Washington Uranga




Investigar con vocación y compromiso político*




Contenido
Investigar con vocación política
Crisis, planificación y comunicación
Perspectiva comunicacional
Las organizaciones y lo público
Dificultades para tener en cuenta
La tarea de los investigadores se plantea, en consecuencia, plagada de obstáculos
Notas

Investigar con vocación política

La universidad necesita repensar su inserción en la sociedad y, sobre todo, los modos de intervención para, al mismo tiempo que realizar un aporte significativo, alimentarse en el diálogo y en la acción conjunta con los/as interlocutores/as sociales que son los/as hacedores/as de la vida cotidiana, de la construcción ciudadana y, de esta manera, aumentar su vocación de incidencia en los procesos políticos, económicos y culturales. Nosotros/as mismos/as, en tanto y en cuanto investigadores/as e intelectuales, adquirimos nuestra razón de ser en ese espacio, en esa interlocución que le da sentido a nuestro hacer y al de la institución universitaria de la que formamos parte. No queremos caer en la visión pragmática que pretende que los universitarios y los investigadores nos constituyamos desde el lugar de los saberes, técnicas y habilidades y en función de proyectos de los que no formamos parte. No deseamos ser funcionales a proyectos e iniciativas con los que no comulgamos o que resultan contradictorios con nuestras perspectivas, nuestros sueños y nuestras utopías. Nos interesa ser partícipes como ciudadanos/as investigadores y docentes de un proyecto colectivo en bien de una sociedad que trabaja incansablemente a favor de la justicia, de la equidad, del pluralismo, por la eliminación de la pobreza y de todo tipo de sectarismo.

Esa es la perspectiva del equipo integrado en su mayoría por investigadores docentes del Taller de Planificación de Procesos Comunicacionales. Por eso nuestro trabajo quiere insertarse de manera productiva y eficaz en el marco de los procesos sociales, como parte integral de los mismos y asumiendo la responsabilidad que le compete a la universidad –en particular a la universidad pública- en el desarrollo de los mismos. No hay, en consecuencia, pretensión de neutralidad política, sino que pensamos y orientamos nuestro trabajo científico con vocación política y sentido de participación social.

Nos reconocemos como actores políticos desde una perspectiva científica y desde el espacio de la universidad. El contexto de la crisis, antes que desalentarnos a cumplir con este propósito, nos anima a reafirmar nuestros espacios de búsqueda y de compromiso. En esta línea de pensamiento, ubicamos nuestra tarea de investigadores como un aporte a la democratización de la sociedad y a la democratización de la propia universidad.

Así, hemos entendido que democratizar la universidad puede entenderse como una tarea que, por lo menos, incluye los siguientes aspectos:

- Liberar a la producción del conocimiento de sus ataduras pragmáticas, para ubicarlo lejos de la visión economicista y cientificista, para entenderlo como desarrollo de masa crítica ligado a las preguntas, a las demandas y a los desafíos de la vida cotidiana de hombres y mujeres;
 
-  Reinstalar con vocación de cambio y de incidencia política una relación más clara entre la misma producción del conocimiento y las prácticas sociales, incluyendo en estas prácticas la producción de bienes y servicios;
 -  Contribuir a generar los mecanismos necesarios para garantizar el acceso equitativo, democrático, de los actores sociales al conocimiento producido.

Todo lo anterior incluye necesariamente la comunicación de los conocimientos producidos para su uso social y supone devolver a la universidad como institución y a los docentes/investigadores como actores protagónicos de la misma, la posibilidad de servir a la inteligencia de la sociedad, por encima de la contingencia de la coyuntura, pero nunca desvinculada de los procesos sociales concretos. En este espacio se ubica también nuestra investigación.

Crisis, planificación y comunicación

En el marco de todo lo afirmado anteriormente el objetivo del proyecto se estableció como “analizar experiencias de planificación de la comunicación en organizaciones sociales, comunitarias y educativas situadas en el área urbana del Gran La Plata y el Gran Buenos Aires, con la finalidad de evaluar el aporte de la comunicación a la gestión de esas entidades y proponer estrategias comunicacionales para ser aplicadas en este tipo de organizaciones”.

La propuesta no puede, sin embargo, realizarse al margen de las condiciones del contexto y de la situación particular que atraviesan cada uno de los sujetos participantes de la investigación. Abordar una tarea de investigación vinculada al concepto de planificación de procesos comunicacionales en el marco de la crisis que vive actualmente la Argentina supone retos y desafíos, algunos de ellos comunes a toda tarea de investigación, y otros que son específicos del tema abordado.

En el desarrollo de nuestro trabajo nos hemos venido enfrentando con las dificultades que se sitúan en el plano de la falta de certezas generales, de los cuestionamientos y las dudas en relación con las categorías de interpretación y con la falta de definición de proyectos político-culturales. Las propias organizaciones, los grupos y las comunidades con los que estamos trabajando se encuentran atravesados por crisis muy importantes, que llevan a la redefinición de la misión y de la visión, a tal punto que muchos y muchas se preguntan por el sentido mismo de lo que están haciendo, de aquello que se propusieron institucionalmente.

Estos efectos de la crisis tampoco nos son ajenos como investigadores. En un primer sentido porque la misma idea de planificación se pone en cuestión. Para quienes entienden la planificación como una manera de anticiparse al futuro, de preverlo y de generar acciones positivas para obtener los mejores resultados utilizando todas las posibilidades con los recursos disponibles, el futuro se hace cada vez más imprevisible. Casi es imposible pensar en el mediano y largo plazo. En esta perspectiva muchas de nuestras nociones de planificación se ven seriamente cuestionadas.

Desde una mirada prospectiva, aquella que pretende reconocer en el presente los “futuribles” (indicios, síntomas) de escenarios construidos a partir de las utopías y de los sueños, apenas si estos futuribles logran alumbrar en medio de la borrasca del presente. Son dificultades epistemológicas pero también políticas que se cruzan en medio de nuestro trabajo de investigación. También porque las dificultades de percibir en todas sus dimensiones la problemática que atraviesa nuestra vida cotidiana nos hacen complejo, además, nuestro reconocimiento como comunicadores y comunicadoras en ese espacio y el ejercicio de nuestra labor y nuestra vocación como tales.

La crisis nos obliga también a redefinirnos como comunicadores y comunicadoras en medio de las organizaciones, de los grupos y de las comunidades.

Perspectiva comunicacional

Desarrollando nuestra tarea desde una perspectiva cualitativa, y asumiendo la complejidad intrínseca tanto en las relaciones sociales como en el campo de la producción de sentidos, sostenemos en coincidencia con el investigador boliviano José Luis Aguirre Alvis, que “la comunicación humana es el proceso de relacionamiento con el ecosistema bajo la intención de lograr entre semejantes una construcción conjunta de sentidos a partir de la circulación simbólica y que en este trayecto se presentan mediaciones capaces de contribuir como de dispersar al entendimiento por estar directamente vinculadas a factores socio-históricos, culturales y políticos de los individuos que a su vez se abren a niveles de mayor complejidad asumiendo la naturaleza diversa de los individuos, de las situaciones, de las fuerzas institucionales y de la presencia tecnológica existente en el entorno y la experiencia individual en relación a ella”(1).

Desde esta mirada es posible el reconocimiento del proceso de comunicación como construcción de sentidos dentro de un espacio social determinado. Poder investigar la comunicación desde esta mirada supone asumir desde sus premisas, métodos, objetos y fines la complejidad intrínseca del campo de la producción de sentidos. De manera complementaria, e interpretando a Pierre Bourdieu, sostenemos que para ser abordada como escenario de la investigación empírica y bajo la necesidad de lograr una lectura adecuada de la realidad, la comunicación tiene que incluir el análisis de la relación entre las posiciones sociales (concepto relacional), las disposiciones (o los habitus) y las tomas de posición de los agentes sociales que integran un espacio social dado(2).

De esta manera, espacio social se entiende como el conjunto de posiciones distintas y coexistentes, exteriores las unas a las otras, puestas de manifiesto a través de la acción de las organizaciones y definidas las unas en relación con las otras por relaciones de proximidad, de vecindad o de alejamiento y también por relaciones de orden como debajo, encima y entre, además de numerosas propiedades de los grupos y estratos sociales.

Por eso nuestra investigación apunta a situar el campo de estudio en el espacio de los compromisos sociales y políticos de los actores y, a partir del reconocimiento de los aspectos comunicacionales allí presentes y de la objetivación de los procesos que se generan, llegar a proponer alternativas respecto de los modos de ser y a actuar en el espacio social. Es una manera de darle sentido a la tarea de la investigación y de ver la comunicación en la fuerza que representa sus aspectos de diálogo, acceso, participación, alteridad y construcción compartida de sentidos, dimensión histórica y cultural de los otros.

Intentamos por este camino poner el resultado de la investigación al servicio de los cambios en los modos de comunicación de los actores y, por esta vía, en los procesos de comunicación en las organizaciones, partiendo de la base de que la comunicación es en sí misma un espacio de construcción social conjunta al que se puede aportar desde el diseño de estrategias para la gestión. Dentro de esa lógica entendemos la planificación como parte integral de la gestión de la comunicación, que se inicia con el diagnóstico realizado desde la comunicación o desde una perspectiva comunicacional, continúa con la planificación misma y culmina con el diseño de la gestión y la producción. Son tres pasos de un mismo proceso metodológico, que parte de la base de reconocer la capacidad que tienen los comunicadores sociales de intervenir, desde sus habilidades específicas y como parte de una labor interdisciplinar, en las prácticas sociales.

¿Qué he aprendido en estos casi veinte años de alternar la práctica de la capacitación con el trabajo directo en distintas organizaciones?, se pregunta Daniel Prieto Castillo en un trabajo reciente. En primer lugar, el valor del esquema ya clásico (diagnóstico-planificación-gestión). Si coloco los guiones es porque aludo con ellos a una totalidad imposible (al menos idealmente) de fragmentar en acciones aisladas. Un diagnóstico sin consecuencias para la planificación carece de sentido, una planificación sin diagnóstico es pura improvisación y una gestión, sin los pasos anteriores, un camino orientado a resolverlo todo sobre la marcha, como si el día fuera suficiente para conocer y resolver situaciones complejas de más en más(3).   

Las relaciones a la par de los medios constituyen hoy el objeto de atención profesional de quienes trabajan en comunicación. De esta manera el término comunicador debería usarse para nombrar a quienes, haciendo uso de las ciencias y las técnicas de la comunicación, actúan de manera sistemática (intervienen) sobre las prácticas sociales(4).

El comunicador así entendido es aquel científico social que, asumiendo que lo comunicacional es parte integrante e inseparable de las prácticas sociales contemporáneas, pone sus habilidades al servicio de la gestión, desarrollando estrategias comunicacionales (o de comunicación), que abarcan tanto el nivel de las relaciones (que incluyen acuerdos y tensiones en función de los objetivos(5), como de los medios y las producciones.

La gestión implica una concepción y una práctica respecto del poder, de la administración del mismo y de la forma de construir consensos y hegemonías dentro de una determinada organización, sostienen C. Villamayor y E. Lamas refiriéndose a la radio comunitaria y ciudadana. Y agregan que la acción de gestionar atraviesa toda la institución, en sus relaciones inmediatas, en la coordinación interna, en las maneras de establecer o de frustrar lazos de trabajo, en la selección de determinados medios, en el conjunto de opciones que se adoptan a la hora de interactuar con otras instituciones(6).

No se diagnostica sino para poder planificar mejor. No se planifica sino en función de diseñar de la manera más adecuada una gestión de estrategias comunicacionales orientadas a mejorar la manera de llevar adelante la tarea de una organización, de una institución, de una empresa o de un grupo social. Y la gestión se traduce necesariamente en un juego de consensos y disensos, también de transformaciones, en el interior de la organización misma y en la multiplicidad de relaciones que esta opera con su entorno.

Comunicacionalmente hablando, la gestión no se restringe a una mirada interna de la organización, sino que resulta también del análisis de las relaciones que se constituyen entre la misma organización (como tal) y su contexto, por una parte, y de las relaciones que cada uno de sus miembros genera en el entorno, por otra(7).

Por todo lo anteriormente dicho la gestión de procesos comunicacionales, especialmente aplicada a las organizaciones sociales, comunitarias y educativas, se convierte en punto central de este trabajo de investigación. La referencia a los procesos comunicacionales, en lugar de hablar lisa y llanamente de la comunicación, tiene que ver con una concepción de la comunicación que se apoya sobre todo en las relaciones y en las interacciones entre los sujetos que son actores de la misma.

En concreto, nos estamos refiriendo a las prácticas específicas de comunicación que se verifican y pueden ser reconocidas en el contexto de las prácticas sociales. En otras palabras: a situaciones de comunicación protagonizadas por actores, individuales o colectivos, en permanente dinamismo y situados en proyectos, en organizaciones o instituciones.

En todo caso los procesos comunicacionales hacen referencia a los actores, a espacios de necesidades y demandas comunicacionales vinculadas con las prácticas que se verifican en la sociedad. Al ubicar estos procesos comunicacionales como centro de nuestra preocupación y objeto de estudio estaremos dirigiendo nuestro análisis a las situaciones de comunicación, a reconocer en ellas sus interdeterminaciones fundamentales y a proponer, a modo de estrategias, las soluciones que consideremos adecuadas.        

No tenemos entre manos un método o un instrumento infalible. Usamos un recurso de las ciencias sociales para alcanzar un objetivo de cambio. Pero lo más importante son los seres humanos. Cada persona encierra en sí misma un valor único e irrepetible.

El cambio es entendido como desarrollo y a la inversa. El desarrollo es esencialmente cambio: no simplemente cualquier cambio, sino una mejora definitiva y un cambio para mejor. Al mismo tiempo, el desarrollo es también continuidad, puesto que si el cambio ha de echar raíces, ha de tener algo en común con la comunidad o la sociedad en cuestión. Debe tener sentido para las personas y estar en línea con sus valores y capacidades. El desarrollo, por lo tanto, debe ser apropiado desde el punto de vista cultural, social, económico, tecnológico y medioambiental(8).

Las organizaciones y lo público

En Argentina se ha carecido y se carece de políticas públicas que, a través de los años y los distintos gobiernos, hayan contribuido al desarrollo y a la consolidación de las organizaciones sociales denominadas también del “tercer sector”. No obstante, este tipo de organizaciones ha crecido, en muchos de los casos a partir del trabajo voluntario de grupos que se han consolidado sobre la base de un ideal o de una propuesta central que obra como motivador y como coherencia de sentido.

Puestas en tela de juicio, sin embargo, estas organizaciones de la sociedad civil han ido, a la vez que acumulando mayores tareas y responsabilidades, adquiriendo mayor relevancia en el contexto social, político y cultural del país, debido a que el “retiro” del Estado de una serie de campos (salud, educación, asistencia social, entre otros), las han impulsado a cubrir demandas que antes eran atendidas por el mismo Estado.

Hoy por hoy las organizaciones son parte constitutiva de lo público, cumplen funciones y roles antes reservados exclusivamente al Estado. Creemos, no obstante, que no se puede hacer una transposición automática de funciones antes ejercidas por el Estado a estas organizaciones. No corresponde y, por otra parte, no están en condiciones de cumplir a cabilidad con tales responsabilidades. Entendemos –y nos lo demuestra nuestro trabajo de campo- que es necesario abrir un debate sobre lo público como escenario, como lugar, estableciendo también los niveles de responsabilidad de los distintos actores y los requisitos que demanda la prestación de determinados servicios de orden social. Creemos que esta es una tarea a la que podemos contribuir como investigadores desde la Universidad.

Las dificultades de tipo financiero y organizativo, en primer lugar, han puesto también en tela de juicio la eficiencia de este tipo de organizaciones.

El debate respecto del nivel de eficiencia de las organizaciones del “tercer sector” involucra posturas valorativas diferentes respecto del papel que cumplen las ONGs en el fortalecimiento de la sociedad civil y los medios a través de los cuales evaluar sus programas. De todos modos, las dificultades de las organizaciones en este eje parecen estar vinculadas con el debate sobre el propio concepto de “eficiencia”, las perspectivas de continuidad de los programas encarados y la capacidad de gerenciamiento interna, sostiene Daniel Filmus en un trabajo sobre el tema(9).

En esta situación, demandadas cada vez más como agentes de desarrollo, en medio de dificultades financieras y de gerenciamiento, la crisis de gestión de este tipo de organizaciones se ha hecho más evidente. Se trata de una problemática que exige respuestas transdiciplinares, que involucran directamente el campo propio de la organización institucional tanto como los aspectos o temáticas específicas que aborda cada organización específica (educación, cultura, etc.). Sin embargo, todo esto irrumpe en el preciso momento en que la comunicación pasa a ser reconocida como un dato constitutivo de las prácticas sociales y organizacionales y, por lo tanto, un factor a ser tenido en cuenta dentro de la problemática que estamos planteando.

Por lo antes señalado, resulta imposible pensar hoy en la gestión de organizaciones sociales volcadas hacia el desarrollo sin considerar allí a la comunicación como un dato a ser tenido en cuenta necesariamente. En este marco problemático el desarrollo de un área de trabajo específicamente dedicado a la planificación de la comunicación ha venido creciendo en nuestras facultades y centros de estudio y, al mismo tiempo, se ha desarrollado también como campo laboral. Sin embargo, sobre este ámbito específico no existe todavía una mirada sistemática destinada a ofrecer elementos que permitan revisar las experiencias, enfrentarlas con las conceptualizaciones y brindar de manera organizada estrategias de comunicación que contribuyan a un mejor desarrollo de la gestión en las organizaciones.

Dado que existen pocos estudios sistemáticos, textos de referencia y bibliografía que apliquen de manera directa y específica los conceptos de la planificación al ámbito de la comunicación y a la gestión de estrategias para las organizaciones, queremos realizar un aporte significativo al abordar el tema y construir en torno a esta problemática. En el marco de la propuesta de investigación de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP como unidad académica, nos sumamos a otros esfuerzos existentes en materia de comunicación y planificación y al sendero trazado a través de la Maestría en Planificación y Gestión de Procesos Comunicacionales (PLANGESCO).

La investigación agrega a lo trabajado hasta el momento un énfasis particular en el desarrollo de estrategias comunicacionales para la gestión, un aspecto hasta el momento poco o nada explorado y sistematizado, tomando en cuenta que la mayoría de los trabajos existentes se refieren de manera exclusiva al diagnóstico y a la planificación.

El trabajo contempla, además, la producción de un glosario de temas referidos a este campo específico de trabajo y la puesta a disposición del mismo -a través de una tecnología multimedial desarrollada con lógica de red conceptual-, una tarea que se encuentra iniciada y en pleno desarrollo. Por este camino, pretendemos ofrecer también un aporte para los investigadores y profesionales de disciplinas ajenas a la comunicación que, sin embargo, tienen que utilizar estos conceptos, y para los mismos profesores y estudiantes de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP o de otras unidades académicas.

Dificultades para tener en cuenta

Dado que antes mencionamos la crisis como un dato que nos atraviesa y que plantea también interrogantes desde el punto de vista epistemológico, no deberíamos dejar pasar los aspectos y las consecuencias prácticas de esa misma crisis para nuestra labor de investigación.

Es importante tomar en cuenta que las condiciones en las que se lleva adelante la investigación en la universidad argentina actualmente distan en mucho de ser las ideales. Se carece de los más elementales recursos y de condiciones de trabajo para desarrollar acciones que permitan arribar a resultados de alta calidad. Y si esto finalmente ocurre –aún a contrapelo de estas realidades- es porque quienes desarrollan las tareas de investigación comprometen en ello calidades, cualidades y una actitud de compromiso político y social que respalda su saber científico.

Se le retacea lo elemental, en recursos y en posibilidades, a quienes trabajan en la investigación científica. El país carece de objetivos y de políticas en la materia. Se hace muy poco y mal. El Estado en particular, y la sociedad en general, no se siente corresponsable de la tarea de investigación.

La tarea de los investigadores se plantea, en consecuencia, plagada de obstáculos

No queremos perder de vista, sin embargo, que también nosotros investigadores tenemos una cuota de responsabilidad en esta situación. Porque si la sociedad, si los actores sociales no demandan nuestro trabajo será, seguramente, porque no reciben de nuestra labor como investigadores aportes significativos para su accionar y para su vida cotidiana. Seguramente esto nos habla también del divorcio entre la universidad y la sociedad, entre los científicos y otros actores sociales.

También sobre este queremos seguirnos preguntando en nuestra investigación. Al tiempo que denunciamos las dificultades que tenemos para hacer nuestro trabajo, que reclamamos por lo que consideramos nuestro derecho a condiciones justas para desarrollar nuestra labor científica, no dejamos de interrogarnos por nuestras propias responsabilidades en el tema. Y ello nos compromete, necesaria y decididamente, a pensar y a encontrar procesos de transferencia efectiva de todo aquello que la investigación nos permite sistematizar y capitalizar. Esto también es parte de nuestra responsabilidad y de nuestra vocación política.

Notas


* El presente trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación: “La planificación de la comunicación aplicada a la gestión de organizaciones sociales, comunitarias y educativas, que actúan en espacios urbanos” dirigido por Washington Uranga e iniciado el 01/01/01. Forman parte del equipo de investigación: María Bosch, Daniela Bruno, Hernán Díaz, Lucía Guerrini, María Flor Gianfrini, Martín Iglesias, Graciela Radulich, Héctor Thompson, y Teresita Vargas.
1 AGUIRRE ALVIS, José Luis, Enfoques cualitativos y cuantitativos en la investigación comunicacional. Ponencia presentada en el Primer seminario latinoamericano sobre investigación de la comunicación, Asoc. Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación, Cochabamba, 4 al 6 de noviembre de 1999.
2 BOURDIE, Pierre, Capital cultural, escuela y espacio social, Siglo XXI Editores, 2ª. Ed., México, 1998, pág. 29.
3 PRIETO CASTILLO, Daniel, En torno al sentido de la totalidad diagnóstico-planificación-gestión, Mimeo, Mendoza, abril de 2000.
4 URANGA, Washington, Sobre el oficio del comunicador, Mimeo, Bs. As., abril 2000.
5 “… es imposible para una organización tomar iniciativas si no se tiene algún modo de gestión de sus tensiones. No se habla aquí de conflictos, sino de tensiones que oponen objetivos, normas, intercambios y equilibrio interno. Esta interdependencia de la capacidad de iniciativa y de la gestión de las tensiones está en el corazón mismo de las organizaciones, porque esto marca su doble naturaleza: son unidades particulares de acción y pertenecen a un campo de historicidad y a una sociedad política. Son a la vez sistema y unidad de acción”. Restrepo J., Mariluz y Rubio Angulo, Jaime, Intervenir en la organización, Bogotá, Significantes de Papel Ediciones, 1994, 2da. Edición, pág. 37.
6 VILLAMAYOR, Claudia y Lamas, Ernesto, Gestión de la radio comunitaria y ciudadana, FES-AMARC, Quito, 1998, pág. 29.
7 Idem, pág. 30.
8 SLIM, Hugo, ¿Qué es el desarrollo?, en Desarrollo y diversidad social, Anderson, Mary (presentadora), CIP, Madrid, 1998, pág. 65.
9 FILMUS, Daniel (coord.), El perfil de las ONGs en la Argentina, FLACSO-Banco Mundial, Bs. As., 1997, pág. 105.