Marcelo Belinche |
Medios, política y poder. La comunicación en pocas manos*
Contenidos
Economía, política y medios de comunicación
Marco Legal y Globalización
¿Qué sucedió en la Argentina?
¿Cómo influyen los medios en la conformación de la agenda política?
Los grupos que lideraron la década del 90
Grupo Clarín
CEI-Telefónica
Conclusión
Notas
Si un estudiante de periodismo de los ’80, que se formó en un panorama mediático estable por décadas, leyendo las tapas monocromo de diarios tradicionales, escuchando la radio mientras tecleaba la Lettera 32, recordando las series de los canales de siempre, hubiera saltado del aula de aquel momento al presente, se sentiría el protagonista de la novela de Wells.
Sin embargo, el tiempo transcurrido es poco, y la máquina tiene más que ver con el poder real que con la imaginación del hombre de letras. Era difícil imaginar un contexto mediático en el que cuatro o cinco empresas lleguen a controlar la información circulante, creando y comprando medios hasta gigantizarse, relacionándose en grupos, dominando por asfixia. Dificultosamente hubiera previsto que sólo dos, Clarín y Telefónica de Argentina, disputarían la hegemonía nacional, articulados con empresas internacionales y jugando a ser socios y competidores. Era poco probable pensarlo en el marco de una ley que condicionaba, por lo menos un poco, el régimen de propiedad.
Fue la anulación de este régimen lo que funcionó como el encendido del motor.
La Ley de Reforma del Estado que firmó Carlos Menem en 1989 produjo el marco legal para la modificación de la Ley de Radiodifusión de la Dictadura Militar, y vehiculizó la decisión de vender los medios de comunicación de administración estatal.
Fue esto el detonador de la explosión de los “multimedios”, complejas empresas periodísticas que modificaron brutalmente la estructura funcional, tanto comunicacional como administrativa y financiera, de los medios, y los reinsertaron en la política nacional desde otra perspectiva y sobre todo, con otra capacidad de influencia.
En menos de un lustro, construyeron un nuevo escenario que, desde el Taller de Análisis de la Información, pensamos merecía ser revisado. La propuesta de trabajo consistió en realizar un diagnóstico a través del estudio sistemático de uno de los entonces florecientes multimedios. Y lo desarrollamos a través del proyecto de investigación “El proceso de construcción de los multimedios en Argentina, a través de la conformación del Grupo Clarín” (1997-1999).
Sus conclusiones probaron que ya no había multimedios sino grupos, que Clarín no era el único y que los medios de comunicación funcionaban con la lógica empresarial, lo que hoy se acepta como natural.
La Argentina era liderada en ese momento por Clarín y el CEI-Telefónica, propietarios de los principales medios y por ende del caudal informativo. Comprenderlas como empresas para analizar la información como producto fue el siguiente paso.
Iniciamos la segunda parte de esta investigación “La conformación de los multimedios en la Argentina: estudio de impacto sobre la agenda pública” desde una certeza: los medios han demostrado capacidad de captura, selección, utilización y construcción de la información circulante. Esto se traduce en la conformación de lo que se conoce como “agenda pública”, es decir los temas que “se plantean en el plano mediático y se convierten en el centro de interés público informativo y discursivo, generando consenso o rechazo social y estableciendo o no su propia continuidad”.
En esta continuidad radicamos el objetivo: establecer cómo esa capacidad, comprobada, de influencia de los medios en la agenda pública cotidiana se manifiesta y traduce a mediano y largo plazo a partir del abordaje de un escenario político concreto, establecido en el período 1999-2001.
Abordamos las columnas políticas, que se definen por orientación del Grupo al que pertenecen, y estudiamos la influencia que ejercen entre ellos y la opinión pública. A la vez, revisamos cómo la agenda mediática de los Grupos genera “los temas” que son recepcionados por el resto de los medios, comprobando el fenómeno de la retroalimentación de información.
Lograr este abordaje comparativo–analítico permitió observar con precisión hasta que punto cada Grupo y la sociedad política son responsables de la construcción de consensos o de rechazos por medio de la influencia mediática.
Concluimos que estamos frente a una opinión pública que debate en torno a lo sugerido desde los medios. Frente a medios que asumieron en la Argentina un nuevo rol, capaces de construir su propio prestigio y credibilidad por sobre las demás Instituciones.
Así, los reconocimos como empresas con fines comerciales pero también políticos.
Las transacciones comerciales que los agigantaron se efectuaron no sólo a nivel vertical u horizontal. La convergencia en las telecomunicaciones de la mano de la desregulación de la telefonía favoreció sus inversiones en nuevos sectores.
Entretejieron un mapa formado por empresas, razones sociales y capitales diversos que invirtieron en el sector seducidos por el auge y crecimiento de la reunión entre informática, telecomunicaciones y contenidos digitales.
De esta manera establecieron un sistema que profundiza la concentración de la información, dinámico y en cambio permanente, trasnacional, que mantiene la comunicación en pocas manos. Los resultados de las investigaciones desarrolladas por el Taller de Análisis de la Información se reúnen en el libro “Medios, Política y Poder. Los multimedios en Argentina”, que aborda desde el análisis crítico la conformación del mapa empresarial de las comunicaciones, editado por “Ediciones de Periodismo y Comunicación”, colección producida por la Facultad de Periodismo y Comunicación de la UNLP. Algunas conclusiones las adelantamos en este artículo.
En las últimas décadas se produjeron en la Argentina cambios impensables hace tres décadas; éstos, que comenzaron con las políticas de ajuste e inserción del país en el juego del mercado capitalista mundial, modificaron la relación entre Estado y Sociedad de manera profunda.
Daniel Delgado(1), en su libro Estado & Sociedad, señala que con la transición a la democracia, se produce el cambio de régimen político, la constitución del modelo representativo y el dificultoso ensamble entre políticas de ajuste y democracia durante el gobierno radical de Raúl Alfonsín (1983-1989). En este período se produce la eclosión de la crisis del Estado de bienestar con la hiperinflación de 1989. Se trató de la relación compleja entre el cambio de régimen, el aumento de las expectativas relativas a la democracia, la agudización de la crisis de la deuda externa e interna y la creciente influencia de los nuevos grupos económicos.
Con el gobierno del Dr. Carlos Saúl Menem (1989-1999), se llevó a cabo una decisiva y rápida transformación de la relación Estado-economía mediante políticas de reforma del Estado y consolidación del nuevo modelo de acumulación. No sólo se desplazaron diversas actividades públicas hacia el mercado privado, sino que termina de hacerse viable y definitiva la configuración del nuevo modelo de relaciones Estado-sociedad.
Hoy, la realidad indica que el modelo dejó afuera a miles de personas que no llegan a satisfacer sus necesidades primarias y que los menos son quienes han concentrado las riquezas. Las políticas económicas, y las leyes que permitieron implementarlas, ayudaron en particular a los capitales nacionales y extranjeros a colonizar espacios que estaban controlados por el Estado. El resultado, a la vista de todos, es que uno de los sectores más beneficiados fue el de los vinculados a los medios de comunicación y las telecomunicaciones.
La intención de la investigación realizada por los docentes del Taller de Análisis de la información fue mostrar cómo se dio la concentración de medios, llevada a cabo por los holdings de las telecomunicaciones durante la presidencia del Dr. Carlos Saúl Menem y durante la década del ‘90 en toda América Latina, y cómo éstos influyen en la agenda política y social, al punto tal de contradecir la premisa con la que se puso en práctica el plan de achique del Estado en todos sus estamentos.
En el caso de la privatización de los medios de comunicación, que hasta entonces se encontraban en manos del Estado, el discurso imperante sostenía que “la privatización de los medios, garantizaba la pluralidad informativa y la libertad de expresión”.
La primera medida tomada por el gobierno de Menem, en relación a los medios, fue la de modificar (por medio de decretos presidenciales de necesidad y urgencia), la ley de Radiodifusión N° 22.285 sancionada en el año 1980 y heredada del gobierno de facto de Jorge Rafael Videla.
Para establecer las transformaciones que se desarrollaron en lo que era un espectro atomizado en la propiedad de los medios de comunicación a fines de los ochenta, se abordan dos casos testigos: la formación del Grupo Clarín, entre 1989 y 1994, al que consideramos el ejemplo más claro de la política mediática practicada por los poderosos empresarios de toda Latinoamérica en estrecha relación con el poder político; y el CEI-Telefónica en el período 1995/1999. Tomar estos grupos no implicó dejar de lado el surgimiento y la posterior desaparición de otros, éstos también fueron abordados como actores fundamentales de este proceso de concentración de la información.
En este mismo sentido estudiamos el desarrollo de los grupos en otros países y regiones, porque ellos, y en la actualidad sobre todo, han influido y tomado decisiones en la política puesta en práctica en América Latina.
Entonces, fue imprescindible incluir en el análisis a países como EE.UU, España, Francia, Italia, entre otros, y regiones como el Nafta, CEE, que sirven de contextualización para entender el espectro de multimedios en la Argentina y su relación directa con el internacional.
Esta conjunción de “autopistas o supercarriers” de las telecomunicaciones (telefónicas) con los medios de comunicación social, fue el resultado de las fusiones empresariales. Estas provocaron, entre otras cosas, nuevas costumbres de consumo incidiendo en forma directa sobre los usos y costumbres de la región cultural en la que se radicaron. Es decir, al comprar o vender, además de los fantásticos aparatos tecnológicos (canales de cable, portales de Internet, radios, entre otras), se compran y venden contenidos culturales e ideológicos.
Sin considerar la posible influencia directa del mensaje sobre el receptor, la reducción de la pluralidad informativa provoca desconocimiento, desinformación y menor variedad en la información, lo que se traduce en menor posibilidad de elección. Es en este punto donde radica lo más importante de esta investigación.
La titularidad de muchos medios masivos argentinos en pocas manos, como por ejemplo la empresa Cimeco (Clarín–La Nación) en los periódicos, o de muchos canales de T.V. abierta en manos de Telefónica o de cadenas de emisoras de radio como Energy (de Alberto Pierri), o Master, no garantiza controlar la comunicación de una región, ya que no son compartimentos estancos cuando se habla de prensa gráfica, radio o televisión, pero sí tienen una gran influencia.
A esta realidad hay que sumarle que las empresas mencionadas, además de manejar otros medios masivos de comunicación están, en algunos casos, asociadas entre sí o funcionan como testaferros de una misma empresa madre.
Tampoco debe olvidarse, que estos tres medios se confunden con el teléfono, el teclado y el monitor de la PC, porque dichas empresas resultan ser quienes manejan los principales servicios de ingreso a Internet.
La compra o fusiones de medios es tanto vertical como horizontal, esto se verifica al observar la conformación empresarial y societaria de un medio. Hablamos de diarios que adquieren otros diarios, semanarios o revistas (horizontalidad), o medios gráficos que incursionan en el mercado radiofónico, televisivo (TV cable o TV abierta), Internet, telefonía o autopistas informáticas (verticalidad).
Lo antes enunciado da lugar a entender el por qué de las fusiones entre las empresas periodísticas, las de telecomunicaciones y las de informática: crear una comunión entre la producción, el transporte y los decodificadores.
Este nuevo fenómeno, llamado “convergencia en las telecomunicaciones” o “comunicaciones” mereció un estudio y abordaje por distintos canales, ya que diversas empresas han tenido que afrontar grandes conversiones para incursionar en campos que hasta el momento le eran ajenos y elaborar un aggiornamento.
La rama de las tecnologías de la información creció en diez años a pasos agigantados y las grandes compañías, conscientes de esto, optaron por la globalización aunando esfuerzos y tecnologías. La convergencia entre informática, telecomunicaciones y contenidos digitales, ha determinado un nuevo espacio dominado por la especialización y la búsqueda de mayor eficiencia, situación que ha provocado un sinnúmero de alianzas, compras o procesos de fusiones.
Queda claro que una investigación sobre esta temática puede obtener resultados precisos si se realiza desde la Universidad Nacional o desde la investigación independiente ya que la vinculación de las casas de estudio privadas con las empresas de telecomunicaciones y sus directivos en algunos casos, inhiben a las mismas de estas realizaciones, lo mismo ocurre con los trabajos que producen los medios salvo que se trate de una guerra entre compañías. De igual modo, en momentos en que se descarta la figura de Defensor del Lector (a modo de ejemplo) en los medios nacionales es impensable que ellos se autoexaminen o autoinvestigen, “La prensa no es todavía lo suficientemente transparente, tal como ella exige que sean las otras instituciones”.
Como sostienen Herscovici, Baldaño y Mastrini(2) “... a partir de la creciente integración de los medios de comunicación en la estructura económica mundial no es posible seguir soslayando esta perspectiva de análisis que integra el estudio de las relaciones de poder expresadas en el sistema de producción económico y en el nivel cultural. El rol de los medios en el proceso de acumulación de capital - el problema de las clases sociales, los medios y la legitimación de la estratificación social; la relación entre producción material y producción intelectual - constituye la base analítica de la economía política de la comunicación. El interés por desarrollar este tipo de estudios en América Latina puede ser avalado a partir de una breve cita sumamente expresiva de Antonio Pasquali (1995) sobre la situación actual:
‘Hemos ingresado globalmente, y por de pronto sin retorno, en la era de la plutocracia, hay cola para prosternarse ante el dinero. El desinterés, la solidaridad social y la mística del servicio público son enviados al archivo muerto de los valores obsoletos. La guardia pretoriana del posmodernismo tilda de jurásicos a quienes osan invocar verdad y razón, justicia o valores”.
El final de la década del ‘80 en la Argentina, coincide con el inicio del período menemista, que estableció en el país políticas de corte neoliberal, hecho que ocurrió también en el resto de América Latina (a excepción de Cuba) durante un lustro, situación que provocó un gran número de profundos cambios económicos estructurales y culturales en el continente.
Pero estos cambios no estuvieron aislados del mundo, y la transformación sufrida por los latinoamericanos, caminaría por el sendero de la transformación en forma de estrecha relación con la Comunidad Económica Europea y de manera concordante con los países del norte del continente americano.
Si se enmarca el comienzo de este período en un contexto internacional, hay que partir desde el momento de la caída del muro de Berlín y la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS) en noviembre de 1989 y la consiguiente legitimación del sistema liberal-capitalista imperante. Se produce la consolidación de la Comunidad Económica Europea como tal, por lo tanto puede afirmarse que es el decenio en que la globalización muestra sus fuerzas al mundo.
En América Latina se podría definir como la década de las consolidaciones de las democracias, con los primeros traspasos de mando de presidentes elegidos por el voto popular a otros que transitaron el mismo camino de la democracia y el de las privatizaciones de las empresas estatales.
Entendemos a la globalización, en términos fundamentalmente descriptivos y no ideológicos o connotativos con orientación conceptual, como la integración entre las naciones o regiones en su estructura económica, con los pro y los contra que ésta trae aparejada. Abordemos entonces la globalización como un proceso en marcha y consolidado que tiene injerencia en lo político, cultural, informativo y económico.
Por supuesto no podemos dejar de lado que ya en la década del 50 el doctor Silvio Frondizi, notable académico latinoamericano denominó, con el concepto de “Integración Mundial del Capitalismo” lo que en los noventa llamamos “Globalización”, e iba más allá cuando diagnosticaba que se escondía la naturaleza del sistema de relaciones entre los diferentes componentes y no establece el signo de los ganadores en el campo cultural e ideológico.
Un análisis retrospectivo permite interrogarnos quién hubiera podido anticipar hace 15 años las transformaciones que la globalización traería aparejadas en el campo de la política, de la economía o de las comunicaciones en la Argentina.
En lo que respecta al área de las comunicaciones el informe McBride publicado en castellano bajo el título de “Un solo mundo, voces múltiples” (París-México, UNESCO-Fondo de Cultura Económica 1980) describe una realidad que nos permite tomar conciencia del peligro que la aldea global de McLuhan puede significar para las culturas vernáculas.
En este sentido, ya en 1978, cuando poco se hablaba de globalización y en medio de una puja entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, Ángel Benito decía que había que: “Hallar una vía que haga posible el establecimiento de una estructura informativa auténticamente popular”.
Y a fines de los noventa, países de Europa occidental, como Polonia, efectuaron transformaciones mucho más rápido de lo esperado y otros como los de la comunidad africana se sumieron en el atraso.
¿Qué pequeño inversionista europeo o norteamericano -cuyo encuentro más cercano con Tailandia o Brasil había sido ver algún vídeo de la Academia Nacional Geográfica- hubiese imaginado que podía encontrar su futuro ennegrecido por una relación previamente desconocida entre el Estado financiero de su fondo de retiro y la incapacidad de los ministros de finanzas de estos países para vigilar los portafolios de inversión de sus bancos prestamistas?
Es sin duda en la economía y la información donde más se consolida la globalización y eso hace replantear la creación de un marco regulatorio internacional para su ordenamiento.
Asimismo la globalización económica genera ciencia e informaciones globales. En la actualidad, intercambiar e incorporar ideas en todo el mundo resulta sencillo. Las nuevas posibilidades acrecientan las oportunidades de cooperación entre investigadores y científicos, además de promover los vínculos entre los pueblos.
De hecho la realización de este trabajo hubiera resultado imposible sin la ayuda de la red de redes o del uso del correo electrónico para recibir o chequear datos con otros colegas investigadores o docentes del mundo.
Las modificaciones en materia económica que variaron el mapa mediático y de las telecomunicaciones en la Argentina, tienen una cierta vinculación con lo que sucedía en el resto del mundo con las llamadas mega fusiones y modificaciones legales que permitían estas asociaciones.
En los EE.UU. el Comité Federal de Comunicaciones (FCC) aprobó nuevas normas de propiedad de los medios, lo que permitió, por ejemplo la fusión de Aol con la Time Warner transformándose en un imperio de las telecomunicaciones.
Algo parecido ocurrió en Europa donde los países miembros de la Comunidad Económica Europea (CEE) reformaron su legislación en materia de telecomunicaciones para poder conformarla. Esto permitió la fusión de empresas de distintos países con el fin de crecer y poder competir en el ámbito local e internacional.
En Brasil, socio principal del Mercosur por cantidad de habitantes y extensión territorial, la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) debió rever su legislación en materia de telecomunicaciones y medios de comunicación después de la incorporación de capitales de la estadounidense Microsoft y la española Telefónica Internacional con el Grupo Globo, que domina el 70% del mercado de TV por cable en el Brasil, y Editorial Abril en forma respectiva.
La convergencia de las tecnologías es un único producto: “Multimedia”. Se torna inviable la continuidad de tratamientos legales diferentes según el tipo de producto o la forma en que se distribuye.
La irrupción del sector privado en el campo de las prestaciones de servicios, y, de manera especial, en las telecomunicaciones, hecho que se produjo enmascarado detrás de la gran ola de privatizaciones, produjo el paso de un oligopolio en manos del Estado a un oligopolio en manos privadas.
Dicha situación fue posible por obra y gracia de las leyes de Reforma del Estado 23.696 y Emergencia Económica 23.697 (Publicación: Boletín Oficial 23/8/89), las cuales abarcaban numerosos aspectos técnicos y políticos que cambiarían la estructura económica de la Argentina, ambas consensuadas por los principales partidos políticos con representación parlamentaria: la Unión Cívica Radical y el Partido Justicialista.
Estas normas fueron conocidas con el nombre de ley Dromi, por quien fuera el primer ministro de Obras y Servicios Públicos de la gestión Menem. José Roberto Dromi era abogado administrativista mendocino y pieza clave junto con sus coterráneos José Luis Manzano y Eduardo Bauzá de las primeras privatizaciones en la Argentina. La revista “Noticias”, de importante tirada, llamó a esta asociación “El Cartel de Mendoza”.
No es para nada descartable la hipótesis que sugiere “Noticias” en la cual explica que de esta asociación también participaron Raúl Monetta y la familia Vila, ya que ambos fueron magnates de los medios masivos de comunicación durante la década que abarca nuestro estudio y tuvieron, en mayor o menor medida, una estrecha relación con operaciones políticas realizadas por el gobierno de Menem.
La modificación de la Ley de Radiodifusión por medio de la supresión de algunos incisos de los artículos 43, 45 y 46, mediando decretos de necesidad y urgencia, permitieron blanquear una situación que se daba desde mediados de los años ochenta cuando algunos medios gráficos controlaban también los electrónicos nombrando testaferros. Estos cambios permitieron al mismo tiempo que grupos económicos de gran cuantía accedieran al control de las señale de TV abierta.
En principio, se llamó a licitación - el 22 de diciembre de 1989- para la adquisición de los siguientes canales: LS 84 Canal 11 y LS 85 Canal 13, otorgados en concesión por 15 años a Televisión Federal (Telefe) y a Arte Radio Televisivo Argentino S.A.(Clarín) respectivamente, con una oferta de 3.500.000 de dólares aproximadamente. Los ganadores se hicieron responsables de las mismas el 11 de enero de 1990.
Luego le siguieron LR 3 Radio Belgrano y LR 5 Radio Exelcior, ambas radicadas en Capital Federal las cuales pasaron a manos de Radio Libertad S.A. de Alejandro Romay y Red Celeste y Blanca S.A. ambas en febrero de 1991 y con concesiones de 15 años.
En este período también se licitaron frecuencias en el interior del país, que de igual manera que en la Capital, fueron adquiridas por titulares de medios gráficos de comunicación como LV3 Radio Córdoba o LU3 Emisora Pampeana.
Por su parte, la ley que rige en materia de comunicación, tampoco contempla la televisión por cable o la satelital, pese a que la primera funciona en nuestro país desde los años ‘60 ubicando a la Argentina en el tercer lugar por su cantidad de abonados, detrás de Estados Unidos y Canadá con 5.500.000 y una cantidad de 100.000 suscriptores a la televisión satelital. A estas cifras, deberán sumárseles las que muestre la televisión digital, la cual ya está funcionando, aunque sin una presencia importante por su reciente aparición.
En 1991 se sancionó ley 24.124 que ratificó el Tratado de Promoción y Protección de Inversiones Recíprocas con los Estados Unidos. Así se permitieron las inversiones de capitales extranjeros en nuestro país en el campo de los medios de comunicación, saliendo así Argentina del Acuerdo de Colonia firmado por sus socios del Mercosur (Brasil, Paraguay y Uruguay) que restringe las inversiones de capitales extranjeros en medios de comunicación. A diferencia de lo ocurrido aquí, en EE.UU sí puso recaudos sobre la problemática de la concentración de medios de comunicación, por el peligro que podría significar que desde la Argentina entrasen importantes cadenas mediáticas europeas.
En este marco y con condiciones muy favorables, se constituye el CEI-Citycorp Holdings y Cointel.
Después de la Reforma Constitucional de 1994, que permitió la reelección del presidente Carlos S. Menem, se sucedieron decretos de necesidad y urgencia que, a modo de pago por el apoyo brindado a su reelección, beneficiaron a los grupos inversores.
A modo de ejemplo puede mencionarse el decreto presidencial que permitió la privatización de la frecuencia A M 710 que pertenecía a Radio Municipal de Buenos Aires y que se encontraba bajo la órbita del gobierno autónomo de la ciudad de Bs. As. La misma queda en manos de un grupo de empresarios relacionados con el gobierno.
Asimismo, otro decreto presidencial, permite el traspaso de las licencias radiales, antes de los cuatro años que establecía la ley anterior. Con lo cual, un negocio de 1 millón de dólares que costaba la emisora, se transforma en uno de 11 millones al año.
Finalmente, se permite el blanqueo de la propiedad de las emisoras radiales, ya que se dicta un decreto a través del cual, se legaliza que una persona, o empresa que hasta ese momento podía tener de 4 licencias en el país, pueda elevar ese límite a 24.
A más de diez años de las privatizaciones de los medios de comunicación nos encontramos en el punto de partida, pero con la historia no contada de la transformación de los medios de comunicación en empresas de telecomunicaciones (la propiedad de los medios en pocas manos).
En ese entonces, Carlos Menem y sus ministros expresaban que los medios de comunicación se privatizaban porque era inviable su financiamiento en manos del Estado y era este un aporte al déficit fiscal. Hoy, los propietarios de las licencias de televisión, alegan que los canales de televisión abierta son deficitarios, pero no dicen que a partir de estos se comenzaron a formar los actuales conglomerados de comunicación y que gran parte de la publicidad que desapareció de la televisión abierta fue a dar al sistema de cable, del cual, muchos de ellos, son los mismos dueños.
No es para nada novedoso, que los medios de comunicación instalan temas de debate en la opinión pública y buscan legitimar esa noticia a través de su influencia en ella o con su estructura de multimedia. Citamos ejemplos de algunos estudiados en el período de investigación.
Como nuestro espacio temporal abarcó desde los últimos meses de 1989 hasta mediados del 2001, es necesario comenzar con el análisis del discurso que los medios de comunicación - en manos privadas y estatales - hicieron sobre el tema de los saqueos a los supermercados en plena etapa hiperinflacionaria durante la presidencia del Dr. Raúl Ricardo Alfonsín.
Mientras los medios de comunicación privados hablaban de un país en llamas (frase que después adoptaría el ex presidente Menem para graficar cómo se encontraba el país cuando él asumió el gobierno) debido a las protestas, las emisoras en manos del Estado mostraban una realidad distinta, con desagrado y protestas pero sin una situación de caos y con agitadores que incitaban a sectores marginados de la población a los saqueos.
Estos mismos medios privados que mostraban un país “incendiado” (Clarín, América, Atlántida, Canal 9, entre otros) fueron los que después de unos meses de iniciado el nuevo gobierno se vieron favorecidos con las privatizaciones.
El noviazgo entre el gobierno y algunos medios, en especial Clarín, duró hasta la apertura del mercado a capitales extranjeros a mediados de la década del ‘90 por medio de convenios y decretos que incidieron en la reelección del presidente Carlos Menem.
A partir de ese momento, se terminaron de consolidar dos grandes polos a los que se los podría definir como pro y anti menemista. Por un lado, el armado de un grupo multimediático de gran envergadura dirigido por hombres allegados al gobierno como Raúl Monetta y Constancio Vigil entre otros, asociados con capitales extranjeros, por otro la consolidación del Grupo Clarín de capitales nacionales que al ver peligrar su hegemonía en el campo de los medios de comunicación, comenzó una lucha sin cuartel contra la gestión menemista.
Es digno de análisis el comportamiento de estos dos grandes grupos y de algunos más pequeños frente a los mismos hechos o noticias.
Clarín, no cesó de realizar investigaciones y denuncias que tenían como protagonistas a hombres del gobierno, provocando incluso la renuncia de ministros y secretarios de la administración. Los casos a destacar son: el de ventas de armas, el Yomagate, el denominado “mala leche“y el affair IBM-Banco Nación.
Del otro lado la llamada prensa “felpudo” (denominación dada por la Revista Noticias a la prensa rereeleccionista) ligada al CEI, trataba de minimizar este tipo de información de diferentes formas. Prestaba atención, por ejemplo, al impacto que causó la presencia de la hija del presidente, Zulemita Menem, en Londres durante una visita oficial durante 1998 (tapa de la revista Gente) o daba espacio a las peleas entre “las chicas” del denominado caso Coppola (el programa de Mauro Viale América2, Memoria Canal Azul). Además, este grupo, impulsó la proliferación de los Talk Show y la desaparición de los programas políticos en sus medios.
La construcción y la legitimación de estas denuncias e investigaciones, fueron ayudadas en distintas ocasiones por la estructura de los multimedia funcionando en forma conjunta. Es decir, se publicaba la denuncia en el o los diarios, luego ésta era levantada por las radios y durante el mediodía y la noche difundida por los noticieros de la TV, todos los medios que intervenían eran pertenecientes al mismo grupo. Hay que tener en cuenta que, cuando se dice diarios, radios o canales de televisión, deben incluirse los del interior del país. A la estructura mencionada deben sumarse las agencias de noticias que, también forman parte de las estructuras multimediáticas.
Un claro ejemplo de lo mencionado, es el del tratamiento que el grupo Clarín le dio al escándalo conocido como él “Su llamado” o “0600” , protagonizado por la estrella de Telefé Susana Giménez, quien fue tratada de contratar por Canal 13 (Grupo Clarín) en reiteradas ocasiones y nunca se pudo llegar a un acuerdo.
Del mismo modo se puede observar como actuaron estas estructuras en el recorte informativo, o la estricta selección y utilización de la información. Caso testigo es el comportamiento que tuvieron Radio Continental, Telefé y Azul TV (pertenecientes al CEI) el día que se ordenó el procesamiento y la prisión de Raúl Moneta, director de la empresa que controlaba estos medios. Una noticia que para cualquier medio era de trascendental importancia por tratarse de uno de los más importantes y renombrados empresarios de la década, no tuvo espacio en los noticieros de estos medios. Incluso algunos desvirtuaron la causal de la orden de arresto leyendo un comunicado de los abogados defensores del empresario en el noticiero del mediodía del canal con mayor encendido en esos años y donde más apariciones hizo el presidente Menem.
Hacia finales de la década del noventa el campo de las telecomunicaciones en la Argentina se concentró en dos grandes Grupos: Clarín y el CEI-Telefónica. Describir su conformación explica de qué hablamos cuando decimos que en ese período se concentró la comunicación está en pocas manos.
Considerado como el grupo de comunicaciones más importante del cono sur de América Latina hasta la formación del CEI, tenía una facturación estimada en el año 1999 de U$S 2.000 millones y una deuda de U$S 1.700 millones.
En noviembre de 1999 el grupo anunció la venta del 18% del paquete accionario del mismo a Goldman Sachs, uno de los mayores bancos de inversión del mundo en U$S 500 millones, la idea del grupo de origen estadounidense era colocar la inversión en el mercado de capitales internacionales, especialmente en Wall Street.
El grupo lo conformaban:
· 100% Agea: diarios Clarín y Olé
· 49% Revista Elle
· 33% Cimeco: La Voz del Interior, Los Andes, La Gaceta
· 36.9% Papel Prensa
· 23% Agencia Diarios y Noticias
· 96.8% Artear Argentina: Canal 13, Todo Noticias (TN), Volver, Magazzin· 100% Radio Mitre S.A.: Mitre AM 80, FM100, FM Top 40
· 33% Supercanal
· 51% Galaxy Argentina: DirecTV
· 24.5% Compañía de Teléfonos del Interior: CTI
· 50% Audiotel S.A.: 0600
· 100% Prima: Ciudad Internet, Datamarkets
· 60% Tele Red Imagen: TyC Sports, Supreme Ticket, Admite, TyC Uruguay, Tele Red Deportes Chile.
· 100% Multicanal
En alguna de estas empresas el grupo estaba asociado con empresas del rubro de capitales nacionales e internacionales como: La Nación S.A., Editorial Abril, Grupo Correos, Aguilar, Cisneros Grup, Reuter, entre las más importantes.
En los medios dedicados a la información económica y de negocios, comenzó a resonar de forma insistente el nombre del fondo de inversiones de origen norteamericano Hicks, Muse, Tate & Furst (H, M, T & F o Hicks), que en la Argentina comenzó con una participación del 25% en el CEI a fines de 1998 y principios de 1999.
En agosto de ese último año nació el consorcio Hicks Muse Argentine Media Investments (AMI), luego de que Hicks le comprara al Banco República (Moneta) su parte accionaria en una operación que rondó los U$S 200 millones y así accedió al control de casi el 72% del CEI.
Después de esta operación financiera, el Hicks se posesiono y antes de su disolución el Holding comunicacional del CEI-Telefónica, estaba conformado por:
- Cointel, participaba en partes iguales con Telefónica Internacional (TISA) con la tenencia del 51% de Telefónica de Argentina, la cual posee: 100% de Unifone, 50% de Startel, 100% de Páginas Amarillas y 50 % de Radiollamada. El 49% restante está dividido en un 10% para el Programa de Participación del Personal y un 39% en acciones que se comercializan a través de las Bolsas de Valores de Buenos Aires y Nueva York.
- 35,9% de Cablevisión. TISA posee un 35.9 % y TCI el restante 28,2%.
- 26,8% de Atco (Atlántida Comunicaciones) con participación en las siguientes empresas: Editorial Atlántida 95%, Telefe 100%, Radio Continental 100% y canales del interior 100%. TISA controla el 26,8%, la familia Vigil el 35,8% y el 10,6% restante esta en manos de TyC.
- 26,8% de AC Inversora, Canal Azul, en coparticipación con TyC 10,6%, Constancio Vigil 35,8% y TISA 26,8%.
- 20% de Torneos y Competencia, con participación en las siguientes empresas: Pramer, Telered Imagen y Televisión Satelital Codificada.
- 50% de Advance, con participación en: Compuserve, Satlink y Aki.
El grupo fuera del CEI participaba de estas empresas:
- BGS Group.
- Teledigital Cable S.A., sistema operador de televisión por cable.
- Fondo Venture-Capital, contenidos para internet.
- 35% del Portal Argentino El Sitio que adquirió en 44 millones.
- Heres Uruguay, publicidad.
- Publibus, Uruguay, publicidad.
- Heres Chile, publicidad.
- The Meca Media Grup, Argentina, publicidad, formado por las siguientes empresas: Meca, Julius y Giganto Urbana.
- Compañia Chilena de Telecomunicaciones, vinculadas a las radioemisoras: Rock & Pop y Corazón y el Canal 2 de televisión y Rock & Pop Televisión.
- Traffic, Brasil, poseedora de los derechos de fútbol para su transmisión por televisión para América latina.
- Grupo TV Cidade, con licencia en 10 ciudades de Brasil para brindar televisión por cable.
- Compañía de cable Intercable, Venezuela, con 180.000 abonados.
- Grupo MVS, México, en telecomunicaciones.
- Productos del Monte, México.
- Vidrio Formas, México.
En diciembre de 1999 comenzó un proceso de separación de activos que dejo en manos de Telefónica Internacional las siguientes empresas:
Telefé, Editorial Atlántida, Radio continental, La Red, FM Hits, Canales del Interior y Canales Regionales, T y C y Azul TV.
Telefónica además desarrolló una fuerte presencia en América Latina, ya que opera una de cada tres líneas telefónicas existentes, un verdadero imperio que va desde México hasta la Argentina operando compañías de telecomunicaciones en: México, Puerto Rico, El Salvador, Venezuela, Perú, Brasil, Chile y Argentina.
Telefónica invirtió en los noventa una cifra que ronda los U$S 10.000 millones solamente en América latina y controlando unas 19.000 millones de líneas. En el resto del continente americano su presencia es a través de Terra Networks S.A. portal de Internet de Telefónica Internacional Sociedad Anónima (T.I.S.A.); y adquirió el portal de origen estadounidense Lycos en una cifra cercana a los 12.000 millones de dólares.
De esta manera T.I.S.A. logró consolidar su presencia en el mercado latinoamericano por medio de la prestación de servicios de: telefonía básica domiciliaria, telefonía celular u otros tipos de telefonía móvil, televisión abierta y distribución por cable, radios de AM y FM, sitio en Internet, distribución de programación y revistas.
Por estos nombres, porcentajes y siglas circularon un volumen de información que parecía ser inabordable, sin embargo estaba manejada y concentrada en dos Grupos que lideraban a la opinión pública definiendo claramente a los medios como actores políticos.
Abordar esta temática no implicó insistir con el poder que representa la propiedad y utilización de la información ya que además de ser una obviedad, es un tema desarrollado. Pero si nos resultó interesante observar el rol de los medios como el factor de poder principal de concentración y utilización de esa información. Es decir, reconocer a los medios como empresas con fines comerciales pero también políticos. Y, reconocer que a pesar de la enormidad de la oferta informativa, el control de la agenda pública existe.
* El presente trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación “Los multimedios en la Argentina. Grupo Clarín. Influencia en el proceso de construcción de la agenda pública (1999-2001)” dirigido por el Lic. Marcelo Belinche y llevado a cabo entre el 01/05/99 y 31/12/01. Formaron parte del equipo de investigación: Patricia Vialey, Miriam Bubenik, Ana María Roche y Analía Elíades.
1 Investigador de Flacso.
2 Alain HESCOVICI, CÉSAR BALDAÑO y Guillermo MASTRINI, Economía política de la comunicación y la cultura: una presentación en Globalización y Monopolios en la comunicación en América Latina (Hacia una economía política de la comunicación), Biblos, 1999, Buenos Aires, Argentina.