Gustavo González (1) |
Pobreza: entre la insuficiente asistencia religiosa
y la ausencia estatal*
y la ausencia estatal*
Contenido
Conceptos previos
Metodología de Análisis
Resultado de la investigación
-1. Parroquia “San Juan de la Cruz” (Los Hornos)
-2. Parroquia “Santos Pedro y Pablo” (Berisso)
-3. Parroquia “Nuestra Señora de la Luz” (Tolosa)
-4. Parroquia “Nuestra Señora de Fátima” (Altos de San Lorenzo)
-5. Director de Cáritas La Plata
Consideraciones finales
Bibliografía
Notas
En su ya clásico libro sobre la pobreza, Oscar Lewis (1980) señala que ésta “sugiere antagonismos de clases, problemas sociales y necesidades de cambios... La pobreza viene a ser el factor dinámico que afecta la participación en la esfera de la cultura nacional creando una subcultura por sí misma. Uno puede hablar de la cultura de la pobreza, ya que tiene sus propias modalidades y consecuencias distintivas sociales y psicológicas para sus miembros. Me parece que la cultura de la pobreza rebasa los límites de lo regional, de lo rural y urbano, y aún de lo nacional”.
En la puesta en conocimiento de su investigación, el antropólogo no va a detenerse en demasía en la díada religión y pobreza; hay que destacar, a razón de la verdad, que el trabajo de campo se desarrolló en México. En nuestro trabajo, que fue desarrollado en la ciudad de La Plata, veremos que para “nuestros pobres” toma especial significación la religión Católica Apostólica Romana y con ella sus Cáritas, diseminadas a lo largo de todas las Diócesis del país. En esos lugares, no sólo se aseguran la satisfacción de necesidades de tipo primarias, como las fisiológicas (comida, ropa), sino también la expectativa -y la concreción muchas veces- de satisfacer necesidades espirituales, sociales y hasta culturales, en un marco de total ausencia del Estado.
Considerando su etimología, Cáritas es la palabra que utiliza la Iglesia para dar forma institucional a la caridad, una de las tres virtudes teologales en que se sustenta la fe cristiana. Superior a las virtudes de la fe y la esperanza, la caridad es operante por medio de la solidaridad de los hombres entre sí, y se manifiesta en primer lugar en la distribución de bienes y en la remuneración de trabajo, aunque también en la difusión de los bienes espirituales de la fe.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Monseñor Montini, quien fuera posteriormente Paulo VI, fue el encargado por Pío XII de generar un instrumento al servicio de la solidaridad universal de la Iglesia, con el fin de animar y coordinar todas las iniciativas y obras que tradicionalmente tuvo y tendrá la Iglesia en el campo de la caridad. Es así como en 1950 se crea Cáritas Internationalis, una conferencia que nuclea a las Cáritas nacionales y que tiene por objeto ayudar a sus miembros a irradiar la caridad y la justicia social.
Con sede en el Vaticano, Cáritas Internationalis trabaja en más de 160 países en los cinco continentes y fue clasificada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con status consultivo general, el más alto grado que una organización no gubernamental puede tener. Cáritas Argentina, en tanto, fue creada por la Conferencia Episcopal Argentina en 1955 “como organismo oficial de la Iglesia para la asistencia y promoción humana”, siendo la primera la de la ciudad de La Plata. Así, se conjuga en esta institución lo que a Marzal le extrañaba no ver en el libro de Oscar Lewis, Pobreza y Religión.
Conceptos previos
La necesidad se puede definir como un estado de tensión o insatisfacción que siente un individuo y que lo impele a la acción para alcanzar una meta que colmaría tal privación. De allí que algunos autores hayan considerado la necesidad como uno de los móviles principales y aún últimos de la acción.
Las necesidades pueden ser fisiológicas o sociales, esto es, resultado de la estructura biológica del organismo o aprendida por el individuo a través de la interacción social. Las necesidades culturales, en tanto, están en relación con los imperativos culturales; es decir, formas culturales esenciales para la supervivencia de toda la sociedad y que se particularizan en métodos para la obtención de elementos necesarios como la vivienda, la transmisión del conocimiento, un tipo de alimento, etc.
Tal como han sido planteadas, las necesidades fisiológicas y sociales corresponden al campo individual, en tanto que las culturales al campo colectivo.
No obstante, Héller señala que la necesidad no se refiere solamente a la satisfacción de objetos materiales, sino también a las llamadas necesidades espirituales, que pueden ser de afecto, sociabilidad, participación, solidaridad, creación, etc.
La pobreza, por su parte, refiere a las privaciones de las personas u hogares en la satisfacción de sus necesidades básicas, en particular las necesidades materiales. Las Naciones Unidas (PNUD) además de observar los resultados materiales de la pobreza, también supone la ausencia de ciertas capacidades individuales y colectivas.
En relación a los canales de distribución, el término pertenece exclusivamente a modelos del circuito productivo dentro de la economía de mercado. Dadas las características de muchas instituciones, no era de extrañar que también Cáritas tomara particularidades del modelo económico para la dinámica institucional, desde la consideración de que es muy difícil estar totalmente separado del sistema que rige a la sociedad capitalista y de que sus miembros, además, toman las estrategias de mercado para satisfacer sus necesidades.
Otro de los componentes del que hemos partido para considerar el concepto de canales de distribución es que la pobreza se encuentra inmersa en el circuito de mercado, pudiendo ser considerada como un desajuste o desequilibrio del sistema económico o bien, desde otra postura, como un medio para que puedan llevarse a cabo políticas devastadoras del bien común, lo que trae como consecuencia la exclusión social.
Metodología de Análisis
El presente proyecto se gestó desde el “Centro de Investigación y Capacitación en Estudios de Opinión Pública” (CICEOP), de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, fue avalado por Cáritas La Plata y contó con la participación de alumnos de la Escuela de Servicios Sociales del Arzobispado de La Plata quienes, con aprobación de esa institución, constituyeron esta investigación como su tesis de graduación. Es así que, en el 2004, Mara Erica Ledo, Leticia Meroni, Jorge Neira y Aldana Torres se recibieron de Asistentes Sociales con 10 (diez), según el Tribunal de Calificación de esa entidad de estudios eclesiástica.
En cuanto a la unidad de análisis, esta investigación tomó a Cáritas Arquidiocesana La Plata, institución que abarca los partidos de Berisso, Ensenada, La Plata y Magdalena y, puntualmente, se centró en las Cáritas de los barrios de Los Hornos, Tolosa y San Lorenzo de La Plata, y una de Berisso.
Respecto de la elección del método, y como bien señalan Taylor y Bogdan (1987), esta estuvo determinada por los intereses de la investigación, las circunstancias del escenario, las personas a estudiar y las limitaciones prácticas encontradas en el curso del trabajo. En el caso de Los Hornos se trabajó en la Parroquia “San Juan de La Cruz”, donde se entrevistó al sacerdote, a cinco voluntarias y se encuestó a 54 beneficiarios; en la Parroquia “Nuestra Señora de La Luz”, de Tolosa, se entrevistó a una voluntaria, a una voluntaria beneficiaria y al sacerdote; y en el caso de la Parroquia “Nuestra Señora de Fátima”, de San Lorenzo, se entrevistó a una voluntaria, a una destinataria y al sacerdote. En estas dos últimas no fue posible realizar encuestas a los beneficiarios.
En tanto, en la Parroquia “Santos Pedro y Pablo”, de Berisso, entrevistamos a cinco voluntarias, al sacerdote parroquial y encuestamos a 42 beneficiarios. Asimismo, se le realizó una entrevista al titular de Cáritas La Plata.
Si bien es en la redacción de los resultados donde vamos a analizar todos los cruces, en este apartado dejaremos algunas consideraciones acerca de las problemáticas metodológicas encontradas.
En los estudios de campo se evidencian las diversidades culturales, educativas, sociales y hasta económicas entre investigador e investigados, resultando de esto una interacción que difícilmente sea de una horizontalidad total. Por eso, estará dado en la inteligencia del investigador acercar lo más posible su realidad a la de “ese otro” investigado, tratando de diluir la violencia simbólica subyacente. Uno de los ejemplos de esa distinción fue la pregunta confeccionada para los voluntarios que, en el caso de Carmen -voluntaria de la Parroquia “San Juan de la Cruz”-, suscitó el siguiente diálogo:
Investigador- “¿Usted podría discriminar por sexo o por edad a la población que se acerca a esta Cáritas parroquial?”.
Carmen-“No, para mí no, no puedo discriminar a nadie, a nadie”.
Así, aunque las entrevistas poseían un cuestionario estructurado este se flexibilizaba en pos del entendimiento con el interlocutor.
En el caso de las encuestas, se trabajó con una grilla de variables que permitió la cuantificación de los resultados en el análisis, y sobre la que se preguntó a cada una de las personas. Es decir, se optó por no utilizar cuestionarios autoadministrados debido a que los voluntarios nos habían señalado la existencia de gente analfabeta. No obstante, y como se señaló anteriormente, en algunas Cáritas no fue posible aplicar esta técnica a los asistidos por declararse contrarios a ella los mismos sacerdotes y/o voluntarios. Se observa en este sentido que la estigmatización de la pobreza tiende a establecer sobre estos sectores una carga simbólica determinante, tal que muchas veces rehúsan una relación, o directamente niegan su realidad, a personas que no son de su círculo, o que no cuentan con la posibilidad de hacer algo por esa realidad.
Por otra parte, Cáritas se encuentra en un proceso de cambio por el cual ya no se constituyen los comedores parroquiales, sino que se le da a cada beneficiario una vianda para que la lleve a su casa, realizándose así la “mesa familiar” como lugar de contención según la misma institución; no obstante, también veremos disparidad de criterios en esta metodología.
Esta nueva modalidad, que no se encontraba al plantearse la investigación, hizo el trabajo de campo más complejo: en lugar de mesas de asistidos, en el comedor se veía una fila de personas, situación que no sólo hacía mermar la presencia de personas en la institución sino, también, las posibilidades de interacción con este equipo de investigación.
Cabe resaltar que Cáritas llegó a esta modalidad por la crisis socioeconómica de nuestro país durante 2001, que hizo que amplios sectores de la población que antes no concurrían -y que incluso ayudaban a la institución- solicitaran asistencia, lo que derivó en la imposibilidad material de asistir a la totalidad y de contar con las instalaciones e insumos necesarios.
Resultado de la investigación
El planteo de la investigación, que tuvo por objeto analizar la satisfacción de las necesidades y la existencia de necesidades no satisfechas, a la vez que estudiar los canales de distribución, llevó a conceptuar en dos pilares, o bloques teóricos, el eje de la oferta y la demanda, encausado por mediadores o brokers, según la palabra desde la antropología política.
El trabajo de campo desarrollado sobre los distintos actores nos llevó a desestructurar las redes que habíamos establecido, en tanto que se visualizó que en Cáritas los sacerdotes, voluntarios y beneficiarios constituían en sí mismos los ejes establecidos de oferta, demanda y canales.
La idea de canales, que en su primer momento se había conceptualizado como vehículo, se evidenció en el trabajo de campo como canalización de demandas, necesidades, afectos, intereses, contención, exigencias y expectativas propias y ajenas. En este análisis se abordarán las prácticas y opiniones que se derivan de los discursos de estos actores.
-1. Parroquia “San Juan de la Cruz” (Los Hornos)
Bajo la guía espiritual del sacerdote Gaetano Infante, de la congregación Padres Vocacionistas, esta parroquia nuclea a la Capilla “Dulce Nombre de María”, donde se asiste con comida a alrededor de 80 familias, y al Oratorio “Virgen de Iratí” en la Ruta 36, donde confluye la misma cantidad de familias. No obstante, para esta investigación el trabajo de campo se efectuó sólo en “San Juan de la Cruz”.
De acuerdo a lo declarado por distintas voluntarias, a este comedor asisten 186, 200 ó 300 personas. Para nuestro estudio, y sin que esto suponga desconocer que en el verano de 2003 las personas a comer por día alcanzaron un pico de 380, tomaremos como válida la última cifra por ser la que declaró la voluntaria encargada y porque coincide con el número que destacó el sacerdote.
El comedor funciona desde diciembre de 2000, y según lo declarado por los asistidos ante la pregunta “cuánto hace que recibe el bolsón de alimentos” el promedio es de 13,5 años. A esto se suma otra de las ofertas de esta Cáritas: un bolsón de comida que se da por mes a las familias anotadas, pero a cuyo listado debió ponerse un cupo porque no alcanzan las raciones mandadas por Cáritas Central. Asimismo, puede destacarse que esta parroquia dio un curso de cuidadora de chicos, aunque según Carmen, la voluntaria encargada, “no sirvió para nada”.
En cuanto a sus integrantes, de las 12 mujeres voluntarias que trabajan en el comedor cuatro reciben un Plan Jefes y Jefas de Hogar, lo que enmarca su labor en esta tarea social, las otras ocho, en tanto, no reciben retribución pecuniaria alguna.
Respecto de las necesidades, voluntarios, asistidos, y el propio sacerdote, consideran que esta Cáritas Parroquial satisface, ante todo, las fisiológicas como comida y medicamentos; a lo que se suma, según los voluntarios, la satisfacción de necesidades culturales: “a los chicos les tenemos que enseñar a comer”, “...la nena, si la ves cómo viene, toda sucia, los mocos colgando... y cuando viene cambiadita le digo hoy viene un pimpollo, qué linda que estás, todos los días te tenés que venir así”, “mirá, te tenés que higienizar”. Asimismo, tanto el sacerdote como los voluntarios consideran que también se satisfacen necesidades espirituales, como “amor”, “una palabra”, “atención” en el caso de los chicos, contención “hacen que los reten”, “que les den bolilla”, “se ve la soledad”, “amabilidad”; aunque en las voces de los asistidos este tipo de necesidades no aparece.
Para los beneficiados, en tanto, las necesidades insatisfechas son sociales, como “laburo”, “trabajo”, “alguna changa”, y culturales, como “chapas”, “pintura para la casilla”, “materiales”, “cosas para la casa”, “una garrafa”, “cosas para la higiene personal”, “productos de limpieza”, “zapatillas”, “colchones”, “frazadas”, “pañales”, “sábanas”, “guardapolvos”, “útiles escolares”, “carne”, “alimentos perecederos”. En el caso de estas respuestas, menos del 10% de los encuestados, ante la pregunta “qué otra cosa necesitan”, dijo “nada”.
Según reconocen los mismos sacerdotes y voluntarios, la principal acción de Cáritas es la asistencia alimenticia. Sin embargo, como se dijo anteriormente, no dan abasto y debieron poner cupos a la entrega de bolsones de comida.
Entre las necesidades que los voluntarios consideran como insatisfecha por los asistidos es la social: “y los papás de los chicos no aportan”, “(la mamá que asiste al comedor) si vos le decís ‘por favor me limpiás le mesa’ y capaz que al otro día no viene porque está ofendida”; mientras que desde la necesidad insatisfecha cultural, en referencia a los asistidos, mencionan a una psicóloga. Incluso una de las voluntarias señaló: “Todos los días nos llevamos lo que sobra”, satisfaciendo ella misma una necesidad fisiológica.
Para el sacerdote, por último, otra necesidad satisfecha por Cáritas es “visitar y ayudar moral y espiritualmente a la familia”, siendo las necesidades espirituales “la parte fundamental”, mientras que “después viene lo material”. Para el responsable eclesiástico: “aquí la gente esta acostumbrada a pedir solamente”. En este sentido, aparece en la parroquia un rasgo cultural que tiene que ver con razones de nacionalidad. Según Carmen, los asistidos de la Ruta 36 son agradecidos, “son bolitas”; lo que puede entenderse como la satisfacción de una necesidad espiritual de la voluntaria.
-2. Parroquia “Santos Pedro y Pablo” (Berisso)
Esta parroquia cuenta con cinco voluntarias, una de las cuales posee un Plan Jefa de Hogar. Además de ellas, se entrevistó también a un voluntario que es referente del Decanato.
En este caso, los bolsones de alimento se entregan, según una voluntaria, a 120 familias; según otra, a 100. Para el estudio, se tomó como válido el primer número lo que arroja, según el referente del Decanato, un universo de más de 500 personas.
Esta Cáritas, que funciona desde 1989, no posee comedor, y según se desprende de las encuestas el promedio de recepción es de 4,6 años. No obstante, también ofrece un taller de costura y recomposición de ropa.
Respecto de las necesidades, los voluntarios consideran que las que se satisfacen en su totalidad son las fisiológicas: “Cáritas les da lo que vienen a buscar”, como ropa, alimentos y medicamentos. En referencia a las espirituales, consideran que se satisfacen “cariño”, “amabilidad”, “quieren descargar sus cosas con alguien”. No obstante, también declaran que si bien “en el aspecto espiritual se les habla, lamentablemente, a la mayoría no le importa”, lo que constituye una de las necesidades insatisfechas desde los asistidos hacia los voluntarios.
En este sentido, una voluntaria destaca: “Realmente no hablé con ninguna persona que dice que está contenta con lo que uno brinda”. Y en igual sintonía, el sacerdote parroquial señala: “La caridad es un trabajo muy ingrato, no reconocen la labor”, aunque agrega que para él sí se encuentran satisfechas las necesidades espirituales de parte de los asistidos: “amor, uno recibe mucho”.
Para los voluntarios, las necesidades sociales, como “ayuda” y “alguna opinión”, también son satisfechas; mientras que las culturales se cumplimentan a través de “juguetes para los chicos” o “para la chica embarazada que se va a internar, pañales, mediecitas, baberos, conjuntitos y camisón”. Dentro de las insatisfechas, en tanto, señalan las sociales, como “psicólogos”, “asistentes sociales”, “abogados”, a la vez que “trabajo”, y las culturales, como “colchones”, “camas”, “charlas sobre educación sexual” y “un poco sobre las huertas, criar animalitos”.
El sacerdote, como necesidad insatisfecha en referencia a otros sacerdotes, señala las necesidades espirituales y sociales, y destaca: “Tenemos problemas con los sacerdotes, a algunos no les importan las Cáritas y sólo van a cumplir su horario de misa”. En referencia a los asistidos, considera que tampoco son satisfechas las necesidades fisiológicas: “Lo que les das no alcanza”; las sociales, “un oficio” y las culturales, como “cursos universitarios”. Y si bien agrega: “Lo que satisface es algo concreto: ‘Necesito esto material o espiritual’”, también afirma que “Cáritas no tiene que esperar agradecimientos, porque ayudar es más que te digan gracias”.
Desde el punto de vista de los asistidos, las necesidades insatisfechas son: fisiológicas, como “comida” y “ropa”; sociales, como “trabajo”; y culturales, como “colchón”, “sábanas”, “frazadas para chicos”, “guardapolvos”, “pañales”, “ropa de bebé”, “útiles escolares”, “chapas”, “gas”, “de todo para la casa”, “una casa” o “cosas de aseo”.
En este caso, poco menos del 35% de los asistidos aseguró no necesitar más de lo que Cáritas le da.
-3. Parroquia “Nuestra Señora de la Luz” (Tolosa)
Esta parroquia atiende a 120 familias beneficiarias a las que les otorga bolsas de comida dos veces por mes; no tiene comedor y cuenta con el desempeño de cinco voluntarias. El sacerdote, en este caso, es de nacionalidad chilena y, según las voluntarias, la comunidad boliviana es la de mayor asistencia a la Cáritas parroquial.
Según una de estas voluntarias, los asistidos satisfacen necesidades fisiológicas, como “comida” y “ropa”, y espirituales: “Nosotros tratamos de cubrir lo espiritual”. A lo que agrega: “Nos ayudamos y nos beneficiamos”, satisfaciendo y satisfaciéndose de necesidades.
Acerca de lo insatisfecho para los asistidos, señala las necesidades sociales, aunque haciendo mención a la nacionalidad: “Hay gente que a veces no quiere colaborar porque dice que (los beneficiados) son todos bolivianos”, resurgiendo en esta Cáritas las características de nacionalidad. En tanto que otra de las voluntarias, que también se reconoció como beneficiaria, señaló como necesidad insatisfecha la fisiológica, especialmente, “remedios”.
El sacerdote, por su parte, señaló como satisfechas las necesidades espirituales y fisiológicas: “No sólo el pan material, también conlleva una tarea de evangelización”. Como insatisfechas señaló, en referencia a los asistidos, la fisiológica, como “comida”, y en referencia a sí mismo, la espiritual: “Te sentís solo por parte de los de arriba: gobierno y jerarquía”. Y agregó que “de esos ciento veinte asistidos, pude lograr que dos o tres vengan a misa, que se acerquen a Dios”.
-4. Parroquia “Nuestra Señora de Fátima” (Altos de San Lorenzo)
En esta parroquia, las familias asistidas son 300, en su mayoría bolivianas, pero también peruanas, paraguayas y chilenas. Las voluntarias que colaboran son 9, destacándose entre ellas la presencia de una médica. Y el rasgo de nacionalidad de origen surge nuevamente.
Según las voluntarias, las necesidades satisfechas para los asistidos son las fisiológicas, “ropa”, “alimentos”, “medicamentes”; las espirituales, “amor”, “la comprensión que podemos brindarles”, “se les da catequesis: una ayuda espiritual”; y sociales, debido a que la médica “atiende la parte de adicciones”. Incluso, una beneficiaria señaló su satisfacción de la necesidad fisiológica, “ropa, alimento, calzado”, y espiritual, “también me escuchan, viene bien hablar con el Padre y las personas”.
Desde las necesidades insatisfechas, se señalan las fisiológicas, “comida”; las sociales, “trabajo”; y las culturales, “materiales para la construcción”, “chapas”.
El sacerdote, en tanto, destaca que se satisfacen necesidades espirituales, “el objetivo de Cáritas es evangelizar”, y también fisiológicas, “asistimos a los necesitados”, señalando como insatisfechas, desde los mismos asistidos, las espirituales: “Hay pocos católicos que quieren comprometerse en la tarea de evangelización”.
-5. Director de Cáritas La Plata
Cáritas La Plata atiende a más de 12.000 familias, lo que representa, aproximadamente, unas 50.000 personas que son asistidas de forma descentralizada y a las cuales se proveen necesidades fisiológicas, como medicamentos, y culturales, como anteojos.
Su titular, el contador Rodolfo Fotti, afirma que “en un determinado momento... (el Estado) nos pidió que nos hiciéramos responsables de las compras de esos víveres y la distribución inmediata, que en ese momento eran 89 instituciones que los recibían... Ahora tenemos 69 instituciones... y es una cosa muy importante porque de esto se extiende a unas 7.000 familias”.
Cáritas Central ofrece el servicio de ADAR (Asociación de Alcohólicos Recuperados), cursos de cuidadores de ancianos, de cuidaniños y cursos para el manejo de la soja. Asimismo, posee un convenio con el Consejo del Menor para tres Pequeños Hogares Cáritas y “una oficina de empleo... nos ofrecemos como consultora para la selección del empleado”.
Fotti señala como necesidades satisfechas las fisiológicas, “ropa”, “alimentos”; las espirituales, “la gente necesita ser recibida y escuchada porque tiene sus dramas y necesita alguien que los escuche” y las sociales, “el problema de la psicología: los psicólogos que están viniendo y que trabajan acá no dan abasto”.
Desde las necesidades insatisfechas señala, dentro de las sociales, la misma ayuda psicológica: “los psicólogos... no dan abasto” y la ocupacional, “lo que necesito es trabajo’, te gritan”, “nosotros no atendemos la droga, no estamos capacitados; la droga necesita toda una estructura”. Y en referencia a los voluntarios, la necesidad espiritual, “porque la tarea de estar con los pobres es muy desgastante, y la de estar atendiendo los comedores es más, porque cuando no te falta una cosa te falta otra”.
En relación a lo que considera necesidades insatisfechas, desde los asistidos, el titular de Cáritas establece una distinción entre “el pobre que está habituado a la pobreza… ese está tranquilo, porque está en su medio... En cambio, el que estaba en otro medio, el que estaba bien y cayó… ése nunca estuvo habituado a hacer la cola en un comedor junto a un pobre, y hasta viste distinto, tiene otro idioma”.
Consideraciones finales
En su mayoría, las voluntarias son mujeres; sólo se constató la presencia de un hombre, que es el referente del Decanato de Berisso. Las voluntarias son del barrio de acción de la Cáritas parroquial, algunas poseen planes Jefes o Jefas de Hogar -y su tarea en el lugar se enmarca en esa contraprestación- y otras han sido beneficiadas antes. En tanto, entre las 31 voluntarias de las cuatro parroquias estudiadas, sólo se constató la presencia de una médica que cumplía funciones atinentes a su profesión como voluntaria.
Respecto de las voces de los diversos actores, se evidencian algunas contradicciones. Mientras para el titular de Cáritas La Plata “el objetivo es lograr que los comedores no sean más comedores sino cocinas, de manera que vuelvan con la comida a la casa y se restituya la mesa del hogar, que es el lugar de contención de los más chicos y hoy, incluso, de contención de la familia”, para los voluntarios de Los Hornos, el comedor debe ser parroquial “porque el Padre decía que la vianda se la daban a los perros”. Con la posición de Fotti está de acuerdo Juan, el referente del Decanato de Berisso, cuando destaca: “Voy a hacer una campaña para que la mamá venga a retirar de Cáritas, cocine en su casa y coma toda la familia”.
Esta contradicción se evidencia en el hecho de que la única Cáritas que tiene comedor, y a la vez entrega una bolsa de alimentos por mes, es la de Los Hornos; las otras, en tanto, no poseen comedores y sólo proveen dos bolsas alimentarias por mes a cada familia. En este sentido, Fotti resalta la delegación por parte del Estado a Cáritas para la distribución de víveres y asistencia social a los más necesitados, señalando que el dinero que le giran a este efecto “tiene sus atrasos, no es una atención completa. A cada institución le das un poquito que alcanzará para una semana o unos días, pero no mucho más”.
De la misma forma se manifiesta Carmen, la voluntaria encargada del comedor de Los Hornos: “Me dan menos cantidad; por eso, si tengo que repartir en los tres lugares es sólo sacando mercadería”. Por su parte, el sacerdote de esta parroquia confirma: “No tenemos ayuda del gobierno, hubo varias promesas en período de elecciones pero...”.
Desde la parroquia “Santos Pedro y Pablo”, de Berisso, la coordinadora destaca: “Recibimos del Consejo de la Familia una plata... si nos depositaran todos los meses podríamos... pero nos están debiendo desde octubre”. (Tres meses de atraso).
Para una voluntaria de la parroquia “Nuestra Señora de la Luz”, de Tolosa, “Cáritas manda poco y nada y el gobierno ni se entera”, a lo que una voluntaria beneficiaria agrega: “Sería bueno que el gobierno ayude”. El sacerdote, por su parte, indicó: “Te sentís solo... entiéndase gobierno y jerarquía. La última remesa, que fue miserable de parte del gobierno, la entregaron en el mes de noviembre”. (Tres meses de atraso). Y destacó: “Creo que faltó un reclamo más fuerte ante el gobernador... Ellos saben que a través de Cáritas no se pierde ni un kilo de comida, mientras que por otras vías se roba todo, o casi todo... Nos usan, esa es la bronca de algunos sacerdotes... la gente que necesita va a las torres de la administración pública... y les dicen que vayan a la parroquia del barrio”.
Como bien se señaló páginas arriba, se visualizó que los diferentes actores satisfacen diversas necesidades y se muestran insatisfechos en cuanto a otras, siendo ellos mismos canales de distribución de demandas, necesidades, afectos, intereses, contención, exigencias y expectativas.
Mientras que la principal actividad de Cáritas es la satisfacción de las necesidades fisiológicas, dar de comer, de vestir, también es una necesidad insatisfecha porque “no alcanza”. Para todos los sacerdotes, en tanto, aparece lo espiritual como la satisfacción de la necesidad primordial.
Respecto de las diferencias entre parroquias, para los voluntarios de Los Hornos y Berisso los asistidos no agradecen. El padre de Altos de San Lorenzo afirma: “Deberían venir a misa” y resalta: “Hay pocos católicos que quieren comprometerse en la tarea de evangelización”. De la misma forma, para el titular de Los Hornos “la gente sólo pide”, mientras que, contradiciéndolo, el párroco de Berisso considera que el problema es que “los sacerdotes no dan”, palabras que también se confirman en los dichos del titular eclesiástico de Tolosa cuando resalta: “Te sentís solo por parte de los de arriba: gobierno y jerarquía”.
Del mismo modo, se constató una diferencia entre los asistidos de las parroquias. Mientras que en Los Hornos menos del 10% por ciento se encuentra satisfecho con lo que recibe, el 35% de los de Berisso no demanda más. A su vez, mientras la media de asistencia en años de los beneficiados de la primera parroquia es de 13,5 años, en la segunda es del orden de los 4, 6 años, un tercio de la cifra anterior.
Por otra parte, mientras que para la voluntaria de Los Hornos: “Los bolitas son agradecidos, van a misa”, para las voluntarias de Tolosa: “Hay gente que a veces no quiere colaborar porque dice que (los beneficiados) son todos bolivianos”.
Asimismo, tanto para el titular de Cáritas como para sacerdotes y voluntarios, los asistidos tienen varias necesidades culturales, como charlas, ayuda psicológica y cursos universitarios, aunque en los dichos de los beneficiarios estas no se constatan.
En tanto, mientras que para Fotti “el pobre que está habituado a la pobreza está tranquilo, porque está en su medio”, estos se encuentran en su gran mayoría estableciendo demandas insatisfechas que son básicamente culturales, más que fisiológicas y, en menor medida, sociales (especialmente, trabajo).
Lo que sí se constata es la distinción que señala el titular de Cáritas entre los “nuevos pobres” y los “pobres estructurales”, lo que se debe, según las voluntarias, a que estos últimos no están habituados a pedir, sienten vergüenza y no asisten a los comedores. Entre estas razones, la vergüenza se manifiesta también en la reticencia de los hombres a asistir a los comedores o a solicitar el bolsón de ropa.
Para todos los actores investigados -Cáritas central, sacerdotes, voluntarios y en menor medida asistidos- la principal necesidad insatisfecha es la fisiológica (comida) a la que le sigue la insatisfacción de la necesidad social (empleo y trabajo).
A grandes rasgos, podemos afirmar que los voluntarios satisfacen en los beneficiados necesidades fisiológicas, culturales y espirituales, solicitan de estos sociales (“ayuda”), espirituales (“agradecimiento”) y consideran que los asistidos deberían recibir satisfacciones culturales (como charlas y cursos). Los sacerdotes, por su parte, dicen satisfacer necesidades espirituales (“les damos una palabra”) y reclaman la insatisfacción de necesidades espirituales en contraprestación (“la gente sólo pide”). Insatisfacción espiritual que, en algunos párrocos, se dirige también a la jerarquía eclesiástica, a otros sacerdotes y al gobierno (“nos usan”). Los asistidos, en tanto, reclaman por necesidades insatisfechas culturales (pintura, guardapolvos), fisiológicas (comida) y sociales (un laburo), en ese orden de importancia. No aparece en estos reclamos la insatisfacción de necesidades de tipo espiritual y se menciona muy poco lo que hace a su satisfacción.
En la voz de su titular, la institución Cáritas central satisface necesidades espirituales, fisiológicas, sociales (cursos con salida laboral, bolsa de empleo) y culturales (Asociación de Alcohólicos Recuperados). Sobre las necesidades insatisfechas destaca, para los asistidos, las fisiológicas (“la comida no alcanza”) y, para los voluntarios, las espirituales (“estar con los pobres es muy desgastante”), frente a lo que necesitan contención y comprensión.
Asimismo, la figura de Cáritas surge como canal de distribución establecido desde el mismo Estado “que manda a la gente a pedir a las parroquias”, u ocupando el rol de distribuidor de alimentos entre otras instituciones dedicadas a este fin social; lo que sucede, mientras el mismo gobierno, según palabras del sacerdote de la parroquia de Tolosa, “no hace nada” y hasta “nos usa”. Y junto a esto se reclama a Cáritas Central por la insatisfacción de necesidades: desde el voluntariado, “No nos mandan casi nada”; desde los sacerdotes, “No hay ayuda”.
Este rol de proveedor es reconocido por los asistidos que van a las Cáritas en busca de alimentos, chapas, pintura, empleo o una casa; lo que evidencia la gama total de necesidades que los asistidos depositan en la Iglesia, como posibilitada de proveer, y que en ningún caso incluye al Estado.
La investigación demuestra que la mayoría de los beneficiados son mujeres y chicos de la zona, como también sucede con las voluntarias. Las diferentes parroquias destacaron que se cuidan de llevar un registro de datos cruzado entre todas para que una misma familia no reciba de distintos comedores religiosos “porque si no, no alcanza”.
A lo largo del trabajo, surgió también la temática de la “nacionalidad” que, a través de la estigmatización positiva o negativa, coloca a la distinción del país de origen como una fuente de diferenciación social que puede conllevar a prácticas de segregación o no satisfacción de necesidades.
Podemos destacar, además, que la evidencia encontrada en Los Hornos acerca de la cantidad de años que los beneficiados reciben asistencia por parte de Cáritas es “toda la vida”, como afirman algunos ancianos, o “desde que era chiquita y venía con mi mamá”, según una madre. Esto permite constatar la idea que señala que la asistencia produce asistencia: “Se ha hecho una mentalidad de comodidad y, sin darnos cuenta, tendremos una sociedad que vive del asistencialismo”, según las palabras del sacerdote de Los Hornos.
Como dicen Isla, Lacarrieu y Selby (1999), ser pobre “es una categoría estatal a la que muchos hogares adhieren como forma de obtener ayuda; ser pobre es más bien un estigma, es una categoría elaborada”. Pero a la vez, y en palabras de Marzal, el comportamiento de los pobres es una cultura en sentido antropológico, porque la pobreza no sólo es privación sino, también, “algo positivo en el sentido que tiene una estructura, una disposición razonada y mecanismos de defensa sin los cuales los pobres difícilmente podrían salir adelante... Es un sistema de vida”.
Bibliografía
Isla, M. y Lacarrieu y Selby H. Parando la olla. Transformaciones familiares, representaciones y valores en los tiempos de Menem, Buenos Aires, Norma-FLACSO, 1999.
Lewis, O. Antropología de la pobreza, México, Fondo de Cultura Económica, 1980.
Rosas, M. La intervención en trabajo social. Propuesta metodológica, Bienestar social, necesidades sociales y Trabajo Social, Buenos Aires, Fundación Hernandarias, 1994.
Taylor, S. y Bogdan, R. Introducción a los métodos cualitativos de investigación. La búsqueda de significados, Barcelona, Paidós, 1987.
Heller, A., Una revisión de la teoría de las necesidades, Barcelona, Paidós,1996
Marzal, M., Tierra Encantada: Tratado de Antropología Religiosa en América Latina, Madrid-Lima, Trotta, 2002
Notas
* El presente trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación: “Cáritas: satisfacción y necesidades de la población asistida. Análisis de los canales de distribución institucionales”, dirigido por el Lic. Gustavo González e iniciado el 01/01/02 en el marco del programa de Incentivos a Docentes e Investigadores. El proyecto, finalizado el 31/12/04, fue llevado a cabo en forma conjunta por investigadores del Centro de Investigación y Capacitación en Estudios de Opinión Pública (CICEOP) de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP y la Escuela de Servicios Sociales del Instituto Monseñor Lodigiani, dependiente del Arzobispado de La Plata. Intervinieron, desde el CICEOP, Gustavo F. González, Máximo Bontempo, Ramón Flores, Gabriel Negri, Pablo Delgado y Carlos Toledo y, desde la Escuela de Servicios Sociales, la Profesora Silvia Ramírez y los tesistas Mara Erica Ledo, Leticia Meroni, Jorge Neira y Aldana Torres.
[1] Este artículo fue elaborado con la colaboración de Cristian Varnier y Pedro Colángelo.