Claudio Gómez |
Los objetivos de la noticia*
Contenido
El número objetivo
La "No Noticia"
Notas
Los periodistas, en general, no adhieren a la idea de indagar en la práctica de su profesión. No lo hacen ellos y prefieren que otros tampoco lo hagan. Están seguros de que el periodismo no reviste ninguna enfermedad como para ser auscultado. Y, en todo caso, si la sufren suponen que es mejor que se la examine en cuanto al resultado del trabajo (en la información y en la opinión ya publicada) pero de ningún modo en las instancias de construcción de la información que intervienen en el proceso de edición de las noticias. Porque el periodismo, como práctica, es inocente de cualquier consecuencia social.
Si algún investigador decide husmear en la función simbólica o en la dimensión ideológica de la noticia, los periodistas dicen: “Bueno, no es para tanto, esto es simplemente una noticia y no le busquen la quinta pata al gato”. Por eso, difícilmente las investigaciones sobre la práctica del periodismo cuentan con el auxilio del protagónico profesional. Investigadores del periodismo y periodistas casi nunca se entienden. Tan poco se entienden que aún sintetizados en la misma persona, también son una dicotomía, un antagonismo.
Todavía por la década del 70, en Argentina, el periodismo se aprendía en los medios. Por caso, en una redacción, un aprendiz empezaba con tareas menores y los más avezados, en sus ratos libres, le transmitían su experiencia. En esa pedagogía, la fórmula de redacción periodística de las cinco W era el ABC de la prensa escrita.
Por aquellos años, el periodismo occidental discutía la existencia de la objetividad periodística. Los estilos conocidos como Noticia y Crónica eran la síntesis de la redacción austera y desprovista de cargas emotivas. Esos formatos, apenas diferentes -y para algunos idénticos o sinónimos- se iniciaban con la presentación de un resumen del hecho sobre el que se iba a informar. “Durante buena parte de este siglo -dice el Manual de Estilo del Diario La Nación(1)-, las crónicas debían ser encabezadas por un párrafo o párrafos que contuvieran circunstancias muy precisas. Ese párrafo o párrafos se denominaban ‘copetes’. “El copete clásico debía ser sintético y contener las respuestas a las interrogaciones: ¿qué pasó?, ¿a quién?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por qué? y ¿cómo?”.
El esquema de redacción se tradujo como de “Pirámide Invertida”. La noticia se redactaba en orden de importancia decreciente: lo más importante del hecho arriba (al comienzo de la nota) y de ahí para abajo (hasta el final). Ambas claves (las cinco W(2) y la pirámide invertida), a la vez que permitían una estructura concreta de redacción, contribuían a acentuar el ideal de “objetividad” que el periodismo esgrimía como símbolo de ecuanimidad profesional.
La neutralidad de las noticias ha sido materia de discusión desde los ámbitos académicos. Primero porque la objetividad se pone en juicio cuando en un contexto de circulación de sucesos sólo algunos son elegidos para su publicación y, por ende, de todos ellos, solamente unos pocos se transforman en noticia. Luego, porque la objetividad aparece como un fin imposible; humanamente imposible.
La aplicación de una única fórmula para redactar noticias, que pretende respuestas objetivas, permite suponer que de manera matemática todos los diarios publicaran exactamente la misma noticia cuando hayan recolectado idénticos datos.
Por ejemplo, un choque automovilístico: ¿Quiénes chocaron? Un colectivo y un taxi; ¿Cuándo sucedió? Hoy; ¿Dónde? En La Plata; ¿Cómo? Violentamente; ¿Por qué? Al fallarle los frenos al colectivo... Se obtiene entonces: Un colectivo embistió violentamente a un taxi, hoy, en La Plata, al fallarle los frenos.
Si esta fórmula funcionara igual que una receta, la única variable posible sería la medida en la combinación de sus ingredientes: Al fallarle los frenos, un colectivo embistió violentamente a un taxi, hoy, en La Plata. O: Violentamente, un colectivo embistió a un taxi, hoy, en La Plata, al fallarle los frenos. Se observa que hay otras potenciales combinaciones, pero, en rigor, la noticia es siempre la misma. ¿Por qué, entonces, distintos medios redactan de diferente manera la misma información? Múltiples razones pueden esgrimirse, sin embargo una causa fundamental en esta valoración es que los periodistas escriben para un lector prototípico. Ese lector es, en definitiva, quien regula, a su manera, buena parte de la línea editorial de un diario.
A menudo se habla de la influencia de los medios de comunicación sobre el público. Importantes estudios de recepción dan cuenta de eso cabalmente. Sin embargo, poco ha dicho el periodismo de la influencia contraria, es decir del poder que ejerce, por ejemplo, el lector sobre los medios gráficos.
Cuando un medio gráfico aparece, sus editores explican que lo hacen para ocupar un espacio informativo (o de reflexión informativa) que está vacío, que nadie ocupa. Si es exitoso, suma a los lectores a su línea editorial. Luego no puede forzar cambios que contradigan la relación con sus lectores, de lo contrario los perderá. El lector conoce el juego y sabe ejercer ese poder de eventual retiro apenas empieza a sospechar que el medio modificó su parecer sobre temas sensibles a su propia ideología o, simplemente, a su forma de pensar las cosas.
Algunos ejemplos:
- Un diario “sensacionalista” diría: Un colectivo perdió peligrosamente el rumbo y embistió violentamente a un taxi, hoy, en La Plata, una ciudad que se ha convertido en un verdadero caos y, a la vez, en un escenario de supervivencia para la vida de peatones y automovilistas.
- Un diario “serio” referiría: Un colectivo de la línea X embistió esta mañana a un taxi, en la intersección de las calles Y y Z, de La Plata. Aunque no hubo personas heridas, el progresivo incremento del parque automotor y la falta de normas de tránsito aumentan día a día los riesgos de peatones y automovilistas.
En el primer caso, se ve, no interesan demasiado las precisiones. Bastan la ciudad y el día para encuadrar el choque. Al diario serio, en cambio, le importan más los datos: colectivo de la línea X, esta mañana, calles X y Z. El sensacionalista elige los adjetivos: peligrosamente, violentamente. ¿Un colectivo puede perder el rumbo de otra forma que no sea “peligrosamente? ¿o puede chocar contra un taxi, con su volumen, de otra manera que no sea “violentamente”? Tal vez sí, pero lo que importa al periodista y al lector es la representación cinematográfica del episodio.
El diario serio aprovecha la oportunidad para bajar alguna línea al sistema de transporte y, de paso, a la ineficacia comunal. El sensacionalista se conforma con hablar de “caos”. Ambos se persignan por la suerte de peatones y automovilistas. Los dos se abstienen de mencionar la verdadera causa del choque: la falla en los frenos del colectivo.
Aunque no haya expresamente un yo individual que intervenga en la redacción, la objetividad aparece como un recurso imposible. Siempre hay intereses en los lectores que guían la pluma de los periodistas o viceversa. El tema de la objetividad, la lucha entre la noticia y el comentario es, no obstante, una materia ya saldada. Javier Restrepo observa que la objetividad periodística es “una pretensión tan desmedida como la de aprisionar el reflejo de las aguas de un río, que en un instante son y en el siguiente dejan de ser. Sin embargo, esa objetividad es la garantía que el lector busca para creer(3)”.
Es probable que el periodismo haya pretendido honestamente la neutralidad. Prueba de ello es el memorando de A. M. Rosenthal(4) para los periodistas del New York Times: “el deber de todo reportero y editor es luchar para conseguir tanta objetividad como sea humanamente posible”.
En efecto, hasta la década del 70, cuando irrumpe otro compromiso con la profesión y acaso también otra visión de la función social del periodismo, los periodistas intentaron responsabilizarse sólo de la manera de informar y despegarse de los vicios de lo que estaban informando.
Está claro ahora que hacer periodismo objetivo no es registrar los hechos sin comentarios o interpretaciones. O mejor dicho, ser objetivo no es solamente evitar las opiniones explícitas. En la selección redacción y edición de las noticias aparecen intereses y tendencias que vulneran la objetividad, a veces intencionadamente otras veces no.
Sobre este punto avanza Umberto Eco para hablar de la tematización. Dice: “Hubo una amplia polémica sobre la objetividad, y muchos de nosotros sosteníamos que (con excepción del parte de las precipitaciones atmosféricas) no puede existir la noticia verdaderamente objetiva. “Aun separando cuidadosamente comentario y noticia, la elección misma de la noticia y su confección constituyen elemento de juicio implícito. En las últimas décadas se ha afirmado el estilo de la denominada ‘tematización’(5)”.
Para ejemplificar su teoría, Eco alude a la página 17 del diario Repubblica del domingo 22 de enero de 1997. Para observar con la misma precisión y actualidad la “tematización” en Argentina, elegimos las páginas 8 y 9 del Diario Popular, del martes 30 de setiembre de 2003.
Tres artículos: “Ahora le tocó al padre de Traverso. Secuestraron al progenitor del ex jugador de Boca y piden medio millón de dólares de rescate”; “Familia Barros Schelotto relata intento de rapto. ‘Hicieron un trabajo de inteligencia’”; “Tres detenidos tras intentar raptar a una nena de 8 años”.
Es fácil apreciar que el tema son los secuestros. Esas páginas, habitualmente destinadas por el Diario Popular a noticias de índole policial, por supuesto, no hablan de otra cosa.
¿Había en esa fecha otros temas que pudieran lograr también una ubicación en esas páginas?
¿Fueron esos los únicos temas policiales de la jornada?
En la misma edición, el Diario Popular en cabeza de la página 10 refiere: “Secuestran a madre y beba y las liberan 10 horas después. Pagaron rescate de 9 mil pesos y un aparato de DVD”.
“Si se tratara sólo de cuatro casos -plantea Eco-, el asunto sería estadísticamente insignificante; pero la tematización hace que la noticia se erija en lo que la retórica judicial y deliberativa clásica denominaba exemplum: un solo caso del que se saca (o se sugiere subrepticiamente que se saque) una regla”.
¿Es el diario el que impone el tema de los secuestros a sus lectores o son los lectores quienes esperan el diario para leer los temas que circulan repetidamente por los noticieros de televisión y los informativos de radio?
Los cierto es que la suma de noticias relativas a raptos ocupan dos páginas completas y buena parte de una tercera (por supuesto, también son los temas más relevantes de la tapa) y siembran así una consideración sobre la actualidad de las cuestiones sociales en el país o, al menos, en el área metropolitana en la que confluyen la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano de la provincia de Buenos Aires. Porque es allí, definitivamente, donde se vende la mayor cantidad de diarios.
“La tematización no ofrece cuatro noticias: expresa una fuerte opinión (...) Con esto no quiero decir que la técnica de la tematización sea equivocada o peligrosa: digo sólo que nos demuestra cómo pueden expresarse opiniones dando noticias completamente objetivas”, concluye Eco.
El número objetivo
A fuerza de evidenciar objetividad y con el propósito de alcanzar rasgos diferenciales con respecto a la información que brindan permanentemente los noticieros 24 horas de la televisión de cable y las radios, los diarios apelan cada vez más a la publicación de estadísticas.
Esa es también una manera de librarse de la carga subjetiva que necesariamente impone la referencia verbal y no la cifra numérica. Decía Francis Bacon en 1605: “La virtud de las cifras es triple: leerlas y escribirlas no exige mucho trabajo; es imposible descifrarlas; y, en ciertos casos, están más allá de toda sospecha”.
El periodismo ha hecho uso de la facilidad de escribir las cifras y, fundamentalmente, de la imparcialidad que otorgan los números. ¿Quién se atrevería a sospechar del 1, del 2 o del 4.300? En efecto, y tal como lo idealizara la Revolución Francesa, el periodismo convierte el resultado de los cálculos en el lente del microscopio con el que debe mirarse y comprobarse la realidad social.
En su artículo “La estadística: ciencia del Estado y del Comercio(6)”, Armand Mattelart recuerda que “El cálculo de probablidades, cuyas bases sientan Pascal y Huyghens hacia 1660, se convierte en una nueva forma de objetivación de las sociedades humanas. Proporciona una manera de orientar las preferencias en caso de incertidumbre. Estadística y aritmética o anatomía política descubren una nueva cantera de ciencia útil”.
Y agrega que a partir de la técnica estadística “formulada por gente con formación práctica y procedente de distintas profesiones, se esboza una nueva función social: la del experto que ofrece un lenguaje elaborado para uso de los gobiernos. Los campos de aplicación parecen infinitos”.
El periodismo a fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI recupera y retonifica el uso de la estadística como procedimiento objetivo. Así, ofrece todo tipo de índices: delictivos, de pobreza, de desempleo, de goles a favor, de goles en contra... El cálculo permite, sino prevenir, suponer el futuro.
El denominado Periodismo de Precisión viene a ocupar una zona fundamental en la información de los medios gráficos. Los diarios -y también las revistas- pueden desarrollar cuadros numéricos en infografías, en recuadros, en imágenes y también incluirlos en los textos.
Para que esos gráficos provistos de cifras tengan eficacia es necesario que el lector pueda detenerse en su observación y registro; la televisión no puede sostener ese tipo de información demasiado tiempo en pantalla: ante una exposición de sólo segundos, por supuesto, el público apenas logra retener algunos números en su memoria. En la radio, los números se disipan aceleradamente ante la sucesión de palabras; allí, un número es igual a una palabra.
El diario se ha apropiado de este estilo periodístico que, en su esencia garantiza la objetividad, pero que es a la vez una generalización arbitraria y siempre fría. La noticia estadística propone la objetividad a la vez que la destruye. Cuando el periódico escribe que fulano tiene un 50 por ciento de adhesión, niega a la vez que tal fulano tiene también un 50 por ciento de rechazo. O a la inversa.
Entonces, sin objetividad posible ¿qué es la noticia sino una construcción intelectual arbitraria?
La “No noticia”
Para hablar de la “No noticia”, es decir de la interpretación que los diarios hacen de la información al carecer de la primicia que suponen que el lector conoce por otros medios, es importante señalar algunas nociones de lo que se entiende por Noticia.
“Hay muchas definiciones de noticia; una de ellas puede ser: ‘Cualquier cosa que haga hablar a la gente’. La noticia supone el poder acotar algo en el continuo de la realidad, una elaboración de hechos por medio del lenguaje sobre una realidad difusa; éste tipo de elaboración presupone el querer hacer que el receptor de la noticia reaccione”, entiende Lorenzo Gomis(7).
El columnista político de Clarín, Eduardo Van der Kooy(8), opina que “de la noticia hay casi tantas definiciones como del amor. Unas son prácticas, otras son poéticas, otras son ingeniosas, otras son intencionadas (..) Y ocurre con el amor igual que con la noticia: la persona que lee minuciosamente una antología de definiciones del amor en busca de su respuesta acaba en la misma o peor ignorancia con que comenzó”, agrega.
En realidad, la intromisión de los medios electrónicos en lo que a la noticia periodística se refiere y la rápida adaptación del público a informarse permanentemente obligaron a los diarios a recrear nuevos formatos informativos en los que, curiosamente, la noticia se conoce a través de los otros medios. No ya solamente a partir de la radio o la televisión, el público del siglo XXI se informa mediante un teléfono celular, la pantalla de una computadora o un cartel lumínico que pasea letras en un colectivo. Esa profusión instantánea de las noticias se recrea luego en la transmisión oral.
“¿Viste que murió fulano? ¿Te enteraste que renunció mengano?” Son preguntas habituales en conversaciones cotidianas en los lugares de trabajo, en las colas de los bancos, en las charlas de los vecinos. De esta manera, es prácticamente imposible que alguna persona en el radio urbano de cualquier ciudad no esté (bien, mal o regularmente) informada de los temas que va dictando la práctica periodística diaria.
Hace algunos años, era famoso el slogan de los informativistas radiales que consideraba: “el diario es mañana, la televisión es esta noche y la radio es hoy”. Se interpreta que la idea resumía la ventaja de la inmediatez de la radio por encima de los otros medios. Cuando el público necesitaba una información, la manera más rápida de lograrla era a través del radio. Si esa noticia era importante, no había más que esperar el horario del informativo radial para saciar esa necesidad.
Sin embargo, la inclusión de la TV por cable en los hogares argentinos y, con ella, la aparición de los noticieros de 24 horas, modificó sustancialmente la primacía de la radio en materia de noticias.
En efecto, Crónica TV, aparecido en 1994 se transformó en el símbolo de una flamante forma de dar las noticias. Con un estilo de selección y narrativa similar al que evidencian las páginas del diario Crónica, la impronta noticiosa, ahora en TV, de Héctor Ricardo García(9) obtuvo una rápida aceptación. Un fondo rojo, la música del himno “Barras y Estrellas” y la voz en off constituyen el soporte del letrero que anuncia la noticia. Más allá de la innovación, García estimó necesario mantener el slogan que acompaña la marca del diario: “Firme junto al pueblo”, también en televisión.
Cabe mencionar de paso que en la actualidad no existe agencia de noticias u oficina de prensa en la que no esté el televisor encendido en el canal Crónica TV. Ese hecho permite dos conclusiones: la clara influencia de esa señal sobre otros ámbitos de producción de noticias y, otra, la necesidad que tienen los periodistas de informarse de la manera más rápida posible de cualquier noticia que pueda interesar a la opinión pública.
Así y todo, Crónica TV se da el gusto de intercalar en sus expositivas informaciones, siempre ampulosas, algunas notas autoreferenciales en las que señala, con indisimulado orgullo, su “exclusiva” en alguna cobertura. Lo hace menos para jactarse de la pericia y audacia de sus cronistas que de la velocidad de llegada al hecho noticioso.
Curiosamente, podría decirse que el éxito de Crónica TV no ha influido demasiado sobre la vida del Diario Crónica, aunque sea cierto que, como otros, el periódico haya perdido lectores menos por la competencia de su par televisivo que por la baja del poder adquisitivo de su público. Es que el Diario Crónica -acaso el único medio gráfico que logró sobrevivir su turno en el siglo XX sin la dependencia exclusiva de los avisos publicitarios- se apropió de la necesidad informativa de las clases populares porque prescindió habitualmente de las notas “de fondo” y apuntó a las noticias breves de titulares contundentes.
Según lo consigna la página web de Diario sobre diarios(10) , Crónica “en 1993 vendía unos 300 mil ejemplares diarios promedio. En 1998/ 99, sostenía una venta de 220 mil ejemplares. El contrato de lectura de Crónica fue el lenguaje emotivo, es decir, grandes titulares, un lenguaje “popular”, que priorizó en sus comienzos los crímenes pasionales, las informaciones policiales y el deporte (turf y fútbol principalmente). ‘Crónica vende porque habla de los temas de la vida’, solía decir García para explicar la permanencia del diario”.
Es el mismo lenguaje que utiliza su versión televisiva, pero el público es distinto. El pueblo, al que se mantiene firme Crónica, en general, no tiene acceso a la televisión por cable -sistema por el que se transmite Crónica TV- que, en promedio y sin contar abonos por los canales premiun, tiene un precio mensual que supera los 57 pesos.
No obstante, es cierto que su presencia permanente en bares, confiterías y otros sitios públicos similares le han conferido a Crónica TV una llegada a la gente parecida a las transmisiones de la cadena nacional. Pero sólo en los horarios de mayor tránsito urbano. Todavía son pocos los trabajadores que pueden encender la TV para ver las noticias de la mañana y paralelamente se mantiene (aunque en baja) la cantidad de lectores que compran alguna de las tres ediciones (en Capital Federal) del Diario Crónica, esto es la matutina, a partir de la 1.08; la quinta, desde las 12.26 o la sexta, desde las 16.27.
El mayor competidor de Crónica TV es Todo Noticias, que se presenta como “el canal satelital informativo de mayor cobertura en Latinoamérica: abarca todo el territorio argentino a través de 600 canales de cable, con una audiencia estimada de 4.500.000 abonados”.
“Los noticieros de TN son la referencia obligada del acontecer nacional e internacional. A cada momento, durante todo el día y todos los días del año, los periodistas de TN siguen paso a paso las noticias más importantes mostrando las imágenes más impactantes desde donde se produce la información. Con móviles en vivo y corresponsales desde cualquier punto del país y del exterior, Todo Noticias conforma la mayor organización informativa de la televisión argentina”, refiere su página institucional.
“Cada noticiero es un resumen dinámico y creíble de la actualidad donde los acontecimientos más importantes y destacados del día, así como el deporte, la información financiera y bursátil internacional y otros hechos que sacuden la realidad, reciben el tratamiento serio, objetivo y responsable característico de TN”, agrega.
“Paso a paso las noticias más importantes...” Como ya quedó dicho, lo de más importantes como rótulo para las noticias que más se exhiben es discutible. Lo cierto es que tanto Crónica TV como TN cada vez que ponen en pantalla una información determinan el ritmo de las redacciones. No sólo van a influir en la selección de las noticias para publicar al día siguiente en los diarios, sino que también pueden determinar la ubicación de la nota en la página. El espectador sabe que si quiere saber un poco más de lo que le ha dado informativamente el noticiero deberá necesariamente recurrir a la “profundidad” del diario del día siguiente. Y los editores de los diarios también lo saben.
La presencia constante de la noticia en los medios de comunicación electrónicos como la televisión, la radio e Internet ha modificado sustancialmente el tratamiento de la información en los diarios. Ahora la circulación de las noticias es constante. La transportan diferentes medios y en diversa forma; llega, a veces bien, otras peor, pero siempre inmediatamente. Claro, el generador es el impacto que se calcula puede producir.
En ese marco ¿podría en la actualidad el diario Crónica producir un fenómeno periodístico similar al que generó con el Murió que utilizó para titular el fallecimiento del entonces presidente Juan Domingo Perón el 2 de julio de 1974, un día después de su desaparición? Becquer Casaballe(11) recuerda el episodio: “Hace 25 años, poco después del mediodía del primero de julio de 1974, Isabel Martínez anunciaba a través de la cadena nacional de radio y televisión la muerte del presidente de la Nación y líder del Justicialismo, teniente general Juan Domingo Perón. Buena parte del país estalló en llantos y ruegos. Nadie ignoraba quien había sido, al margen de la vereda ideológica en la que pudiera estar”.
Es cierto, se aprecia, transcurrieron unas cuantas horas desde el anuncio de la esposa de Perón -y vicepresidenta argentina- por la cadena nacional y la distribución de la edición del diario Crónica. El país estaba enterado de la muerte de Perón; no obstante, el impreso se convirtió en un documento síntesis del que hasta todavía hoy se jactan, no sólo de haber guardado, sino de haber leído muchos de los “viejos” periodistas.
El título del diario Crónica, por supuesto, no anunciaba una primicia, pero en su interior contribuía a despejar las dudas que la marcha de los acontecimientos previos a la muerte de Perón habían despertado en la opinión pública.
La Secretaría de Prensa y Difusión de la Casa de Gobierno temía que el desenlace de la agonía del presidente, aún la propia debilidad que profetizaban los partes médicos, decantara en un caos popular. Los rumores sobre el estado de salud de Perón habían sido, desde sus 18 años de exilio hasta su regreso, moneda corriente, no tanto en los medios de comunicación como en el imaginario social.
En su libro Agonía y muerte de Juan Domingo Perón, el periodista Andrew Graham Yooll(12) dice que los rumores acerca del estado de salud del presidente “variaban desde un simple resfrío hasta el tumor más maligno”. En su libro está textual la secuencia de cinco partes que se emitieron el 1° de julio de 1974 para anunciar el final. El último de ellos refería: “A las 10.25 se produjo un paro cardíaco del que se logró reanimarlo, para luego repetirse el paro sin obtener éxito todos los medios de reanimación de que actualmente la medicina dispone. El teniente general Juan Domingo Perón falleció a las 13.15. Firmado: doctores Cossio, Taiana, Liotta y Vázquez”.
El diario Crónica vino a sellar el tema. Canceló las especulaciones con una palabra: Murió. Fue el epitafio periodístico para un tema que concitó la atención durante varios días antes y después de la muerte del más popular de los presidentes argentinos.
Es difícil establecer hoy si una noticia de similar envergadura puede trascender la dimensión cotidiana de los diarios para transformarse en un titular ejemplo de concisión y, a la vez, en un documento histórico-periodístico. Acaso, para la comparación, sería necesaria la muerte de otro Perón, una circunstancia social similar a la de 1974, la vigencia del diario Crónica y, necesariamente, la ausencia de los noticieros de 24 horas en la televisión, de los programas periodísticos de radio y de la profusión de espacios de especialistas en ambos medios.
Notas
* El presente trabajo es el texto de introducción del libro Sin Novedad en el Frente, de próxima publicación, que fuera producido como resultado del Proyecto de Investigación: “Problemas y Desafíos de los medios gráficos locales ante la capitalinofederalización de la información en Argentina. El caso de los periódicos del interior bonaerense durante el año 2000” , dirigido por el Lic. Reynaldo Claudio Gómez e iniciado el 01/05/00 en el marco del Programa de Incentivos a Docentes e Investigadores. Forman parte del equipo de investigación: Florencia Burgos, Paula Pedelaborde, Ma. Elena Beneitez, Carlos Dana, Mariana Pascual, María Angélica Gómez y Walter Romero Gauna.
1 LA NACIÓN. Manual de Estilo y Ética periodística, Bs. As., Espasa, 1997.
2 “Es interesante recordar ahora que ya en el siglo I después de Cristo, el retórico romano de origen español Marcus Fabius Quintilianus, en su tratado “Institucionis Oratoriae”, prescribía para la narrativa que se ciñese a contestar siete preguntas: Quid?, Quis?, Quando?, Ubi?, Quibus auxilis?, Quomodo?, y Cur?”. Idem anterior.
3 “La objetividad periodística: Utopía y realidad”, artículo de Javier D. Restrepo en El Colombiano de Medellín.
4 Ex Director Ejecutivo del New York Times.
5 ECO, Umberto. Cinco escritos morales, España, Lumen, 1999.
6 MATTELART, Armand. Historia de la sociedad de la información, Bs. As., Paidós, 2002.
7 GOMIS, Lorenzo. “La noticia: creación de la actualidad y desinformación” del Ciclo de Conferencias Medios de comunicación: información, espectáculo y manipulación, 2001.
8 En el prólogo del libro ¿Qué es noticia en los diarios nacionales?, de MICELI, Walter y otros, La Plata, Ediciones del GITTEP, UNLP.
9 Héctor Ricardo García es el fundador y director del diario Crónica desde el 29 de julio de 1963, fecha en que editó su primer ejemplar vespertino.
10 www.diariosobrediarios.com.ar/dsd/ diarios/hoy/construyen.asp
11 Fotógrafo desde 1972, fue fotoperiodista en varios medios de Buenos Aires (Clarín, Tiempo Argentino, Diario Popular y Agencia DyN). En 1981 integró el Grupo de Reporteros Gráficos para la organización de las tres primeras ediciones de las muestras “El Periodismo Gráfico Argentino”, que posteriormente se convertiría en la Muestra Anual de la Argra.
12 GRAHAM-YOOLL, Andrew. Agonía y muerte de Juan Domingo Perón, Bs. As., Paidós, 2002.