Jimena Lachalde y Ezequiel Franco




¿Qué hay de nuevo viejo?*


Contenido 
La primicia
Nuevos tiempos, nuevos desafíos
Cambios en la cadena informativa
Ejemplos
El día después del día “D”
La Nación y Clarín. El caso Julio Nazareno
Cuando no hay primicia
CONCLUSION :Valor agregado
Notas 
 
En la medida en que la construcción de las informaciones que difunden las oficinas de prensa de los organismos públicos se canaliza, en buena medida, a través de los medios de comunicación masivos y, en particular, mediante los diarios, la construcción de “la noticia” en la prensa gráfica cobra singular relevancia para el análisis de uno de los aspectos que examina el actual proyecto de investigación: el comportamiento de los medios de comunicación como vehículos de información.

En ese sentido, se encuentra en prensa un texto que articula, en investigaciones particulares y ensayos, la concepción de “la noticia” como práctica y producto periodístico. El siguiente artículo es parte de uno de los capítulos de Sin Novedad en el Frente, título del texto mencionado.

La primicia

La curiosidad que sienten los humanos por conocer la vida de sus semejantes es el primer motor que impulsa todo el complejo de la información. La rapidez en dar la noticia es la cualidad más indispensable que ésta requiere.

Siglos atrás, cuando se producía un hecho en determinada agrupación humana, el mismo se comunicaba de unos a otros a través del sonido, de la voz, de la música, del relato cantado. Tiempo después, en la era de Guttemberg, los diarios anunciaban en una especie de pizarrón -colocados al frente de sus edificios- los principales titulares que aparecerían en el número por salir a circulación.

Años más, el gran susto de los empresarios de periódicos se produjo cuando la radio comenzó su empuje en la transmisión de noticias. Así, la información difundida minuto a minuto anticipaba, de alguna manera, los principales titulares que al día siguiente ganarían las primeras planas de los diarios.

Hoy, cuando se trata de noticias “relámpago” de interés masivo es Internet la que lleva las de ganar frente a la prensa escrita. Y es que teniendo en cuenta la definición que el diccionario hace del concepto de primicia -primer fruto o noticia adelantada- el llegar “primero” al público, el “anticiparse” con una información ante la competencia se convierte en una empresa cada vez más difícil de llevar a cabo por parte de los diarios en su versión de papel.

La preocupación, entonces, no es menor: la primicia informativa es el gran sueño de todos los medios de comunicación, ya que de ella depende, en gran parte, el éxito que éstos tengan. Conseguir antes que ningún otro medio una noticia o una información clave y relevante en el momento justo es una meta cada vez más lejana para los diarios en su soporte tradicional.
Sucede que desde que las nuevas tecnologías informativas desarrollaron el periodismo digital, el impreso perdió la posibilidad de alzarse con la tan buscada primicia, justamente esa característica que hace que una noticia se distinga del resto. Pero además, y si se tiene en cuenta que la primicia es “la” presa que persiguen la mayoría de los diarios, resulta interesante analizar de qué manera desempeña su rol dentro de la “no noticia”.

Concretamente: ¿Cómo ante un hecho que ya es sabido por el público, que circuló por la radio, la televisión, las agencias informativas e Internet, un medio se puede alzar con una primicia?

Frente al avance tecnológico, es decir, el celular, la web, la televisión, el cable, el e-mail y el fax ¿qué carácter de primicia puede tener una noticia? Creemos que ninguna. Es decir, la primicia como “noticia adelantada por un medio” ha virtualmente desaparecido y convertido en imposible como objetivo de las operaciones de los medios masivos.

Imposible guardarla, imposible ocultarla, imposible incluso verificar qué medio la lanzó primero que otro, aunque sea tan sólo unos segundos antes. Y es que en el tramo de la emisión, hay una apabullante aparición de medios de comunicación que ponen todo lo que ocurre a disposición de todos de manera instantánea, y en el tramo de la recepción, lo mismo: el sujeto tiene a su disposición medios de todo tipo para informarse.

Así, la importancia de la “exclusiva” se diluye en un océano de información que obliga a la prensa escrita a dejar de competir (como primera línea) por la primicia, y dedicarse a la investigación, el análisis, el comentario especializado y el enriquecimiento de la información en detalles.

¿Qué hacen a partir de esto los diarios?: se transforman. Nacen los suplementos temáticos o sectoriales, mientras que los de mayor “peso” se dedican a la interpretación de la noticia, al análisis y la prospección para no parecer siempre “viejos”.

Nuevos tiempos, nuevos desafíos

Internet, que ha tardado cuatro años en llegar a cincuenta millones de usuarios, revolucionó la prensa convencional y la profesión periodística, según publica el informe El impacto de Internet en la Prensa, del Grupo Auna, de España. Dicho estudio revela que “las audiencias de los diarios on-line superan en muchos casos las tiradas de papel y alrededor de 2,6 millones de internautas españoles leen diariamente la prensa”. La situación se multiplica en el resto del mundo, incluso en nuestro país. Las cifras revelan que un 49% de los periodistas españoles asegura utilizar Internet como fuente para todos sus artículos, mientras que el 90%, de entre 30 y 50 años, considera imprescindible el uso de la Red. En todos los casos, cada vez es más evidente que el periodismo va dejando que la inmediatez prime sobre cualquier veracidad de las fuentes convirtiendo a la primicia informativa, que ofrecen los medios on-line, en el valor más importante frente al análisis y la investigación profunda que brindan los periódicos de papel.

“Es difícil, por no hablar de imposibles, que un diario tradicional, es decir, impreso en papel si tiene una edición digital en Internet pueda dar una primicia, salvo que sea algo absolutamente desconocido por los demás medios y lo reserve para el periódico que saldrá mañana en los kioscos. No obstante, y aunque era eso lo que hacían muchos diarios hasta hace unos años, hoy no hay periódico importante, que no disponga de su correspondiente edición en la Red”, destaca Javier Díaz Noci[1].

Sucede que muy pocos son los que se limitan a volcar los contenidos de la edición cotidiana, que a medida que transcurre el día se volverán obsoletos. La mayoría mantiene esos contenidos pero renueva unas cuantas veces su página de portada de la edición en Internet, a medida que se desarrollan los acontecimientos a lo largo del día. De esta manera, “los productos impreso y digital comienzan claramente a separarse”. Y es que, por un lado, Internet da al medio escrito la posibilidad de inmediatez que antes sólo se podían permitir los medios audiovisuales, sin renunciar además a un cierto sosiego y reflexión en otro tipo de textos. Y, desde luego, los scoops deben darse en la versión digital, por dos razones: una -ya mencionada- la inmediatez. La segunda, no desdeñable tampoco, la posibilidad de que lo que se coloca en la Web sea accesible a todo el mundo, literalmente, con lo cual el impacto será mayor.

Sin embargo, Díaz Noci destaca que: “la primicia no desaparece, lo que ocurre es que el lugar de la primicia es Internet, no la edición impresa, aunque aquí pueda darse destacando su importancia y ofreciendo un producto más acabado, más interpretativo, más amplio incluso”. Y resalta: “la Red ha provocado que la primicia dure menos tiempo, es decir, es primicia durante un período más breve. No obstante, si el resto de los medios son honestos, se verán obligados a hacer mención al medio que ha destapado el scoop”.

El periodista español considera que si la mayoría de los diarios impresos tienen su correlato en la Web, y están, aunque sea poco a poco, constituyendo redacciones ad hoc, un nuevo lenguaje y estrategias diferentes “es porque su política es hacer que la edición digital sea complementaria de la tradicional, ya que además hay un sector de público que no tiene acceso a Internet (o los conocimientos o la disposición precisa para ello) y que se informa principalmente leyendo el diario en papel”.

Frente a esto: ¿cómo luchar con “el día después”? “Se va a acentuar la inmediatez de la noticia, se va a apostar por vender esa característica de Internet (ahí están, por ejemplo, los servicios de alarmas de muchos diarios digitales), el conocer la noticia en cualquier momento, nada más que ésta se produzca. Los dispositivos móviles, por ejemplo los teléfonos celulares, van a ayudar a que esto sea una realidad, lo está siendo ya”.[2]

Cambios en la cadena informativa

La secuencia clásica en la rapidez de publicación de una noticia comenzaba hace una década atrás por la radio, en segundo lugar estaba el noticiero televisivo, y al día siguiente se completaba la información, leyéndola en el diario. Así lo explica Pasquini Durán: “a la mañana, la radio comenta y amplía los diarios. Al mediodía, la TV comenta y amplía la radio. Los vespertinos comentan y amplían a la radio y a la TV, y vuelta a empezar: la TV comenta a los vespertinos y a la radio, y los matutinos comentan y amplían a la TV de la noche. Al día siguiente se reanuda la rueda”[3].

La Red de redes cambió esta cadena de información abruptamente -sobre todo cuando se trata de noticias “relámpago”- dejando fuera de juego en la obtención de primicias a los diarios de papel, los cuales ya no pueden competir con la columna de “últimas noticias” (news-ticker) de los sitios web. Cuando, por ejemplo, se disolvió la fusión entre los dos bancos más grandes de Alemania -el Deutsche Bank y el Dresdner Bank- la noticia se encontraba en línea diez minutos después de haber sucedido.

¿Cómo, los diarios de papel, pueden ganar esta carrera informativa cuando el usuario se encuentra frente a una oferta ilimitada de noticias al instante que le permite compararlas en un tiempo mínimo? La respuesta: modificando sus contenidos, es decir, relegándose a los artículos de fondo.

De acuerdo a datos extraídos de la V Encuesta Anual sobre Medios en el Ciberespacio (Fifth Annual Media in Cyberspace Study) realizada por la consultora Middleberg & Associated de la Universidad de Columbia, cada vez más los diarios se ven en la obligación de producir contenidos originales para sus páginas y profundizar las primicias que Internet “les adelantó” a sus ediciones de papel[4].

Así, mientras la prensa gráfica publica en intervalos de tiempo determinados (la periodicidad más corta en nuestro país han sido las distintas versiones que podía publicar un diario a lo largo del día, como lo hizo Crónica), el diario digital puede prescindir de éste condicionante y renovarse continuamente tanto como sus recursos disponibles (redaccionales, económicos, etc.) se lo permitan.

De esta manera, publican la nota y se han dado a la tarea de empezar a actualizar la información del día a través de una ventana informativa. Lo que fue noticia en la mañana pasa a ser nota de interiores en menos de cuatro horas provocando que la permanencia informativa sea mínima, con la diferencia -si se lo compara con las transmisiones de información en la radio o la televisión- que lo que se trasmite en Internet queda archivado en un servidor para que el lector decida cuándo acceder a la información sin la necesidad de esperar una nueva emisión, como ocurre con los demás medios tradicionales.

Bajo esta nueva concepción, el viejo sistema de trabajo de un periódico -en el cual se debía esperar 24 horas para elaborar la siguiente edición impresa y difundir información reveladora- es ya insostenible con la existencia de Internet. La instantaneidad perseguida por los medios tradicionales se ve superada ante la rapidez de las comunicaciones. La circulación de información en el caso Clinton-Lewinsky, el atentado a las Torres Gemelas y las acciones militares americanas contra Irak -sólo son algunos ejemplos- muestran que Internet superó en rapidez y capacidad al resto de los medios de comunicación en cuanto al hecho de “informar primero”. Incluso, ahora los usuarios eligen sitios web de diarios locales cuando algún tipo de acontecimiento especial ocurre (desde un problema de tráfico o el mal tiempo, hasta resultados de la bolsa o de eventos deportivos).

Ejemplos

Así como en la década del 90 la televisión alcanzó su auge con las transmisiones en vivo desde el lugar del conflicto como ocurrió en Bagdad y Kosovo, hoy la rapidez y permisividad de la Red, ha venido a ocupar el espacio dejado por otros medios. Es así, por ejemplo, que una vez que se clausurara la Primera Reunión de Presidentes Sudamericanos (Cumbre de Brasilia) que se realizó en agosto de 2000, se colocó en línea el documento final de dicho encuentro traducido en tres idiomas. Bastaron sólo algunos segundos, luego que los presidentes estamparan su firma en dicho documento, para que el mundo conociera en su integridad los acuerdos adoptados en el “Comunicado de Brasilia”[5].

En nuestro país, las últimas elecciones presidenciales celebradas en abril de 2003 originaron una competencia en la transmisión de los resultados electorales en los medios virtuales. Para ello las ediciones digitales de los principales diarios nacionales prepararon secciones especiales con amplia información de los programas electorales, de los partidos y candidatos, incluso, muchos de ellos incluyeron foros donde participaban los internautas para dar su opinión.

Claro que en esa lucha por la información no quedaron afuera los diarios de papel, aún cuando al momento de salir a la calle no pudieran hacerlo dando a conocer los resultados eleccionarios, ya que horas antes el país entero sabía que los candidatos Néstor Kirchner y Carlos Menem iban a tener que enfrentarse nuevamente en una instancia de ballottage. Fue así como la “primicia” que tuvieron frente al resto de los medios de comunicación fue el análisis en profundidad acerca de lo que había sucedido la jornada anterior; el comentario despierto sobre lo que posiblemente “podría” suceder en la segunda vuelta; el balance de las elecciones de la voz del resto de los candidatos; las repercusiones políticas y económicas que el ballotage podría provocar, etc.

El día después del día “D”

El 11 de septiembre de 2001 cuando los Estados Unidos sufriera el peor ataque de su historia (dos aviones impactaron contra las Torres Gemelas de Nueva York y otro contra el Pentágono provocando la muerte de más de 10 mil personas y miles de desaparecidos) la Red de redes vivía una jornada por demás histórica: los hechos se vivieron minuto a minuto, igual que en radio y en televisión. Cuando el pánico y el caos reinaban en las calles de los Estados Unidos, y las autoridades evacuaban los principales edificios públicos de ese país, las webs informativas de todo el mundo compitieron con las cámaras de televisión de la todopoderosa CNN para mostrar qué estaba pasando.

Y sin duda que lo hicieron: las imágenes del primer avión estrellándose contra la Torre Norte (a la altura del piso 80), las secuencias del segundo avión impactando sobre la Torre Sur, el derrumbe de las moles de hierro y la gente corriendo por las calles de Nueva York fueron escenas transmitidas en directo para todo el planeta. A esa altura, y durante varias horas después, los clásicos interrogantes periodísticos (qué, quién, cuándo, cómo y dónde) recorrían el mundo entero: “A las 8.45 un avión Boeing 767 de United Airlines chocó directamente contra la torre sur del World Trade Center”. Tal como la rapidez informativa lo permite, las respuestas tampoco se hicieron esperar: se conocía el tipo de avión que había impactado sobre los edificios símbolos de Estados Unidos; el posible mentor de los ataques y hasta cómo habían sido los últimos minutos de los pasajeros que estaban a bordo de las aeronaves.

Lo cierto es que las imágenes marcaron el ritmo de la tensa jornada. En nuestro país, pese a no contar con periodistas en el lugar de los hechos, los canales abiertos realizaron una eficiente cobertura contando con el aporte de las grandes cadenas informativas internacionales. Por su parte, los diarios -y como sólo ocurre ante hechos de esta magnitud- salieron a la calle a media tarde con ediciones especiales que no dejaron de lado las cruentas imágenes -a todo color y página entera- y la crónica de los hechos. Pero ¿Qué más podían agregar a lo que los medios informativos ya habían dado a conocer durante todo el día?; ¿Qué ofrecer a un público lector que, a través de la televisión e Internet, había tenido la posibilidad de observar -casi en vivo- como los aviones terroristas se estrellaban contra los monumentales edificios?

El diario Hoy en la noticia[6] agotó en sus 32 páginas los posibles por qué a través del análisis de periodistas especializados en temas internacionales, Ministros de Seguridad, embajadores, conocedores de las problemáticas terroristas, etc., quienes 24 horas después explicaban al mundo la razón de los ataques a los Estados Unidos. Así, en su página 6, el viceministro de Defensa de la Nación y profesor de la Cátedra de Relaciones Internacionales de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, Ángel Tello, explicaba en su artículo: “El mundo bipolar era más previsible” los sucesos ocurridos en Washington y Nueva York un día antes. En la página siguiente, Diego Guelar, ex embajador en Estados Unidos hacía lo propio bajo en su nota de análisis: “Es la cuarta guerra mundial”.

El mismo tratamiento se desplegó en las páginas siguientes (“¿El fin de la historia?”, por Fulvio Pompeo, Asesor en Asuntos Internacionales; “Consecuencias que resultan imprevisibles”, por Norberto Consani, director del Instituto de Relaciones Internacionales de la UNLP y “Argentina es un país que corre riesgos”, por Rosendo Fraga, consultor político y presidente del Centro para la Nueva Mayoría). De manera similar, testimonios de platenses radicados en los Estados Unidos fueron utilizados para explicar el por qué de los hechos acaecidos 24 horas antes. De esta manera, mientras Internet y los medios audiovisuales hicieron uso de la modalidad discursiva “hacer-creer-ver”, los diarios de papel pudieron -un día después- utilizar el “hacer-creer-saber” a través de sus textos argumentativos que, en la mayoría de los casos, no dicen qué hay que pensar sino sobre qué pensar.

“Ambas formas se presentan retóricamente como textos persuasivos: parecen ser un decir real y verdadero; persuasión cuya máxima virtualidad consiste en establecer una relación fiduciaria entre el parecer y el decir el enunciado y que se entabla entre el saber del periodista y el no saber del lector”[7]. Así, mientras el 11 de septiembre la radio, la televisión e Internet se alzaron con la primicia de los ataques y se limitaron a informar, es decir, a narrar lo ocurrido y expresarlo, los diarios tradicionales -el día después del día “D”- pudieron, por medio de la opinión y el análisis en profundidad encontrar, y por ende ofrecer a sus lectores, el significado de los hechos.

El editorial, el análisis, los artículos de opinión y los comentarios de ese día, de la pluma de verdaderos especialistas en el tema, pretendieron entender y hacer entender qué había ocurrido, y a su vez, interpretar lo acontecido para influir en el lector -tal es su función- con argumentaciones que lo inclinen a pensar no, de determinada manera, sino sobre determinado tema.

La Nación y Clarín. El caso Julio Nazareno

La “no noticia” está instalada en los medios, y ni Clarín, ni La Nación -los dos diarios nacionales de mayor tirada en el país- son ajenos a esto. Lo mismo ocurre con la escasez de primicias en las páginas de los matutinos, lo que los lleva a crear nuevas -viejas- estrategias periodísticas para poder competir en el mercado del día después. Casualmente con artilugios similares.

No se trata de corporativismo. Pero las tácticas empleadas por los medios gráficos para suplantar la falta de primicia se repiten. Debe entenderse entonces que son efectivas, o eficientes, o eficaces. O no.

Lo que se puede llamar periodismo de interpretación es la respuesta actual a ese dilema empresarial. Una ruptura a los géneros periodísticos clásicos como el de opinión y el informativo. Más opinión, más análisis de la información, más datos que no hayan sido escarbados. Esta es la nueva primicia, o así lo demuestran Clarín y La Nación.

La renuncia del presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Julio Nazareno, el viernes 27 de junio de 2003 se convirtió en “el” acontecimiento político luego de las elecciones presidenciales de abril y la renuncia al ballottage -y su intento de lograr un tercer mandato en el Poder Ejecutivo Nacional- de Carlos Saúl Menem. Pero más allá de la anécdota y los análisis, el hecho fue un claro proceso de la “no noticia/no primicia”.

Cerca del mediodía de ese viernes la noticia comenzó a circular por las agencias de información y los portales de los principales medios on line. “Renunció Nazareno”, decían todos. Fue una primicia anónima, alguien la tuvo que haber dicho por primera vez, alguien la escuchó, alguien la publicó. Pero vaya a saber quién. Ningún medio se la adjudicó.

Era la noticia del día. Ya había invadido las radios AM y FM; los canales informativos de cable; los “flashes” de las señales de aire; los noticieros del mediodía; las pantallas de los celulares y de los ómnibus. Ya se repetían las declaraciones del abogado defensor de Nazareno, Gregorio Badeni; se escuchaban las estimaciones del flamante presidente Néstor Kirchner y de los miembros del Gabinete; ya opinaban los columnistas de cada empresa periodística; y los “movileros” se aglutinaban en la casa del ex ministro de la Corte. Fue una jornada agitada.

Trece horas después, aproximadamente, los matutinos estaban viajando a los kioscos. ¿Qué información contenían La Nación y Clarín que no se hubiera dicho hasta ese momento? Ninguno podía salir al mercado con una primicia. Los datos se habían exprimido y prensado. Ya no había sorpresa.

Cuando no hay primicia

Los dos diarios de mayor tirada del país anunciaron la renuncia en su título principal de portada. Clarín, conciso, tituló con algo ya sabido: “Renunció Nazareno”. Mientras que La Nación, quiso ir un poco más allá de la jornada pasada: “Renunció Nazareno, pero sigue la incertidumbre en la Corte”. Sin embargo, ninguno de los dos medios tuvo el dato nuevo, ninguno salió a ofrecerle a su público, desde la tapa, la noticia que no se había dicho ayer, la novedad de la renuncia.

Es imposible pensar que el periodismo gráfico no sobrevive sin la primicia. Sino la edición del sábado 28 de junio no hubiese existido como tal.

Pese a esta ausencia de la primicia -y por ende, presencia de la “no noticia”-, La Nación y Clarín le dedicaron al hecho 16 y 8 artículos, respectivamente, distribuidos en cinco páginas para ambos medios. Lejos de satisfacer el factor sorpresa de toda primicia, los dos diarios salieron al mercado del día después con sus mejores estrategias de venta, con sus mejores productos.

La Nación, dedicó 3 de sus 9 títulos de tapa (entre ellos el principal) a la renuncia de Nazareno. Uno fue la nota informativa sobre lo sucedido el día anterior. Los otros dos fueron artículos de “análisis”, firmados por Joaquín Morales Solá -uno de los dos columnistas políticos por excelencia del diario; el otro es Mariano Grondona- titulado “El fin de la mayoría automática”; y por Martín Rodríguez Yebra, bautizado “Una tregua hasta definir el sucesor”. Además en la portada se lució un recuadro titulado “Los próximos pasos”, con declaraciones del presidente Kirchner y del ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Gustavo Béliz, con los ítems a seguir para la designación de un nuevo juez de la Corte.

En el interior del periódico -página 8- se publica una nota informativa similar a la de tapa agregando un artículo (análisis) sobre el futuro de otro ministro de la Corte, Eduardo Moliné O´Connor -firmado por Laura Serra-, y dos recuadros informativos sobre la jubilación que deberá cobrar Nazareno y la situación del máximo tribunal de justicia tras la renuncia de su presidente -firmado por Adrián Ventura-.

Otro de los recursos periodísticos utilizados para reemplazar la primicia y rearmar la noticia de ayer, es el uso de la crónica (con un estilo cercano al Nuevo Periodismo). La página 10 de La Nación se encabeza con un artículo de este género firmado por Lucas Colonna, que relata cómo el primer mandatario argentino se enteró (en pleno vuelo hacia Rawson) de la renuncia del cortesano. Además, contiene una entrevista al secretario de Inteligencia del Estado, Sergio Acevedo (quien se refiere como en la página 8 al futuro de Moliné O´Connor) y otra nota informativa donde el ministro de Justicia asegura que no habrá cambios en el Poder Judicial.

También en esta carilla finaliza el análisis de Martín Rodríguez Yebra iniciado en la portada.

Ya en la página 11, el diario dirigido por Bartolomé Mitre también intenta hacerle frente a la “no noticia” con una nota donde se reflejan las opiniones de diferentes actores políticos y judiciales: la diputada nacional Elisa Carrió (ARI); el gobernador de Buenos Aires, Felipe Solá (PJ); la candidata a Jefa de Gobierno porteña, Patricia Bullrich (Recrear); el constitucionalista Daniel Sabsay; el ex Jefe de Gabinete de Fernando De la Rúa, Rodolfo Terragno (UCR); los candidatos a gobernadores de la provincia de Buenos Aires, Margarita Stolbizer (UCR) y Jorge Rivas (Socialismo); y el jurista Alejandro Carrió.

Asimismo, el diario agrega datos estadísticos con un artículo donde se describe el tiempo de permanencia de Nazareno en su cargo de la Corte (y se recuerda el de los 29 presidentes de su historia); e intenta responder las preguntas más recurrentes del lector con la nota titulada “Claves para entender el futuro de la Corte”.

La última página (14) que La Nación le dedica al tema es encabezada por un perfil de Julio Nazareno -firmado por Mariano Obarrio-; un recuadro con las fotos de los integrantes del máximo tribunal acompañadas de una mínima descripción de sus trayectorias; y la culminación del artículo firmado por Joaquín Morales Solá.

Pero hay más. Quizás, el recurso más válido para reemplazar la primicia y que no obtuvo su competencia. Se trata del dato que le faltó a la jornada anterior y que no salió publicado en ningún medio del día después. La nota se titula “Nazareno y la autoevaluación de su gestión” y es una carta del propio ministro renunciante; es su palabra, su declaración, lo que ninguna radio, ni canal de TV, ni portal informativo, ni vespertino, ni matutino tuvo. Es la respuesta más fuerte de La Nación para enfrentar a la “no noticia”. Es el argumento adecuado para justificar la publicación del diario un día después.

Clarín, por su parte, comienza el tratamiento periodístico con una nota informativa de la renuncia en la página 3 (firmada por Silvina Boschi) a lo que suma un destacado sobre la jubilación que cobrará Nazareno; y un recuadro referido a la implementación del nuevo sistema de selección de jueces de la Corte y al futuro del ministro del máximo tribunal Moliné O´Connor. Hasta aquí nada nuevo.

En la página 4, el matutino de la familia Noble continúa con el artículo informativo de la carilla anterior y agrega un análisis de Julio Blanck, editor de la sección política del periódico. A estas notas se agrega en la página 6 un “perfil” de Nazareno elaborado por Alberto Amato y Gerardo Young, y otro artículo encasillado en “antecedentes”, traducido en una crónica sobre los hechos que llevaron a la dimisión del ministro -firmado por Pablo Calvo-.

En la página 10 también hay una crónica de Atilio Bleta desde Rawson, similar a la publicada en La Nación o viceversa (donde se refleja cómo se enteró y cuál fue la respuesta del presidente Kirchner frente a la noticia). En la misma carilla se publica un artículo de opinión firmado por Armado Vidal, de la redacción de Clarín.

Para finalizar el tratamiento, el diario edita una nota “escenario”, de Silvana Boschi (con una temática similar al artículo de Morales Solá en La Nación, o viceversa), junto a un recuadro titulado “Opiniones”, donde se destacan tres frases de los diputados Ricardo Falú (PJ), Elisa Carrió (ARI) y Juan Minguez (UCR), todos integrantes de la Comisión de Juicio Político de la Cámara baja.

CONCLUSION :Valor agregado

En los últimos años se ha generado un intenso debate sobre el posible peligro que representa la aparición de Internet para los diarios de papel, es decir, los “tradicionales”. Y frente a esta cuestión, las opiniones son diversas y opuestas en la mayoría de los casos. 

En un foro sobre el papel de los medios periodísticos en la era digital que se realizó en la Universidad de Columbia en 1997, Brian Williams, periodista del servicio de noticias en línea de Microsoft MSNBC, le hizo la siguiente observación a Arthur Sultzberger, editor del The New York Times:

“Algunos podrían decir que usted, amigo mío, debería tener una cola de diez metros y ser llamado ‘dinosaurio’ por ser un editor de periódicos impresos -en papel-, principalmente”.  

A lo que Sultzberger le respondió:
“Yo no estoy en el negocio de los periódicos. La palabra periódico no define lo que hago ni lo que hace la gente del The New York Times. Es cierto que el periódico es parte de nuestra herencia; de nuestra historia. Pero fundamentalmente es un medio de distribución. Ni más ni menos. Nosotros estamos en el negocio de recoger y editar el mejor informe de noticias que podamos crear... Soy indiferente a la forma como lo distribuyamos. En este momento mucha gente, la mayoría, lo quiere en papel y trataremos de satisfacer ese mercado. Cuando lo quieran en Internet, allí estaremos también. Si quieren que lo transmitamos directamente a sus mentes, crearemos la versión de corteza cerebral del The New York Times. La llamaremos la Edición de Fusión Mental”.  
Sin duda, la observación de Williams resume la posición de varios autores que se han aventurado a predecir el fin de los medios tradicionales tal como los conocemos actualmente. Sultzberger, por su parte, hace énfasis en el rol de los medios periodísticos como empresas informativas independientemente del medio de comunicación en que se presente la información. Según él, los periódicos impresos seguirán existiendo mientras haya un público que así lo desee.

Y es que cada medio de comunicación se ha ganado un lugar en la sociedad aprovechando al máximo sus propias fortalezas con respecto a los otros medios. Y en el caso del diario concretamente, éste no sólo constituye una institución que refleja la posición política de una comunidad, sino que también es más factible que alguien le preste a un desconocido en el aeropuerto una sección del periódico en lugar de su computador personal.

Por eso, si bien Internet para muchos no representa ningún peligro para la existencia de los medios tradicionales, hay que reconocer que su característica esencial de poder establecer un paralelo entre la sociedad virtual de la red y la sociedad que reside en el mundo material, deja sin “primicia” ni “novedad” a los diarios de papel. 

Claro que si hablamos de fortalezas, hay que tener en cuenta que los medios tradicionales no se quedan atrás. Ya sin la información “de primera mano” -es cierto- cargan con el valor agregado que se traduce en aportar el análisis y la interpretación. Específicamente: la clave del futuro será la mejor interpretación, el mejor artículo escrito, el mejor narrativo descriptivo, pero que ante todo le explique al lector por qué necesita saber eso y cuál es su significado.

El valor agregado consistente en el “saber cómo” es entonces la principal arma que deben usar las empresas periodísticas tradicionales para sobrevivir en un medio donde aparentemente ya no son necesarias. Atrás queda la premisa de que las empresas periodísticas existen porque tienen “el poder” de manejar la información.

En el nuevo medio, las empresas periodísticas deben (y sólo pueden existir) porque tienen “el saber” de cómo se maneja esa información. De la manera como aprovechen este valor agregado dependerá su propia supervivencia.

De esta manera, el único cambio entre un periódico de papel y uno digital no se limita a la manera cómo se imprime la información (del papel al monitor). Por el contrario, los medios periodísticos que quieran incursionar y sobrevivir en la Internet, deben pensar en ella como un medio de comunicación con una identidad propia y muy distinta a las de los demás medios.

Es decir, deberán poseer la flexibilidad que supone el integrar el conocimiento especializado de los periodistas con el conocimiento especializado de técnicos y diseñadores.

Cuando el diario argentino Ambito Financiero inauguró su sitio en la Web, lo anunció de esta manera a sus lectores:
“www.ambitoweb.com no sustituye al diario Ambito Financiero. Lo complementa dentro de las características propias de una moderna tecnología. El diario completa, amplía y profundiza los temas. El site aporta sus archivos exclusivos e informa lo que sucede en el momento. Por esto tendrá noticias de todo tipo al instante y si quiere escuchar radio desde su PC también podrá hacerlo." 
El desarrollo mundial actual de esta tecnología va demostrando que nadie mejor que los diarios pueden tratar adecuadamente las noticias. Que ellos son los emisarios naturales y confiables, a poco que se animen a unir las formas periodísticas tradicionales con las nuevas.No habrá en el nuevo www.ambitoweb.com nota, comentario o primicia informativa que no haya salido en el diario Ambito Financiero. www.ambitoweb.com es operado para quien quiere tener desde cualquier lugar, a cualquier hora o al instante la información que luego podrá ampliar, profundizar o leer analíticamente en el medio gráfico. La obligación de los diarios de profesionalizar la información al público, ampliar los servicios a la sociedad que ya brindan con sus publicaciones y hacerlo también poniéndonos a la cabeza de las más modernas tecnologías la hemos cumplido con la salida a la Red”.[8]

Sin dudas, frente al desafío de lo “instantáneo” de las noticias, el diario tradicional continuará ofreciendo el análisis, la profundidad, el detalle pormenorizado y el comentario de la pluma de sus mejores periodistas.

Alguna vez, el director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet destacó que “la verdad es que la globalización es irreversible. Todos los medios de difusión tienen sus ventajas y desventajas, y quedará con nosotros la radio con su rapidez, la televisión con sus imágenes y prensa escrita con su profundidad”.Y éste es, sin dudas, el nuevo desafío para la prensa gráfica. 

Porque pese a que la primicia informativa ha terminado, de ninguna manera, ha pasado lo mismo con el periodismo. Todo lo contrario. Ahora lo que se espera de un periodista es que tenga criterio.
“Primero, el periodista moderno debe conocer a quién se dirige; luego, debe elegir entre una impresionante cantidad de información; debe jerarquizar esa información elegida, tamizada, y debe saber cómo emitirla de manera clara y  útil. Ahora el cronista moderno sabe que está compitiendo con otros centenares de cronistas. Sólo puede competir -si ése es su destino- con su criterio, con el ‘concepto’”.[9]
Lo cierto es que la prensa escrita no desaparecerá.

Claro que sí lo hará un diario que publique sus noticias idénticas en extensión, enfoque y lenguaje a las que antes ha transmitido la radio, la televisión y, sobre todo, Internet. Por el contrario, estos medios deberán aprovecharse como los rótulos que usaban antes los diarios, ya que después de oír o ver informaciones importantes, lo que exige el público interesado es la ampliación en los periódicos impresos.

Mientras los diarios digitales continúen abogándose el derecho a la inmediatez y la instantaneidad de las noticias, los de papel deberán relegar su información a la profundidad que esta ofrezca, la calidad de contenido y los artículos de fondo.


Notas 
* El presente trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación: Estructuras, funciones y producción de sentido en la construcción de la comunicación institucional en la gestión del sistema educativo de la provincia de Buenos Aires (2000-2002)”, dirigido por el Lic. Claudio Gómez y aprobado el 01/01/04 en el marco del Programa de Incentivos a Docentes e Investigadores. Forman parte del equipo de investigación: Florencia Burgos, Paula Pedelaborde, Jimena Lachalde, Andrés López y Ezequiel Franco.
[1] Entrevista realizada a Javier Díaz Noci, autor de “Periodismo y Argumentación. Géneros de Opinión”, durante octubre de 2003. 
[2] Idem 1
[3] Micelli, Walter. “¿Qué es noticia en los diarios nacionales?” Cap. 1
[4] Manuel Frascaroli, Agencia Córdoba Ciencia (Argentina)-Universidad Blas Pascal (Córdoba – Argentina). “Las ediciones digitales de los diarios: elementos de una evolución en el nuevo medio”
[5] Prensa en Línea. Posibilidades de Internet como nuevo medio de comunicación para los diarios impresos
[6] La edición del atentado a las Torres Gemelas salió a la calle un día después, es decir, el 12 de septiembre de 2001. A diferencia de la mayoría de los medios nacionales que sacaron ediciones vespertinas el mismo 11 de septiembre
[7] Emy Argañaraz y Javier Díaz Noci. Periodismo y Argumentación. Géneros de opinión,
[8] Editorial AMFIN S.A. Diario Ambito Financiero
[9] Ricardo Plazaola. Periodista y Docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Entrevista realizada por los autores en julio de 2003.