Nancy Díaz Larrañaga |
El abandono de un espacio: una mirada a la construcción ciudadana desde los materiales educativos
Contenido
Los medios y materiales: un punto de partida
La perspectiva ciudadana
Las intersecciones
La ciudadanía en los medios
Algunos planteos
Notas
En el transcurso de la investigación Los materiales educativos y la enseñanza de la comunicación: perspectivas y abordajes, cuyo objetivo es analizar las perspectivas teóricas y epistemológicas de la comunicación que subyacen en los materiales educativos que se emplean para enseñar comunicación en las Escuelas Medias de la Ciudad de La Plata, nos hemos preguntado sobre el rol de los materiales educativos en la formación de los sujetos. Es así como se fue complejizando la mirada y la búsqueda; las preguntas que les fuimos haciendo a los materiales se multiplicaron.
En esta oportunidad realizamos una aproximación a la relación entre los materiales educativos y la construcción de la ciudadanía, intentando pensar cómo los medios y materiales presentan esta problematización desde lo discursivo. La propuesta de pensar la comunicación y la construcción de la ciudadanía es un desafío de afrontar, no sólo una mirada sobre nuestra constitución actual como ciudadanos, sino más bien, el presente en tanto formador del futuro.
En esta línea se inserta el presente trabajo, intentando reflexionar sobre cuestiones macro (la modernidad y su crisis, la escuela, la comunicación y la ciudadanía) desde abordajes micros: la propuesta y apropiación de medios y materiales en educación, desde una perspectiva comunicacional/ pedagógica.
Puntualmente nos preguntamos ¿Qué lugar ocupan los medios y materiales educativos en la formación de ciudadanos que respeten los valores, creencias y diversidades culturales? No nos abocamos exclusivamente a los materiales que pretenden enseñar explícitamente temas referentes a “formación ciudadana”, sino todo lo contrario. Nos centramos en medios y materiales que llevan implícita una concepción ciudadana, oculta, entre líneas, escondidas entre “ingenuas” propuestas de enseñanza y modos de aprendizaje.
En los debates que abordan estas problemáticas parece casi una constante encontrar referencias a la tan citada crisis de la Modernidad. Más que un lugar común, plantear la crisis de la Modernidad hoy es repensar los diversos lugares y posicionamientos teóricos/ metodológicos que con ella se gestaron (o que la gestaron).
El marco de referencia que instala a la Modernidad como lugar para reflexionar y situarse, encuentra su argumentación en la estrecha relación que presenta el proyecto moderno con el proyecto educativo vigente. La escuela liberal encarnó los ideales de la Modernidad desde sus valores y sus modos de funcionamiento, presentándose como “instrucción pública”. Desde esta construcción, la escuela forjó la constitución del campo cultural, derivado de la revolución industrial, donde se estableció el tiempo del trabajo, pero también el tiempo libre.
Si repensamos el lugar que ocupa en la visión de la sociedad y la cultura lo que se denomina crisis de la Modernidad, no podemos más que entrever una crisis de la Escuela actual, definida en sus valores tradicionales. Y si la formación institucionalizada contempla dentro de sus macro objetivos “formar ciudadanos”, hay que repensar qué elementos constitutivos del proyecto pedagógico se abocan a ello. Más aún, desde nuestra preocupación, ¿qué lugar ocupan los medios y materiales a la hora de repensar la ciudadanía como construcción en el espacio pedagógico?
Lamentamos reconocer que se carece, en su gran mayoría, de planteos serios al respecto. En esta misma línea, ponemos en duda que se esté formando conscientemente desde los discursos propuestos en los medios y materiales que se utilizan en la educación formal, al alumno para ser ciudadano y hombre íntegro, acorde al tiempo sociohistórico y cultural que le toca vivir y protagonizar.
Menos aún reconocemos una formación para el respeto ciudadano de los valores, creencias y diversidades culturales. Los medios, para la escuela, siguen siendo puro canal, nada por problematizar, nada que trascienda la materialidad, nada que construya el modo de vivir hoy en sociedad. Nada que nos forme en nuestros derechos y en nuestras obligaciones. Nada que nos proponga repensar desde nuestras maneras de ver el mundo.
Los medios y materiales: un punto de partida
Para poder comprender la interpretación de los datos que más adelante ofreceremos y nuestras primeras conclusiones, es necesario dar un paso atrás y partir de conceptos claves. Así, podemos abordar la definición de los medios y materiales de diversa manera. Si lo pensamos desde la comunicación, podría correrse el riesgo de nombrarlos de modo esencialita como soportes. De más está decir que no es ésta nuestra mirada. Mas bien, son formas de emergencia social y sobre todo cultural, donde las relaciones de comunicación se manifiestan, construyendo múltiples sentidos en un espacio social impregnado por la cultura mediática.
Ahora bien, si los pensamos desde la educación, los medios y materiales se constituyen en nexos entre lo que se enseña y se aprende. Son puentes de sentido que mediatizan en una relación didáctica el conocimiento y las experiencias de los sujetos vinculadas a él.
En el espacio escolar argentino, la impronta moderna se plasmó desde el texto escrito. Aún hoy, el libro o manual marca los lineamientos de trabajo dentro y fuera del aula. Si bien actualmente otros medios han ocupado algún espacio en las planificaciones y en las estrategias educativas, no disputan el poderío del texto. Podría afirmarse que las fotocopias reemplazan al libro, pero remitiéndose siempre a él, marcando su ausencia/ presencia.
El curriculum escolar se encuentra en gran medida demarcado por la oferta editorial vigente. De los casos analizados en escuelas medias de la ciudad de La Plata, el 96% de los docentes emplean textos en sus clases, aunque no en todas las clases y a veces combinados con otros medios. A la hora de referenciar los contenidos plasmados en el programa de la asignatura con los contenidos conceptuales trabajados en el aula, se evidencia una matriz demarcada por la apropiación de las propuestas de las grandes editoriales.
Otros medios y materiales van ganando lentamente terreno. Programas de televisión y de radio, limitado acceso a Internet, producciones de circulación no masiva, películas, audios musicales, entre otros, son los que más predominan. Las apropiaciones que los docentes hacen de los medios en general responden a una lectura hegemónica de los mismos. Existen pocas readaptaciones y un alto porcentaje de reproducción.(1)
La perspectiva ciudadana
Ser ciudadano hoy, responde, desde las definiciones formales, a la igualdad planteada frente a la ley: derecho de votar, derecho a ser representado por los gobernantes, derechos sociales y civiles que deben ser la plataforma de igualdad de los hombres, frente a toda diferencia de edad, género, y situación económica, entre otras.
García Canclini ha planteado en su libro Consumidores y Ciudadanos(2) un desplazamiento desde la noción tradicional de ciudadano a la de consumidores, donde el consumo privado (incluyendo el consumo mediático) viene a reemplazar “las reglas abstractas de la democracia y la participación colectiva en espacios públicos”, dando respuesta a los sujetos sobre sus preguntas referidas a derechos y obligaciones sociales. En su perspectiva, aunque nos estén interpelando como ciudadanos, nos sentimos convocados como consumidores.
Los actuales ciudadanos encuentran en los medios masivos muchas de sus respuestas frente a sus derechos de ciudadanos. También allí encuentran sus deberes. No es novedad que los medios masivos son constructores y espacios de construcción de la opinión pública. Pero no será ésta nuestra indagación, ni es ésta una investigación desde la perspectiva de la opinión pública, más bien, intentaremos revisar las concepciones que subyacen en los medios y materiales educativos sobre la ciudadanía y el ser ciudadano.
Nuestra intención es, entonces, repensar cómo la relación que los sujetos establezcan con los medios y materiales, así como los contenidos de los mismos marcan una referencia al ejercicio de la ciudadanía, las relaciones sociales desde una mirada política. Aquí nos preguntaremos por los derechos a la igualdad y también, y sobre todo, por los derechos a la diferencia, que no es lo mismo que la desigualdad.
Desde este esquema pretendemos entender a la ciudadanía no como una abstracción, sino como el reconocimiento de nosotros y los otros como sujetos sociales, donde cobra un lugar central la lucha por ese reconocimiento. En parte, dicho reconocimiento, se plasma en la capacidad de apropiarse de bienes materiales y simbólicos, y poder utilizarlos para el desenvolvimiento en la sociedad. Es así que “ser ciudadano no tiene que ver sólo con los derechos reconocidos por los aparatos estatales a quienes nacieron en un territorio, sino también con las prácticas sociales y culturales que dan sentido de pertenencia y hacen sentir diferentes a quienes poseen una misma lengua, semejantes formas de organizarse y satisfacer sus necesidades”.(3)
Las intersecciones
Para el trabajo de campo se confeccionó una donde se abordaron problemáticas en torno a la ciudadanía, los consumos culturales de los jóvenes, a las vinculaciones de las prácticas escolares con las cotidianas, a la producción mediática y a las percepciones respecto de la identidad juvenil.
También se realizaron análisis de diversos materiales escolares impresos (manuales), específicamente destinados para la enseñanza de la comunicación. Dicho análisis contempló la diagramación, el formato, las temáticas y las concepciones de comunicación, los objetivos que se plantearon, el público meta, las actividades y propuestas para los docentes y alumnos, y fundamentalmente un análisis semiótico discursivo sobre las maneras como se presentaba la ciudadanía en ellos, de manera explícita e implícita.
La interpretación de los materiales se confrontó con la postura de producir los propios materiales, como forma emancipadora y contextualizadora de la práctica pedagógica tanto en el ámbito formal como no formal.
Es evidente el predominio de la lógica escritural en el aula, en todos los niveles. Si bien en muchas oportunidades el manual o las fotocopias se ven reemplazadas por el diario o las revistas, siguen manifestándose como centrales frente a la imagen y al audio. También es de destacar el lugar conflictivo que asumen los medios en la escuela. A veces son negados, pero la mayoría de las veces son incorporados limitando su capacidad como materiales posibles de ser educativos. Ingresan al espacio áulico, pero el trabajo que se realiza con ellos no deja de ser lineal.
Siguiendo esta tendencia, el manejo de los medios por parte de los alumnos y de los docentes suele presentarse solamente desde el rol de consumidores, y muy en menor medida como productores.
Otros datos interesantes a tener en cuenta, son las diferentes referencias identitarias que los jóvenes enuncian con relación a cómo son vistos por ellos mismos, por la escuela, por sus familias y por los materiales y medios masivos. Las tipificaciones son muy altas, resultando significativas la de los medios y materiales y de la escuela.
La ciudadanía en los medios
En la mayoría de los textos, la problemática ciudadana no aparece de manera explícita. Recordemos que los textos analizados no incluyeron a los de “formación ética y ciudadana”, justamente para ver a la ciudadanía no como contenido conceptual, sino como contenido transversal. Las palabras ciudadanía y ciudadano no son mencionadas en los materiales educativos impresos. En este caso, cada vez que se refieren a los sujetos, eligen conceptos ambiguos como “persona” o “gente”. En ningún caso estos términos están definidos en su abarcabilidad.
Por las temáticas que abordan los textos, en la mayoría de las veces (89%) aparecen referencias a diversos grupos sociales. Estos grupos son caracterizados y son presentados desde la “diversidad cultural”. Se reconoce a las minorías, enunciando en un lavado discurso explícito la igualdad de derechos de estas minorías con el resto de los grupos sociales. Las minorías son trabajadas desde sus diferencias culturales y si bien se enuncia, como dijimos anteriormente, la igualdad de derechos, no se trabaja esta concepción más allá de la simple enunciación.
Las imágenes que acompañan el texto presentan un alto grado de tipificación del otro, esteriotipándolo y estigmatizándolo, no incluyéndolo discursivamente ni icónicamente en la misma jerarquía. Lo exótico, por momentos, parece retomar los tradicionales enfoques antropológicos. De esta manera no se trabajan los valores, las creencias y el respeto hacia grupos diversos o grupos minoritarios. Se parte de la idea que el texto está producido por y destinado a un sector hegemónico.
En ningún caso la noción de poder atraviesa estas conceptualizaciones. Es así que la diferencia nunca está presentada como desigualdad. Ni en el plano discursivo explícito ni de manera implícita la desigualdad es motivo de debate. Los manuales no ponen en escena esta problemática y por lo tanto, tampoco es retomada por los docentes. Consideramos que es una omisión que no puede pasar desapercibida, ya que la abstracta igualdad social que subyace al concepto tradicional de ciudadanía, se ve actualizada en prácticas sociales y culturales que a veces distan del ideal declarado.
Si tenemos en cuenta las actividades que proponen los manuales veremos que se continúa con el perfil marcado más arriba. Por un lado hay que analizar las tareas de resolución en el aula, las temáticas, modos y propuestas didácticas; y por el otro, aquellas que establecen contacto con las actividades extra áulicas, indagando con qué elementos se realiza dicha relación y cuáles pueden ser posibles de retomarse para trabajar la problemática ciudadana.
En el primer caso, se promueve en un índice bastante elevado (78%) el trabajo grupal y el debate con el propio grupo y con el resto de la clase. Estas estrategias didácticas podrían retomarse como fomento al derecho a la opinión, al trabajo colectivo que implica acuerdos, derechos y obligaciones, a las diferencias de opiniones. Sin embargo, la cantidad de materiales que potencializan estas actividades hacia esos espacios, se reduce notablemente (23%), evidenciando que el resto utiliza las estrategias como técnicas supuestamente “neutras”.
Si bien se promueve el debate, es necesario arribar a una única conclusión. Las respuestas “válidas” anulan, de esta forma, la pluralidad antes generada. Es decir, se promueve la diferencia para luego homogeneizarla. En términos políticos y comunicacionales esta afirmación no es menor, ni debe pasar desapercibida.
Un dato más de la homogeneización es el nexo que se estableció desde la escuela liberal con los textos. La escuela siempre se propuso compartir los mismos saberes a lo largo de todo el país. Esto es así, y por lo tanto el curriculum explícito es compartido. De este modo, también los manuales están “destinados” a alumnos de todo el país, aunque los modos discursivos, los ejemplos y las conceptualizaciones sean típicamente porteños y bonaerenses. Se dejan de lado los regionalismos y los modos de interpelación inclusivos que podrían dialogar con el resto de los destinatarios que no se encuentran representados en estas construcciones.
Si retomamos la propuestas extraescolares, veremos que se remiten a reforzar lo trabajado en el aula, aunque aumentan levemente las propuestas de vínculo y reconocimiento del otro (33%). Básicamente se pretende acercar a la escuela elementos diferenciales que partan de la experiencia de los alumnos, aunque la forma de retomarlo lava las potencialidades de estas propuestas.
Es de resaltar que en ningún material se trabaja ni implícita ni explícitamente el lugar de la escuela y la educación en la formación de ciudadanos o en la construcción de la ciudadanía. Consideramos que esta es una grave carencia, ya que desde aquí, la educación oculta uno de sus objetivos centrales. Lo niega y no lo pone en discusión.
Algunos planteos
Creemos que el uso de materiales en el espacio educativo debería ser un lugar clave para poder trabajar la construcción de la ciudadanía. Los modos de abordarlo pueden ser múltiples, aunque consideramos que la forma explícita de abordarlo guarda directa vinculación y pertinencia con los espacios de “formación ética y ciudadana”. Por lo tanto, la manera implícita desde las estrategias didácticas, los discursos, las representaciones icónicas, las actividades y el nexo con la comunidad, deberían ser los lugares a los cuales se apele para repensar a los alumnos como ciudadanos de hoy y sobre todo de mañana, cuando se integren de manera completa a las obligaciones y derechos que se proponen desde la manera tradicional de entender la ciudadanía.
Sin embargo, consideramos que la ciudadanía es mucho más que el voto, y que se asocia a las prácticas sociales y culturales, a los modos de apropiación de los bienes materiales y simbólicos. Por ello, creemos que no alcanza con buscar sólo el reconocimiento de minorías en los materiales, sino que se debe general el debate sobre quién y cómo debe garantizar la igualdad de acceso de esas minorías a las prácticas y los consumos. Y en este sentido, la comunicación tiene mucho para decir y aportar.
Los derechos no están planteados como algo abstracto, sino como algo que se redefine en los discursos y en las prácticas. Debería ser un espacio de reflexión sobre la diferencia y la desigualdad, que tienda a poner de relieve el propio rol en estas construcciones y los modos particulares y sociales de intentar garantizar la igualdad. Es decir, no alcanza con poder pertenecer al sistema, a la sociedad y problematizar ello desde la escuela, sino que también hay poder redefinirlo. La construcción colectiva que posibilita el trabajo escolar se convierte en un lugar privilegiado para comenzar a trabajar desde esta línea. Los materiales juegan aquí un lugar central al convertirse en mediadores.
El nexo entre el curriculum que propone el Ministerio de Educación y el trabajo en el aula se realiza en gran parte vía los materiales educativos. Es así que las editoriales terminan por conformar el verdadero curriculum, o mejor dicho, se convierten en el modo de “bajar en concreto” aquello que aparecía como lineamiento. Por tal motivo, no es menor pensar en los medios y en los materiales en el espacio áulico.
Si no prestamos debida cuenta a elementos como estos, nuestra formación y conformación estará cada vez más en manos ajenas, que a través de las editoriales proponen políticas educativas, donde entre otras temáticas, asumen un modo de trabajar o no trabajar la construcción de la ciudadanía. En este sentido, reflexionar hoy críticamente sobre la ciudadanía con nuestros alumnos, no solamente es una preocupación temática escolar, sino más bien, una ocupación social para el presente y para el futuro de nuestra comunidad.
Notas
* Este trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación: “Los materiales educativos y la enseñanza de la comunicación. Perspectivas y abordajes”, dirigido por Nancy Díaz Larrañaga, codirigido por María Victoria Martin e iniciado el 01/01/01 en el marco del Programa de Incentivos a Docentes e Investigadores. Forman parte de equipo de investigación: Pedro Roldán, María de la Paz Echeverría, Lourdes Ferreira y Alejandro Díaz.
1 No explicitamos en este trabajo las condiciones laborales de los docentes en Argentina, como así tampoco las condiciones de aprendizaje. Nos limitamos a remitirnos a conceptos generales que ya han sido ampliamente trabajados en otros escritos: alto grado de deserción escolar, baja matrícula, necesidades básicas no cubiertas, alto índice de desempleo de los padres, baja remuneración de los docentes, inestabilidad laboral, fragmentación laboral, pérdida de jerarquización de la profesión; en definitiva, crisis social e institucional. Bajo estas y otras circunstancias debe entenderse el planteo que venimos desarrollando sobre los medios, los materiales y sus usos.
2 GARCÍA CANCLINI, Néstor. Consumidores y Ciudadanos, México,, Grijalbo, 1995.
3 Idem. P. 19.