Marcelo Belinche (1)




Comunicación y campo laboral. Perspectivas y desafíos del campo*


Contenido
El ejercicio de la profesión en la actualidad
Notas

En la Argentina, como en el resto de Latinoamérica, las políticas económicas neoliberales aplicadas en los 90 dejaron como consecuencia, entre otras cuestiones, la exclusión social. En ese período, los índices de desocupación fueron de los más altos de la historia del Siglo XX.

Más allá de lo que creían gobiernos, empresarios, analistas y el Fondo Monetario Internacional (FMI), la aplicación de las recetas del “buen liberal”, el rápido auge del avance tecnológico y la incorporación al sistema productivo de éstos, lejos estuvo de crear nuevas necesidades y nuevos puestos de trabajo. Por el contrario, significó la debilidad del Estado mediador y el ensanchamiento de la brecha de desigualdad, no sólo entre naciones sino, además, entre los que más acumulan riquezas y los que menos tienen.

A esta realidad no han escapado los trabajadores de la comunicación que se encontraron con un doble desafío. Por un lado, asumir los retos propuestos por el desarrollo propio del campo, que se definió como complejo y dinámico, y propuso como espacios de incumbencia para el comunicador social el ámbito del significado, del símbolo, de la producción y divulgación de información, y de la producción de sentido. Por otro, adaptarse a las nuevas exigencias del mercado laboral, debido a que se trata de uno de los sectores más perjudicados por las políticas empresariales, en particular la de los medios.

De esta forma se estableció un nuevo escenario para pensar las prácticas, el ejercicio profesional, la formación y las posibilidades de intervención del comunicador social en esta coyuntura. Y en ella los medios fueron actores claves en la definición y conformación del campo.

Los sucesos políticos, económicos, sociales y tecnológicos que se produjeron durante el período mencionado lo hicieron aún más complejo. En esos años, el país vivió un proceso de transformación luego de la reforma del Estado que estuvo centrada en la privatización de las empresas más importantes. En este sentido, una de sus consecuencias fue la concentración de capitales como poder hegemónico, en particular en el campo de los medios.

La conformación de grupos mediáticos generó nuevas formas de concebirlos. Por un lado, se definieron como actores políticos y, por otro, en tanto empresas. Como tales fue que provocaron una inevitable transformación de las relaciones laborales entre empresa periodística y trabajadores de la comunicación.

La incorporación de tecnología y la consolidación de espacios de poder, construidos previo acuerdo con los sectores políticos, significó para los medios el crecimiento notable de su influencia en la opinión pública, y la posibilidad de sugerir la agenda de los temas gubernamentales a tratar. Como resultado de este escenario, los grupos más importantes, que dominaban la escena a mediados de los 90, accedieron a los nuevos negocios de la comunicación y a una pauta publicitaria dolarizada. También por esa época se constituyeron otros a fin de competir no sólo en el mercado, sino como voz de los gobiernos de turno.

Así, los medios y las telecomunicaciones se convirtieron en empresas privatizadas de alta rentabilidad económica y en el instrumento de dos grupos hegemónicos (Clarín y Telefónica) que, de alguna manera, escribieron la realidad. Y fueron quienes pusieron, en connivencia con determinados grupos de poder -y más allá de la propia incapacidad del sector político para dar respuesta a las necesidades que en ese momento urgían-, en discusión social la legitimidad, la representatividad y la gobernabilidad de la Nación. Los medios de comunicación no determinaron cómo pensar, pero fueron los que marcaron la tendencia de qué hablar y cómo interpretar la realidad.

En este contexto, los medios que crecieron con la ayuda de las políticas de los distintos gobiernos aprovecharon para rediseñar, también, sus propias políticas laborales y de organización empresarial. La famosa ley Banelco, de Reforma Laboral, con la que se profundizó la flexibilización, no sólo significó un acto de corrupción sino, además, la herramienta para cambiar la relación contractual entre empleado y empleador, más teniendo en cuenta el alto índice de desocupación que, a partir de 1995, creció con notoriedad convirtiéndose en la cuarta ola de desocupación en la historia argentina.

Estos factores -panorama mundial, nacional, laboral e incorporación de nuevas tecnologías- fueron el disparador de la actual relación y función de los trabajadores dentro de las empresas, que ya no son pensadas como un servicio sino como grupos de poder donde los periodistas deberán responder a las políticas editoriales que los dueños establezcan.

Así, el desarrollo de estos multimedios informativos, su propagación tecnológica y la capacidad de incidir en la agenda pública, influyeron en la conformación del campo laboral de los comunicadores sociales. Aunque por otra parte, la actual constitución del campo es resultado de las tensiones generadas a partir de:

a) La apertura de espacios de incumbencia del comunicador, generada por las transformaciones tecnológicas y del sistema productivo argentino, que propone entre los ámbitos de competencia e intervención el turismo, la salud, la educación, el managment y gerenciamiento de medios. Paradójicamente, aunque esto amplía el horizonte profesional, dada la crisis laboral que afecta al país, no es sinónimo de mejoras en las condiciones laborales.

b) El mercado que plantea, por un lado, la búsqueda de un perfil profesional especializado, en particular los medios y, por otro, que considera, desde otras áreas, la importancia de la comunicación generando oportunidades de inserción y desarrollo del comunicador. Aunque esto último implica la disputa de espacios que actualmente son ocupados por profesionales de otras disciplinas.

c) El ámbito académico que debate respecto a las alternativas en la formación de los profesionales, atendiendo a las demandas de actualización y perfeccionamiento requeridas por el desarrollo del propio campo, pero también a la realidad del país y al tipo de profesionales que requiere.

El ejercicio de la profesión en la actualidad

La actividad del comunicador social, en la actualidad, no sólo se centra en el desarrollo profesional que puede desempeñar en los espacios llamados tradicionales, como son los medios gráficos, radiales, televisivos, la prensa institucional (pública o privada) o la prensa política. Existen otras posibilidades laborales, pero para ello deberá estar preparado y atento a los cambios que propone el campo y que la práctica profesional demanda.

En las últimas décadas, el trabajador de la comunicación debió encontrar y perfeccionarse en nuevas áreas laborales. Algunas de ellas que empezaban a desarrollarse, como el periodismo digital y las tecnologías, y otras que, si bien existían, tomaron impulso y relevancia por esos años. Este es el caso de la planificación y gestión de procesos comunicacionales y de la investigación en comunicación; esta última, más vinculada y desarrollada actualmente en el sector académico que en otras instituciones.

En este contexto, también es necesario considerar el debate a dar por la disputa de los espacios laborales en aquellos ámbitos que, aunque se definen como de pertinencia del comunicador, fueron, y aún son, ocupados por profesionales de otras disciplinas. Ejemplo de ello es lo que ocurre en el sistema educativo o en las nuevas tecnologías, donde se produce una situación que resulta nociva no sólo para la inserción laboral de los profesionales sino también para el campo de la comunicación. A modo de ejemplo, así como la comunicación en la educación se reduce al armado de un diario o programa radial, las Web, por su parte, son armadas por programadores y diseñadores, siendo que en realidad sus tareas responden a la programación del sitio y a la visualización y optimización de la información audiovisual y no al manejo de los contenidos, tarea que compete al comunicador.

La importancia que adquirió la información, el valor de estar informado, también ofreció una gama variada de actividades profesionales para realizar. Tal es el caso de las agencias de noticias, que si bien brindaban el servicio a medios de comunicación y a quienes lo requirieran, en la década del 90 ampliaron su concepto de oferta y encontraron la posibilidad de llegar a una mayor cantidad de usuarios a un costo menor. Así se observó la conformación de pequeñas agencias de noticias que ofrecieron el servicio de construcción, seguimiento y distribución de la información de temas de interés para sus grandes abonados. Aunque con el tiempo, dichas agencias fueron absorbidas por grupos mediáticos.

A la vez, ante la necesidad de asesoramiento mediático, y frente al impacto de la utilización de las encuestas en el sector político, en organismos gubernamentales y no gubernamentales, surgió otra actividad que tomó relevancia: las consultoras de comunicación. Estas se dedican a la recopilación de información, organización de agendas, de eventos y de contactos; además, trabajan en la construcción de la imagen y en los mensajes que los clientes quieren dar a la comunidad (marketing y publicidad). Es decir, se trata de un servicio a terceros que requiere de un trabajo interdisciplinario en el que el comunicador tiene un rol de preferencia.

Por otra parte, la aparición de estos campos de acción, junto al avance tecnológico, produjo reestructuraciones en los planteles de las empresas y nuevas prácticas en el ejercicio de la profesión que resultan de menor costo para los empleadores. Ante la mayor oferta de mano de obra capacitada, los empresarios de la comunicación instalaron figuras como las pasantías, en donde un estudiante avanzado o un graduado recién recibido realizan las tareas de un profesional de experiencia. La diferencia consiste en que el salario de un pasante es menor y no tiene cargas sociales.

Además, legitimaron la figura del profesional freelance y del teletrabajo, lo que implica para el empleador un trabajador económico, no dependiente y que resuelve desde su hogar, on-line, la tarea.

En este escenario, definido por la tensión establecida a partir de la complejidad del campo, la crisis laboral y las reglas de juego que propone el mercado, impera un perfil de profesional capaz de intervenir en diversas áreas y actividades del campo, aplicando en ellas técnicas comunes. Se trata, pues, de un profesional multifuncional al que lo caracteriza su versatilidad, capacidad de resolución de la dificultad, toma de decisión y adaptación a los diversos escenarios y prácticas laborales.

Notas
* El presente trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación: “La conformación del campo laboral de la comunicación en la Argentina. Antecedentes, análisis descriptivo y proyecciones explicativas. Estudio de caso”, dirigido por el Lic. Marcelo Belinche, coordinado por la Lic. Patricia Vialey, e iniciado el 01/01/02 en el marco del Programa de Incentivos a Docentes e Investigadores. Forman parte del equipo de investigación: Elisa Ghea, Ana María Roche, Leandro De Felippis, Francisco Niggli, Ximena Pérez, Mariela Carnino, Andrés López, Gabriela Barcaglione, Rossana Viñas, Leticia Melo, Julieta Messina, Gladys Manccini, Roberta Valdés, Natalia Domínguez y Walter Barboza.
[1] Colaboraron en la redacción de este artículo: Patricia Vialey, Elisa Ghea, Ana María Roche y Leandro De Felippis.