Cielito Depetris y María Eugenia García |
La radio, el género editorial y el discurso polémico
Contenido
Modos generales de producción del género
El proceso de enunciación
La primera escena
La segunda escena
El periodista frente a su enunciado
Rasgos estilísticos generales
Los grandes temas
Notas
En la radio, la opinión aparece a veces en un espacio asignado de los programas periodísticos informativos. Nos estamos refiriendo a textos como el editorial y el comentario editorial. Pero muchas otras veces, la opinión emerge en medio de la conversación en estudio, en un continuo fluir de informaciones, lecturas de tapas diarios, entrevistas y columnas especializadas, sin una aclaración que se anteponga para presentar al género, lo que recrea esta escena comunicacional construida colectivamente, planteada como tono de la época en el medio(1). Aquí el comentarista no siempre se ubica de cara a la audiencia, sino que predomina la interacción con su equipo de trabajo, a lo que se añade generalmente una manera de tematizar desde la urgencia operativa antes que desde la serenidad de la reflexión conceptual.
En este artículo focalizaremos el análisis sobre el comportamiento del género de opinión radiofónico, en aquellos tipos de textos que la radio nombra como: comentario y comentario editorial de manera permanente y continua, puestos en escena por periodistas-conductores en el marco de sus respectivos programas pertenecientes a emisoras de referencia dominante de Capital Federal.
Los periodistas a los que hacemos referencia en este análisis, en cuanto al tratamiento de los géneros de opinión mencionados son: Nelson Castro (Radio La Red), Santo Biasatti (Radio Rivadavia), Eduardo Aliverti (Radio Rivadavia), Marcelo Longobardi (Radio Diez), Mariano Grondona (Radio La Red), José Eliaschev (Radio Nacional). La elección diversa de estos profesionales, consagradas “estrellas” del universo multimedial nos pareció interesante, en función de observar una marcada consolidación de la radio de “estrellas” frente a la radio de emisora o de contenido, de los programas de autor, frente a los de emisora. El público reconoce con frecuencia a los programas radiofónicos más por el nombre del periodista que por su título.
Modos generales de producción del género
Para aproximarnos a esta función que los periodistas del corpus desarrollan, mencionaremos algunos rasgos generales del modo de producción del género, surgidos de la comparación entre ellos. Generalmente son conductores estrellas de programas periodísticos informativos que desarrollan su opinión sin ningún contexto espacial que rodee su voz en ese momento, la cual queda en primer plano. En este modo general de enunciación. “la radio se borra como institución productora de sentido, poniendo en primer plano al locutor...” donde “la existencia de un contraste entre voz y silencio. enmarca la presencia dominante del locutor y lo dicho”.(2)
Por la fuente de opinión y el tipo de lenguaje que utilizan, son sujetos enunciadores suficientemente informados, que ponen en juego sus saberes profesionales específicos y en algunos casos, de la cultura universal. Por sus estrategias argumentativas aparecen como periodistas interesados en mostrar que su propio discurso se basa en información veraz, en el conocimiento de la verdad, en un saber especializado, objetivo y legitimado.
Desde la perspectiva del orador que intenta inducir a un auditorio a adoptar su propia opinión, todos estos periodistas, en el ejercicio de su rol de influenciadores en el sentido señalado por C. Bremond(3), promueven básicamente dos tipos de “móviles”: éticos y pragmáticos.
Por la manera de tematizar y por los modos de argumentar de sus conductores, en tanto sujetos enunciadores en un primer plano, se observan algunas características generales que se acercan en su especificidad a las del discurso polémico; esa suerte de combate de batalla verbal que tan claramente aparece en el espacio político a través de los discursos coyunturales u oficiales, sindicales, electorales, parlamentarios, de reuniones partidarias.
En este sentido, aunque la emisión es individual, (el periodista opinando de cara a la audiencia) por momentos se convierte en un sujeto plural, que se presenta como portavoz autorizado o como representante legítimo de un grupo social con el que comparte ideales, trayectoria y proyectos. Sus estrategias discursivas, lejos de crear un discurso monocorde, oscilan entre un discurso sereno y argumentativo y un discurso más afectivo; y las técnicas de refutación a las que con más frecuencia recurren son el desplazamiento del problema, la descalificación del adversario, la desmitificación y el desenmascaramiento.
Si bien los grandes temas puestos de relieve durante el período analizado son: la corrupción, la seguridad, el rol del Estado, la democracia, los derechos del ciudadano; la referencia última en estos aspectos parciales de la argumentación alude a dos modelos distintos de capitalismo: el modelo keynesiano y con él, los representantes de una corriente de pensamiento que confiere al Estado funciones claves de activación, de crecimiento en momentos de crisis, versus el modelo neoliberal, cuyos representantes emblemáticos son los defensores de la Escuela de Chicago. De esta oposición se excluye un solo ejemplo cuya fuente de opinión refiere a otro modelo más cercano al socialismo.
Luego del abordaje del parlante y en proceso de construcción de la instancia fuertemente descriptiva del género y de los estilos discursivos individuales, nos hemos propuesto dar respuesta a los siguientes interrogantes elaborados en el proceso de esta investigación:
¿Qué sujeto enunciador construyen los periodistas del corpus analizado? ¿Qué escenas sociales y comunicacionales construyen? ¿A qué estrategias discursivas y a qué estilos argumentativos recurren estos periodistas para intentar legitimar su propio discurso e ilegitimar el de su propio adversario? y ¿A qué juego de posicionamiento y ubicación recurren a fin de situarse lo más favorablemente posible en relación con la audiencia y de desplazar simultáneamente al adversario?
El proceso de enunciación
Considerando al discurso argumentativo como “puesta en escena” para otros y donde el texto no se concibe únicamente como “conceptual”, sino como efecto de una voluntad de representación ofrecida por el autor a su público, hemos apreciado por comparación diferencias estilísticas que dividen en dos grupos a estos actantes del género, en cuanto a la escena que construyen.
La primera escena se aproxima a la imagen del discurso político “en acto”, pronunciado en la plaza, el parlamento, el meeting político. Tanto por las estrategias discursivas como por la propia entonación de los discursos, se asemeja a la arenga, al manifiesto político, a las Catilinarias(4) de Cicerón. De este lado agrupamos, entonces, a Santo Biasatti, cercano al estilo de las Catilinarias y a Eduardo Aliverti muy próximo al “efecto-manifiesto”.
La segunda escena que observamos se asemeja más a la cátedra, al salón de conferencias, al gabinete de asesores. Corresponde a un estilo que propone un ámbito no tan multitudinario y abierto como el primero, sino más apto para la concentración, para la reflexión y el análisis. Aquí agrupamos a Mariano Grondona, Marcelo Longobardi, José Eliaschev y Nelson Castro.
La primera escena
En cuanto a Santo Biasatti y Eduardo Aliverti, sus estrategias discursivas suelen corresponder con la estructuración de un eje principal de oposición sobre la base de dos sujetos fuertes NOSOTROS/ ELLOS, que generan dos campos semánticos. En algunos casos ese NOSOTROS incluye al enunciador periodista y su audiencia, ambos polemizando con la dirigencia política, ELLOS. El enunciador es individual pero se presenta como portavoz autorizado de un grupo social con el que comparte ideales, trayectorias, proyectos. Esto último es compartido por ambos periodistas desde lugares ideológicos diferentes: S. Biasatti se presenta como portavoz del ciudadano que no cuestiona las bases del sistema, en cambio E. Aliverti aparece como el único argumentador por litigio que se opone al sistema y cualquier modelo que lo represente. En el lugar de la demanda propone una salida que implica un cambio político, social y económico.
Cuando decimos que el estilo del discurso de S. Biasatti se acerca a las Catilinarias de Cicerón, hacemos referencia en primer lugar al discurso vehemente, que en el abordaje del parlante es absolutamente perceptible por la intensidad de su voz, los silencios con función de pausas dramáticas, sus modalidades enunciativas predominantemente exclamativas, y su discurso tenso.(5)
“¡Estamos agobiados por la deuda externa! ¡Alguien que nos diga, cuánto tenemos que pagar el año que viene!... ¡Estamos agobiados por tantos impuestos... ya no se soporta un ajuste salarial...! ¡Ya hemos empapelado el globo terráqueo con nuestros bonos...! ..¿Cuánto más tenemos que pagar? Si nos dicen la verdad, a muchos se les va a atragantar el desayuno”.
Por otra parte, a diferencia de Aliverti, se coloca en el lugar de la demanda desde un discurso tenso que, destinado a la clase dirigente, intenta imponer un comportamiento determinado, provocar una acción: “Deberían demostrar de qué naturaleza es el compromiso que dicen asumir con nosotros”; “quien recibe dinero del Estado, su declaración patrimonial debe ser pública”.
En cuanto a su estilo argumentativo, Biasatti suele recurrir al desenmascaramiento(6), como técnica de refutación: “Los Estados Unidos están preocupados por las coimas porque perdieron licitaciones por 50.000 millones de dólares. Durante muchos años nos hicieron creer que era mejor la licitación que la compra directa, pero la verdad es que no nos va tan bien... veamos los casos de IBM-Banco Nación, IBM –DGI...”.
En cuanto al discurso de Aliverti hallamos algunos rasgos del manifiesto en tanto que “su posición es marginal respecto de la ideología dominante a la que denuncia por la injusticia del orden que sustenta... es polémico y programático al mismo tiempo... el enemigo es identificado con términos desvalorizadores... el tono apasionado propio de la literatura de combate se ve acentuado por la presencia de figuras que remiten a menudo al campo de las emociones...”.(7)
“... En esta sociedad desquiciada, la bestia liberal bajo sus formas peronistas, radicales, militares, arrasó con todo menos todavía con la capacidad de resistir... es resistencia popular: hay un nuevo comedor universitario que se preocupa por recolectar alimentos para los más pobres, hay comedores comunitarios, hay cada vez más vecinos que no están dispuestos a dar vuelta la cara ante los ruegos desesperados de comida, hay periodistas que no se vendieron, hay sinvergüenzas que no pueden salir a la calle, hay compras colectivas, hay casi un centenar de fábricas quebradas por atorrantes y retomadas por trabajadores en experiencias autogestionarias... hay una movilidad cultural insólita, en medio de esta miseria espantosa, hay escraches, hay marchas, hay huertas, hay odio a los yankees, intelectuales que no se quebraron, tejidos que se reconstituyen en los barrios y en las villas, hay médicos haciendo milagros, hay la vuelta de la lucha de los secundarios por el boleto estudiantil. Hay. Eso se llama conformar un contrapoder popular que les duela, (...) se llamará desobediencia civil, no pago de impuestos, boicots, lo que fuere (...) es la dialéctica de masas de donde puede surgir una cosa nueva. Si está habiendo la fortaleza para resistir, se está dado el primer requisito para intentarlo”.
El destinatario y objeto de su discurso podríamos decir que es la sociedad sin clases. En la polémica recurre con frecuencia a la descalificación y a la agresión verbal, a la ironía y al sarcasmo, como forma de ataque a la dirigencia política, empresarial, y a otros periodistas.
“Decidí tomarme vacaciones editoriales de las cuentas suecas de El Califa, el cínico fallo de la Corte contra el ajuste salarial, el repugnante espectáculo de la interna peronista, de la fuga hacia delante de Carrio y Zamora ocultando tras “que se vayan todos”que en verdad quieren irse ellos, del populismo de plastilina de Rodríguez Saa, de la vergüenza ajena que provocan los radicales, de las actuadas risotadas de De la Sota, de la patética agonía política de Alfonsín, de la Ley de Lemas, de los vagos del congreso, del monstruo de Rico, de los cuatro gatos locos que quedan en el empresariado argentino y que vienen a descubrir ahora que el menemismo les rompió el tujes... del comisario Feimann...”.
La segunda escena
Entre los representantes de la segunda escena, Marcelo Longobardi aparece por momentos como un cuadro técnico del stablishment, el ideólogo que discute con la clase política, que pareciera ser la destinataria privilegiada de su discurso, el blanco de su discurso polémico. Su tipo de influenciador instituye la figura del “consejero” que analiza racionalmente, por un lado y advierte, por el otro, con tono admonitorio.
“Yo me pasé dos años en este micrófono advirtiendo a los gritos las consecuencias del desastre de De la Rúa, de no bajar el gasto público, de no haberlo bajado a López Murphy, advertimos los peligros de la devaluación... del default... nadie se dio por aludido... bueno, todo eso ocurrió...”.
Sus advertencias, por momentos se asemejan más a un presagio que al producto del análisis riguroso de un periodista especializado. En otros momentos, Longobardi polemiza con parte de su audiencia: “Acerca de mi oposición respecto del fallo del juez Fayt he recibido mails que dicen ‘Longobardi, comparto la sensatez de su postura...’ y otros que dicen ‘Longobardi, sos un delincuente, servil, rastrero y farsante’, que me han enviado amablemente los Ahorristas Unidos (...) Les propongo a los Ahorristas Unidos que tengamos una discusión razonable. Yo tengo una posición, me jugué porque era un tema muy polémico...”.
Se sobrentiende, entonces, que sus destinatarios no son razonables. Al menos es la imagen que se busca dar. Al hablar, al argumentar, se construye simultáneamente la imagen de uno y la de los demás.
Nelson Castro ofrece similitudes estilísticas con M. Longobardi. Frases con tono admonitorio como: “Esto lo dijimos hace cinco años y todavía sigue muriendo gente” son habituales en sus editoriales. Su discurso se asemeja a veces al de un maestro que en el dictado a sus alumnos deletrea las palabras en la creencia de que esa fragmentación fija o subraya su contenido (Ej.: “...es fun-cio-nal”, “el tema de la-dro-ga... no va a tener so-lu-ción- mientras no sea un tema de estado”). Su tipo de lenguaje es culto. Sus fuentes de opinión son predominantemente la ética y la ciencia y entre las fuentes de información más utilizadas podemos mencionar la estadística, los documentos científicos y especializados.
Entre sus estrategias argumentativas más habituales hemos advertido el desenmascaramiento: “El mismo día que el Banco Velox le pide al Banco Central que le adelante dinero, el Banco Velox otorga la misma cantidad, 214 mil dólares, al pago en concepto de adelanto de fondos por honorario a un miembro del Directorio... en vez de pagarle a sus depositantes los vencimientos... el beneficiado sería el Sr. Juan Peyrano, presidente y accionista mayoritario el Banco Velox”.
Por otra parte José (Pepe) Eliaschev, se diferencia estilísticamente por utilizar en sus editoriales, alternancia de géneros que provienen de la literatura, como el caso de la narración, el relato, el retrato/ semblanza, la descripción. Frecuentemente establece una relación de simetría con el oyente (“A nadie escapa que...”, “Permítaseme...”); construye un receptor informado, con un nivel de cultura medio, profesionales, maestros, universitarios, y la historia es un lugar privilegiado de sus argumentaciones: “Cualquiera que haya estudiado un poco de historia de los últimos diez o quince siglos, advierte que todo lo que sube baja, porque es una ley de la física natural, y hasta las hegemonías más incuestionables terminan rompiéndose y terminan siendo frágiles, como si fuesen de porcelana. Los Estados Unidos no son eternos, porque nada es eterno...”.
La ética como fuente de opinión ocupa un lugar predominante en su discurso: “Si las jefaturas, si los responsables, si los comandantes, si quienes lideran no asumen una conducta irreprochable, de una austeridad absoluta, mal podemos luego salir a pedirle a la gente, aquello que no realizamos fronteras adentro”... “Solamente organizando el Estado al servicio de normas morales y de una ética irreprochable, podremos tener aquello que hoy nos falta”.
Dentro de sus estrategias argumentativas como técnica de refutación por desplazamiento, parece la desmitificación(8). Al referirse a los Estados Unidos dice: “Nunca en los últimos 70 u 80 años estuvieron tan solos en el mundo... con rivales con los que ni siquiera pueden sentarse a conversar, con un estilo pendenciero y beligerante que da vergüenza ajena, y con una cantidad enorme de amigos o de amantes de la libertad que se preguntan cómo es posible que en nombre de esos nobles principios se proceda con tanta indiscrecionalidad, con tanta ceguera y con tanto autoritarismo”.
Mariano Grondona representa la imagen del maestro que asiste a un ritual. La disposición de las partes del discurso organizadas como el mejor representante de la Retórica Clásica, la recurrencia a los ejemplos históricos, las citas-cultura, las citas-prueba, los enunciados referidos, organizan su editorial en el marco de una ceremonia donde “la palabra es objeto de un prestigio y de un poder reglamentado y la agresividad está codificada”.(9)
“Voy tener que recurrir a dos citas, para ver si me puedo manejar dentro de la selva. La primera cita es del poeta español Machado que dice así: el ojo que ves no es ojo porque lo veas, es ojo porque te ve... esto es como una llave que me permite abrir la siguiente puerta: vos fijate cómo están actuando hoy las autoridades políticas y policiales frente a la ola de inseguridad: con un ojo miran al delincuente y con otro miran al que les está peleando la interna (...) Y acá viene la segunda cita, decía Ortega y Gasset: como ande turbia la cuestión del mando, todos marcharán torpemente”. Es decir, no está clara la cuestión del mando y la interna prevalece en todo... ante la ausencia clara de poder”.
Pero como señala Maingueneau(10), no siempre es fácil cuando de la oralidad se trata, saber qué es lo que el discurso citante agrega de su cosecha y qué es lo que cita. No obstante, lo cierto es que el status de una cita, sea cita–prueba, cita-reliquia, o cita-cultura, no es jamás neutro y remite a los fundamentos ideológicos y textuales del discurso citante.
En cuanto a sus técnicas de refutación suelen aparecer el desplazamiento(11) y la descalificación Como ejemplo de desplazamiento podemos señalar el siguiente: “Solá ataca a la delincuencia y de reojo tiene que ver si Duhalde no lo quiere intervenir. Cafiero ataca a la delincuencia pero piensa que le están jabonando el piso a él, dentro del ministerio (...) Esto es la Argentina de hoy en todos los planos. En lugar de luchar desde el poder se está luchando por el poder. Cuando se hace algo desde el poder, como buscar la seguridad, es un pretexto para luchar por el poder y desplazar al otro (...) La interna prevalece en todo, ante la ausencia clara de poder. La Argentina es una gran interna, y la madre de todas las internas es la del Partido Justicialista”.
Puede ejemplificarse la descalificación cuando dice: “Quizás O´Neil nos sirva para cumplir un año más o dos años más en un país que sigue teniendo todavía en sus dirigentes reacciones de adolescente”.
El periodista frente a su enunciado
Partiendo de la perspectiva de que en la constitución del enunciado los periodistas del género asumen en mayor o menor medida el contenido de su propio discurso, y respecto del cual se colocan frente a la audiencia, hemos tenido en cuenta los factores prosódicos (la entonación) que según Maingueneau(12) constituyen a menudo, en el código oral, la mejor manera de expresar la distancia relativa que el sujeto hablante pone entre él y su enunciado y la adhesión muy subrayada o no, en disminución o no, de los periodistas a su propio discurso. Así como también los procesos de intertextualidad, las citas, los enunciados referidos.
En los casos de E. Aliverti, S. Biasatti, N. Castro y M. Longobardi se observa una mayor adhesión al discurso por el uso del “yo” o el “nosotros”, que estarían dando cuenta de la cercanía entre estos enunciadores y su discurso. Por ejemplo: “Yo les presento mi posición, he tomado partido”( M. Longobardi), “Nosotros, los ciudadanos, estamos fritos” (N. Castro).
En tanto que en J. Eliaschev, se producen alternancias entre dos tipos de discursos: cuando recurre a la narración histórica se advierte una distancia mayor entre el yo de la enunciación y el yo del enunciado, en cambio cuando en su editorial aparece el discurso autobiográfico, la distancia tiende a cero.
“A fines de 1974, alejándome de la Argentina de los asesinatos y de la Triple A, busqué refugio junto a mi familia, en Venezuela (...) Una experiencia imborrable que no se termina de ir jamás de mi retina es estar sin encontrar una dirección en las calles de Caracas, y acercarme a un patrullero de la policía metropolitana (...) el policía en ese tono graciosísimo y simpático de los caraqueños me indicó cómo podía llegar (...) a los pocos minutos me di cuenta de que acababa de hablar con un policía y que yo era un argentino que venía de una noche de horror en donde la mera visualización de un uniforme suscitaba pánico”.
Por su parte, en M. Grondona se observa un discurso que tiende a mayor distancia, dada la permanente utilización de la narración histórica, la inclusión de citas-prueba y citas-cultura, cuyos ejemplos ya hemos mencionado anteriormente.
Rasgos estilísticos generales
Desde una perspectiva más general de los rasgos estilísticos del género podemos decir que en todos los periodistas del corpus, aparecen rupturas semánticas en el hilo desde sus respectivos discursos, con interferencias léxicas provenientes quizás de la lengua familiar, regional, las jergas. Y que este tipo de interferencias funciona de manera constante entre dos registros lexicales o tipos de lenguaje: uno más culto y académico y otro más periodístico y de la calle. Desde M. Grondona hasta Biasatti, ninguno habla desde la retórica fijada del rol de periodista de hace años atrás. Con diferentes atenuaciones, todos mencionarán que alguien “metió la mano en la lata”, otro “avanzó con los tapones de punta”, y que nuevamente “le están tirando cadáveres a algún funcionario”, hasta otros ejemplos soeces. Probablemente el género editorial absorba los rasgos estilísticos de la conversación cotidiana como tono de época en la radio.
Todos ellos están de acuerdo con el estilo de época de clasificación de la sociedad. Nombran a la sociedad como “la gente”. Aunque algunos hablen de “la gente” que desea un Estado eficaz, o que quiere recuperar sus ahorros y otros, de la “gente” de la Villa 33.
Los grandes temas
En el plano temático, advertimos como “gran tema” de polémica puesto a rodar en los enunciados, la oposición del modelo keynesiano (N. Castro, J. Eliaschev y S. Biasatti) vs. Neoliberalismo (M. Longobardi y M. Grondona). Y un tercer modelo, opuesto a los dos anteriores, más cercano al socialismo (E. Aliverti). Dentro de este juego de oposiciones, y desde diferentes puntos de vista ideológicos, circulan permanentes aproximaciones a la definición del concepto de democracia, del concepto de ciudadano, la deuda externa y diversas propuestas de relación con Estados Unidos el Fondo Monetario Internacional, el rol del Estado, la corrupción, la seguridad.
Por otra parte, en el enfoque realizado de estos aspectos parciales de la argumentación, hemos podido dar cuenta que en este discurso polémico se encuentran visiones del mundo, proyectos posibles de país, dimensiones éticas y políticas, aunque no siempre formulados explícitamente, pero conformando una suerte de referencia última de todos los comentarios editoriales, precisamente en donde la argumentación “se vuelve activa, proceso de construcción y reconstrucción incesante, puesta en práctica por un sujeto activo y parlante”.(13)
Notas
* El presente trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación: “Retórica y periodismo radiofónico. Los géneros de opinión en emisoras de AM y FM de Capital Federal (Las radios Mitre, Continental, Rivadavia, La Red, Del Plata, FM Uno y FM Rock and Pop, como caso testigo)”, dirigido por Cielito Depetris e iniciado el 01/05/01 en el marco del Programa de Incentivos a Docentes e Investigadores. Forman parte del equipo de investigación: Ma. Eugenia García y Flavio Peresson, Codirectores; Ana María Britez, María del Pilar Ramírez de Castilla, Albino Aguirre y Roberta Valdés.
1 DEPETRIS, C. y GARCÍA, M. E., “Los géneros de opinión radiofónicos. Una aproximación retórica-discursiva” en Anuario de Investigaciones 2001, FPyCS, UNLP, 2002, pp 142-149.
2 FERNÁNDEZ, José Luis. Los lenguajes de la radio, Buenos Aires, Atuel, 1994.
3 BREMOD, Claude, “El rol de influenciador”, en Investigaciones Retóricas II, Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo, 1976, pp. 93-105.
4 Catilinarias: cuatro discursos de Cicerón, entonces Cónsul, contra Catilina. Año 63 a .C.
5 MAINGUENEAU, Diominique. Introducción a los métodos de análisis del discurso, Buenos Aires, Hachette, p.136. El autor define el concepto de tensión a partir de “la relación que se establece entre el hablante y su interlocutor, siendo el texto considerado como mediador de un deseo del hablante, una tentativa de apoderarse del oyente” que puede detectarse atendiendo al uso de los verbos “deber” y “haber que”.
6 WINDISCH, Uli; AMEY, Patrick y GRÉTILLAT, Francis. “Comunicación y argumentación política cotidiana en democracia directa”, Universidad de Ginebra. En el trabajo citado, se señala que “una estrategia utilizada con frecuencia para atacar un discurso opuesto e incluso la imagen del otro es el desenmascaramiento: informar al público sobre lo que el destinatario desea esconder”.
7 YAHALON, Shelly. “Constantes fonctionelles du discours-manifeste”, Littératura, p. 39.
8 ANGENOT, Marc, La parole panphletaire. Contribution a la typologie des discours modernes, Paris, Payot, 1982. El autor define la desmitificación dentro de la categoría de refutación por desplazamiento del problema: “Consiste en señalar detrás del discurso del adversario los verdaderos móviles ocultos, poco honestos”.
9 BARTHES, Roland. La Aventura Semiológica, Buenos Aires, Paidós Comunicación, 1993, p. 102.
10 MAINGUENEAU, D. Op. Cit., pp. 142-143.
11 WINDISCH, Uli; AMEY, Patrick y GRÉTILLAT, Francis. Op. Cit. Definen al desplazamiento como la estrategia en la que “si bien se reconoce la fundamentación aceptable del argumento del adversario, o se finge reconocerlo, se busca desplazar el centro de la discusión hacia otro problema”.
12 MAINGUENEAU, D. Op. Cit., p. 134.
13 WINDISCH, Uli; AMEY, Patrick y GRÉTILLAT, Francis. Op. Cit.