María Florencia Cremona |
Discursos mediáticos, estereotipos y prácticas juveniles de sexualidad*
Contenido
Trazando el camino
¿Cómo aparecen las representaciones sobre la sexualidad juvenil en el discurso mediático?
Representaciones juveniles
¿De qué hablamos cuando hablamos de sexualidad?
¿Cómo incide esta voluntad clasificatoria de lo sexual en las propias representaciones juveniles?
Lo que ellos dicen
Mirando el futuro
Bibliografía
Notas
Una multiplicidad de caracterizaciones poéticas, lugares comunes de la narrativa contemporánea, asocian a la juventud con un tesoro invaluable en el que hay permiso para las locuras antes de vestir el enjuto traje de adultez. De ahí que las representaciones sociales siguen definiendo “juventud” como bloque monolítico, como unidad polimorfa y marginal.
Mientras la palabra “joven”, vinculada a la edad biológica y arraigada a valores que la asocian a una etapa germinal y de progreso, se desfigura en el escenario de las transformaciones económicas y políticas; la juventud sigue siendo presentada por el discurso mediático como etapa de preparación para un momento futuro, espejismo tan absurdo como inasequible.
Mirar al joven como actor social, implica partir de que éstos, igual que otras minorías son siempre leídos, descriptos y nombrados. Es reconocer y comprender las relaciones socioculturales y el sentido otorgado por ellos mismos a esas interpelaciones. Es intentar el reconocimiento de las diferentes formas de ser joven, de la lucha por el significado a veces abandonada y otras, estratégicamente cambiada de frente.
Trazando el camino
El objetivo de la investigación que realizo en el marco de la Beca de Iniciación a la Investigación, es analizar las articulaciones entre las representaciones sociales sobre la sexualidad de los jóvenes presentes en el discurso de algunos medios de comunicación y las de los jóvenes de entre 18 y 25 años, pertenecientes a los sectores medios urbanos de la ciudad de La Plata.
Antes de introducir el pequeño caos que provocó tener que definir qué cosa íbamos a entender por representaciones de sexualidad, para establecer ciertos criterios de relevamiento en los medios y en los jóvenes, vale una breve aclaración para el concepto de representación.
Entendemos a la representación como a una detención parcial del flujo de la significación, como asociación arbitraria entre significante y significado que no es fija, que va cambiando a medida que hay desplazamientos en dicha asociación. La representación no surge de un hecho concreto sino que surge de algo que Cornelius Castoriadis denomina magma y que sería algo así como una cosa desordenada sin tiempo ni forma. De ahí que la representación sea inanalizable, que nada pueda explicar su forma o contenido, porque no hay referente en la representación.
Si bien estamos hablando de representaciones de sexualidad juvenil debemos atender al mismo tiempo a las que aparecen en algunos medios de comunicación y a aquellas presentes en los jóvenes se necesita algo así como una “doble entrada” al problema.
Para esta tarea, fue preciso definir, o por lo menos tener presente, de qué hablábamos o en qué oleaje de conceptos en conflicto nos introducíamos cuándo enunciábamos juventud y sexualidad.
Siguiendo la propuesta metodológica de nuestra investigación, a medida que se discutieron las definiciones teórico conceptuales, buscamos problematizar a nuestros materiales y utilizar esto que nos decían como elementos para la reformulación permanente de los conceptos de sexualidad y juventud.
¿Cómo aparecen las representaciones sobre la sexualidad juvenil en el discurso mediático?
El discurso mediático, como cualquier otro, es una red de relaciones: siempre hay otros discursos que forman parte de esa red como huellas. Huellas de formaciones discursivas (en el sentido de Foucault), y huellas del dialogismo y la polifonía (siguiendo las nociones de Bajtin).
Según nuestras indagaciones, el discurso mediático es el que se constituye en y desde los medios de comunicación masiva. En el universo del discurso operan, se reconocen -o no-, dialogan, otros campos discursivos que modalizan con mayor o menor fuerza la especificidad de lo mediático. Es decir, el discurso es una suma de interdiscursos.
El discurso mediático presenta un estatuto de lo sexual. Y hablamos de “estatuto” en cuanto intenta fijar algo que es móvil y se reconfigura permanentemente Reproduce y promueve representaciones cargadas de estereotipos(1), percepciones correspondientes a una cultura del miedo al “otro”, que lleva a justificar la vigilancia sobre las posibles prácticas que el otro puede hacer para “dañarnos”.
Dicho discurso, construye un modo “aceptable” de ser joven de clase media -que es el sector que nos interesa a los fines de nuestra investigación-. Este modelo válido, contempla algunas variaciones a sus parámetros cuya salida implica caer en la peligrosidad de lo que está por fuera.
¿En qué medida lo que se dice en el discurso mediático sobre los jóvenes influye o se refleja en las representaciones que los jóvenes tienen sobre sus propias prácticas de sexualidad?
¿Las representaciones que los jóvenes tienen sobre sus prácticas concretas, reconfiguran el discurso mediático? Los estereotipos respecto de la sexualidad juvenil presentados por el discurso mediático, ¿reconfiguran de algún modo las prácticas juveniles?
Representaciones juveniles
Para buscar los puntos de articulación entre las representaciones del discurso mediático y las de los jóvenes respecto de la sexualidad, es necesario mirar las prácticas sociales entendiendo estas como la puesta en acto del esquema de percepción y acción incorporado por los sujetos producidas por el habitus. En términos de Bourdieu, entenderlas en tanto articulación de las características subjetivas (incorporadas socialmente) y las condiciones sociales objetivas.
Nos proponemos conocer las prácticas juveniles a través de lo que los actores dicen sobre ellas, en el nivel representacional. Si se puede describir cómo y desde dónde hablan los saberes y los sentidos en las prácticas en cuanto esquema de percepción y acción incorporado por los sujetos, se podrá tener referencias válidas para la producción de espacios de integración juvenil que no sean hechas para los jóvenes, en base a las representaciones que se tiene sobre ellos, sino que partan de sus propias voces.
Por eso nos interesan los sentidos que los jóvenes otorgan a aquello que hacen. Para eso, analizaremos las representaciones que los jóvenes tienen de sus prácticas sexuales, indagando hasta qué punto esos sentidos desafían los estatutos mediáticos y cómo los estereotipos distribuidos por los medios operan en la exclusión y auto segregación juvenil.
¿De qué hablamos cuando hablamos de sexualidad?
La sexualidad es una práctica y es también una representación que impregna todos los actos cotidianos. Según el ámbito, la situación y el contexto, la experiencia de la sexualidad, podría extender su significación a la sensualidad, a las sensaciones, e incluso a la espiritualidad.
Obviamente que la sexualidad no es reductible a lo meramente orgánico. Hace más de un siglo Freud quebró la idea de sexualidad vinculada solamente a la genitalidad. El psicoanálisis incluye como sexuales actos que antes no eran considerados de tal modo: la mirada, la escucha, el hecho de ser mirado.
Pero también, tomando la idea de Foucault, la sexualidad es una voluntad de clasificar y esa clasificación pretende de algún modo dar cuenta de nuestra verdad interior más profunda.
¿Cómo incide esta voluntad clasificatoria de lo sexual en las propias representaciones juveniles?
Esta pregunta acompaña el camino de nuestra búsqueda. Creemos que esta voluntad clasificatoria, aparte de clasificar, en su mismo proceso, presenta representaciones que aluden a prácticas arcaicas que no condicen con las condiciones epocales. Estas representaciones conviven en conflicto con otras que sugieren otra cosa sobre el mismo tema. Por ejemplo, el discurso mediático presenta representaciones que asocian a lo femenino con la pasividad y la receptividad, existen otras que exaltan los “rasgos femeninos” como positivas cualidades relacionadas con la competencia laboral. Esta conflictividad aparece en las voces de los propios jóvenes cuando aluden a sus prácticas.
El discurso mediático presenta un estatuto de lo sexual que anula o niega la variabilidad y la conflictividad de las condiciones materiales de una realidad sociocultural. Más allá de la validación que los jóvenes den a estos estatutos, el modo de construir pánico moral(2) puede ser en torno a la adecuación de las prácticas al estatuto.
Lo que ellos dicen
Lo que pudimos concluir de esta primera etapa de relevamiento(3) del campo material, o lo que de algún modo se desprende de estas primeras entrevistas, es en principio la existencia de estereotipos fuertes respecto de ciertas clasificaciones sexuales, mucho más vigentes de lo que podría esperarse, sobre todo en lo referente a cuestiones de género, entendido cómo la construcción cultural de la diferencia sexual, aludiendo a las relaciones sociales de los sexos(4).
Aparece por mención o por omisión, siempre, la idea de la mayor permisividad que el varón tiene casi por ley en el rubro sexual; el sabor a batalla ganada de cada logro de las chicas respecto de prácticas que histórica y culturalmente están asociadas al hombre o que estuvieron valoradas negativamente para ellas (por ejemplo “encarar”: término utilizado entre los jóvenes para referirse a invitar a bailar, a salir o simplemente manifestarle al otro el interés) y también se extrema la ilusión desaforada, de ellas, de bancársela, de poder solas con todo, con lo que sea casa, hijo, carrera, trabajo.
Otro aspecto fuerte y opaco a consecuencia de las tensiones que implica, es el tema de la imagen personal y el cuerpo. Nuestros jóvenes (digamos los que tomamos para este trabajo) de algún modo son los destinatarios favoritos de esto que tan acertadamente Margulis (1998) llama el joven juvenil. Si bien los sectores medios y medios bajos que acceden a estudios universitarios no cuentan con los medios económicos para adquirir dichos objetos, de todas formas conviven con esta interpelación que parte de la representación del joven juvenil.
El joven juvenil, es un modelo estético mass mediático que exalta/ crea signos de juventud cada vez más valorados, incluso (y cada vez más) por fuera de la franja etaria que abarca a los jóvenes. Pero estos signos, pautas estéticas, que en definitiva son el andamio de la industria de la moda y que apelan al consumo tienen como referente a un joven varón que vive su tiempo de moratoria social (entiéndase esto como el período de preparación para lo que sí vale, es decir el mundo adulto) El joven juvenil vive en legítima despreocupación (que no es la abulia del pibe pobre, que vive en una pieza que apesta y que no trabaja ni estudia) que se traduciría en una casi ridícula ausencia de incertidumbre, rodeado de objetos de consumo que son casi aditamentos, extensiones físicas de su ser joven (las chicas muchas veces forman parte de esta colección de bienes adquiribles. Progresivamente y alcanzando su cenit en la década del 90, estos signos comenzaron a ser demandados y a exportarse a otros consumidores no jóvenes.
Mirando el futuro
A lo largo de esta reseña se han presentado los interrogantes que problematizan la investigación en curso al momento de la construcción y relevamiento del corpus.
Nuestro interrogante está centrado en las cercanías y distancias entre el discurso mediático que pretende disciplinar las prácticas juveniles, desplazarlas a formas estables y estatuidas producidas en el marco de otros momentos y formas históricas, y las experiencias y las prácticas producidas por los jóvenes. Esto con el fin de indagar si de algún modo se producen estereotipos que actúan consolidando prácticas discriminatorias, excluyentes, estigmatizantes.
El paso último será buscar si hay o no puntos de articulación entre nuestras interpretaciones sobre las representaciones juveniles -donde posiblemente hallemos también estereotipos- y el discurso mediático.
¿Cómo operan estos estereotipos en las representaciones juveniles? ¿Qué ocurre con los sentidos que los jóvenes otorgan a sus practicas?, ¿ Son absorbidos por el discurso hegemónico?
En definitiva el objetivo será vislumbrar qué cuestiones, si las hay, articulan la matriz cultural juvenil en la sexualidad con el discurso mediático sobre los jóvenes respecto de este mismo tópico. En qué medida los estereotipos en torno a lo sexual presentados por el discurso mediático fortalecen prácticas de exclusión, e incluso las incitan.
Ensayar algunas repuestas es un compromiso asumido para pensar espacios de integración juvenil. Pensar los jóvenes hoy es, comenzar por deconstruir los discursos que han estigmatizado a los jóvenes como violentos, abúlicos y aplastados transeúntes del futuro.
Bibliografía
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CASTORIADIS, Cornelius. La institución imaginaria de la sociedad, Vol. 2: El imaginario social y la institución, Bs. As., Tusquets, 1993.
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WILLAMS, Raymond. Marxismo y Literatura, Barcelona, Península, 1980.
Notas
* El presente trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación: “Discursos mediáticos, pánico moral y prácticas juveniles de religiosidad y sexualidad”, que es llevado a cabo por la Lic. María Florencia Cremona, en el período 2003-2005, bajo la dirección del Mg. Jorge Huergo Fernández y la codirección de la Mg. Florencia Saintout, en el programa de Becas de Iniciación en la Investigación Científica y Tecnológica de la Universidad Nacional de La Plata.
[1]Estereotipo: la clasificación social particularizada de grupos y personas por medio de signos a menudo muy simplificados y parcializados, que implican o explícitamente representan un conjunto de valores, juicios y suposiciones a cerca de su conducta, sus características o su historia (cfr. O’Sullivan y otros, 1997: 129.)
[2] Pánico Moral: Los medios de comunicación son capaces de movilizar un pánico moral alrededor de una determinada cuestión, que se perciba como sintomático de un amplio malestar de la sociedad, porque se están reforzando estructuras ya existentes y sé esta suministrando un foco para las frustraciones y descontentos actuales. Como decíamos las estructuras ya están, hay miedos y resentimientos vigentes hay valores incrustados en la sociedad que produce este discurso de pánico moral y que también hace que “prenda” el discurso de pánico cuando la interpelación es producida desde los medios. (cfr. O’Sullivan y otros, 1997: 255).
[3] Durante la última etapa del primer año de investigación se hicieron entrevistas en profundidad a jóvenes de entre 18 y 25 años estudiantes de distintas facultades de la UNLP.
[4] Joan W Scott. “Gender a Useful Category of Historycal Analysis” en Historical Review 91, 1986, citado por LAMAS, Marta (Cfr. Bibliografía).