Gabriel Lamanna y otros




La participación política de los jóvenes*


La participación política de los jóvenes
GABRIEL LAMANNA

Contenido
¿Qué ocurre en otros países?
Los sondeos de opinión y el empeoramiento del escenario político y social
Las explicaciones brindadas por la Opinión Pública
El enfoque de las Ciencias de la Comunicación
¿Qué ocurre con nuestros jóvenes?
Observaciones finales
Notas

Si observamos con profundidad los últimos acontecimientos políticos y sociales de la Argentina, podemos afirmar que existe un grupo dentro de nuestra sociedad que -mediante la expresión de diferentes síntomas- posibilitó anticipar el actual desencanto, ahora, generalizado de los votantes. Y ese grupo es el de los jóvenes.

¿Cuántas veces hemos escuchado quejarse a los adultos sobre el comportamiento cívico de la juventud? La respuesta es: muchísimas. “Son apáticos. No participan en política. No les interesa nada. Están en otra cosa. No conocen ni a los gobernantes, menos a los candidatos”. Estas son tan sólo algunas de las acusaciones lanzadas por los mayores.

Sin embargo, estas actitudes “juveniles” parecen haber contagiado a los mayores que -en gran medida- reiteraron los mismos comportamientos que ellos criticaban a otros. Y para ello basta con observar el porcentaje de electores que concurrió a sufragar en las últimas elecciones comunales de San Carlos de Bariloche: sólo concurrió a votar el 65% de los ciudadanos habilitados para hacerlo. Ahora, la desconfianza hacia la dirigencia política tradicional se ha tornado en un sentimiento general; no son únicamente los jóvenes quienes reclaman nuevas formas de participación, oportunidades más amplias en los canales de toma de decisiones y de acción y el acceso de nuevos representantes que no conserven las ideas y los comportamientos de los políticos de siempre. Ahora bien, entonces se impone otra pregunta: ¿Por qué se propagó el desaliento juvenil?

En realidad, el desinterés por las cuestiones políticas y el desconocimiento acerca de los asuntos públicos no son características exclusivas de un grupo social (en este caso los jóvenes). Son conductas bastante comunes en la totalidad de la población. Tan es así, que Lippmann las marcaba en el público norteamericano en la década del ‘20.

Quizás, la diferencia más destacada entre los jóvenes y los adultos consiste en que los primeros son más pasionales a la hora de expresarse. Por ello, en nuestro país parece que los jóvenes están menos interesados en la política que los mayores; pero sólo es una ilusión, porque lo que no les interesa a los jóvenes argentinos es participar en un sistema político partidario cuasi-petrificado, donde los cambios se vislumbran como imposibles.

¿Qué ocurre en otros países?

El comportamiento mencionado anteriormente tampoco es exclusivo de nuestros jóvenes. Por ello, en numerosas ocasiones sus opiniones y actitudes son similares a las de los mayores y a las de otros jóvenes que viven en muy distintas condiciones en políticas, económicas y sociales en cualquier lugar del mundo.

Veamos, por ejemplo, el caso de los jóvenes estadounidenses. Los que tienen entre 18 y 24 años se hallan interesados por muchas cosas, menos por la política o temas serios. Debido a ello son llamados la “Generación X”, “Mooks”, “bobos” o “ciberegoístas”.

En los Estados Unidos, la participación electoral de los jóvenes fue disminuyendo desde que en 1972 se estableció que se puede votar a partir de los 18 años. Ese año votó el 50% de los jóvenes de entre 18 y 24 años. Pero sólo el 16,6% votó en las elecciones de 1996.

Un comportamiento similar demostró la mitad de los jóvenes chilenos. En Chile tiene derecho a votar cualquier joven que haya cumplido los 18 años de edad; pero para sufragar primero debe inscribirse -obligatoriamente- en un padrón que lo habilite para emitir su voto. ¿Qué fue lo que ocurrió en las últimas elecciones? Nada inesperado, sólo la mitad de los jóvenes que tenían 18 años fueron voluntariamente a inscribirse en el padrón.

Entre las explicaciones que daban quienes no se anotaban en el registro electoral se destacaba la falta de interés debido a la escasa diferenciación de propuestas que presentaban entre sí los principales contendientes políticos. Ni los candidatos ni los partidos competidores por el poder exhibían virtudes distintas que aseguraran un futuro mejor. Por ende, daba lo mismo que triunfara cualquier candidato o cualquier partido y, en muchos casos, directamente daba lo mismo votar que no votar.

En un trabajo efectuado para el gobierno chileno, Touraine sostenía que la juventud no era una categoría social, sino una construcción cultural y administrativa, una parte de la imagen que una sociedad tiene de sí misma. ¿Cómo hacer de la participación social un objetivo en una sociedad en la que tantos jóvenes se encuentran excluidos o marginados?

“En vez de buscar la integración social de los jóvenes pensando en la paz social, más que en los propios jóvenes, hay que fortalecer en éstos la capacidad de ser actores de su propia vida, capaces de tener proyectos, de elegir, de juzgar de modo positivo o negativo, y capaces también, más sencillamente, de tener relaciones sociales, ya se trate de relaciones de cooperación, de consenso o conflictivas”, proponía Touraine.

Opiniones y actitudes semejantes a la de los jóvenes chilenos y estadounidenses hallamos en los estudios efectuados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas del Ministerio de Ciencia y Tecnología de España en el año 1997.

Los datos provenientes de las encuestas realizadas a los jóvenes de entre 18 y 24 años indicaban que la política les interesaba poco y nada al 76% de los entrevistados, porcentaje que se elevaba aún más si se tenía en cuenta el nivel de educación formal de los entrevistados. Dentro del mismo grupo de edad, el 69% manifestó que nunca, casi nunca o sólo en algunas ocasiones mostraba interés por las noticias políticas. Una pregunta complementaria reveló que la televisión es el medio masivo de comunicación más utilizado para informarse acerca de los asuntos relacionados con la actualidad política, puesto que fue escogido por el 66% de los entrevistados, mientras que los medios gráficos abarcan la preferencia del 17% de los consultados y la radio el 13%.

En definitiva, la relación que existe entre los jóvenes y la política de los países desarrollados no es para nada diferente a la que se expresa en los países que están en vías de desarrollo. Y si vemos el caso argentino, teniendo en cuenta las elecciones legislativas del año anterior donde el voto nulo, bronca o en blanco alcanzó niveles muy elevados, podríamos señalar que no sólo los jóvenes se inclinaron por ese modo de expresarse, sino también los mayores. Por ello, quizás debiéramos considerar hasta qué punto los jóvenes no constituyen la vanguardia del resto de la sociedad anticipándose en el tiempo con opiniones y actitudes que muchas veces son severamente criticadas, rechazadas y catalogadas como ofensivas hacia el sistema democrático de gobierno.

Los datos indican que en las elecciones participan mayoritariamente personas que se caracterizan por su desinterés por la política. Entonces, no hay que esforzarse mucho para llegar a la conclusión de que así ningún sistema político puede funcionar. Podríamos decir que ese funcionamiento conduce al “democraticidio argentino”.

Tema de otro estudio podría ser investigar qué grado de interés tienen los dirigentes de los partidos políticos y de las instituciones del Estado en que los ciudadanos realmente comiencen a interesarse en la política, mostrando presencia y participación.

Quienes manejan el poder, habitualmente se molestan si otros quieren compartirlo. Así, los partidos políticos se limitan a tomar contacto con los ciudadanos en tiempos electorales; pero no a modo de diálogo sino como un monólogo -para promover a sus candidatos- en el marco de estrategias de persuasión, que siempre son más fáciles y más exitosas si el “interlocutor” no tiene criterios propios, es decir si políticamente no está informado.

Los sondeos de opinión y el empeoramiento del escenario político y social

Según Hentschel (titular de Demoskopía), los jóvenes forman o deberían formar parte de la misma sociedad dentro de un sistema que respete e integre a todos sus miembros. Pero, sostiene que en Argentina “no se trata al joven como un interlocutor estableciendo un diálogo entre las partes. Lo que cuenta es obtener el éxito incrementando la ‘clientela’, ya sea electoral o comercial y los métodos para lograrlo parecen no tener límites”.

Una encuesta efectuada en 1998 permitía afirmar que el hombre no nacía como “homus políticus” y que el interés en la política crecía con la edad. Pero sólo el factor de la edad no puede explicar que no más de un 22% de los jóvenes argentinos (14 a 24 años de edad) tuviera mucho o bastante interés en la política y que aquellos que tenían poco o ningún interés en la política conformaban el 78% de ese grupo etario.

Los jóvenes argentinos no eran para nada “progresistas”. Sólo un 9% se identificó con ese grupo. Mucho más fuerte fue la franja de quienes “se inclinaron por el derecho y el orden”, un segmento que creció en seis años de un 23% a un 32%. Algo similar ocurrió con el grupo de personas “cuya prioridad fue la Justicia”. En el año 1992 fue ese grupo de identificación para un 26%; en 1998, para un 36%.

De 23 “Grupos de Identificación” figuró en segundo lugar, para un 45% de los jóvenes, el grupo de “personas que han perdido la confianza en el Estado y la Política” (1992: 20%). Además, también fue mucho más fuerte la sensación de pertenecer al grupo poblacional políticamente sin influencia, una opinión que expresó un 37% de los jóvenes (1992: 22%).

Parece importante resaltar el deterioro del clima social. En el 1992, con un 5%, sólo un grupo muy reducido se identificó con personas que “no se sienten cómodas en la época actual”, un grupo que abarcó en 1998 a un 24% de los jóvenes.

En 1998 los jóvenes también tenían mayores problemas para ubicarse en el espectro de los partidos políticos. Mientras en el ’92 un 30% tenía una posición más bien firme, el mismo grupo abarcó seis años más tarde sólo un 19%. Aumentó de un 35% a un 48% la franja de los jóvenes que estaban en la búsqueda, sin haber logrado aún encontrar su lugar. La distancia con la política se manifestó, no en último lugar, en el hecho de que a un 29% le daba lo mismo qué partido político ganaría las elecciones, de lo cual no se puede responsabilizar sólo a una difundida indiferencia, sino también a la falta de ofertas.

“Entre los partidos políticos de la Argentina, ¿hay alguno con el cual Ud. se identifica, que representa sus puntos de vista y cumple con sus expectativas, o no diría eso?”. Un 13% de los jóvenes encontró un partido político con el cual se identificó, un 78% no diría eso y el restante 9% no respondió a esa pregunta.

Un dato preocupante fue que sólo un poco más de un tercio (37%) de los jóvenes se sentían cómodos en nuestra sociedad. De cada 100 jóvenes, 24 se sentían más bien incómodos, sin olvidar el 40% que frente a esta pregunta respondió con un ambiguo “En parte, sí y no”.

¿Qué características atribuyen los jóvenes, como típicas de la sociedad de la cual forman o deben formar parte?

Entre las características positivas sobresalió, con un 53%, la solidaridad. Un tercio de los jóvenes mencionó como características típicas de la sociedad argentina el orgullo nacional o la alegría de vivir. El resto de las características con una connotación positiva fueron mencionadas sólo por grupos muy reducidos: tolerancia (21%), sentido común (21%), idealismo (19%) y respeto (14%).

Ninguno de los atributos positivos alcanzó tan altos porcentajes como las diez características negativas más mencionadas: corrupción 86%, violencia 77%, inseguridad 74%, discriminación 73%, injusticia social 71%, desigualdad de oportunidades 70%, desconfianza 65%, egoísmo 62%, materialismo 61% y falta de respeto 60%.

Ante la pregunta: “¿Tiene confianza en el gobierno?”. Un 3,7% de los jóvenes respondió positivamente, un 89% no tenía confianza y un 7,3% se mostró indeciso al respecto. También en el ’92 dominaba la desconfianza, pero el clima empeoró sensiblemente. En ese año un 23% manifestaba su confianza, un 19% por lo menos estaba indeciso. El grupo de desconfiados que llegaba al 58% ascendió al 90%. No mucho mejor era la relación entre los jóvenes y las instituciones estatales que conforman la Administración Pública. Existía una relación de confianza sólo para un 6%; un 16% estaba indeciso y la mayoría absoluta, un 77%, señaló su desconfianza (se profundizó la tendencia negativa de 1992).

De otros estudios surge que la mayoría de los argentinos no creía vivir en un Estado de Derecho. Algo que se reflejó también en la confianza que tenían los jóvenes en los Tribunales. Un 8,8% expresó su confianza, un 18% estaba indeciso. La franja que señaló claramente su desconfianza abarcó un 73%. Entre 1992 y 1998 aumentó el grupo de los desconfiados en 13 puntos.

Más problemática aún se presentó la relación de los jóvenes con la Policía. También frente a esta institución el clima empeoró. Confianza manifestó un 4,6%, desconfianza un 82%, el resto estuvo indeciso.

La desconfianza se expresaba en casos concretos. Un tema en la Argentina era y es la desocupación juvenil, un problema no fácilmente solucionable pero que, justamente por esa razón, requiere el fuerte empeño del gobierno por solucionarlo. ¿Qué observaban los jóvenes al respecto? Un 0,6% de los jóvenes opinó que el empeño del gobierno era “muy fuerte”, un 3,2% lo caracterizó como “fuerte”. Un 96% observó más bien indiferencia en el gobierno, calificando su empeño en esta cuestión como “no tan fuerte” (39%) o “para nada fuerte” (57%).

Un problema creciente que era y es el narcotráfico, también afecta de manera especial a los jóvenes. Una pregunta trataba de develar ¿qué grado de confianza tenían los jóvenes en que el gobierno intentara adoptar todas las medidas adecuadas para luchar contra el narcotráfico y reducir el consumo de drogas? Con porcentajes similares, un 0,6% tenía “mucha confianza”, “poca confianza” manifestó un 45%, “ninguna confianza” un 46%.

En ese clima político y social creció entre los jóvenes una visión negativa sobre el futuro del país en los más distintos ámbitos. En el ‘92, un 21% de los jóvenes señaló que la Argentina sería un país con crecimiento de la capacidad productiva y de las oportunidades laborales. El mismo pronóstico arriesgó en 1998 sólo un 16%. El temor de que la Argentina se encontraba en el camino hacia una sociedad dominada por el consumo de drogas compartió en el ’92 un 15% de los jóvenes, en el ’98 llegó casi al 30%.

Que el nuestro es un país que no reconoce méritos a la formación educativa pensaba en el ’92 un 26% de los jóvenes, ese grupo trepó al 38% en 1998.

En muchos países latinoamericanos la estabilidad del sistema democrático es aún tema de preocupación. Mientras que en el ’92 el 79% de los jóvenes pensaba que la democracia era la mejor forma de gobierno para la Argentina, en el ’98 el porcentaje bajó al 68%. Un 16% sostuvo que existe otra alternativa mejor (1992, 7,3%) y otro 16% se mostró indeciso (1992, 13%). Esto muestra que el ciudadano, a medida que pasa el tiempo y crece su desilusión, comienza a medir la eficacia del sistema político a partir de la actuación de las instituciones.

“La democracia vive de la participación de los ciudadanos. ¿Usted participa o participaría activamente de alguna manera?” Un 16% de los jóvenes participaba, de alguna manera, activamente. Un 50% participaría, pero no lo hacía y un 34% se negaba absolutamente, sosteniendo que no participaba ni participaría.

“¿Por qué resulta difícil cambiar individualmente cosas en el Estado y la sociedad?”. Las razones más mencionadas fueron: vivimos en una democracia, pero en realidad al individuo no se lo escucha (61%). Un individuo no alcanza. Se necesita que todos actúen y eso es casi imposible (56%). Por medio del voto se podría cambiar algo, pero faltan alternativas. Todos los políticos son más de lo mismo (43%). Cuando alguien se dirige a una institución u organismo estatal para reclamar algo o con alguna propuesta, no encuentra respuestas. Las instituciones no funcionan (41%). Cuando alguien intenta iniciar algo no encuentra interés en su propio entorno que se preocupa por su propio bienestar más que por el bien común (35%).

Las respuestas indicaban que no sólo era el mal funcionamiento de la democracia y de sus instituciones lo que obstaculizaba la mayor integración de los jóvenes en el sistema político, sino también la falta de conciencia de que el individuo tiene en la democracia un mandato propio que debe asumir, independientemente de los buenos o malos intérpretes de la democracia que actúan en las instituciones del Estado. El interés en la política es la antesala de la participación, por ello preocupa que entre 1992 y 1998 se redujo el grupo de los jóvenes interesados en la política de un 32% a un 22%.

Las explicaciones brindadas por la Opinión Pública

Es Wolton quizás la investigadora que aportó la visión más amplia de la opinión pública al reconocer la importancia que la comunicación política -integrada por los políticos, los medios masivos de comunicación social y los sondeos de opinión- tienen sobre aquella. Ella propuso una visión positiva al considerar a la comunicación política como el resultado de un doble proceso de democratización y comunicación que contribuyó fuertemente a colocar a los enfrentamientos políticos en el campo comunicacional.

Los actores principales a los que se refirió Wolton corresponden a distintas categorías y, a su vez, obtienen su legitimidad de modos diferentes. Por ejemplo, los políticos a través de su elección; los periodistas en base a la veracidad, calidad y cantidad de información que poseen; y los sondeos en función del grado de seriedad evidenciado en sus investigaciones. También aclaró que los mencionados actores confrontan entre sí -por medio del discurso- de manera permanente y se alternan en el predominio de la captación de la opinión pública. Mientras que las encuestas prevalecen en los períodos electorales, los medios masivos de comunicación se imponen en los momentos no electorales y los políticos sobresalen en los períodos de crisis.

Finalmente, Wolton sentenció que la comunicación política constituye un factor organizativo de la irracionalidad política en un marco estrictamente comunicacional y que de ninguna manera sustituye a la política, sino que -por el contrario- le posibilita existir.

También fueron fundamentales las investigaciones de Neumann -que dieron origen a su teoría de la espiral del silencio- como un punto de referencia máximo a la hora de indagar sobre la composición y el mecanismo de funcionamiento de la opinión pública. Pero su preocupación por indagar sobre la intención de voto -ya sea por candidato o por partido político- fue ampliada cuando apuntó a un aspecto menos estudiado como es el clima de opinión que influye sobre la opinión pública y sobre la mismísima intención de voto de los ciudadanos.

Para Neumann, todos los individuos poseemos la virtud que mencionaba Mc Dougall (capacidad estadística sensorial); tenemos la capacidad para percibir el clima de opinión (o la expectativa de voto en épocas electorales) y desarrollamos una reacción de acuerdo con esa percepción. A esta altura, la teoría de la espiral del silencio esbozada por Neumann puede resumirse en 4 pasos esenciales: la amenaza de la sociedad sobre el individuo; el temor del individuo de permanecer aislado; la medición del clima de opinión por parte del individuo; y el desarrollo de una conducta individual que se corresponde con el resultado de la medición del clima de opinión.

Por su parte, O’Donell relacionó las deficiencias de algunas democracias latinoamericanas influenciadas por clientelismo y el particularismo. El particularismo de los políticos sólo es una cara de la moneda, como se advierte al observar una de sus formas, el clientelismo. Heredia lo define como “un conjunto de reglas y prácticas para la organización política, la representación y el control de los intereses y demandas sociales, basado en la subordinación política de los ciudadanos a cambio de la provisión discrecional de recursos y servicios públicos a los que en principio, y según la ley todos tienen acceso abierto”.

El político se apropia de los recursos públicos para obtener subordinación política, pero quienes se le subordinan obtienen a cambio y discrecionalmente lo que deberían ser bienes de público acceso. Así, el clientelismo constituye forma de intercambio.

En tanto, Lyne sugirió que el particularismo es la clave del mal funcionamiento de los sistemas de partidos en América Latina: los partidos ofrecen a sus electores beneficios particulares, así el sistema sirve para agregar votos pero no permite la formulación de políticas encaminadas al interés general.

La frustración de las expectativas de los electores parece un factor decisivo a la hora de explicar la baja valoración de la política partidaria, y éste sería el caso de los países de América Latina en que las reformas han fracasado, pero han sido reemprendidas por gobiernos de los mismos partidos políticos que las criticaron desde la oposición. Pero habría un componente adicional para la desconfianza hacia los partidos: la pérdida de identificación con éstos.

Desde la perspectiva de la elección racional, la identificación con un partido sería algo así como una cuenta corriente de confianza hacia dicho partido a partir de sus actuaciones anteriores. Desde el enfoque de la escuela de Michigan, sería una actitud psicológica adquirida inicialmente a través de la socialización (en la familia) y reforzada por el hecho de votar a ese partido a través del tiempo. Se entiende que la condición para la reiteración del voto es que éste haya tenido resultado satisfactorio, pero se atribuye más importancia al momento de formación de la actitud que a los resultados prácticos.

En las sociedades europeas la identificación partidaria parece haber sido en gran medida una identificación grupal; en América Latina las identidades partidarias se han construido bajo la lógica del intercambio particularizado.

La disminución de la identificación política podría suponer el auge de un nuevo tipo de elector más informado y exigente que decidirá su voto racionalmente a la vista de la oferta de los partidos y al que llevaría a participar el deseo de afirmar la efectividad de su voto. Es lógico suponer que este nuevo tipo de elector se dará en las capas sociales de niveles culturales medios y altos. Cabe temer en cambio, que en los grupos sociales de menores recursos culturales y comunicativos, la desaparición de la identificación partidaria deje paso a un voto dominado por el deseo de castigar a los políticos en ejercicio.

La institucionalización de los partidos es necesaria para la representación política porque sin ella no existe una estructura de incentivos que conduzca a la responsabilidad democrática. En condiciones de baja institucionalización, los políticos electos pueden cambiar de programa o de partido sin pagar ningún precio y la indisciplina partidaria y la circulación de elites entre los partidos dificultan la formación de acuerdos legislativos estables.

El principal problema para la democracia en América Latina no es entonces el empeoramiento de las desigualdades que puedan haber traído las reformas económicas, sino la dificultad de los partidos políticos para mantener la confianza social como mecanismo de representación de las demandas e intereses comunes de la población.

La hipótesis más común sobre la relación entre las distintas formas de confianza política parte de la secuencia de Gamson: descontento con los gobiernos de turno, desconfianza hacia las instituciones políticas, alienación respecto del sistema político.

Según Converse, quien vota por primera vez, lo hará por el partido por el que lo hace su familia, y si los resultados de ese voto le parecen satisfactorios lo repetirá en la siguiente convocatoria. Cuantas más veces se repita el voto al mismo partido, más fuerte se hará la preferencia (identificación) partidaria, y este efecto se relaciona con el tiempo de participación electoral, independientemente de la edad del elector.

Las razones de la menor fuerza de los vínculos de identificación política se hallan probablemente en la disminución del peso de la familia en la socialización, y la diversificación y diferenciación del grupo o grupos de pares. El peso de la familia en la definición política de los hijos es hoy menor y probablemente de menos intensidad, aunque sólo sea por la intrusión de la televisión en el medio familiar. Más importante quizás es el cambio en el extorno extra-familiar. En la escuela, el trabajo, el barrio o los ambientes de ocio, se ha producido una cierta diversificación social, y sobre todo una diversificación cultural, provocada en parte por la diversificación social pero especialmente por la elevación del nivel educativo y el impacto de los medios de comunicación.

El sentimiento de insatisfacción respecto a los resultados de la democracia es un fenómeno casi universal, si bien -en general- los ciudadanos afirman preferir la democracia a cualquier otra forma de gobierno. Los gobernantes, los partidos y los políticos en su conjunto son valorados negativamente, incluso en casos en que se les reconoce una gestión eficaz.

Existen casos como los de Argentina, Brasil y México, donde se da una paradoja; castigar al partido en el gobierno supone favorecer a partidos que no prometen mejores perspectivas para el futuro, por haber tenido recientes experiencias negativas de gobierno o por no contar con una reputación favorable en la gestión de la economía, al no haber gobernado previamente o mantener un discurso poco creíble en este campo.

Lo más probable es que un caso grave de frustración de expectativas induzca en los electores una desconfianza duradera hacia los resultados de la política. Así, la frustración puede agravarse hasta afectar seriamente a la legitimidad del sistema político.

El enfoque de las Ciencias de la Comunicación

El presente artículo parte de hipótesis que aceptan la influencia de los medios masivos de comunicación y, al mismo tiempo, intenta detectar los posibles lazos existentes entre los efectos que aquellos producen no sólo sobre la opinión pública en general; sino también -y en especial- sobre los jóvenes.

Así, al observar detalladamente las consideraciones expuestas por Muraro es posible elaborar una hipótesis que proponga que el periodismo de investigación haya ganado terreno en materia de influencia sobre la opinión pública en detrimento de la videopolítica.

Programas televisivos como “Hora clave”, “A dos voces”, “El juego limpio”, etcétera parecen haber perdido terreno frente a otros de rasgos más críticos, donde la investigación y la denuncia tienen un espacio menos amplio para que los políticos expresen o confronten sus propuestas y los periodistas las analicen. En este sentido, otras producciones como “Día D”, “Telenoche Investiga” y “Punto Doc” parecen estar captando la preferencia de la teleaudiencia. Sin embargo, existen otros tipos de programas que -principalmente a través de la utilización del humor y la ironía- pueden estar influyendo sobre la opinión pública de una manera aún más contundente. A modo de ejemplo, vale citar a “Videomatch” y “CQC”, ambos con un perfil de espectadores principalmente jóvenes.

¿Qué ocurre con nuestros jóvenes?

A fin de responder esta pregunta es bueno conocer la opinión de los sociólogos Tenti Fanfani y Sidicaro. Para el primero, “el desinterés y el descreimiento están asociados con el desconocimiento, tanto del funcionamiento de las instituciones como de los nombres de funcionarios o del contenido de la Constitución. Hay una relación entre desconocimiento y desinterés: no buscan conocer más porque no los atrae vincularse con la política tal como está”.

Ahora bien, considerando lo dicho por Tenti Fanfani y lo observado por Lippmann, podemos arribar a la conclusión que existe en la sociedad un círculo vicioso donde los ciudadanos desconocen temas políticos, hecho que provoca su desinterés por los mismos; a su vez, la falta de interés no los impulsa a buscar conocimiento. Queda planteada entonces la duda acerca de ¿Qué ocurriría si los ciudadanos conocieran las cuestiones políticas? ¿Se interesarían por ellas? ¿Participarían? La posible respuesta podría estar incluida en el planteo de Muraro cuando afirma que un político desconocido no puede ser votado.

Mientras tanto, Tenti Fanfani continúa explicando:

En otras épocas, en momentos en que la política estaba de moda, era visualizada como un instrumento para cambiar el mundo. Había cierta utopía, cierto proyecto. Hoy da la impresión de que la sociedad no es algo tan maleable, que no depende tanto de la acción política. Hay una pérdida de capacidad de la política como acción organizada de la gente. Un gran empresario o una multinacional tienen más poder que un político.

La política en estas condiciones -remarca- pierde su dramatismo, su atracción. Ya no es la lucha entre dos o más proyectos de construcción de la realidad. Pierde pasión y se convierte en un juego donde lo que se disputa es sólo cuál de los equipos de gobierno va a realizar el único programa. La disputa es quien lo va a ejecutar, pero el proyecto es el mismo. La política, al volverse una pelea más homogénea perdió atractivo, especialmente para los jóvenes. El joven prioriza la cuestión pasional y ahora la política tiene escasa pasión. Pero esta juventud es muy cuestionadora también. La diferencia es que no disputa a las generaciones mayores el poder en la economía, la política, los campos donde mandan. La juventud ha logrado, por ejemplo, mejores equilibrios de poder en el ámbito de la vida privada. Hay espacios donde los jóvenes mandan. Así, la política es un juego poco limpio. Y el escepticismo puede ser resultado de una confrontación entre un sujeto joven que cree en valores a los que veía positivos…hasta que constata que pocos los cumplen.

Los adultos le achacan al joven una imagen de infractor moral: pero el joven les contesta: “Ustedes son los grandes infractores de la moral pública”. Los jóvenes son la conciencia moral de la humanidad por su posición de exclusión, por edad o por marginalidad. Son el testimonio permanente de la necesidad de la justicia, de la verdad, de los valores que la sociedad no alcanza nunca completamente. La juventud es la reserva moral renovable. Como está fuera de la política puede observar ciertos vicios que sólo se ven así, desde afuera.

En tanto, Sidicaro refiere:

Los mayores también tienen desconfianza y desinterés por la política: esto abarca al conjunto de la sociedad. Pero los jóvenes son más expresivos que los mayores. Cuando viene este bajón, este desinterés, los chicos manifiestan el escepticismo.

Tal vez -agrega- la sociedad fue siempre igual de dura. Pero los políticos tenían más confianza en que se podía cambiar. Hoy parece que los políticos intentan convencer de que los cambios son muy difíciles, casi imposibles, y que lo que cabe es administrar lo mejor posible lo que existe. La mayoría de los políticos creen que los cambios son muy difíciles, que hay que tener una especie de resignación. La manera política de expresarse fue la que atrajo durante mucho tiempo a los jóvenes. Hoy existen otras formas de protesta, de rebeldía que no se colocan en la política, sino en las vestimentas, en los lenguajes transgresores, en ciertos comportamientos de ruptura… La sociedad oficial no les ofrece mucho a los jóvenes. Hay un cierto escepticismo en ellos, porque creen que las generaciones mayores operan con valores falsos… Hay diferencias en cada clase, pero ese escepticismo es compartido. Es la mirada crítica que tienen hacia una sociedad de mayores que no parece muy sincera. Tampoco parece muy exitosa.

Observaciones finales

A esta altura, y a pesar de los análisis contrastantes que aparecen de modo permanente, tampoco podemos afirmar que a los jóvenes de Argentina no les interesa participar. Son muchísimos los que impulsan organizaciones no gubernamentales destinadas a defender los derechos barriales, de las víctimas por accidentes de tránsito, o de crear agrupaciones para proteger los derechos humanos, la ecología, etc. En todas las marchas de protesta contra situaciones injustas siempre hay muchos jóvenes.

Por ello, cabe un último interrogante: ¿Cuánto le importan los jóvenes a los políticos? Pareciera que muy poco y que ese poco se limita estrictamente a la obtención del voto. Porque, cuanto mucho, cada vez que hay que votar, los candidatos (o los partidos políticos) se limitan a organizar mega-recitales gratuitos con las máximas estrellas que causan furor en esos momentos.

Pero una vez asegurado el voto, ¿qué? Salvo algunas excepciones, nada... Nada de participación, nada de educar cívicamente -desde la práctica constante- ni siquiera en las instituciones de instrucción formal como, por ejemplo, la escuela. Y si en un colegio además de no enseñarse enfáticamente cómo funciona una democracia, mucho menos se la practica, ¿qué podemos esperar para un país en donde quien gobierna hace casi siempre lo que quiere o lo que puede, pero casi nunca lo que votan los ciudadanos?

Notas

* Los dos trabajos que se presentan a continuación se inscriben en el Proyecto de Investigación: “Los jóvenes y el voto mediático” dirigido por Gabriel Lamanna e iniciado el 01/01/01. Forman parte del equipo de investigación: Ángel Cufré, Néstor Valazza, Fabricio, Frisorger, Gustavo Castro García, Florencia Censi y Jualiana Bertucci.





Las elecciones platenses de 1999:
la pugna por el voto juvenil

ÁNGEL CUFRÉ
NÉSTOR VALAZZA


Contenido
Los Ejes y el Desarrollo de las Campañas Políticas
Estrategias para captar el voto de los jóvenes
Observaciones finales

A pesar de que los estudios sobre Comunicación Social se van enriqueciendo con el transcurrir de los años al incorporar nuevos objetos, temas y metodologías de análisis, el efecto que causan los mensajes difundidos por los medios masivos hacia el público continúa siendo un punto crucial de discusión para los especialistas enrolados en las diferentes teorías, escuelas y corrientes.

Desde nuestro punto de vista, optamos por aceptar la influencia de los mass media sobre la población pero lo que intentaremos es definir de qué forma y hasta qué grado influyen los medios masivos sobre la intención de voto de los jóvenes que por sufragaron en La Plata por primera vez. Por ello, tratamos de sintetizar el análisis comparativo efectuado básicamente a partir de las publicaciones de los diarios locales El Día y Hoy en el período previo a las elecciones, que abarca desde el 1° de agosto de 1999 hasta el 14 de octubre del mismo año.

En ese lapso intentamos develar los ejes y el desarrollo de las campañas políticas de los candidatos Julio C. Alak (Partido Justicialista) y Javier Quinterno (Alianza) en su competencia por el cargo de intendente de la ciudad de La Plata. Asimismo, procuramos describir brevemente la estrategia electoral adoptada por ambos candidatos, y sus respectivos partidos políticos, en relación con la decisión de obtener el sufragio de los jóvenes, en especial de aquellos que votaban por primera vez.

Los Ejes y el Desarrollo de las Campañas Políticas

Los ejes de la campaña del candidato aliancista, Javier Quinterno, se concentraron en dos temas principales: el combate contra la inseguridad, a partir de la descentralización de las funciones y acciones de los jefes policiales por parte de la Provincia hacia el Municipio (similar al sistema de sheriff en los Estados Unidos); y la generación de empleo, a partir del impulso del desarrollo de la actividad económica regional para crear nuevos puestos de trabajo. Además, sus mensajes estuvieron referidos a otras temáticas, entre las cuales podemos mencionar: la implementación de planes para disminuir la pobreza; la introducción de mejoras en las áreas de salud y educación; y el crecimiento de las obras públicas. También sostuvo la necesidad de reducir la presión fiscal hacia todos los contribuyentes y de convertir a la ciudad en un polo de atracción turístico.

En sus diversas exposiciones públicas, Javier Quinterno estaba posicionado a través del slogan: “el cambio seguro”. De este modo, procuraba ofrecer una imagen de transparencia (que concordaba con la difundida por su partido -la Alianza- y los candidatos jurisdiccionales más importantes: Fernando De la Rúa, como futuro presidente de la Argentina y Graciela Fernández Meijide, propuesta para gobernar la provincia de Buenos Aires) y, al mismo tiempo, marcar la decisión de desplazar -en el plano local- a la administración “menemista”, aunque dejando claro que el cambio no sería traumático y que no habría sorpresas en la nueva gestión comunal.

En su estrategia de campaña, Javier Quinterno combinó medios y mensajes, recurrió desde el contacto directo con la gente hasta la aparición en programas televisivos de difusión masiva a nivel nacional, pasando por los principales programas locales de televisión, la radio, los diarios y la publicidad gráfica en la vía pública.

Respecto de su difusión no mediática, recurrió a las caminatas por los distintos barrios, a las reuniones con diversas instituciones platenses, a las visitas domiciliarias y a las charlas de café. En el plano grupal, las actividades más relevantes fueron una bicicletada, tendiente a demostrar a los electores indecisos su poder de convocatoria, y una caravana por todo el partido para marcar el cierre de su campaña. El objetivo central de estas apariciones públicas consistió en reforzar su identidad como candidato (una nota publicada en el diario El Día del 15 de agosto de 1999, señalaba que Javier Quinterno no era conocido para casi el 40% de los electores platenses) y su imagen de austeridad, sencillez y distanciamiento respecto de la farándula local (aplicando la misma fórmula que los principales candidatos de su partido)

Unos pocos días antes de las elecciones, Javier Quinterno llegó a la participar durante 6 minutos en el programa televisivo de Georgina Barbarossa, en el canal Azul TV de Buenos Aires. Allí describió algunas de sus propuestas vinculadas con la educación, la seguridad, la salud y el empleo. Finalmente, pudo cerrar su mensaje diciendo que “el siglo 21 sería el de las cuatro E: educación, economía, empleo y ecología”.

Por otra parte, puede observarse con absoluta claridad que la propaganda electoral del candidato aliancista se concentró en el diario Hoy de La Plata, donde los primeros mensajes se publicaron a partir del mes de agosto. Después de varias semanas comenzaron a observarse publicaciones en el diario El Día -el de mayor tirada de la ciudad-, pero ocupando un espacio y una frecuencia considerablemente menor en comparación con el diario Hoy, en el cual -casi cotidianamente- se promocionó una agenda de actividades que incluía los lugares que Javier Quinterno recorrería el día de la publicación, con los horarios respectivos y la mención de las personas que lo acompañarían.

A mediados de agosto, en ambos diarios, aparecieron avisos invitando a los electores platenses a discutir ideas en el Plenario del Instituto Programático de la Alianza. El slogan utilizado al pie de los avisos decía: “El cambio seguro. Javier Quinterno” (guardando absoluta correspondencia con los afiches distribuidos en la vía pública y con los jingles radiofónicos).

Recién en septiembre comenzaron a publicarse con más asiduidad en el diario El Día propagandas que proponían a Javier Quinterno como intendente. En las imágenes, Quinterno algunas veces se mostraba solo y otras, acompañado por los candidatos a la gobernación y la presidencia. También -aunque en menos ocasiones- se presentó acompañado por candidatos a concejales locales. Mientras tanto, el slogan no fue modificado. Hasta que en los días precedentes al sufragio, Javier Quinterno aparecía siempre apoyado por Fernando De la Rúa y Graciela Fernández Meijide, pero con un cambio de slogan: “Juntos somos más. Javier Quinterno intendente. Alianza” (la primera frase fue la que se constituyó en el slogan partidario que se empleó en la campaña a nivel nacional).

Recién en octubre, cuando el intendente Julio C. Alak afinaba su estrategia tendiente a conquistar el voto de los más jóvenes con la realización de recitales y la entrega de CD con la música que aquellos preferían, Javier Quinterno respondió a través de la publicación de dos avisos en ambos diarios de la ciudad incitando a no cambiar el destino de los votos juveniles: “Tu voto vale mucho más que un compact... El 24 de octubre escuchá tu corazón... Somos más... Javier Quinterno Intendente”. “Hoy bailá con Elvis Crespo, pero el domingo suavemente decile no a los que te mandan a dormir a las tres de la mañana y votá Javier Quinterno intendente... Jóvenes en la Alianza”.

El 8 de octubre un destacado aviso publicado en el diario El Día invitaba a la presentación de un CD interactivo, en el que Javier Quinterno daba a conocer “las obras para el desarrollo de La Plata”. Al final del mismo, y junto a una foto del candidato sonriendo, podía leerse, otra vez el slogan: “El cambio seguro. Quinterno intendente. Alianza”. A partir de esa fecha, las publicaciones en ambos diarios se intensificaron. Javier Quinterno comunicó -siempre con los mismos slogans e imágenes- sus principales propuestas referidas a obras públicas, seguridad, salud, medio ambiente y trabajo.

Además, se incluyeron otros avisos con nuevos slogans: “El hombre que hace falta. Javier Quinterno Intendente”; “Vamos por trabajo, justicia y educación... Quinterno intendente, Maidana concejal”; “Para que La Plata vuelva a ser capital de la cultura... Quinterno intendente”; “Quinterno es trabajo”; “El plan para vivir bien. Javier Quinterno. El cambio seguro”; “El MID en la Alianza... Javier Quinterno intendente. Somos más". Apenas unos días antes de la elección aparecieron en ambos diarios algunas publicidades de partidos socialistas que apoyaban a la Alianza y a Javier Quinterno, como así también solicitadas firmadas por profesionales de la ciudad. Finalmente, el partido incrementó su respaldo al publicar avisos con una imagen de De la Rúa como fondo y con la leyenda: “La Plata necesita un intendente honesto y capaz de crear trabajo, por eso hay que votar a Javier Quinterno”.

Desde el punto de vista estrictamente periodístico, existió una notoria diferencia en el nivel de publicaciones de Javier Quinterno en los dos diarios platenses. Desde un primer momento, pudo verse en el diario Hoy un fuerte interés por cada uno de los pasos que el candidato aliancista daba en su carrera electoral. Las páginas de información política abundaron en fotos y detalles de sus actividades. El diario El Día, en cambio, mostró una cobertura de campaña más equilibrada, en la que cada nota de actualidad política guardaba una estricta correspondencia con ambos candidatos. Pese a ello, las apariciones del intendente Julio Alak ocuparon mucho más espacio que las del candidato de la Alianza.

Javier Quinterno pudo publicar sus notas de opinión únicamente en el diario Hoy. En una de ellas exponía la importancia de comenzar a vender a la ciudad de La Plata como un producto turístico. En la otra, hablaba de la posibilidad de crear un centro universitario en el barrio Meridiano V. En síntesis, el diario Hoy pareció mostrar un encendido interés por el proyecto aliancista. Sus páginas hicieron un detallado y favorable seguimiento -incluyendo juicios de valor- de Javier Quinterno que, a la postre, fue el único de los dos candidatos que publicitó en ese medio. El diario El Día repartió más equilibradamente las menciones de los candidatos, pero quedó claro que el intendente Julio Alak ocupó un espacio notablemente superior.

Como eje de su campaña, el intendente Julio Alak pretendió mostrarse dedicado de lleno a su gestión de gobierno, ya que consideró que era la principal carta de triunfo para lograr la reelección. Sus propuestas fundamentales fueron: profundizar el trabajo realizado durante los mandatos anteriores; lograr que La Plata fuese distinguida como Patrimonio Cultural de la Humanidad; fomentar el empleo; mejorar la seguridad y disminuir la presión fiscal sobre los contribuyentes (de acuerdo con una nota publicada en el diario El Día, a mediados de septiembre, el intendente Julio Alak -mediante un decreto- amplió los beneficios impositivos para los jubilados, pensionados y ex combatientes de Malvinas, y días antes de las elecciones se dieron a conocer descuentos de hasta el 50%, para 100 mil contribuyentes que se encontraban al día con el pago de las tasas municipales).

La idea central de la campaña consistió en otorgarle un fuerte perfil institucional al candidato, es decir, hacerlo aparecer como intendente y no como simple postulante a una elección. En ese sentido, se intentó crear desde el Municipio una imagen de trabajo continuo, mostrando acciones y obras cotidianamente. Para fortalecer y desarrollar dicha estrategia -y en consonancia con las alianzas extrapartidarias que concretó el justicialismo platense- Julio Alak intentó mostrarse a lo largo de su campaña con distintas figuras políticas -Carlos Reutemann, Gustavo Béliz, Evangelina Salazar, etcétera-, y otras de la cultura y el deporte que tuvieran buena imagen pública. A partir de septiembre, participó de caravanas y caminatas junto a otros candidatos y personalidades del justicialismo, e instaló mesas de difusión en lugares estratégicos. Su principal aparición en televisión se produjo en el programa televisivo “Almorzando con Mirtha Legrand”, donde presentó un libro editado por el Municipio que promovía la declaración de La Plata como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Fue permanente el esfuerzo por difundir públicamente las acciones del intendente. Se publicitaron las inauguraciones de obras públicas (pavimento, cloacas, semáforos, iluminación) durante todo el período electoral. También se publicitaron distintas reuniones y jornadas solidarias de trabajo en los barrios, conjuntamente con las juntas comunales; entregas de equipamiento en el área de salud; promoción de diferentes actividades culturales (recitales, charlas, tareas recreativas), etcétera. Del mismo modo, se buscó reflejar otros supuestos logros de la comuna, fundamentalmente el hecho de tener una economía saneada y una gestión administrativa reconocida en ámbitos extra-comunales.

Tanto Julio Alak, como su equipo de trabajo, insistieron en rechazar la idea de cambio que planteaban los slogans de la Alianza platense. Según el PJ, el cambio eran ellos mismos, porque habían tenido que solucionar años antes, el problema de una gestión deficitaria que habían heredado del gobierno Radical del que Javier Quinterno formaba parte. De hecho, en un comienzo, la idea del equipo de campaña fue confeccionar tres cartillas para distribuir entre los platenses. Una, en agosto, marcando diferencias en una comparación entre los gobiernos de Julio Alak y la gestión Radical de la que participó Javier Quinterno (esta cartilla, planteada en un comienzo en términos agresivos, fue luego morigerada, en función de no crear discordias con potenciales votantes radicales que podrían sufragar por el intendente). Otra, un mes después, con el plan de gobierno del PJ; y la última, ya en octubre, con el plan de obras para cada barrio, acompañado de la boleta justicialista correspondiente.

Según una nota publicada en el diario Hoy del 17 de septiembre, Julio Alak definía su estrategia en base a cuatro pasos. El primero apuntaba a los hogares platenses, con el reparto puerta por puerta del material de propaganda. El segundo, era el que se realizaría en los medios de difusión. El tercero estaría basado en las caravanas, y el último estaría dado por las reuniones dominicales que se realizaban en cada barrio.

Por otra parte, la propaganda electoral de Julio Alak se concentró exclusivamente en el diario El Día. De acuerdo con los lineamientos de campaña, a partir de agosto, casi todos los días aparecieron, en ese matutino, avisos donde se hacía referencia a inauguraciones, jornadas solidarias, entrega de equipamientos y actividades recreativas en los distintos barrios. Al pie de los avisos, sin excepción, se leía siempre: “Trabajamos para usted. Municipalidad de La Plata”.

En los primeros días de septiembre, apareció la primera publicidad que mencionaba el nombre de Julio Alak. Seguramente enmarcado en la política de alianzas que llevaba adelante el PJ con distintos sectores, el aviso hacía una suerte de llamado a ciertas fracciones del Justicialismo que estaban molestas por los acuerdos electorales con determinadas fuerzas: “Quienes quieran seguir, que sigan. Nuestra causa: el progreso social de los vecinos. Nuestra bandera: la ciudad de La Plata... Julio Alak”.

Días después, con las alianzas electorales ya acordadas, comenzaron a aparecer avisos del tipo: “En La Plata, el plan de Cavallo es apoyar a Alak... Cavallo presidente, Alak intendente. Sturzenegger concejal. Acción por la República”. Otros, como el de “Acuerdo Ciudadano”, incluían el apoyo con firma de reconocidos vecinos y también terminaban con la leyenda: “Alak intendente”. La Unión del Centro Democrático rezaba: “la UCEDE con Alak... acompañe a Alak desde la UCEDE”. Otro del Partido Demócrata Conservador: “Los conservadores de La Plata con Julio Alak Intendente”. Otros vecinalistas, por su parte, promocionaban: “La agrupación vecinalista platense con Alak”, Nueva Dirigencia decía: “Béliz y Alak por una ciudad cada día mejor”, y otro del PJ: “Reutemann en La Plata apoya a Alak”.

Hacia fines de septiembre, comenzaron a aparecer avisos sumamente destacados (de gran tamaño) en el diario El Día, donde una foto de Julio Alak estaba acompañada de la frase: “Alak intendente, por una gran ciudad... La Plata, Patrimonio Cultural de la Humanidad”. Esos avisos se repetirían casi diariamente hasta el momento de la veda electoral. La leyenda “Alak intendente” también se leía en avisos de otros candidatos justicialistas, como Juan Amondarain, Darío González y Hugo Mársico.

Durante la llamada “semana de la primavera”, en septiembre, se publicaron en el diario El Día diversos avisos con la firma “Municipalidad de La Plata” que invitaban a los platenses a participar de los recitales de “Los Caballeros de la Quema”, “Charly García” y otras bandas locales. Para el cierre de campaña se publicitó, mediante avisos, el show de Elvis Crespo: “Espectacular show de Elvis Crespo. Cierre de campaña, Partido Justicialista de La Plata, Alak intendente. La Plata Patrimonio Cultural de la Humanidad”.

Otras publicidades que tenían la firma de Julio Alak intendente, fueron la que dieron la bienvenida de Raúl Alfonsín a la ciudad de La Plata, en los primeros días de octubre, y a Evangelina Salazar, el 7 de ese mes. Un día después un importante aviso titulado: “La Plata, el Municipio más eficiente del país”, publicitaba la entrega de una distinción para la administración de la comuna a manos de una empresa calificadora de riesgo, de supuesto nivel internacional. También en forma de avisos publicitarios se dieron a conocer recorridos y horarios de distintas caravanas.

Lo mismo con propuestas referidas a obras públicas y, a página completa en los últimos días de campaña, una larga lista de hechos y situaciones titulada: “Por lo que hizo, por lo que hará”, invitaba a votar por Julio Alak. Fuera de eso, también aparecieron -en forma de solicitada- listas con nombres de profesionales de diversas ramas apoyando al intendente. Especial mención le cabe a una solicitada titulada: “Los deportistas que nos jugamos por el triunfo de Julio Alak”, con un largo listado de nombres de deportistas de primer nivel.

El justicialismo platense no publicó ningún aviso publicitario en el diario Hoy. La publicidad se reservó para el diario El Día, donde, luego de un tibio comienzo, se fue haciendo profusa y continua. Comparadas con las de Javier Quinterno, las menciones y coberturas de actividades de Julio Alak en el diario Hoy fueron mínimas, y varias de ellas correspondieron a juicios de valor y evaluaciones de carácter negativo. En el diario El Día, en cambio, Alak tuvo mayor preponderancia que el candidato de la Alianza. Las menciones fueron superiores en cantidad y calidad a las de Javier Quinterno, y las publicidades justicialistas superaron claramente en centimetraje a las aliancistas.

Estrategias para captar el voto de los jóvenes

La campaña electoral de Javier Quinterno no tuvo una estrategia proactiva respecto de los jóvenes. Sólo una bicicleteada organizada en octubre a favor de la instalación de bicisendas, tuvo como participantes -entre otros públicos- a los jóvenes. El resto de los mensajes se limitó a responder las acciones del intendente Julio Alak.

El efecto causado por los recitales del oficialismo se profundizó en la segunda semana de octubre. Así, cuando Javier Quinterno realizaba una de sus habituales incursiones proselitistas en bares y calles fue abordado por algunos jóvenes que se quejaban de la falta de participación que sentían en la ciudad: “Acá nunca pasa, no tenemos participación”, dijo uno de ellos. Otro consultó al candidato para saber -en caso de ganar las elecciones- si continuarían los recitales de “Charly” García, que días antes había actuado contratado por el intendente Julio Alak.

Quizás la mención más importante referida a los jóvenes fue pronunciada por Javier Quinterno a finales del mes de agosto, cuando en un acto partidario dijo: “Los jóvenes son hoy la mitad de desocupados del distrito, para ellos tenemos pensado poner en marcha una reconversión económica”. En octubre, el equipo de campaña de Javier Quinterno, intentó modificar un poco su imagen con el objeto de mostrarlo más suelto, menos formal. La idea era volverlo una figura más asimilable para los jóvenes. Por eso, en algunos afiches apareció sin corbata, con camisa y campera de gamuza.

Desde el justicialismo se llevaron adelante distintas acciones de campaña tendientes a seducir al electorado joven (según una nota aparecida en el diario El Día, en agosto, algunas encuestas que manejaba el PJ mostraban que la franja de jóvenes de entre 18 y 24 años era esquiva a votar por el justicialismo, y hacia ellos apuntaban esas acciones). Existía temor de que los sufragios de los jóvenes que votarían por primera vez, afectados por el efecto arrastre de la Alianza, pudieran ir a parar a las urnas opositoras, de ahí que un equipo de trabajo del PJ platense intentó apuntar acciones específicamente destinadas a ese sector.

Recitales y festivales de rock (incluso el cierre de campaña fue un show musical que estuvo a cargo de Elvis Crespo); la entrega de 50 mil CD con música “de onda” que se distribuyeron entre el público joven de la ciudad de La Plata, invitándolo a “estrenar el voto con Alak”; y también la intención manifiesta del PJ platense de despegarse del decreto de nocturnidad del entonces gobernador bonaerense Eduardo Duhalde, que obligaba a suspender temprano el esparcimiento juvenil, formaron parte de la estrategia. El obsequio de un CD para los más jóvenes fue criticado por Jorge Lanata y Mirtha Legrand en televisión. En el programa de esta última, Julio Alak se justificó diciendo: “El CD tiene un mensaje juvenil dirigido a los nuevos votantes. Toda campaña es legítima y ha caído muy bien”.

Semanas después, luego del recital de Elvis Crespo -que reunió 80 mil personas- Julio Alak le decía al diario El Día: “Queríamos cerrar con la gente y el recital nos pareció la mejor forma. Además se apostó a un sector del electorado, entre 18 y 32 años en el que estamos bien. La gente nos conoce y sabe cuáles son nuestros proyectos, por eso pensamos en un festival y no en un acto político”. Durante las últimas caravanas proselitistas, en octubre, el PJ platense estrenó un jingle que decía: “Con los Virus y los Redondos, con el Pincha y con el Lobo, los que quieren a La Plata de verdad”.

Para finalizar, cabe señalar que en el transcurso de la campaña electoral, ambos candidatos participaron en tres debates públicos (uno de ellos por televisión). Los mismos se realizaron en un contexto de suma cortesía, y casi no se plantearon discusiones de fondo. Javier Quinterno criticó la falta de planificación en algunas obras públicas encaradas por la comuna, y Julio Alak discrepó con él al argumentar que todas las tareas que se ponían en marcha en la ciudad se enmarcaban en una idea de constante progreso. Fuera de eso, hubo otros disentimientos menores en torno a los índices de desocupación en la región y el déficit que heredó la comuna luego de viejas administraciones radicales.

Observaciones finales

Para concluir, podemos indicar que el intendente Julio Alak inició la contienda electoral con cierta ventaja respecto de su contrincante, Javier Quinterno. El aspecto que surge como ejemplo de ello es la instalada identidad del intendente en comparación con la del candidato aliancista (desconocido por más del 60% de los electores). Si a ello agregamos el fuerte respaldo partidario y extra-partidario, la implementación de una estrategia proactiva para captar el voto de los jóvenes, la constante reiteración de los mensajes ligando su imagen a la realización constante de obras y actividades y la posibilidad de disponer de mayores fondos para su campaña, es probable que la ventaja inicial se haya acrecentado.

No obstante, sabiendo de su desventaja, Javier Quinterno hizo todos los esfuerzos posibles por impulsar -correctamente- el voto partidario, puesto que en la contienda a nivel candidato resultaría, a priori, desfavorecido. Quizás su punto más flojo haya sido la actitud reactiva frente a algunos temas donde no evidenciaba tomar la iniciativa y se limitaba a responder a los mensajes opositores como, por ejemplo, en el caso de la pugna por captar el voto juvenil.