narrar, como ya se ha dicho, que contempla y organiza lo paratextual, lo estrictamente icónico, lo lingüístico, en titulares “catástrofe”, contenidos escatológicos, exageración de aspectos dramáticos y crueles, la presencia de la sangre y la muerte, (sobre todo, en la narración de lo policial), de los crímenes, la necrofilia, la presencia de la foto erótica.(10) Es una narrativa del desborde, sin contención, que apela a la pasión y a los sentimientos y habla de un modo de lectura y de un tipo de lector. Habla, también, de un uso por parte de los lectores, quienes, en sus lecturas se ven reconocidos y reconocen el propio sensorium.

Los modos de lectura: una clave de los usos

Encontramos huellas del diario en sus lectores y huellas o marcas de los lectores en el diario, de modo que se trata de lecturas que producen un doble placer: uno basado en el reconocimiento y en la repetición, en el trabajo sobre matrices conocidas que desambiguan, y otro, como representación del mundo de las emociones.

En este sentido, cabe establecer la clasificación citada por Beatriz Sarlo, de Jacques Leendhardt y Pierre Józsa (Lire la lecture, París, Le sycomore, 1982), quienes proponen tres modos de lectura, que permiten diferenciar sistemas de lectura:

1) la lectura factual o fenoménica, que ‘registra en el curso de la lectura las peripecias de la acción y se limita en sus respuestas al nivel de los simples hechos’;

2) la lectura identificativo-emocional, que explica ‘los hechos y comportamientos por el carácter de los personajes o por la dinámica de sus relaciones recíprocas’ y se caracteriza por ‘una tendencia constante a elegir y rechazar los personajes de la novela, elección y rechazo que se relacionan con la importancia que para estos lectores tiene el proceso de identificación’;

3) la lectura analítico-sintética, que ‘intenta una interpretación englobadora de las situaciones, busca las causas y señala consecuencias”.

Esta discriminación permite pensar la existencia de características textuales condicionantes en correlación con modos particulares de leer lo periodístico, en este caso, vinculados, fundamentalmente, con las dos primeras variantes. Como plantea la autora, “los textos producen sus lectores, incluyéndolos en un proceso de adquisición de hábitos retóricos y temáticos”.(11)

Lo residual, lo dominante y lo emergente como formas culturales por considerar

A través de sus prácticas discursivas, el diario refleja, construye y re-construye representaciones y configuraciones simbólicas donde interactúan, siguiendo la terminología propuesta por Raymond Williams para el análisis sociocultural, las formas “dominantes”, las “residuales” y las “emergentes”, en un complejo juego e interacción dinámica, donde, para nosotros, resulta fundamental el estudio de los cruces y transformaciones entre los diversos estadios discursivos que permitan visibilizar estrategias y retóricas de lo popular. Lo heredado, pues, es recuperado en el presente y establece relaciones diversas y asimétricas con las nuevas prácticas y formas de producción estandarizada. Es posible que las negociaciones entre el sensacionalismo y la “seriedad” permitan ser visualizadas más explícitamente a la luz de tales metodologías y criterios.

En función de toda la problemática expuesta, queda claro que cuando partimos e iniciamos esta investigación perseguíamos aproximarnos a un concepto sobre lo popular y sobre la prensa popular. Para ello hicimos un abordaje teórico que permitió encontrar un camino y un ámbito de sustentación de nuestro trabajo a partir de los autores ya mencionados:

- La concepción de lo popular como un campo inestable y un espacio de lucha relacionado con el desigual capital cultural de los sujetos en una sociedad dada, lo que supone trabajar el análisis textual desde esa mirada, confrontando y cotejando para establecer gradaciones y jerarquías.

- La imposibilidad de analizar hegemonía y subalternidad por cuerdas separadas, ya que deben ser considerados como espacios interactuantes que, si bien se encuentran en tensión, también generan contaminaciones, préstamos y apropiaciones. Lo que significa que lo popular como rasgo debe ser develado a partir de su articulación con lo masivo y con la cultura oficial.

- No centrar el análisis sólo en los rasgos, sino también en los modos de coexistencia y de contacto, en las conexiones, en los intersticios que naturalmente existen entre ambos estamentos.

- Pensar lo popular como un tejido o trama.

- Pensar que lo popular se halla sometido a una temporalidad y a los diversos procesos de cambio propios de las diversas sociedades, lo que hace que los rasgos resulten cambiantes y relativos, y que deba vérselos en muchos casos a partir de un estudio diacrónico.

En función de esas determinaciones planteamos los siguientes objetivos:

-Objetivo General

- Determinar las configuraciones y representaciones de lo popular en el diario Clarín en sus inicios (1945-1949) y en la actualidad (1996-1999), mediante la contrastación, en cada período, con Crítica y Crónica, respectivamente.

-Objetivos Específicos

- Analizar la prensa escrita en dos etapas decisivas a fin de determinar las transformaciones producidas y caracterizar los rasgos específicos de sus modos, géneros y retóricas en vinculación con la configuración de lo popular.

- Describir y analizar las huellas o marcas de lo popular y las formas populares en el discurso inicial de Clarín y en su actual estatuto de medio gráfico masivo, incluido en un sistema mediático más amplio.

- Caracterizar el proceso de transformación mediante la tipificación y categorización de los modos, estrategias y retóricas de lo popular como rasgos inscriptos en el discurso periodístico.

- Delimitar las estrategias de construcción de lo popular a través de las cuales los enunciadores periodísticos procuran generar una ilusión de proximidad y de identificación con el lectorado.

- Relacionar la etapa inicial de Clarín (1945-1949) con el estatuto de la prensa gráfica popular de la época a través del cotejo discursivo con un típico medio popular: el diario Crítica.

- Relacionar la etapa final de Clarín (1996-1999) con el estatuto de la prensa gráfica popular actual a través del cotejo discursivo con un medio popular contemporáneo, como Crónica.

Consideraciones finales

Interesa, entonces, ver el perfil popular del diario en sus orígenes y en la actualidad, a partir de rasgos como la hibridación y superposición de géneros y códigos, la serialización, el suspenso, el estereotipo y los clichés, el lenguaje configurador de sentimientos. Los recursos formales y la forma de negociación texto-imagen y los modos de lectura inscriptos en lo popular. De esta manera, se intenta detectar cuáles son las marcas de lo popular en el discurso inicial del cuarenta y cuáles las marcas actuales en su proceso de transformación. Al mismo tiempo, interesa investigar las condiciones de producción en ambos contextos epocales.

Clarín, en sus orígenes, conforma un medio con claras resonancias populares, visibles en marcas de su discurso (aspectos gráficos y paratextuales, formas de enunciación, temáticas, retóricas, lenguajes, modos y géneros, hibridaciones, etc.) Nuestra hipótesis consiste en que el diario Clarín construye, en 1945, otra línea de lo popular diferente de la tradicional, no tan marcadamente sensacionalista.

En la actualidad, Clarín ha perdido o difuminado, en parte, algunos de esos rasgos de su matriz primitiva en pro de una mayor expansión en el espectro lectivo, rasgos que perviven de modo explícito en medios actuales con mayor carga sensacionalista, como Crónica, mucho más directamente focalizado hacia los sectores populares.

Consecuentemente, hay una dilución homogeneizadora vinculada con nuevas condiciones de producción, circulación y consumo, centrada más acentuadamente en factores económicos y políticos –su carácter de conglomerado multimedial con la dominancia de factores de mercado-. Pero persisten, junto a las innovaciones o en ellas mismas, resonancias de matrices culturales como formas recuperadas de esa cultura inicial. Ellas deben rastrearse en conexión con las características que definen las formas de presentación de lo popular urbano. Al mismo tiempo, su nueva situación en el sistema mediático contemporáneo, a partir de la irrupción de la TV con su modo de contacto directo a través de la permanente apelación a la función fática, modifica y condiciona su perfil.

Por otra parte, Clarín crea un modo de lectura en sus comienzos y otro ahora, vinculado con los usos que los lectores hacen de él en cada instancia temporal y conectado también con los que institucionalmente el propio medio hace de su discurso. En ese proceso, configura subjetividades diferentes y refleja o refracta una realidad social distinta.

Por otra parte, Clarín, como institución cultural, actúa como órgano productor, reproductor y difusor de una cultura dominante vinculada hoy con la inclusión de lo popular en lo masivo; la ampliación de sus públicos se traduce, entre otros rasgos, en un borramiento de lo popular en sus marcas más significativas. Todo ello permite suponer la existencia de tensiones entre sus características genéticas –formas más arcaicas y originarias- que perviven como formas “residuales”, y las actuales innovaciones. En esas tensiones e hibridaciones, aparecerían, de una u otra manera, reflejadas y rescatadas, viejas formas populares implícitas, más que explícitas, con un cambio en su funcionalidad.

Notas
* Este trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación: “Configuraciones y representaciones de lo popular en el discurso periodístico de la prensa gráfica” dirigido por la Prof. Ma. Elena Sanucci y aprobado el 01/01/02 en el marco del programa de Incentivos a Docentes e Investigadores. Forman parte del equipo de investigación las profesoras: Anahí Brunelli, Patricia Coto, Susana Souilla, Adriana Coscarelli, Claudia Fino y María Antonieta Teodosio.
1 GARCÍA CANCLINI, Néstor. Ideología, cultura y poder, Buenos Aires, UBA, 1997, p. 61.
2 Ibidem, p. 63.
3 Ibidem, p. 66.
4 MARTÍN-BARBERO, Jesús. “Culturas populares”. En: Altamirano, Carlos (director). Términos críticos de sociología de la cultura, Buenos Aires, Paidós, 2002, p. 55.
5 v. DE CERTEAU, Michel. La invención de lo cotidiano. 1. Artes de hacer, México, Universidad Iberoamericana, 1996.
6 AMAR SÁNCHEZ, Ana María. Juegos de seducción y traición. Literatura y cultura de masas, Buenos Aires, Beatriz Viterbo Editora, 2000, p. 14.
7 MARTÍN-BARBERO, Jesús. De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía, Santa Fe de Bogotá, Convenio Andrés Bello, 1998, pp. 239-244.
8 STEIMBERG, Oscar. “Prensa amarilla, prensa blanca: Notas sobre una conocida y no definida oposición de géneros”. En: Rivera, Jorge-Eduardo Romano (comp.). Claves del periodismo argentino actual, Buenos Aires, Ediciones Tarso, 1987, pp. 149-159.
9 v. MARTÍN-BARBERO, Jesús. Op. Cit., pp. 133-160.
10 v. Steimberg, Oscar. Op.cit.
11 SARLO, Beatriz. El imperio de los sentimientos, Buenos Aires, Norma, 2000, p. 58.

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