Adriana Archenti |
La experiencia de la migración desde la perspectiva de mujeres migrantes de origen boliviano
Contenido
Consideraciones metodológicas
Perspectiva conceptual
Puntos de partida
Notas
La presente propuesta representa una apertura de líneas de investigación, así como una continuidad y profundización de temáticas que miembros de la Unidad Ejecutora vienen realizando desde 1988 en sucesivas investigaciones en el marco de los Programas de Promoción Preferencial de Recursos Humanos e Incentivos a la Investigación Científica y Tecnológica. Durante ese período hemos investigado en el área del Gran La Plata sobre cuestiones de trabajo, población, migración e identidades sociales. Hemos profundizado sobre la formación de identidades étnico-nacionales (en especial referencia al caso de bolivianos) en situación de movilidad migratoria y procesos de visibilidad e invisibilidad social de migrantes asociados a categorías cognoscitivas, sentimientos, juicios, valores y actitudes de prejuicio, discriminación, estigmatización y exclusión hacia los mismos por parte de la sociedad local.
En el transcurso de esta trayectoria de trabajo intelectual, se han establecido relaciones con instituciones y programas sociales que intermedian las relaciones entre migrantes y sociedad local, entre los cuales destacamos las Escuelas del Gran La Plata y el programa Vida del Consejo de la Familia y Desarrollo Humano de la provincia de Buenos Aires, y con diversas agrupaciones motorizadas por los propios migrantes, tales como asociaciones de productores, trabajadores, coterráneos, residentes, estudiantes, FM locales, religiosas y otras.
A través de la propuesta de investigación actual nos proponemos:
- Aportar al conocimiento de la problemática de las migraciones internacionales, relevando y analizando aspectos generalmente desatendidos por los estudios sobre las mismas, esto es: focalizar el fenómeno desde las perspectivas de mujeres migrantes en tanto actor particular del proceso. En otras palabras, se busca profundizar en la comprensión de la dinámica y derivaciones que los movimientos de población incluyen en tanto fenómeno social complejo y diverso.
- Contribuir a la comprensión de los mecanismos locales de recepción, inclusión y exclusión de migrantes, a través de las representaciones y formas de participación de mujeres migrantes de origen boliviano.
- Generar un corpus de registros empíricos sobre migrantes fronterizos en la ciudad de La Plata desde una perspectiva microsocial cualitativa en el marco de la metodología antropológica.
- Brindar elementos de juicio que contribuyan a re-orientar y/o modificar políticas gubernamentales relacionadas con la migración.
- Poner los resultados surgidos de esta investigación y la experiencia de las propias investigadoras a disposición de las mujeres sujeto de nuestro estudio, así como de las organizaciones de migrantes bolivianos en la zona.
Consideraciones metodológicas
Para la realización de este proyecto partimos del presupuesto metodológico básico de la perspectiva antropológica: descripción y análisis de las racionalidades de los actores -colectivo/ sociales- a partir de su experiencia de vida, es decir de las definiciones organizadas por las propias migrantes.
El universo de análisis abarca mujeres de origen boliviano migrantes a la ciudad de La Plata y Gran La Plata a partir de 1980. La razón de esta elección temporal radica en el aumento de la afluencia de bolivianos a la Argentina y particularmente a La Plata en esa década. Además, el lapso de hasta 20 años implicado permite visualizar más ampliamente el desarrollo de ciclos familiares y los procesos de inserción laboral/ institucional y relación con la sociedad local.
Las unidades de análisis son mujeres migrantes bolivianas que han accedido al país a partir de 1980 y que se asocian al ámbito de producción y comercialización de productos hortícolas, con residencia en La Plata y Gran La Plata. La razón de este recorte del universo radica por una parte en el reconocimiento del frecuente contexto de “ilegalidad” en la situación migratoria e informalidad/ precariedad laboral en que se desenvuelven estas mujeres y sus familias, factores ambos que configuran una particular experiencia de la migración. Por otra parte, la experiencia previa de contacto de parte del equipo con el ámbito de la producción hortícola posibilita el acceso a ese universo.
En una primera etapa recurrimos a fuentes de información secundarias –datos censales, información pública global- que contextualizan el fenómeno migratorio de bolivianos a La Plata. Asimismo consultamos fuentes bibliográficas que intersectan las problemáticas de migración y género en orden de re-adecuar el marco teórico.
En una segunda etapa realizamos entrevistas semiestructuradas que representan el universo de análisis. A tal fin se confeccionó una ficha cuestionario que contempla los datos básicos de: origen, estado civil, composición familiar al momento de la migración, composición familiar actual, escolaridad, ocupación en el lugar de origen y en la actualidad, fecha y motivos de la migración, itinerario migratorio, participación en instituciones en el lugar de origen y en la actualidad.
En una tercera etapa se realizan entrevistas en profundidad y reconstrucción de historias de vida a una muestra acotada del universo de mujeres migrantes.
El marco de realización de la segunda y tercera etapa es aquel de un enfoque de “trabajo de campo antropológico”, que implica una visión totalizadora (en la presunción de la intervinculación múltiple de las variables consideradas), contrastiva (considerando las tendencias a la diferencialidad) y un enfoque concreto que rescata situaciones continuas de vida desde la perspectiva de los sujetos sociales.
Perspectiva conceptual
Durante el último siglo, la dinámica demográfica mundial ha presentado grandes evoluciones, estimulando políticas diferenciadas en distintos momentos históricos. Al iniciar el siglo XX, el principal fenómeno demográfico estaba constituido por los movimientos migratorios de Europa hacía el Nuevo Mundo. En aquel momento, las políticas explícitas de población eran relativamente sencillas: favorecían la entrada de ciertas nacionalidades y rechazaban otras nacionalidades y grupos étnicos. Posteriormente, debido al éxito notable de los esfuerzos para el control de la mortalidad, se produce un crecimiento demográfico acelerado en los países subdesarrollados. Este fenómeno dominó la atención mundial durante los últimos 40 años del siglo, generando una verdadera cruzada mundial para reducir la fecundidad de los países pobres a través de programas de planificación familiar.
La CIPD de 1994 presentó un cambio significativo de enfoque, de la preocupación con metas demográficas hacia la salud reproductiva y el empeoramiento de la mujer. Estos temas han pasado a formar parte ineludible de la agenda pública. Sin embargo, la tendencia hacia la estabilización de la población mundial (Martine, Hakkert & Guzmán, 2000), también abre espacio para la preocupación pública sobre otros temas emergentes. Entre éstos, la migración internacional se constituye en una de las cuestiones demográficas más importantes para la formulación de políticas durante las próximas décadas. De hecho, en un mundo de economía globalizada, el desplazamiento de los factores de producción se intensifica rápidamente, involucrando también necesariamente el traslado de personas.
Tales movimientos poblacionales ocasionan enormes repercusiones sociales y económicas, tanto positivas como negativas, obligando a las instancias públicas a la toma de nuevas posiciones. Sin embargo, la complejidad del fenómeno y de sus consecuencias impide soluciones simples, exigiendo mejores estudios y análisis para orientar las decisiones políticas. En este sentido, el enfoque microsocial de la Antropología constituye un aporte central para comprender las consecuencias vividas de los macro-procesos y las variadas estrategias de los sujetos para enfrentar sus situaciones de desplazamiento, desarraigo y relocalización.
La relación entre la inmigración y las mujeres debe entenderse en el marco de un proceso de feminización de la pobreza. A lo largo de la historia, las mujeres han estado siempre presentes en los movimientos migratorios, pero actualmente emprenden camino hacia todas las regiones y se encuentran inmersas en todos los tipos de flujos migratorios (campo-ciudad, sur-norte, etc.). A través de la bibliografía disponible sobre el tema, podemos afirmar que las principales razones que conducen a las mujeres a desplazarse al extranjero se pueden resumir como sigue:
- Razones económicas como la falta de trabajo en la sociedad de origen y la opresión del medio rural.
- Presión demográfica.
- Razones familiares.
- Falta de libertad y derechos humanos.
- Búsqueda de promoción personal.
Se estima que, en el ámbito mundial, la proporción de mujeres en el stock de migrantes internacionales ha permanecido estable alrededor del 48% (UN Population Division, 2000a). En ciertas regiones, como es el caso de Asia, hay evidencias de una clara tendencia a la feminización de la migración internacional, conjuntamente con una tendencia hacia una autonomización de estos movimientos; es decir, las mujeres migrando por su propia cuenta y no sólo como dependientes familiares (Hugo,1999). Para América Latina, Villa y Martínez (2000) subrayan el hecho de que en nuestra región, las mujeres constituyeron durante las décadas del ‛70 y ‛80 los flujos migratorios internacionales predominantes, situación que estaría cambiando, por una tendencia más reciente hacia la masculinización de los flujos migratorios. Según los mismos autores, esta tendencia global, influenciada principalmente por la emigración a los Estados Unidos, se contrarresta con la creciente feminización de la migración al interior de la región Latinoamérica. Estos resultados son compatibles con los mostrados por la División de Población de las Naciones Unidas, que indican una tendencia clara a la mayor feminización en los stocks de migrantes de América del Sur, los cuales alimentan en mayor proporción esta migración intra-regional (UN Population División, 2000a).
En relación a los roles de género como parte integrante de los factores causales de la migración, se ha encontrado, por ejemplo, que las relaciones de género, los roles y las jerarquías influencian el proceso migratorio y, en particular, las probabilidades de migración de hombres y mujeres, produciendo diferentes resultados migratorios (Grieco & Boid: 1998). El género puede ser un elemento crucial en las percepciones y las condiciones que facilitan o frenan la migración. Por ejemplo, en la consideración de la migración como una opción posible, en la percepción de las opciones migratorias disponibles, en los recursos que la familia pone en disposición de sus miembros en el proceso de migrar y en la capacidad que tendrá la mujer de participar activamente en la decisión de migrar, tanto suya como de los demás miembros del grupo familiar. Recientes estudios muestran sin embargo para el caso de Asia que estas restricciones estarían siendo arrasadas por el proceso de globalización (Hugo, 1999).
Por otro lado, los mismos procesos migratorios pueden tener efectos en los roles de género y contribuir a cuestionar rasgos culturales que marcan inequidades de género. Sin embargo, los estudios en este ámbito no muestran resultados concluyentes, porque los efectos estarían influenciados por muchos otros factores, entre los que se encuentran las circunstancias en que se decidió emigrar, el status anterior a la migración (United Nations, 1998) y las circunstancias concretas de su inserción en el lugar de destino, que con frecuencia configuran la sustitución de una inequidad por otra (Hugo, 1999).(1) En su revisión de los estudios de migración femenina en México, Szasz (1999) señala que, de acuerdo a los autores cuyos trabajos son revisados, no existiría una relación directa entre la mayor autonomía femenina y el incremento de la migración, así como tampoco existiría una relación directa entre migración femenina y una mejor posición relativa de las mujeres con posterioridad a ésta.
Hugo (1999) identifica varias situaciones que él considera deberían producirse para que la migración tenga un efecto positivo en la mayor equidad de género: 1) que la migración no sea indocumentada; 2) que las mujeres trabajen fuera de la casa en el lugar de destino y en el sector formal; 3) que las mujeres hayan migrado por su cuenta y no como dependientes familiares y 4) que la migración sea de tipo permanente y no temporal. Se han identificado también otros factores que impiden que la migración se constituya en un factor que motive una mayor equidad de género. Tal es el caso de las limitaciones lingüísticas, que han sido señaladas como posibles barreras hacia el cambio de normas y valores relacionadas con una mayor equidad entre hombres y mujeres, dado que las mujeres pueden vivir en ghettos en sus lugares de destino, lo que puede verse reforzado por políticas migratorias, no sensitivas al tema de género, que pueden ayudar a reforzar estos patrones (United Nations, 1998).
En términos del cambio en los roles de género con la migración, en un estudio de dos comunidades de mexicanos (la comunidad de salida en el México Occidental y la comunidad de recepción en Atlanta), se encontraron cambios en los ideales maritales de las mujeres emigrantes (Hirsch, 1999). Kelson y DeLaet (1999) presentan un análisis más detallado de la medida en que las migraciones internacionales ofrecen a las mujeres alguna oportunidad para modificar roles de género presentes en sus países de origen o si acaso sufren nuevas formas de discriminación en las nuevas sociedades; así como también analizar hasta dónde la migración internacional está manejada por actores que explotan la vulnerabilidad social, económica y política de las mujeres.
Respecto a las mujeres que no migran, también los resultados de los estudios son variados. Por un lado se subraya la mayor independencia en la toma de decisiones cuando el marido o el padre emigra, pero por otra se reconoce la posibilidad de una mayor vulnerabilidad, ya sea en el período inicial de la migración, cuando el migrante aún no logra un trabajo estable, o en una etapa posterior, en los casos en que el migrante no envía las remesas esperadas.
Independientemente de su magnitud, existe consenso en que los movimientos migratorios tienen un impacto diferente en hombres y en mujeres, especialmente cuando se realizan en condiciones de ilegalidad. En muchos lugares de Asia, las migrantes internacionales estarían sujetas a una mayor vulnerabilidad que las migrantes internas, en los diferentes momentos de este proceso (reclutamiento, traslado y llegada al país de destino), con riesgos evidentes dadas las peores condiciones de trabajo, el abuso sexual y otros (Hugo, 1999). Ello plantea un conjunto de retos que deben ser abordados, especialmente en lo que se refiere al respeto de los derechos de las mujeres migrantes, a la necesidad de frenar y penalizar el tráfico de mujeres para fines sexuales y a mejorar las condiciones de acceso de éstas a servicios de salud sexual y reproductiva, dadas sus necesidades específicas derivadas, entre otros factores, de sus mayores niveles de riesgo.
En la región latinoamericana, en años recientes, la incorporación de la perspectiva de género está enriqueciendo los estudios de migración y comenzando a tener un impacto directo, al menos en las políticas globales en desarrollo. En el Seminario sobre Migración de Mujeres y Niños, realizado en El Salvador en febrero de 2000, como parte del cumplimiento del Plan de Acción de la Conferencia Regional de Migración (Proceso de Puebla), se adoptaron recomendaciones específicas que apuntan a mejorar la situación de ambos grupos de población tomando en cuenta sus particularidades (OIM, 2000a).
Sin embargo, la consideración de las mujeres dentro del llamado binomio mujeres-niños replica el rol de las mujeres en su función materna y no les reconoce necesariamente su rol individual (OIM, 2000c). Se trata, por lo tanto, de un camino que recién se inicia, porque la consideración de los aspectos de género nos lleva por los caminos de los derechos humanos y su relación con el desarrollo. Esta perspectiva tropieza con las dificultades de aplicación de un marco de derechos en condiciones en que aún no existe, en la opinión pública, la suficiente conciencia de que éstos deban aplicarse en casos de, por ejemplo, la migración ilegal.
En términos del Equipo de Apoyo Técnico del UNFPA para América Latina y el Caribe, “llama la atención que en los Encuentros Sudamericanos sobre Migraciones, Integración y Desarrollo que dieron lugar a la Declaración de Lima en 1999 y de Buenos Aires de 2000, el tema de género (e incluso la consideración de las diferencias por sexo) está completamente ausente” (Martine, G, Hakkert, R. y J.M. Guzmán, 2000).
En general, en Argentina el tema de la migración desde países limítrofes ha sido relevante en los últimos años. Dicho interés tiene su fundamento en el aumento de esos flujos migratorios desde la década de 1970. En el caso de los bolivianos, desde la década de 1980 aumentó significativamente su inserción en el medio rural, notablemente en el cinturón hortícola del Gran Buenos Aires.
Para el caso de La Plata, la historia de las migraciones constituye un eje nodal de la historia regional desde la fundación de la ciudad a fines del siglo pasado. Ya desde entonces el municipio y su entorno era un mosaico de diferencias étnico culturales que lo vinculaban nacional e internacionalmente. Los procesos migratorios laborales sesgados por las identidades socioculturales constituyen una característica definitoria de la dinámica y estructura de la población instalada en la región.
La migración boliviana a Argentina, tanto al área plenamente urbana como a la rural periurbana en donde adquiere especial importancia, constituye un fenómeno estructurado y con características propias, situación reforzada por el subempleo en las áreas de economía campesina en Bolivia y la demanda de algunos sectores de la economía argentina, como actualmente el de la construcción urbana y el de la producción hortiflorícola periurbana. En tal sentido el tema se constituye en referente privilegiado para destacar los aspectos dinámicos de la ciudad y su región (Archenti, 1997, Archenti y Ringuelet, 1997, Archenti y Tomás, 1999, 2000 a y b, 2001).
No registramos antecedentes específicos desde el abordaje del tema en cuestión en investigaciones actuales sobre migración limítrofe en la zona de Buenos Aires y Gran Buenos Aires, a excepción del trabajo de G. Karasik y R. Benencia sobre feriantes bolivianas en la zona de Florencio Varela (Benencia, R. y Karasik, G., 1994). Aunque no específicamente centradas en mujeres migrantes, reconocemos como antecedentes investigaciones recientes focalizadas en mujeres rurales y trabajadoras fruti-hortícolas, entre las que destacamos los trabajos de Attademo (1999), Bendini y Pescio (1999) y Bocco (2000).
El enfoque que proponemos tampoco ha sido abordado en estudios empíricos con respecto al área de La Plata. Nuestras propias investigaciones sobre migración e identidades étnico-nacionales no se han focalizado anteriormente sobre la perspectiva de género en la experiencia migratoria. La decisión de encarar una investigación exploratoria sobre representaciones, prácticas y estimación de las consecuencias de la migración enfocada en mujeres, parte de algunos hallazgos de trabajos de campo previos y de perspectivas sobre la condición de las mujeres en situación de migración presentes en otras investigaciones.
Al respecto es central puntualizar el proceso de doble estigmatización al que suelen verse sometidas las migrantes en las sociedades receptoras: a la discriminación potencial devenida de su condición de inmigrante se debe añadir aquella también potencialmente asociada al género. Este fenómeno constituye un elemento ineludible al momento de analizar la especificidad de la experiencia de las mujeres en la migración y contribuir al diseño de políticas que atiendan a la multidimensionalidad contenida en los movimientos de población.
En términos generales podemos afirmar que la información recogida sobre la experiencia migratoria proviene en gran parte del caso concreto de los hombres, los cuales son portavoces del grupo familiar en las entrevistas, apareciendo de esta manera supeditados las mujeres y los niños a la lógica de la carrera migratoria emprendida por los hombres de la familia, sus propios procesos de trabajo en términos de “ayuda” y sus redes de relación como extensiones del ámbito doméstico-familiar. Sin embargo, tal como afirmábamos más arriba, varios trabajos señalan el creciente desarrollo de estrategias de mujeres como motorizadoras de su propia migración, del desplazamiento familiar y del establecimiento de relaciones con la sociedad receptora a través de la participación en diversos tipos de instituciones formales e informales.
Puntos de partida
Entendemos que, en el actual contexto de permeabilización de las fronteras nacionales y generalización de los flujos migratorios, el estudio de un particular tipo de fenómeno migratorio nos da la posibilidad de profundizar y de tener un punto referencial respecto al conjunto de diferenciaciones socioculturales y en cuanto a la movilidad de la población.
A pesar de su importancia y de su especificidad, la consideración de la migración femenina ha sido relegada a un segundo plano. Es una constante en los estudios sobre el tema el subrayar que los procesos migratorios han tendido a ser analizados desde una perspectiva en que el género aparece como algo neutral y por tanto está ausente de la medición y especialmente del análisis de la migración. Esto ha llevado a hacer invisible el rol de las mujeres en este proceso, a pesar de que las mismas, aun cuando no migren, tienen un rol clave como madres, esposas o hijas de hombres migrantes. A veces, las mujeres incluso sirven de “punta de lanza” para la integración familiar en el lugar de destino. Es lo que Cranshaw y Morales (1998) hallaron en relación con las mujeres adolescentes que migran de Nicaragua a Costa Rica y que, durante la fase de adaptación, frecuentemente son responsables por buena parte del sustento económico de sus familias, debido a su mayor facilidad de inserción en el mercado de trabajo, la mayoría de las veces como empleadas domésticas. También asumen o participan en el proceso de toma de decisiones para migrar al interior de la familia, así como de las responsabilidades que se derivan de los nuevos roles que surgen cuando el hombre emigra (United Nations, 1993, citado en Martine, Hakkert y Guzmán., 2000). Numerosos autores han demostrado la importancia que tiene esta dimensión para comprender las magnitudes, causas y efectos de los procesos migratorios.
Como puede deducirse de lo expuesto más arriba, la consideración del tema de género en la migración internacional no es una cuestión meramente formal. Su ausencia tiene efectos en las políticas que se desarrollen e implementen en ese campo. Por ejemplo, se ha cuestionado la medida en que la aplicación de políticas migratorias habría estado influenciada por una visión estereotipada de los roles de hombres y mujeres (Bilac, 1995). Por lo tanto, para que la migración femenina sea un factor transformador de la desigualdad de género, se requiere incluir explícitamente la perspectiva de género en los estudios, políticas y programas referentes a la población. Ello exige considerar a las mujeres migrantes como un grupo humano con características, motivaciones y necesidades específicas, y no como meras seguidoras de migrantes masculinos.
En este sentido, como lo muestra el análisis de la División de Población de las Naciones Unidas (UN Population División, 2000a), los avances son paulatinos: Por una parte, la Convención Internacional para la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migrantes y sus Familias de 1990, no hace explícitas recomendaciones que tomen en cuenta la desigualdad de género. Pero por otra, la resolución de la Asamblea General de Diciembre de 1997 está dedicada al tema de la violencia contra las mujeres trabajadoras migrantes.
Aunque abundante en la producción europea y norteamericana, y en franco desarrollo en el caso de México, el tema de la perspectiva y consecuencias de la migración desde el lugar de las mujeres ha sido escasamente abordado en nuestro país. Con respecto al colectivo en particular, una investigación de este tipo permite el acceso a las experiencias y problemáticas concretas de mujeres que ven en gran medida dificultadas sus posibilidades de comunicación más allá de sus comunidades inmediatas, tratando de develar cuestiones como:
- Qué las llevó a migrar, de qué modo se tomó la decisión, quiénes estuvieron involucrados en la misma y desde qué lugares sociales y familiares.
- Cómo vivencian el cambio que supone la migración en términos socioculturales.
- Qué estrategias desarrollan para insertarse en la vida pública de la sociedad receptora.
- Con qué obstáculos –personales, familiares, comunitarios, de la sociedad receptora– se encontraron y encuentran en sus procesos de inserción e integración en el nuevo ámbito y qué recursos ponen en acción para enfrentarlos.
Notas
* Este trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación: “La experiencia de la migración desde la perspectiva de mujeres migrantes de origen boliviano. Aspectos personales, familiares y sociales”, dirigido por la Prof. Adriana Archenti y aprobado el 01/01/02 en el marco del Programa de Incentivos a Docentes e Investigadores. Forman parte del equipo de investigación: Marcela Tomás, Lucrecia Ametrano, Adrián Bonaparte y Florencia Saintout.
1 Una parte significativa de la migración latinoamericana al interior de la región y de la que va con destino a Europa se emplea en el servicio doméstico (Un Population División, 2000-a). En estas condiciones, las posibilidades de una mayor equidad de género serían más bien limitadas.
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