Florencia Saintout y otros |
¿Podremos vivir juntos en la ciudad?
Ciudad y comunicación: nuevos y viejos retos
Ciudad y comunicación: nuevos y viejos retos
Contenido
La ciudad de La Plata
Las caras del deterioro
Los retos
Notas
Bibliografía
¿Qué es una ciudad? ¿Cómo se pregunta uno por la ciudad?: ¿Por su territorio, por los modos de usarla, por un tipo de subjetividad particular o un modo específico de relacionarse?
La ciudad, como problema para la comunicación emergió en las últimas décadas. No es que antes las ciencias sociales hayan eludido su tematización, pero para la comunicación es un problemática relativamente nueva que va de la mano de un desplazamiento inmensamente enunciado: de la comunicación como transmisión de información a la comunicación como puesta en común, como construcción del sentido del mundo que se hace colectivamente. Un desplazamiento que vuelve la cultura al primer plano de la interrogación, entendiéndola desde una perspectiva sociosemiótica, como fuerza y como sentido. De ahí la importancia que se le concede a las producciones simbólicas y por ello a la descripción y análisis de la vida social.
Así la ciudad aparece como objeto de estudio a partir de tener en cuenta su papel co-constitutivo de las prácticas de comunicación, como espacio material y simbólico de producción, circulación, consumo y reproducción de sentidos socialmente construidos. La ciudad entendida no exclusivamente desde un imperativo territorial, ni como la suma de acciones ciudadanas aisladas, sino fundamentalmente como red de interacciones, como trama social que interpela de diversas maneras a actores ubicados históricamente, estructurándolos y siendo estructurados por ella.
Si partimos de entender entonces la comunicación como puesta en común, como aquello que permite las tantas visiones y divisiones de la vida, la edificación de un nos/otros, la ciudad aparece comunicacionalmente al erigirse como eje transversal de la socialidad. En ella, desde ella, se tejen cotidianamente diferentes y desiguales modos de habitar y dar sentido. Preguntarse por la cotidianidad urbana es preguntarse así por los modos de estar juntos, que son a la vez memoria, residuo de otros tiempos y tiempos por venir. Porque si la comunicación tiene que ver con las prácticas del convivir, quizás el modo de estar juntos paradigmático de nuestras culturas contemporáneas sea el de hacer ciudad y de ser hechos por ella.
Pero pareciera que en la actualidad, en nuestras ciudades, la socialidad está cada día más descuartizada, la fragmentación es una de sus marcas constitutivas y el terror uno de los habitantes más enunciados. La ciudad aparece desafiando a la comunicación desde la pregunta sobre los modos de construcción de los otros en territorios cada día más excluyentes, hostiles, donde a las nuevas marginaciones se suman las viejas. Cuando el miedo -al contagio, al bolita, al delincuente, al homosexual…- es el que marca la cercanía o lejanía del encuentro, el que señala la posibilidad, o no, de vivir juntos desde la diferencia. La pregunta que se hace Jesús Martín Babero en torno a “¿qué convoca hoy a las gentes a juntarse, qué imaginarios hacen de aglutinante y en qué se apoyan los reconocimientos?”(1) se plantea como uno de los desafíos más fuertes a los investigadores en comunicación.
Asumiendo el reto, es que en este trabajo se presentan los avances de una investigación(2) que desde problematizar las formas de utilización de la ciudad, de hacer ciudad de diferentes actores, se centra en los modos en que hoy en la ciudad de La Plata se percibe la otredad, y por lo tanto la propia identidad. “Afuera, adentro, allá, acá, fundamentalmente, ellos y nosotros, instauran las fronteras en las que cobran vida los órdenes distintos que dan forma a la convivencia y abren paso lo mismo a la sospecha que a la confianza que otorga estar entre iguales”(3).
La ciudad de La Plata
Si las ciudades latinoamericanas fueron desde fines del siglo XIX y durante el siglo XX pensadas como territorio y signo de la modernidad, como “una máquina para extender la modernidad y reproducirla en territorio extraño”(4) la ciudad de La Plata es paradigmática de la asociación ciudad/ proyecto del futuro: fue pensada, diseñada y ocupada como la ciudad del progreso y la ilustración por excelencia.
Fundada en 1892, el proyecto de la ciudad capital de la provincia se imaginó como una formación socioespacial que realizara en una forma cultural el proyecto de la modernidad, mirando hacia el futuro, pero que a diferencia de otras grandes ciudades del país su potencial como motor de la modernidad no iba a estar anclado en fuertes infraestructuras de industrialización sino en el conocimiento.
Así, desde el proyecto original de Dardo Rocha, la ciudad que fue demarcada -un mapa perfectamente cuadrado, simétrico, cruzado por diagonales que permitieran la circulación, donde la universidad ocupaba un lugar central junto a otras instituciones de gobierno- a medida que también se marcaba la exclusión. Es decir, el mapa previo a la fundación dejaba muy claramente enunciados los contornos de la ciudad, qué entraba y qué no debería entrar. Dentro del cuadrado perfecto estaba el ideal de homogeneidad e integración, representado en la figura del estudiante, necesario para acceder al futuro, quedando el caos y la diversidad por fuera, en la periferia.
El mapa, para la década del setenta, empieza a entrar en crisis para finalmente colapsar en nuestros días. Esta crisis no puede ser entendida por fuera de la crisis del proyecto de la modernidad misma, que socavado desde adentro deja de pensar la línea del futuro fijada en el parámetro de una razón que muestra salvajemente sus fallas. Y a la crisis del proyecto moderno se deben agregar en la ciudad ciertos elementos específicos que van cuestionando el mapa original: profundización de los procesos de migración de zonas rurales a la ciudad, pero fundamentalmente de los países limítrofes; proliferación entonces de las periferias internas; ruptura del paradigma del trabajo como eje organizador de la vida común y profundización del desempleo; aumento de la pobreza; obsolencia de infraestructuras públicas; áreas industriales abandonadas; aumento de la población, etc. Además, para la década del setenta, La Plata será una de las ciudades que más ferozmente vive la represión de las dictaduras militares, que ven en esta ciudad al movimiento estudiantil -sujeto clave del proyecto original- uno de los enemigos internos más peligrosos. La ciudad se rediseña para la represión: sus espacios públicos se llenan de cemento; las diagonales permiten las encerronas; las facultades son clausuradas; los nombres de los edificios públicos modificados. El mapa original, planar y rastreable, se hace añicos. El cuadrado perfecto estalla en mil pedazos.
Hoy la ciudad aparece siendo miles de ciudades: las ciudades en la ciudad. A pesar de conservar todavía algo de una ciudad con centro y periferia -tan fuerte había sido su trazado-, las fronteras del mapa original son, cada día y a pasos agigantados claramente violentadas y vueltas a hacer. La mayoría de sus habitantes la percibe como una ciudad en decadencia, que se quedó, que se perdió: una ciudad desintegrada. Y más allá de los datos objetivables en torno a la posibilidad o no de que La Plata haya sido en algún momento una ciudad integrada homogéneamente hoy la ciudad es narrada por sus habitantes a partir de la metáfora de la caída al abismo luego de un lejano esplendor(5).
La inseguridad, y no el mapa del progreso, aparece como una de los elementos que con mayor presencia señalan la ocupación o no de los espacios públicos, rediseñando el uso entero del mismo. El miedo, la sensación de vulnerabilidad frente al otro y frente a todo, define qué hacer, con quién en la ciudad. Es este sentimiento generalizado de desprotección y caos lo que impide hablar de una ciudad, o más bien, de un espacio que pueda ser pensado desde un proyecto colectivo: la ciudad deja al desnudo el carácter problemático que tiene hoy la constitución de lo colectivo.
En un contexto de crisis profunda de las instituciones que cohesionaron la vida social durante al menos el último siglo, y cuando la ciudad futuro se rompió, cuando el futuro mismo se vuelve desasosiego, la incertidumbre frente a lo que vendrá, a lo que hoy existe, está impregnada de amenazas.
Las caras del deterioro
Pero está claro que en esta idea de que el futuro se rompió, o se perdió, como en los últimos tiempos se escucha en las conversaciones cotidianas y se repite en infinito juego de espejos en los medios, no tiene como responsable a todo el mundo por igual: no todos son los responsables de la decadencia, el malestar se ha diversificado y lo colectivo fragmentado. ¿Quiénes son entonces pensados como los artífices de la derrota en esta ciudad? ¿Quiénes son los responsables de la debacle en el imaginario de los habitantes?
Porque el estallido de la ciudad futuro no fue en partes iguales: los otros portadores del mal, los responsables de la caída son muchos y distintos, no pueden ubicarse en un solo lugar, bajo una única figura. Y si bien la percepción de la decadencia no es sólo en relación con la ciudad de La Plata, sino que por el contrario tiene dimensiones estructurales compartidas por la gran mayoría de los habitantes de las ciudades latinoamericanas al menos, en esta ciudad que se funda bajo el signo del progreso la pregunta adquiere un interés particular.
En una encuesta recientemente realizada(6), hemos visto cómo el espacio público platense está configurándose en la actualidad desde la ocupación de unos nuevos y viejos actores que son altamente percibidos de manera negativa en contraposición a ciertas figuras que son vistas como las depositarias de las –inciertas- posibilidades de salida del caos. Así, el primer lugar de las percepciones negativas lo ocupan los políticos y los narcotraficantes, siguiéndoles luego la policía, los piqueteros y los migrantes, mientras que las percepciones positivas están puestas en absoluta mayoría, otra vez, sobre los jóvenes estudiantes.
Los altos porcentajes de visiones negativas sobre los políticos -asociados mayoritariamente a las ideas de que roban, corrompen y engañan- y la policía -a la que se la asocia también con la idea de robar y corromper- hace pensar en las consecuencias de vulnerabilidad profunda de una ciudadanía que comparte una sensación generalizada de incertidumbre y temor cuando los actores institucionales que agarantizaban el orden son designados como los responsables de la caída al abismo. “Cuando la gente ya no puede diferenciar entre las fuerzas del orden y los delincuentes, se rompe el ecosistema de la ciudad, se disloca la brújula que orienta la socialidad, las creencias se fracturan y la ciudad se transforma en escenario de sobrevivencia”(7).
Por otro lado, la irrupción en el imaginario social de los narcotraficantes como ocupantes del espacio público -calificados de la misma forma que a la policía y a los políticos por los habitantes platenses- habl de la fuerza de un nuevo actor social en la Argentina que se presenta como uno de los sujetos más fuertes del deterioro y con una presencia importante en el imaginario urbano desestabilizado. Esta presencia, marcará nuevas preguntas a la investigación, ya que si bien no es nueva para otras ciudades latinoamericanas, en La Plata sí es novedosa y, ya en una dimensión cualitativa, aparece como una marca profunda de “la entrada en América Latina” de la Argentina, visto esto como una salida indeseada, fracasada, de la modernidad.
En cuanto a los piqueteros, que son designados como la cuarta figura con más alto porcentaje de percepciones negativas, llama la atención que siendo estos movimientos integrados fundamentalmente por jóvenes, sean vistos mayoritariamente en forma negativa por los mismos jóvenes. Vale la pena entonces pensar en la diversidad de jóvenes que hoy habitan la ciudad y en las respuestas a esta diversidad. Porque son los jóvenes también, y especialmente ubicados bajo la categoría estudiantes, los que en la encuesta adquieren la más alta cantidad de percepciones positivas: se ve bien a los jóvenes mientras estudien o trabajen –cuando cada día las posibilidades materiales de estudio y trabajo se cierran para mayor cantidad de ellos-, pero se los ve negativamente si ocupan el espacio social a partir de la militancia política en movimientos piqueteros –jóvenes militantes y pobres- o pierdan el tiempo. Podríamos decir que todavía en La Plata pervive la idea dominante en torno a los jóvenes como ocupantes legítimos de la ciudad pero no se admite cualquier tipo de joven -específicamente no se admite ni un joven pobre ni un joven ligado a la política- sino que más bien hay ciertos jóvenes que son mirados como amenaza y peligro, designados como autores del caos.
Esta condición de un joven bueno y otro malo, de un joven decadente y otro ligado al futuro, es una construcción que no se limita a la ciudad de La Plata sino que diversas investigaciones han dado cuenta de que en toda América Latina aparece la distinción, haciendo visible un debate que las sociedades se están dando en torno a la viabilidad de unos y la inviabilidad de otros(8).
Algo similar sucede con la figura de los pobres o los migrantes: con un alto grado de percepción positiva en la encuesta, a la hora de analizar la dimensión cualitativa de la misma es posible advertir también qué pobres y qué migrantes son los aceptables y cuáles no. El pobre mítico, el pobre romántico, este asociado a la cultura del trabajo, que no plantea contradicciones sociales, al igual que el migrante de principio de siglo imaginado desde su funcionalización a un proyecto de nación moderna -aquel migrante que garantizaba una Argentina europea y permitía desembarazarse de la barbarie autóctona- es aceptado para ocupar la ciudad, mientras que los otros pobres y los otros migrantes -especialmente los de los países limítrofes que en los últimos años llegaron para vivir en las villas de la periferia- aparecen como corresponsables de la caída en el infierno, y por lo tanto, como tumores malignos, extirpables del cuerpo social.
Los retos
Más allá de los relatos folklóricos o nostálgicos muchas veces inscriptos en las memorias de los habitantes, La Plata como ninguna de las ciudades ha sido nunca un espacio homogéneo, simétrico, de diálogo planar. Un espacio sin conflictos. Más bien siempre las ciudades han estado constituidas a partir de la multiplicidad de voces y experiencias, han sido territorios heteróclitos de la disputa. Pero en la diferencia y sus asimetrías, en las luchas y alianzas se construyeron los sentidos comunes sobre los que se erigieron los proyectos de los estados nación.
En cambio hoy no podemos dejar de ver que asistimos a la ciudad desde su descuartizamiento: pareciera ser que las partes no pueden más ser juntadas, que la diferencia no puede ser articulada. Frente a la debacle de las instituciones que por años dieron sentido a la vida común, la otredad se constituye en identidad radical, planteándose la necesidad más que de control de eliminación. Han estallado –no desaparecido- las posibilidades del encuentro, las cadenas interdiscursivas que producían los puentes entre los actores de las diferentes escenas sociales.
Hoy no sabemos si podremos vivir juntos: no sabemos tampoco por dónde pasa este vivir juntos o dónde empezar a pensar y construir la ciudadanía. En este punto, creo que hay dos retos claves para la comunicación, uno de orden científico y el otro de orden político, y que ninguno de los dos pude ser asumido sólo en sí mismo sino en el compromiso con su co-constitución.
En cuanto al primero, lo científico, creo que es necesario que la investigación pueda indagar sobre los modos en que hoy se está dotando de sentido a la vida cotidiana en las ciudades, en los modos en que se están construyendo las múltiples formas del nosotros no sólo de una manera descriptiva sino en todo caso apelando a una descripción densa de los procesos, que contemple la profunda consustancialización entre las dimensiones micro y macro de la vida cotidiana. Investigar acerca de las relaciones intersubjetivas, como también de los rituales que fincan los lazos de pertenencia y los vínculos de identidad de los grupos sociales.
De aquí puede desprenderse una incisiva indagación que vuelva reconocible -y entonces, si es deseable, posible de ser transformado- un orden instituido, un régimen de creencias, incluso el de la desesperación y la fragmentación. Porque aún en este visible descuartizamiento es posible sospechar que se estén creando zonas intermedias, de articulación densa y compleja de la diferencia, donde ésta se fija pero también se resemantiza.
En términos de la actividad científica, para buscar caminos que permitan entender un orden social anclado en ciertos imaginario y no otros – en este caso, en la construcción de la ortredad como amenaza- es orientador de los enfoques no perder de vista lo enunciado por Bourdieu a partir de una idea de Marcel Mauus en tono a la magia -los poderes, para él, ni tan ocultos ni tan imprevisibles-. Según Bourdieu(9): “...el problema de la magia no es tanto saber cuáles son las específicas propiedades del mago, ni siquiera las operaciones y representaciones mágicas, sino descubrir las bases de la creencia colectiva o, con más precisión, el desconocimiento-reconocimiento colectivo, colectivamente producido y mantenido, que es el sustento del poder del que se apropia el mago. Si es imposible entender la magia sin el grupo mágico, esto es porque el poder del mago es una impostura válida, un legítimo abuso del poder, colectivamente desconocido y así reconocido”.
Podemos pensar para la investigación que lo que hoy pasa con la construcción de la diferencia en la ciudad no está sólo en los magos, en los que nombran la amenaza, sino en las condiciones sociales e históricas que los sostienen y los hacen posibles. En este sentido, bucear sobre el lugar que la anulación de la diferencia ha tenido en la fundación de las naciones modernas en América Latina, en sus ciudades, y rastrear esa impronta en la radicalidad con que hoy se presenta la otredad, podría ser una entrada a pensar la inclusión de nuevos y viejos actores.
En cuanto al segundo orden de retos, los relacionados con una dimensión política del científico, creo que para la comunicación será clave la visibilización de los órdenes excluyentes sobre los que hoy se está diseñando la ocupación de la ciudad. Trabajar en investigación con el objetivo de generar conocimientos críticos de un orden que naturaliza cada día con mayor fuerza la devastación de la ciudad como territorio común, de la comunidad, y legitima la expulsión del espacio público de aquellos que se designan inviables. Que acepta que la fragmentación se traduzca en anulación de la diferencia.
En este sentido, problematizar la diferencia para la ciudad no debería hacerse, a mi criterio ni bajo la vía de su desdibujamiento en pos de la igualdad niveladora, lo que implicaría también su negación, pero tampoco desde los criterios de la diversidad que aceptan las idea de una otredad sin contactos, sin zonas intermedias, tan pura que al situarla se efectivizaría su aislamiento. Una otredad ya dada, que desde su inmaculada existencia interactúa sin fisuras con el espacio común. Por lo contrario, creo que la investigación en comunicación debe asumir el reto de pensar la diferencia en el territorio de las zonas intermedias, donde se hacen ciertas las hibridaciones pero también donde éstas dejan de ser conciliación y se transforman en no/comunicación.
El reto político que hoy plantea la ciudad a la investigación será entonces el de poder aportar o no elementos para pensar salidas a una socialidad quebrada, que vayan más allá de enunciaciones moralistas bien intencionadas, que se funden en la indagación densa, crítica, de las condiciones nada naturales del vivir juntos. Y desde allí imaginar sus posibilidades.
Notas
* El presente trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación: “Ciudad/ Comunicación: Prácticas sociales de uso y percepción de la ciudad de La Plata”, dirigido por Florencia Saintout e iniciado el 01/01/01 en el marco del Programa de Incentivos a Docentes e Investigadores. Forman parte del equipo de investigación: Andrea Varela, Adela Ruiz, Leticia Melo y Diego Narbona.
1 MARTIN-BARBERO, Jesús. De la experiencia urbana: trayectos y desconciertos, en REGUILLO, R. (editora); MARTIN-BARBERO Jesús y MONSIVÁIS, C. El laberinto, el conjuro, y la ventana. Itinerarios para mirar la ciudad, México, Iteso, p. 61.
2 La investigación de la cual se habla está estrechamente relacionada con el proyecto: “Mitologías Urbanas: la construcción social del miedo”, dirigido por Rossana Reguillo. En este proyecto Reguillo trata de develar por dónde están pasando las respuestas sociales a la incertidumbre y entender cómo se están (re)definiendo las categorías de exclusión-inclusión social y el papel que el miedo y la esperanza, como formas de gestión y control social, están jugando en la configuración del orden social. El proyecto “Mitologías…” tiene ya cuatro años de desarrollo, y la ciudad de La Plata se ha incorporado a éste en el último año, lo que permite a los investigadores platenses la riqueza de un camino recorrido y la utilización del conocimiento acumulado en el proceso.
3 REGUILLO, Rossana. Con-para-contra-desde-sobre-en-de la ciudad. Tres postales y un fragmento, en REGUILLO, R. (editora); MARTIN-BARBERO Jesús y MONSIVÁIS, C. Op. Cit., p. 40.
4 GORELIK, Adrián. En ALTAMIRANO, Carlos. Términos Críticos de sociología de la cultura, Buenos Aires, Paidós, 2002, p. 20.
5 En el terreno de las percepciones no existen verdades o mentiras sino que la representación, construida sobre una plataforma material de la existencia, configura la realidad y las acciones a seguir.
6 La encuesta, que complementa los datos construidos a través de otras herramientas cualitativas, fue realizada por cuotas ajustadas a los parámetros de la población, con una cantidad de 500 casos. Ser preguntó a los platenses por la percepción positiva/ negativa/ indiferente que estos tenían sobre diversas figuras sociales y se les pidió que las califiquen con una sólo palabra. El modelo de esta encuesta fue tomado de los protocolos elaborados por la investigadora Rossana Reguillo para la ciudad de Guadalajara y que también se aplicaron en la ciudad de San Juan de Puerto Rico con la investigadora Silvia Alvarez. El período de su realización fue entre agosto y diciembre de 2002 y el Universo estuvo constituido por personas mayores de 14 años residentes en la ciudad de La Plata en ese año, diferenciadas a partir de variables de clase, género y edad.
7 REGUILLO, Rossana. ¿Guerreros o ciudadanos? Violencia(s). Una cartografía de las interacciones urbanas, p.18.
8 Ver los trabajos de: SALAZAR, Alonso (Salazar, 1990), DUQUE, José Roberto y MUÑOZ, Boris (Duque-Muñoz. 1995), REGUILLO, Rossana (Reguillo, 1991), VALENZUELA ARCE, José Manuel (1997).
9 BOURDIEU, Pierre. “The production of belief: Contribution to an economy of symbolic goods”, Media, Culture and Society, 1980.
Bibliografía
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__________, Los que ganaron, La vida en los countries y barrios privados, Ed. Biblos, Buenos Aires, 2001.
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WACQUANT, Loic. Parias Urbanos, Marginalidad en la ciudad a comienzos del milenio, Buenos Aires, Manantial, 2001.
La construcción social del miedo
en la ciudad de La Plata
SEBASTIÁN VARELA
DIEGO AGUIAR
“La estadística expresa un cierto estado
del alma colectiva”.
Emile Durkheim
Las reglas del método sociológico.
Contenido
Primeros resultados
Combinación de métodos
Notas
En el presente artículo expondremos algunos resultados obtenidos en el marco del proyecto de investigación “Mitologías urbanas: la construcción social del miedo en la ciudad”, proyecto en curso dirigido por Rossana Reguillo. Dicho proyecto se está realizando actualmente en las ciudades de Guadalajara, San Juan de Puerto Rico y La Plata, y supone el esfuerzo de llevar a cabo un análisis desde una perspectiva comparada, sin descuidar el papel que la historia y el tiempo juegan en la estructuración de sus conceptos fundamentales. Por otra parte esta investigación se inscribe dentro de una perspectiva metodológica que concibe la combinación de métodos como estrategia apropiada para el abordaje de estudios empíricos.
La investigación indaga sobre el horizonte de creencias colectivas en el contexto de una modernidad cuestionada en América Latina. Este horizonte implica sin dudas situaciones de violencia e inseguridad creciente, y requiere de la generación impostergable de conocimiento acerca de las formas en que el miedo se configura en este nuevo milenio. El esquema de investigación intenta cubrir las siguientes dimensiones analíticas: a) La ciudad; b) Las atmósferas culturales; c) los miedos –discursos y prácticas-. Como veremos, las características que estas dimensiones asumen difieren en Guadalajara, San Juan o La Plata. En cada ciudad se trabaja con perfiles, esto es, colectivos específicos variables de acuerdo al contexto particular de aplicación de la investigación. El eje articulador viene dado por las preguntas que Reguillo(1) ha formulado en varias oportunidades:
-¿Cómo se experimenta la ciudad desde una identidad sociocultural?
-¿A qué le tienen miedo estas identidades diferenciadas?
-¿Cómo nombran y construyen al “enemigo”, “al otro”?
-¿Cómo hacen frente a sus temores?
-¿Cómo se traduce esto en un uso particular y diferencial de la ciudad?
Partimos del supuesto de que el temor al otro es uno de los principales mecanismos para canalizar el miedo, y consideramos que hoy ese temor aparece atravesado y ampliado por la capacidad de los medios de comunicación masivos de proyectar una imagen del mundo. De acuerdo a M. Barbero(2) “los medios constituyen hoy, a la vez el más sofisticado dispositivo de moldeamiento y cooptación de las sensibilidades y gustos populares, y uno de los más vastos conjuntos de mediaciones históricas de las matrices narrativas”. Debemos procurar entonces responder a las preguntas arriba formuladas sin olvidar el papel que los medios tienen en la conformación de las respuestas. Los mass-media son considerados como variables sustantivas de estudio.
Primeros resultados
A continuación nos referiremos a los resultados de uno de los aspectos principales de la investigación. Expondremos los resultados generales de una encuesta realizada en la ciudad de La Plata(3) –un sondeo similar fue realizado en México y otro está próximo a realizarse en San Juan de Puerto Rico-. El objetivo fue complementar y profundizar la información obtenida previamente mediante técnicas cualitativas (básicamente entrevistas en profundidad e historias de vida) utilizadas recursivamente a lo largo de la investigación para caracterizar la ciudad, las atmósferas culturales –atravesadas por los medios de comunicación- y los miedos. Entre otros aspectos, se buscó la opinión sobre perfiles colectivos representativos de la ciudad.
Los perfiles obtenidos –mediante técnicas cualitativas- en La Plata divergen de aquellos obtenidos por la investigación mexicana. En el trabajo de México surgieron 16 figuras a considerar, mientras que en La Plata surgieron 13. Las siguientes figuras surgieron en Guadalajara pero no en La Plata: drogadictos, militares, indígenas, defensores de los derechos humanos, borrachos, prostitutas y funcionarios judiciales. Las siguientes figuras surgieron en La Plata y no en Guadalajara: estudiantes, artistas, platenses de clase media, religiosos y militantes. Por cierto no podremos aquí dar cuenta minuciosamente de las divergencias en el plano de los resultados cuantitativos – la encuesta brinda una amplia base de datos sobre diversas variables- sino comentar los resultados más generales, obviando los efectos que pueden causar variables intervinientes como la edad, el sexo, la clase social, el tipo de medios y programas consumidos, el tipo de trabajo que realizan y el nivel educativo de los entrevistados(4).
El cuestionario cerrado incluyó una pregunta acerca de la opinión sobre cada figura o perfil, cuya categorización era: “buena”, “regular”, “mala”, o “no sabe/no contesta”. Se previó además otra instancia en la cual el entrevistado podía asociar cada una de las figuras con una variada gama de conceptos (el instrumento utilizado fue el de tarjetas, de amplia utilización en los estudios en el campo del marketing), con la finalidad de contrastar esa asociación con la respuesta “dura” -y quizás convencional- dada en primera instancia. La finalidad fue combinar técnicas de recolección de datos que permitieran generar información significativa para la construcción y reflexión teórica.
Surgieron así una serie de hallazgos interesantes en la comparación con el estudio hecho en México. Por ejemplo, con respecto a la figura colectiva “homosexuales”, en Guadalajara un 49 % de los entrevistados se pronunció por la opción “indiferente”(5). Sin embargo, este perfil luego fue asociado cualitativamente a conceptos como “corromper”, “transgredir” y “engañar”. Podríamos decir que se registró en este caso una notable falta de coherencia entre la primera respuesta “moderada” al cuestionario cerrado y la posterior asociación conceptual. En el estudio realizado en La Plata, en cambio, el 47.53% de los encuestados manifestó una visión “indiferente” sobre el perfil, y en el terreno de las asociaciones conceptuales mantuvo cierta coherencia ya que sólo el 9% de los entrevistados asoció al mismo con “corromper”. El estudio comparativo de los resultados muestra interesantes diferencias cuyo análisis aún debe ser profundizado.
En el cuadro 1 –ver al final del artículo- pueden observarse los resultados generales del trabajo cuantitativo realizado en La Plata(6).
Como puede apreciarse, de las 13 figuras sólo 3 sobrepasan el 50% en relación con la percepción negativa: los narcotraficantes (91.4%), los políticos ( 91.3%) y los policías (59.9%). Con respecto a la opinión positiva, cinco figuras sobrepasan el 50%: los estudiantes (85.9%), los jóvenes (73.8%), los pobres (69.8%), los platenses de clase media (64.4) y los artistas (63.5%). La opinión indiferente en ningún caso llega al 50 %, destacándose los homosexuales con 47.5% y los empresarios platenses (44.1%), seguidos por los religiosos (40.9%). La opción “no sabe/no contesta” tiene su punto más alto en referencia a los empresarios platenses con un 11.8 %, lo cual debe generar preguntas acerca de las razones por las cuales este perfil resulta comparativamente desconocido en nuestra ciudad.
Según Rossana Reguillo(7) el miedo a la disolución de las estructuras conocidas, al deterioro y corrupción de las instituciones encuentra en los narcotraficantes una explicación a medida. Tanto en el trabajo de México como en el de La Plata este colectivo aparece como el principal objeto del temor socialmente construido. Sus víctimas fundamentales serían la familia y los jóvenes. En Guadalajara están vistos negativamente por el 84.4% de los encuestados, mientras aparece asociada conceptualmente a “violencia”, “ilegalidad” y “contaminación”. En La Plata esta figura tiene un 91.4% de percepción negativa; en cuanto a las asociaciones conceptuales, el 66.7% de los entrevistados relacionó al perfil con “droga”; el 36.9% con “corromper” y el 22.5% con “engañar”.
Sin embargo la diferencia más importante entre los análisis de La Plata y Guadalajara se sitúa en la percepción sobre los políticos, quienes expresarían, mejor que ninguna otra figura, el sentimiento de desamparo e indefensión experimentado por la gente frente a los males antes mencionados. En el trabajo de Guadalajara esta figura tuvo una percepción negativa del 54%, asociada cualitativamente a los conceptos de “mentira”, “abuso” y “corrupción”. En La Plata esta percepción asciende a un dramático 91.3%, asociada a los conceptos “robar” (55.4%), “engañar” (48.3%) y “corromper” (44.7%) –el total no suma 100% debido a que se trata de una pregunta de respuesta múltiple-. Sin duda esta comparación da muestras de que más allá del lugar común sobre la condición moral de la clase política, en el caso argentino es necesario profundizar la indagación sobre el contexto particular en el que desarrolla y funciona el sistema político y su impacto –atravesado por los medios de comunicación masivos- sobre la forma en que se condensan percepciones difusas socialmente construidas y culturalmente compartidas.
Combinación de métodos
En el campo de las ciencias sociales suele presentarse la distinción entre “métodos cuantitativos” y “métodos cualitativos”(8). Según Castro(9), mientras que los métodos cuantitativos se focalizan en el estudio “objetivo” de los fenómenos externos a los individuos, los métodos cualitativos se concentran en el estudio interpretativo de la subjetividad de los sujetos. Autores como Bryman y Marradi y Piovani(10) sugieren que hay dos tipos de argumentos sobre los que se ha construido la clásica distinción entre el método cualitativo y el cuantitativo: el epistemológico y el técnico.
- Argumento epistemológico
Según el argumento epistemológico, que parte de la idea kuhneana de paradigma, en las ciencias sociales existen al menos dos paradigmas rivales que suponen métodos de investigación opuestos. Por un lado, el paradigma positivista supone la aplicación del método cuantitativo, y está basado en el supuesto metateórico de una realidad estática. Por el otro, el paradigma interpretativo, que supone la aplicación del método cualitativo basado en el supuesto ontológico de que la realidad es construida socialmente. A este argumento se le ha criticado que: 1) existen más de dos paradigmas en las ciencias sociales; 2) muchas técnicas de recolección de datos que se consideran cualitativas surgieron en contextos de investigación afines al paradigma positivista; 3) no deja mucho lugar para la combinación de diferentes perspectivas y técnicas en una misma investigación.
- Argumento técnico
En cambio el argumento técnico, si bien distingue entre métodos cuantitativos y cualitativos, no concibe una oposición cerrada entre los mismos, sino que sostiene que ambos “son apropiados para distintos tipo de problemas de investigación, e implican que el tema en consideración determina (o debería determinar) el estilo de estudio a emplear”(11). Al argumento técnico se lo suele acusar de cierto pragmatismo ahistórico, por no reconocer en algunos casos que los diferentes métodos y técnicas fueron creados en el marco de determinados supuestos ontológicos y epistemológicos. Sin embargo, si se reconocen estos, este argumento tiene la ventaja de habilitar el camino para la convivencia de métodos.
- Convivencia de métodos
La actual posición hegemónica entre los metodólogos, apoyada en este uso pragmático de los métodos, estaría llevando a cuestionar incluso la distinción entre los mismos. Según esta línea de argumentación(12) se postula por un lado, que ambos tipos de métodos son igualmente válidos, su utilización queda determinada por el tipo de problema que intenta resolver la investigación. Por el otro, se reconoce que ambas metodologías no son incompatibles (tal como sostiene el argumento epistemológico) y se recomienda su combinación ya sea en la idea de triangulación(13) o métodos múltiples(14) en una misma investigación.
La investigación cuyos primeros resultados estamos dando a conocer, se enmarca en esta segunda línea de abordaje metodológico. Como se aclaró en la primera parte de este artículo, a lo largo del trabajo se combinaron entrevistas en profundidad, historias de vida y observación participante con encuestas. Las técnicas cualitativas fueron de gran utilidad para explorar y formular los diferentes perfiles incorporados en el diseño de los cuestionarios. A su vez, la encuesta ha generado una importante serie de datos -en muchos casos sugestivos- que dan pie a la formulación de nuevas preguntas que intentaremos responder por medio de las técnicas cualitativas arriba mencionadas. Esta sinergia constituye una sólida base para la generación de teoría a partir de los datos.
La convivencia de métodos parte de reconocer que la pluralidad de métodos utilizados ayuda a obtener diferentes puntos de vista sobre el objeto o fenómeno en estudio a partir de diferentes fuentes de conocimiento. Según esta perspectiva las debilidades de cada método van a ser compensadas por las fortalezas del otro(15). Mientras que los métodos cuantitativos son fuertes para dar cuenta de las regularidades en la acción social y proveen información distributiva, las investigaciones cualitativas dan cuenta de los procesos sociales concretos a través de los cuales se crean las normas sociales que rigen la acción social. El estudio realizado en La Plata integra la investigación cuantitativa y cualitativa, con el convencimiento de lograr los siguientes beneficios epistemológicos y metodológicos.
Beneficios de la integración de investigación cuantitativa y cualitativa(16)
1. Los resultados de un tipo de estudio pueden ser confrontados con los obtenidos en otro tipo de estudio.
2. La investigación cualitativa puede dar información, por ejemplo, sobre el contexto y los sujetos, que puede ser empleada como fuente de hipótesis.
3. La investigación cuantitativa puede contribuir a la elección de sujetos para la investigación cualitativa.
4. Ambas investigaciones combinadas pueden ofrecer una perspectiva más general del fenómeno en estudio.
5. La investigación cuantitativa es más eficiente para detectar los rasgos estructurales de la vida social, mientras que la cualitativa capta mejor las características de los procesos.
6. La investigación cuantitativa privilegia la perspectiva del investigador, la cualitativa la de los sujetos estudiados.
7. El agregado de evidencia cuantitativa mitiga la falta de generalización estadística de la investigación cualitativa.
8. La investigación cualitativa puede facilitar la interpretación de las relaciones entre variables.
9. El empleo de ambos tipos de investigación permite vincular los niveles micro y macrosociales.
10. La investigación cualitativa y la cuantitativa pueden ser adecuadas a diferentes etapas de un estudio longitudinal.
Cabe hacer una vital sugerencia: la investigación combinada no es siempre superior. El problema de investigación, creemos, debe ser la guía en la toma de decisiones acerca de qué metodología/s y estrategia/s emplear. Sin embargo sostenemos, junto a Jick, que la idea de combinar distintos métodos puede estimular la creación de nuevos métodos para abordar nuevos problemas. La idea de método como arte de Marradi va en este sentido “... el mismo [el método] consiste en el arte de elegir las técnicas más apropiadas para enfrentar un problema cognoscitivo, eventualmente combinándolas, comparándolas, aportando modificaciones e incluso proponiendo alguna solución nueva”(17). De este modo queda habilitado el camino para impulsar la imaginación metodológica.
Notas
1 REGUILLO, R. “El oscuro objeto del temor” en Público, septiembre de 1999.
2 MARTÍN BARBERO, J. “Los géneros mediáticos y la identidad cultural de los pueblos”, ponencia presentada en el III Congreso Internacional de Cultura y Medios de Comunicación, Salamanca, 1999, mimeo.
3 Se realizó entre agosto y noviembre de 2002 una encuesta de 526 casos a personas mayores de 14 años residentes en la ciudad de La Plata. La muestra fue cuotificada de acuerdo a los parámetros de sexo, edad y nivel socioeconómico de la población.
4 Ver SAINTOUT, F. “Estudio sobre perfiles colectivos en la ciudad de La Plata”, Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP, 2003
5 Ver REGUILLO, R. “Estudio sobre perfiles colectivos en la ciudad de Guadalajara”, México, ITESO. Departamento de Estudios Socioculturales, 2003.
6 SAINTOUT, F. Op. Cit.
7 REGUILLO, R. 2000.
8 BRYMAN, A. Quantity and quality in social research, London , Routledge, 1988.
9 CASTRO, R. “En busca del significado: supuestos, alcances y limitaciones del análisis cualitativo”, en SZASZ, I y LERNER, S. (comps.). Para comprender la subjetividad, México, El colegio de México, 1975.
10 MARRADI, A. y PIOVANI, J. I. “Los fundamentos filosóficos de los métodos de la ciencia”, en DEI, H. (ed.). Pensar y hacer en investigación, Buenos Aires, Docencia, 2002.
11 BRYMAN, A. Op. Cit., p. 106, citado en MARRADI y PIOVANI, p. 6.
12 RUIZ OLABUENAGA, J. I. Metodología de la investigación cualitativa, Bilbao, Universidad de Deusto, 1999, p. 17.
13 DENZIN , K. D. The research Act, New York , McGraw-Hill book Company, 1978, p. 291. La define como la combinación de metodologías para el estudio del mismo fenómeno.
14 La utilización de diferentes métodos para dar cuenta de diferentes problemas en el marco de la misma investigación.
15 JICK, T. D. “Mixing Qualitative and Quantitativa Methods: Triangulation in Action”, Administrative Science Quarterly, Volume 24, 1979, p. 604.
16 BRYMAN, A. “Quantitative and qualitative research: further reflections on their integration”, en Mixing Methods: Qualitative and Quantitative Research, Avebury, 1992.
17 MARRADI, A. “Método como arte”, en Quaderni di Sociología, 1996, p. 6.